TÍTULO; EL DESAYUNO DEL SABADO, Entrevista Alejandro Sanz,.
EL DESAYUNO DEL SABADO, Entrevista Alejandro Sanz,.-fotos,.
Alejandro Sanz. A corazón abierto,.
Ha regresado, diez años después, a la portada de ‘ROLLING STONE’ para descubrirnos sus lados más ocultos.“El infierno y el paraíso me parecen desproporcionados –escribía Borges–, los actos de los hombres no merecen tanto”. Quizá no lo merezcan, pero lo cierto es que la historia de los hombres –y de las canciones– se escribe con episodios que acaban transitando entre uno y otro lugar. El resto es la mediocridad de lo cotidiano, y de eso no se escriben canciones. En la final del último Mundial de Fútbol le ocurrió algo parecido a Zidane; los cronistas de aquel día escribieron: “Dos cabezazos pueden separar a la misma persona del cielo y del infierno. Al primer cabezazo de Zidane le faltaron unos 15 centímetros para entrar a la portería; al segundo le sobraron esos 15 centímetros” (Zidane fue expulsado en el minuto 111 por agredir con un cabezazo al jugador italiano Materazzi). Alejandro también conoce ambos lugares. “La luz después de la oscuridad” es una frase que suele recordar de sus tiempos heavys adolescentes, cuando grupos como AC/ DC, Iron Maiden o Judas Priest eran sus referencias musicales. Paraíso Express es, precisamente, el título que ha elegido para su nuevo disco. Que quede claro el lugar por donde transita hoy.
Hace diez años, cuando Alejandro Sanz ocupó la primera portada de ROLLING STONE, el lugar por el que transitaba era también el paraíso. Aquella entrevista se realizó una tarde de verano en casa de su íntimo amigo Miguel Bosé. Con él convivieron Alejandro y Jaydy en sus primeros meses de casados, mientras les acababan de construir su nueva casa. En aquella ocasión, concertar la entrevista no fue sencillo: “Alejandro padece de sobreexposición –nos contaban desde su oficina de management–, se esconde por haber trabajado mucho”. Pero los argumentos de ROLLING STONE acabaron convenciéndolo: era el primer número de la edición española y él iba a capitanear la selección de nuestro rock patrio. Aquel Alejandro acababa de vender cinco millones de copias de su disco Más (había superado el récord que tenía Mecano con millón y medio de discos vendidos). Diez años después, las cifras han seguido aumentando. En un momento de la entrevista le recuerdo que ya lleva once discos publicados, veintiún millones de copias vendidas, dos Grammy y quince Grammy latinos… y mientras salpico al aire las cifras, él las escucha con una noble indiferencia.
Hoy regresa Alejandro Sanz a la portada de ROLLING STONE porque queremos hablar con él de su último trabajo, pero también nos interesa saber cómo está –diez años después– el hombre que más discos ha vendido en la historia de nuestra música (récord que tal y como andan las cosas lo va a mantener a perpetuidad); el hombre que lleva toda una vida viviendo deprisa. “Allá vamos”, dice Alejandro cual corsario gritando ‘al abordaje’. Ahora sí, que suenen las palabras y calle la música. Le recuerdo dónde nos quedamos hace diez años; por entonces nos decía: “Vivo con el pasaporte colgando; soy un hombre de barrio que no puede pisar la calle. Hay un montón de gente que se hace rica a costa de joderme. Escriben de mí sin conocerme”. La primera pregunta no puede esperar más:
¿Te sientes querido en tu país?
Me siento muy querido. Mi madre me adora…
Tuviste que irte a vivir a Miami…
Estoy entre Miami y Jarandilla (La Vera, Cáceres) y me gustan los dos sitios. El mar y la montaña.
¿Te sigue importando lo que piensen de tí?
Hubo una época en que me enganché a internet a leer todos los comentarios que se hacían sobre mí y me volvía loco. Llega un punto en que no te fijas en los cien mil que hablan bien de ti, sino en los tres que te ponen verde, y eso es un sinvivir y no tiene ninguna razón de ser. Eso hay que superarlo. Hay gente que quiere sacar sus frustraciones a través de sus comentarios y se escudan en el anonimato de internet. No estoy hablando sólo de música, ni de Rolling Stone en concreto, tú lees los blogs del As o del Marca y es increíble lo que la gente suelta por esa boca, bueno, mejor dicho por ese dedo…
Una biografía tuya que se puede leer en internet dice que te echaron del instituto por meterle mano a las niñas.
No hombre, no. No me expulsaron del instituto por eso ni mucho menos; además no iba metiendo mano a las niñas. A mí me echaron porque repetí dos veces primero y no aparecía por clase. Y nos lo decían desde el principio del curso: no se puede tripitir.
¿Conservas algún amigo de aquella época?
Mi amigo Carlos Rufo, con el primero que hice una banda en el barrio que se llamaba Hiroshima. Tenía un estudio de grabación en Madrid. Es un loco de la guitarra y cada vez que va a Miami me las deja todas niqueladas, perfectas, les da su aceite en el mástil… es ese tipo de gente que tiene el arte sano dentro. Por cierto, le tengo que llamar.
