sábado, 10 de mayo de 2014

ENREDATE, CRISTINA GRAU, ESCRITORA,./ MUY HOMBRES,.

TÍTULO: ENREDATE, CRISTINA GRAU, ESCRITORA,.

00106520011468    1  600x600" Daysi me sano el corazón y me destrozó el moboliario,."

Daysi. Memorias De Una Cerda Ibérica-foto

 
 Me llamo Daysi y soy una cerda morena y bajita. Desde que recuerdo todos se ríen cuando me ven aparecer.

Me llamo Daysi y soy una cerda morena y bajita. Desde que recuerdo todos se ríen cuando me ven aparecer. No lo entiendo. No soy mal parecida: mi piel, de un gris plomizo, brilla; mis patas son robustas; tengo las pezuñas cortas y bien formadas y todos alaban mis largas pestañas. Pero a la mayoría de ellos o les doy miedo o risa. Claro que también hay otros a quienes les despierto el apetito, aunque es un decir, ya que todos me quieren».Estas son las cómicas, tiernas y verdaderas memorias  de Daysi, una cerda ibérica que con dos meses de edad escapó a su destino. Fiel escudera de su dueña, pareja de hecho de Perro Palo y amante de Venancio, un triste cerdo «desenfocado», ejerce una poderosa influencia sobre su entorno y los seres que la rodean.Sociable, curiosa y terca por naturaleza, acude a eventos donde no siempre es bien recibida. Atenta a los variables estados emocionales de su dueña, y obsesionada por conseguir una alfombrilla dentro de casa junto a su amado Perro Palo y al gaterío que vive junto a la escalera, su voluminosa presencia nunca pasa inadvertida provocando cataclismos, risas, ternura y emoción,.

 TÍTULO: MUY HOMBRES,.

Eso de mentar la “testosterona” y los “cojones” para hablar de la paternidad y la igualdad puede ser vulgar, pero también muy eficaz para transmitir determinado mensaje. Por eso me ha encantado el atrevimiento de Miriam González, la abogada española casada con el viceprimerministro británico y líder del Partido Liberal, Nick Clegg, para hablar de masculinidad con tales palabras. No solo lo ha explicado muy bien, sino que le ha entendido todo el mundo, incluidos los británicos que, como el resto del planeta, tienen los “cojones” entre su escaso vocabulario español. González pidió la palabra en una conferencia en Londres en la que participaba su marido para afirmar que “el cuidado de los hijos no afecta al nivel de testosterona” y que “los hombres que tratan a sus mujeres como seres iguales son quienes tienen más cojones”. 

Y lo hizo porque su marido está impulsando políticas de permisos de paternidad desde el ejecutivo presidido por David Cameron y, además, se ha enfrentado a alguna polémica por el mucho tiempo dedicado a ejercer de padre de los tres hijos de la pareja.  A mayor igualdad de trato, mayor seguridad en sí mismo, estoy de acuerdo. De la misma forma que cuando un hombre presume de su lado femenino, lo escribí en el último artículo, es porque está muy seguro de su masculinidad. Y el cuidado de los hijos ha sido visto hasta ahora como algo muy femenino. De ahí que los hombres más inseguros aún se sientan incómodos con la presión social en contra de la exhibición pública de una paternidad entregada. Que duden de los efectos de su imagen amorosa al lado de los niños.
Que sigan sufriendo de comentarios maliciosos, de bromas, de indirectas, sobre su masculinidad cuando sacrifican otras actividades por el cuidado de sus hijos. En ese ambiente, es reconfortante que parejas poderosas y carismáticas como la formada por Miriam y Nick Clegg tengan una actitud activa en favor de un cambio de la imagen pública del hombre paternal.
Porque a las mujeres se nos olvida demasiadas veces que los estereotipos sociales también les persiguen a ellos. Y que la dudosa masculinidad asociada a la entregada paternidad es uno de ellos. Y con las mujeres en primera línea de cuestionamiento, como lo prueba el hecho de tantas que miran con aire de sospecha a los perfectos amos de casa. ¿Será gay, afeminado, rarito, dominado por su mujer? Pues no, muy hombre, más bien, como dice Miriam González de su marido.
Echo de menos en el otro lado a hombres que hablen de los “ovarios” o de lo que sea el equivalente de los “cojones” para defender la feminidad de las mujeres que mandan ejércitos, o juegan al fútbol o al rugby, o conducen camiones, o compiten para ganar, o valoran el físico de los hombres, o gustan de imponer sus opiniones. También se cuestiona su feminidad y no veo por ahí a hombres que, como Miriam González, cuenten al mundo que esas mujeres tan decididas y rompedoras lo son porque están doblemente seguras de su feminidad. O porque tienen más “ovarios”.

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