¿Cómo te encuentras a tus cuarenta años?
Ahora me siento mejor que hace ocho años. Eso sí, me tengo que cuidar más… No es como antes.
¿Los celebraste de alguna manera?
Mis 40 años (los cumplió el pasado 18 de diciembre) los celebré con una fiesta sorpresa heavy-metal fantástica. Fue aquí en Madrid, con todos mis amigos disfrazados para la ocasión con pelu- cas y tatuajes. Vino a tocar Medina Azahara.
¿Y tuviste la tradicional tarta?
Me pusieron ‘40 cuero y metal’ que es una frase que yo digo siempre. Hay lemas tipo: ‘cristales rotos en la oscuridad que explotan’ que me hacen mucha gracia, son el tipo de letras de los grupos heavys malos. Me escribieron el nombre chan, que es como me llaman mis amigos, con la tipografía de AC/DC.
Llevas un tatuaje en el brazo. ¿Qué significado tiene para tí?
Lo llevo desde hace mucho tiempo. Son piezas de Picasso, cuentan historias y personas importantes de mi vida. Aquí tengo una guitarra que para mí es la música [me la señala en el brazo subiéndose la manga, y comienza a recorrer con su dedo el resto de tatuajes]; el caballo representa a la noble- za; la luz al conocimiento; y finalmente el toro, que es el valor y a veces lo bruto del ser humano.
Cuando le pregunto quienes son las personas que se merecen estar ahí, tatuadas para siempre en su piel, me aclara que no me lo va a decir, que es muy perso- nal. Alejandro ha aprendido a hablar lo justo de su intimidad. Es su manera de protegerse, su manera de poder seguir siendo él cuando nadie le ve. “No me interesa exponer mi vida privada a la gente”, ha llegado a decir en una ocasión: “soy un artista transparente. Mis ropas son mis canciones, ellas pueden descubrir toda mi alma al desnudo”. Hace diez años, en la entrevista que le hicimos para ese primer número de Rolling Stone, estaba recién casado con Jaydy. “Estamos enamorados, vivimos felices –nos contaba–, estamos preparando nuestra casa para vivir juntos y tenemos todos los planes del mundo, pero no podemos planear qué vamos a sentir el uno por el otro dentro de un año, de dos, de diez…”. La historia de aquel amor duró seis años. De aquella relación nació Manuela (8 años) y más tarde nacería su hijo Alex (3 años).
¿Ser padre te ha cambiado la vida?
Ser padre me ha hecho mejor persona. Si lo pones en una balanza es una bestialidad lo que recibes a cambio. Te abre una puerta de tu alma que no sabías que existía. Tú no sabes lo que es querer hasta que tienes un hijo. Y cuando tienes un hijo y le amas te das cuenta de que hasta ese momento lo que has hecho es pamplinear.
¿Cómo te organizas con tus hijos con la vida tan ajetreada que llevas?
Hoy a las cinco me voy con mi hija Manuela, ceno a solas con ella y le cuento cómo me ha ido el día. Los niños son muy inteligentes. Hayveces que le tengo que decir: “no contestes a esa persona así que es mayor” y me dice: “sí, mayor pero de ancha”.
La filosofía oriental dice que el único legado auténtico que un padre le puede dejar a sus hijos son “raíces para saber siempre de dónde vienen, y alas para volar a donde ellos quieran”.
A mis hijos lo que son raíces no les van a faltar nunca; además, sus madres también aportan sus propias raíces. Lo más fácil de dar a unos hijos son las raíces, porque no tienes que esforzarte. Me gusta cuando están con mi familia de Andalucía y terminan hablando con ese acento del Sur. Me gusta aportarles la cultura del todos juntos, todasaquellas cosas que son flamencas y les digo que hay que comer con la gente y chillarse, y quererse y pelearse y pellizcarse y abrazarse…
¿Qué tal se llevan Manuela y Alexander?
Se llevan bien como hermanos. Manuela tiene mucha facilidad para el piano. Ella es poética y pintora y Alexander es todo físico, le encanta tirarse al suelo… pero tienen muy buen corazón.
Hace diez años te burlabas de aquel ejecutivo que te decía: “Tienes que recibir clases de dicción para disimular tu acento del Sur”.
Mi acento lo tengo muy mezclado, cosas de aquí y de allá. No puedo evitarlo, y en cuanto hablo con mi madre dos segundos y viene mi familia, se me acentúa todavía más.
Tu primer disco se llamó ‘Viviendo deprisa’. ¿Toda una declaración de intenciones?
Podría haber puesto viviendo relajadamente…
¿Recuerdas la primera vez que subiste a un escenario?
La primera no, pero el primer concierto con banda fue en San Adriá del Besòs, en Catalunya, en una discoteca que estaba hasta la bandera y subidos en el escenario casi nos dábamos en el techo…
“Escribo de noche”, comentaste en una ocasión, “a pesar de que la luna tiene las manos frías”. ¿Tienes tus momentos y tus lugares preferidos para inspirarte?
Ahora creo que me importa muy poco el sitio para componer, quizá porque se me ha puesto la piel gruesa, pero entonces sí me influía mucho el sitio, dónde estaba. El disco 3 (1995), uno de los más importantes de mi carrera, lo compuse en Italia, en la zona del Venetto. Es un lugar muy melancólico, por eso una de mis canciones preferidas, Mi soledad y yo, tenía mucho que ver con eso.
Para el disco Más tenías una treintena de canciones y elegiste 10 de ellas, ¿tan fácil te resulta componer?
Me pasaba las 24 horas encerrado en mi habitación donde tenía el estudio. La comida me la dejaban en la puerta y yo abría la puerta, la cogía y después dejaba la bandeja en el mismo sitio. Así estaba días y días. Nunca salía de la habitación. Hice muchísimas canciones, me dio tiempo a hacer de todo, hasta bandas sonoras para películas.
Ese disco ¿te cambió realmente la vida?
Yo creo que el cambio vino desde antes. En mi segundo disco (Si tú me miras, 1993) ya estaba dan- do un cambio. Lo trabajé con Nacho Mayo y Paco de Lucía y aquello fue una sorpresa para todo el mundo. Paco llegó a decir públicamente que se sentía más cerca de mí que de otros músicos. Más no fue el disco que cambió mi carrera, ni siquiera el más importante. Yo lo veo como un bloque; el cambio empieza en 3 (1995), después llega Más (1997), del que vendimos seis millones y medio de copias y todo se cierra con El alma al aire (2000).
Me refería al éxito brutal que, de pronto, tuviste en todo el mundo con ese disco.Aprendes a diferenciar los diferentes tipos de éxito. Hay uno, el que más me interesa, que no se mide en números y es la aceptación de la gente. Hay que reponerse de los fracasos y de los éxitos. Pero casi más de los éxitos.
‘Pisando fuerte’, tu primer éxito, lo escribiste en 1991 y ya entonces decías: “Es tan bonito soñar y tan violenta la verdad”. ¿Escuchas a menudo tus primeras canciones?
Ahora es cuando empiezo a escuchar algunos discos del principio. Carlos Jean me decía que a él le daba vértigo, pero descubro muchas cosas y me doy cuenta de que el subconsciente es mucho más avispao que la conciencia. Hay cosas que escribí en aquella época que ahora descubro el significado.
La palabra éxito proviene, etimológicamente, de la palabra exitus, que significa “salida”. Tener éxito implica, por tanto, saber buscar la salida a un problema u objetivo que te propongas. Alejandro ha tenido éxito en su vida etimológicamente hablando. En estos últimos años ha sabido encontrar la salida a numerosos problemas personales (“La vida es lo que nos sucede mientras hacemos planes”, dicen que decía Lennon). El único que todavía no ha resuelto tiene que ver con su intimidad. Ya entonces no podía ni salir a la calle. “Echo de menos ir al cine”, nos contaba hace diez años, “y aunque tengo en casa un maravilloso DVD de última generación, me faltan los acomodadores. Ya intenté disfrazarme alguna vez para ir al cine pero como tengo unos andares de pato, me reconocieron enseguida”. Diez años des- pués el único lugar donde ha recuperado su intimidad a plena luz es en su finca de Jarandi- lla. “Quiero comprarme algo en el campo”, nos confesaba en su primera entrevista, “caminar, volver de barro hasta arriba, leer frente a la chimenea”. Aquel lugar que por entonces todavía vivía en su mente, hoy es realidad. Allí siente que la vida no le desborda.
¿Cómo te sientes hoy?
Los artistas somos seres que nos vamos y luego volvemos. Me parece una frase sencilla pero genial por complicada.
¿Te sientes feliz en el mundo de la música?
Hoy sí… Pero esto viene y va , como todo. Alguna vez pensé en dejarlo, cuando me dio por la pintura. Va en serio que casi lo dejo todo. Soy una persona que se mueve por impulsos; de repente un día quité todos los aparatos de música de mi casa, guitarras, instrumentos… los metí en un garaje y llené toda la casa de lienzos y de pintura .
¿Eras tan bueno en la pintura como eres en la música?
Yo creo que sí… La pintura es como todo, si eres artista, al final expresas algo, y lo que tienes que hacer es trabajar y trabajar. No tienes que ser un buen dibujante para ser un buen pintor, hay muchas técnicas. Yo me metí muy profundamente en la pin- tura. Tenía un plan que era probar y corregir. Uno de mis pintores favoritos es Roberto Mata.
Imagino que no fue fácil de asimilar para tu equipo ni tu entorno más cercano.
Mi entorno estaba desesperado, pero no me podían decir nada. No atendía a razones. Ahora estoy construyéndome un estudio de pintura grande en la finca. Quiero pintar cuadros gigantes y para eso ya me han dicho que tengo que llevar unos arneses.
También te dio por la fotografía.
Lo de la fotografía sí fue un atrevimiento. Me apoyé mucho en Jaume de Laiguana , y ahí sí que técnicamente no tenía nada que decir. Es verdad que lo que yo miro de una ciudad no es lo que mira todo el mundo, pero técnicamente no tenía ninguna base.
Años más tarde tuviste que anular la gira de tu disco ‘El tren de los momentos’ (2006) por problemas de salud.
Me fui a un sitio con un montón de terapeutas y me pasé un par de meses allí tranquilamente. Hay un problema con las enfermedades o problemas mentales; hasta hace muy poco un estrés o una depresión no era motivo de baja laboral, se decía “está de mal humor”; lo que pasa es que el cerebro no nos duele como nos duele una pierna o un brazo. A mí me empezaron a dar ataques de ansiedad y no quería hacer nada o quería hacer las cosas a mi manera y me bloqueaba y me ponía muy nervioso y lo único que podía hacer era encerrarme .
¿Qué fue lo que aprendiste en aquel lugar?
Primero, que hay que dedicarse un tiempo a uno mismo; y segundo, que a veces nos hacemos cosas que no le haríamos ni a nuestro peor enemigo y todo por querer cumplir o por quedar bien. Allí aprendes a hacer un montón de ejercicios que te ayudan a relajarte, a respirar… Yo recomendaría a todo el mundo que hiciera un retiro.
Una vez comentaste que Dios hubiera necesitado más días para crear el mundo, porque le faltó ponerle banda sonora. ¿Tú crees en Dios?
Yo siempre digo medio en broma: “Sí, soy gilipollas, soy creyente”. Mira, el otro día escuché una cosa buenísima de José Sacristán, decía: “Yo estoy seguro de que Dios no existe, pero si existiera no tendría perdón de Dios”. Pienso que creer es una oportunidad única y fantástica. Te voy a contar una anécdota: veníamos del concierto de Cucuta (concierto por la paz que se celebró en la frontera entre Ecuador, Colombia y Venezuela); cuando estábamos llegando a Miami empiezó a moverse el avión pero feo, feo, feo y, en ese momento, le digo a Juan Luis Guerra: “tú que tienes mano con el jefe (Juan Luis es pastor evangelista), ¿por qué no hablas con él?”, y me responde: “Ya he hablado y me ha dicho: Salmo 4.40 ‘¿Por qué temes? ¿Es que no tienes fe?’”. Llegar a ese nivel de fe es cojonudo porque no pasas ni miedo. Cuando conozco a un creyente como él y me lo cuenta de esa manera tan poética, no necesito argumentos.
¿También crees en la Iglesia?
Diferencio mucho entre ser creyente y la Iglesia. Estoy en contra de que la Iglesia se meta en ciertas cosas. Yo voy a mi bola. Si un día decido ir a misa voy, y me da igual que la Iglesia sea católica o protestante. Hace un tiempo el Papa me invitó a ir a un besamanos, pero en ese momento no lo sentí y no lo hice.
¿Hay alguna foto que te hayas hecho con alguien y que después te hayas arrepentido?
A lo largo de tu vida, te haces tantas fotos que al final no lo puedes controlar. Sé que tengo fotos con gente indeseable y con gente maravillosa.
De la religión pasamos a la política casi sin darnos cuenta. Es lunes de un septiembre prime- rizo y el sol entra a borbotones por el ventanal del salón. Alejandro está tranquilo y sonriente. Sobre la mesa ha dejado sus dos móviles (inmóviles durante toda la entrevista, por cierto). Fuera esperan su turno unas cámaras de televisión. No hay prisa. Ya hemos quedado que esta entrevista será de todo menos exprés.
¿Te sientes un músico comprometido a nivel político?
Yo me siento comprometido a nivel social. Nunca he apoyado a ningún candidato político en España u otro país que no haya sido Obama. El día que haya un Obama aquí lo apoyaré, o si lo hay en México o en otro país también. Tiene que ser alguien que despierte esa esperanza y esa ilusión en la gente.
Dentro de unos días se celebrará el polémico concierto de La Habana (la entrevista tuvo lugar días antes del 20 de septiembre). ¿Por qué no has participado?
Creo que Juanes tiene muy buena intención en lo que hace, es un tipo con buen corazón. Nosotros hablamos con él, con Juan Luis Guerra, con Ricardo Montaner, porque nos llamó a todos para ir al concierto… Es un tema complicado porque en Cuba no te dejan cantar por la libertad. Yo decía: “vamos a cantar por la libertad, por la democracia, o vamos y decimos que vamos a cantar por la paz y luego sacamos una pancarta por la libertad y la democracia”, pero no, no era posible. De todas formas, ojalá les salga bien porque sabía que las reacciones desproporcionadas se iban a dar. Los radicales son radicales en todos los lados, tanto del lado de los dictadores como de los que están en contra de los dictadores. Y eso lo he vivido yo en mis propias carnes.
Imagino que estás pensando en lo que ocurrió hace unos años en Venezuela.
Mi historia con Chávez empezó con un comentario de lo más ingenuo; estando yo en Caracas un periodista me preguntó qué me parecían los tres millones de firmas para que Chávez no hiciera aquel referéndum, y sólo dije que si a mí me dieran tres millones de firmas para dejar de cantar, lo haría; pero lo único que quería decir es que si fuera presidente en un país de 24 millones de habitantes y me dieran tres millones de firmas para que no hiciera un referéndum me lo plantearía… Y sé que lo dije mal por la propia ingenuidad. Yo no me esperaba para nada la reacción que tuvo. Fue desproporcionado.
Y claro, tuvo sus consecuencias.
Al día siguiente estaba el Presidente Chávez diciendo: “Este español que se vaya a su tierra…”. El régimen de Chávez tiene una maquinaria de internet muy poderosa, y se filtra en todos lados. Abrieron una página recogiendo firmas para que yo dejara de cantar. Era muy gracioso porque yo entré un día y firmé como Supermán López sin problema, con o que demuestra que la credibilidad de la página era muy dudosa.
¿Has tenido alguna reacción del público venezolano?
Seguramente hay tres millones de chavistas que estarían dispuestos a que yo dejara de cantar, lo cual me trae al pairo porque no pienso dejar de hacerlo.
Empezamos a hablar de su nuevo disco. En sus ojos se le nota una emoción contenida. Uno de los requisitos previos a la entrevista era haberlo escuchado en su discográfica. Parece que hay consenso entre todos: ha vuelto el mejor Sanz, el de Corazón partío y El alma al aire. El disco está compuesto por diez canciones. Hay baladas como Desde cuando o Tú no tienes la culpa; bulerías como Yo hice llorar hasta los Ángeles o esa especia de copla reggae que lleva por nombre Mala. Lola soledad es otra gran canción, pero el bombazo, sin lugar a dudas, es el primer single, Looking for Paradise. Es un disco que se te pega al oído y se queda allí como agazapado, susurrándote que lo vuelvas a escuchar una y otra vez…
¿Qué has querido decir con lo de ‘Paraíso Express’ que da título al disco?
Este paraíso del que yo hablo son como pildoritas de paraíso: una canción, una charla con amigos, una noche de sexo maravillosa y lo mejor de todo es que están al alcance de todo el mundo.
Después de tanto flamenquito, ahora te lanzas en un dueto con Alicia Keys…
El inglés y el español en una misma canción siempre me ha chirriado porque no son idiomas que se complementen muy bien; y cuando se ha hecho siempre ha primado el objetivo comercial.
Imagino que aquí también se buscaba un objetivo comercial…
Aquí lo que ha ocurrido es que ha funcionado la magia comercial. Conocí a Alicia Keys en el Rock in Rio de Lisboa y nos caímos muy bien. Tiempo después quedé con unos amigos para salir a navegar por el río Hudson, para ver Manhattan de noche, y me dijeron que venía una amiga y entonces aparece Alicia. Fue una noche especial. Yo hacía mucho que no agarraba una guitarra en las fiestas, y empecé a improvisar y saltaron hispas. Nos miramos y nos dijimos que esa magia teníamos que compartirla.
Y os volvísteis a ver para grabar juntos.
La siguiente vez nos vimos en Miami; allí cogí la guitarra y le enseñé el cajón. Jamás había escuchado el sonido del cajón y flipó. Sobre las cuatro de la mañana volvimos al estudio e hicimos una toma en directo y luego por la mañana grabé mi voz y ella volvió por la noche a grabar la suya. Ella no suele hacer duetos –no sé si tiene alguno– y me decía que muchos artistas amigos le habían pedido duetos y ella había queridohacerlos, pero cuando había entrado al estudio no había encontrado la magia.
Qué curioso, el jazz tan parecido al flamenco y nunca te ha seducido…
En mi banda siempre he tenido músicos de jazz, pero me lleva a un sitio complicado y en el pop y el rock hay todavía muchas cosas que hacer. Esa música me interesa y la respeto pero la tienen que hacer los jazzeros que son quienes la hacen bien.
‘Mi Peter Punk’ es la primera canción del disco.
Hay otro Peter Punk que lo hizo Bunbury basado en un poema de Panero, así que he cambiado el título y le he puesto Mi Peter Punk. En mi caso habla de que la experiencia está muy sobrevalorada. Hay que crecer sin perder las ilusiones, los sueños, la rebeldía y la travesura. Por cierto, Mi Peter Punk empezó siendo casi una bossa nova, incluso dejé un par de frases en ‘portuñol’, y fíjate las vueltas que dio hasta tener la canción.
Dices que éste es un disco muy rockero… ¿Para ti qué diferencia hay entre el pop y el rock?
Creo que la diferencia básica está en la energía de los temas, de los arreglos y en la guitarra más distorsionada… Pero el pop y el rock se fusionan muy bien. De hecho muchas de las bandas que se cono- cen como rockeras hacen en realidad pop. Es el caso de Maná.
Naciste musicalmente en la década de los noventa, la que heredó la Movida y no supo qué hacer con ella…
Los ochenta fueron muy fructíferos, pero venía de una etapa en la que no era difícil superarla. En esas décadas hubo bandas míticas como Radio Futura y gente como Antonio Vega o Ray Heredia. En los noventa, sin embargo, hubo un conformismo más grande y las letras se empezaron a banalizar un poco…
Hay quien dice que el rock tiene un mensaje más comprometido.
No creo que sea así, de hecho bandas del pop-rock español como Radio Futura tenían un mensaje tan comprometido como el que más. Creo que en el rock se presume más del mensaje, pero no depende de si haces pop o rock, sino del que lo haga. Bunbury me contó un día que la etapa de Elvis que más le gustaba era la de Las Vegas, porque tenía ya mucha vida vivida…
En este disco parece que también tu voz está más hecha.
Será el tabaco… Se aprende por un lado y por otro la voz se va curtiendo; suena más a cuero y menos a gorrión. Los dos discos anteriores (No es lo mismo y El tren de los momentos) me fui por un lado que recitaba más que cantaba. Quería experimentar cosas diferentes, era más oscuro y aquí es más melódico.
Se le nota contento a Alejandro. Hace tiempo que tiene claro aquello que contaba en su canción No es lo mismo: “Vivir es lo más peligroso que tiene la vida”, y ha aceptado sus riesgos. Le espera un año frenético. Las próximas semanas tiene pensado viajar a América (su segundo continente), pero lo que más le ilusiona son los ocho conciertos que ofrecerá en el teatro Gran Vía de Madrid.
¿Qué vas a hacer en América?
En octubre voy a los premios MTV en Colombia. Después voy a estar en Chile, México, Argentina y Estados Unidos.
¿Hay algún país de Sudamérica donde todavía no hayas tocado?
En todos los países me ha ido muy bien, pero el único donde nunca he ido a tocar es a Bolivia, pero por problemas de logística.
¿Por qué te emociona tanto tocar en un teatro de la Gran Vía madrileña?
Primero, porque mi padre tenía una oficina justo en el portal de al lado del teatro, ese teatro lo llevo viendo toda la vida; y luego, porque nunca me he presentado en Madrid en un teatro así pequeño de mil personas. Es una manera especial de poder compartir con la gente mi música.
¿Qué tendrán de especial para ti esos ocho conciertos?
Tocaré con mi banda; la escenografía estará hecha por Luis Pastor, que ya la hizo en la gira anterior. Está preparando una cosa impre- sionante: ha sacado su cajita de especialidades y los experimentos más preciados y está haciendo algo en 3D.
¿Cómo preparas tus conciertos?
Primero es bueno hacerte un planteamiento de concepto. Hay que empezar por algo muy sencillo: resolver cómo quiero que suene el concierto, más pop, más flamenco, más rock, más sinfónico o más barroco. Una vez que tengas eso y que sepas qué es lo que quieres, a partir de ahí se va montando todo.
Y es entonces cuando eliges las canciones que van a formar parte del repertorio…
No, primero decido la formación de la banda; después voy mirando cosas de luces, y una vez que está todo esto empiezo a hacer el repertorio. Lo primero es tomar todas las canciones de todos los discos en papeles y voy viendo. Se trata de buscar un equilibrio. Lo importante es que sea un viaje.
A sólo unos metros de distancia de su casa vive el futbolista del Real Madrid Cristiano Ronaldo. Cuando se celebró la entrevista ya sabían de su existencia el uno del otro. Cristiano se adelantó al invitarle un día a su casa a cenar. Empezamos a hablar de fútbol y de libros, extraño hilo argumental en cualquier tipo de conversación menos cuando se habla con tipos como Alejandro.
¿Qué te parece este año el Real Madrid?
Lo veo bien armado. La tiene más grande que nadie. Yo soy del Betis, en Madrid del Real Madrid, y en Cádiz del Cádiz. Esta mañana estabaviendo las noticias y los del balonmano del Barça han ganado también el trío… La verdad es que es impresionante. Están arrolladores. El Barça tiene un equipazo; pero este año la liga va a estar mucho más interesante. Lo que me gusta es que, a excepción de tres o cuatro, tenemos a los mejores jugadores de fútbol del mundo jugando en España. Me gusta que nuestra Liga sea potente.
¿Qué música has escuchado últimamente?
Ahora estoy con un disco de flamenco de Diego Carrasco, pero sigo encantado con mi Leonard Cohen, al que quiero ver ahora en Madrid. Hay una chica en Warner que se llama Georgina que me gusta mucho, tiene una voz peculiar. Concha Buika me encan- ta, me pone mucho. Es una tía total. Estuvo en Miami cantando y después de cantar nos fuimos a cenar. El concierto me pareció fantástico, estaba ella sola con el piano, la tía en el escenario es un monstruo… Juega con el espacio y el tiempo.
Y ahora vamos a hablar de libros. En aquella entrevista nos comentabas: “He disfrutado mucho con ‘Seda’, de Alessandro Baricco, ahora estoy leyendo ‘Océano Mar’, del mismo autor, pero mi favorito es ‘El perfume’. ¿Alguno que añadir después de diez años?
El hombre en busca de sentido, del austríaco Viktor Frankl. Habla de la vida de un prisionero en un campo de exterminio nazi. Desde la perspectiva de un psiquiatra, cuenta cómo entre las condiciones de vida tan extremas, encuentra razones para seguir viviendo.
¿Y es posible que saques tiempo para leer?
La verdad es que últimamente me he dedicado más a leer periódicos. Lo importante es leer ¿no? Ahora no tengo paciencia para los libros y no sé por qué, quizás por el ajetreo que estoy viviendo últimamente. Antes leía hasta tres libros al mismo tiempo, estaba deseando llegar a la cama para ponerme con el libro. Y hace tiempo que no me pasa… Pero bueno, volverá.
¿Qué periódicos lees?
Todos los diarios españoles y, en general, no me gustan. Hay algunos que directamente no leo porque son tan descaradamente tendenciosos que paso, o a veces los leo para reírme, porque cada uno pone elénfasis donde más le interesa.
Este verano te estrenaste como articulista en ‘El País’.
Te juro que lo hice en el último segundo antes de que cerraran la edición, pero sí te puedo decir que después de esto entiendo y respeto mucho más al periodista.
Me contaron desde ‘El País’ que tuvo mucha repercusión tu primer artículo, sobre todo cuando contabas cómo era un verano de los años setenta en tu familia. Todos nos sentimos representados en tus anécdotas…
Pues así vivía yo mis veranos, con toda la familia metida en el 600 y el coche que parecía relleno como un pavo. Íbamos mi padre, mi madre, mi hermano y yo con las maletas, las cajas, las sillitas de la playa, la nevera y el perro.
“Si quieres atarte de verdad, date libertad”, nos contaba Alejandro hace diez años. “Mi lema vital”, confesaba, “es hacer lo que me venga en gana, o sea, lo más flamenco de la tierra”. Y la pregunta era obvia: ¿Cómo se consigue ser el tipo más flamenco de la tierra? “Utilizando el método Chang –nos descubrió en aquella ocasión–, que consiste en decidir qué es flamenco y qué no. Primero elijo las cosas en mi vida, luego dejo libre un poquillo de instinto y lo pongo a trabajar”.
Alejandro, diez años después, ¿sigues teniendo ese espíritu flamenco?
La verdad es que sigo siendo libre con las ataduras que yo mismo he querido, y esas mismas ataduras me hacen bastante libre. Uno es libre de atarse, por ejemplo los hijos, la familia o la pareja, pero sigo haciendo lo que me da la gana. Yo elijo dónde y cómo me ato. Y la única que manda es mi jefa Manuela y mi jefe Alexandro.
Llegamos ya al final de la entrevista y diez años después de aquella primera portada parece que lo único que nos ha cambiado son las circunstancias. Por la revista han pasado ya dos directores y casi una decena de periodistas, por la vida de Alejandro también ha habido algunos relevos. Después de todo, afortunadamente nosotros seguimos haciendo revistas y él creando música,.
TÍTULO: LA CENA DEL SABADO,ensaladilla de gambas,Entrevista / Miguel Bosé,.
LA CENA DEL SABADO,ensaladilla de gambas,Entrevista / Miguel Bosé,.fotos
Artista total. Actor con Almodóvar y ahora con Vicente Aranda en "La mirada del otro", presentador de televisión y músico sobre todas las cosas. Su último disco es un recorrido, un homenaje o una manera distinta, como quiera llamarse, de cantar las canciones de toda la vida. Todos tenemos un ángel de la guarda, dice Bosé. El suyo parece muy activo y, de momento, secreto.
"ONCE MANERAS distintas de ponerse un sombrero" (Warner) es el nuevo disco que Miguel Bosé publica el 9 de marzo. Canciones de toda la vida adaptadas por el artista, que también usa su talento como actor en un álbum calificado por él mismo como de "muy cinematográfico". En esta conversación, Bosé habla mucho de trabajo pero mantiene un halo de misterio sobre el resto de su actividad vital.
Pregunta.-Músico, cantante, actor, ganadero y hasta hotelero. ¿Cómo lleva lo de tocar tantos palos?
Respuesta.-Hotelero no soy. El hotel es de mi hermana, yo no tengo nada que ver con eso. Y aparte de esas cosas que usted ha nombrado, hago muchas más, pero no las voy a contar.
P.-Miguel Bosé pujando en subastas ganaderas por valiosos ejemplares de lidia. ¿Le enseñó su padre algo de esto? Dedicarse a esta actividad, ¿es una manera de recordarlo?
R.-¿Cuál es la siguiente pregunta? Porque ésa no la voy a contestar.
P.-Hace unos años Miguel Bosé era un personaje mucho más público. ¿Su retiro ha sido por simple cansancio o le ha ocurrido algo que no ha podido soportar?
R.-Cuando eres más joven tienes más energías para estar presente en muchas cosas a nivel público, pero según vas creciendo te vas hartando. Las existencias, para protegerlas, hay que interiorizarlas, y de esta manera se enriquecen y se complementan. Claro que me han pasado cosas, hechos que en un determinado momento me han llevado a tomar un camino diferente, son elecciones que le llegan a un hombre en su crecimiento. Hay momentos para la playa y momentos para la hibernación.
P.-La UNESCO le ha nombrado Artista por la paz y tanto en este nuevo disco como en el anterior incluye canciones protesta. ¿Siente la necesidad de comprometerse personalmente en la lucha por un mundo un poco más justo?
"Cuando eres más joven, tienes energía para estar presente en muchas cosas públicas, pero según vas creciendo, te hartas"
R.-Creo que deberíamos comprometernos todos con esas cosas, porque afectan a nuestra existencia. No podemos pretender quedarnos fuera de la política, de la economía, de la ciencia, de la religión y de la naturaleza. De una manera o de otra, todas esas cosas nos van a ir tocando. Yo siempre he tenido una postura muy explícita, por una forma de vida y por carácter, y en lo que pueda estar para poder deshacer o construir algo que tenga justicia de ser, estaré.
P.-Su hermana también colabora con varias causas humanitarias. ¿Este ansia de justicia o de hacer algo por quien lo necesita le viene de familia?
R.-Nos han educado con una conciencia ante el planeta y ante la humanidad muy sólida y muy recta, basada en el respeto y en la búsqueda de la justicia. Podrás pensar que es una educación muy romántica, muy idealista y muy clásica, pero éstos son los pilares del futuro.
P.-¿Miguel Bosé ha tenido algún sueño que no haya podido realizar?
R.-Tengo muchos sueños que no he podido realizar, pero estoy en ello. Las palabras rompen los sueños, no hay que contarlos porque si se habla se desvanecen. La única cosa que hace posible los sueños es su construcción paciente, constante y en absoluto secreto.
P.-Pero parece que a usted la vida le ha dado todo.
R.-Tenéis licencia para seguir pensando que Miguel Bosé lo tiene todo en la vida, pero pensad también que probablemente tenéis todas las cartas en la mano para equivocaros. Tengo lo que me he trabajado y, sobre todo, muchas otras vidas para poder llegar a tener lo que en ésta no voy a conseguir.
P.-¿A qué se refiere con lo de otras vidas?
R.-Bueno, otras vidas, no voy a decir más.
P.-¿Tiene un ángel de la guarda?
R.-Todos tenemos un ángel, y hasta que no averigüemos su nombre estaremos perdidos y viviremos sin sus favores.
P.-¿Y cuál es el suyo?
R.-No lo pienso decir.
"Lo latino me es mucho más cercano, por eso quise dedicarle este disco. No se trata de ninguna moda, sino de influencias de toda la vida"
P.-¿Por qué surgió la idea de versionar canciones de toda la vida?
R.-Nunca lo había hecho, y era un proyecto pendiente. Además, no tenía canciones originales porque soy bastante lento para escribir. Era un buen momento para hacer este álbum de versiones y mostrar cuáles son mis referencias e influencias musicales.
P.-Todas las canciones del disco son muy distintas entre sí y de diferentes estilos pero, ¿hay algún nexo o hilo conductor que sea común a todas?
R.-No. Cada una es de su padre y de su madre. Lo común es el sello que yo les pueda poner, que hace pertenecer a todas a un mismo mundo.
P.-¿Cómo se le ocurrió juntar en un disco versiones de temas tan distintos como Ne me quitte pas y Usted abusó?
R.-Simplemente, porque me han gustado desde siempre. El denominador común de todo este repertorio es que está formado por las canciones que me han llamado la atención de toda la vida.
P.-¿Qué tienen en común las maneras de ponerse un sombrero con los distintos estilos musicales?
R.-Once maneras distintas de ponerse un sombrero significa once maneras de versionar. Un sombrero es como una canción; es una licencia, algo que puedes interpretar de mil maneras diferentes.
P.-¿Por qué todo el repertorio es latino? ¿El éxito de lo latino es una moda o ha traspasado ya esa frontera?
R.-Fue una elección, aunque también hay canciones del mundo sajón o de otras culturas que son importantes para mí. Pero lo latino me es mucho más cercano, por eso quise dedicarle este disco. No se trata de ninguna moda, porque las influencias latinas han sido siempre constantes en la música, es algo de toda la vida.
"Todos tenemos un ángel de la guarda, y hasta que no averigüemos su nombre viviremos perdidos y sin sus favores"
P.-Miguel Bosé siempre ha escrito las letras de sus canciones. ¿Cómo se ha sentido al interpretar las de otros?
R.-Bueno, también he cantado en el pasado cosas que no eran mías. Me he sentido con más libertad que cuando escribo mis propias canciones, porque lo que tú creas lo ves y lo quieres sólo de una manera. Cuando trabajas con temas de otros parece que hay más libertad, y también más divertimento.
P.-¿El ser también actor es una ventaja en esto?
R.-Sí, creo que sí. Hemos incorporado en el álbum y para cada canción un personaje diferente, con una voz diferente y una textura diferente. Hay mucho de cinematográfico en la producción, y teatralidad en la interpretación de este disco.
P.-¿Podría evocar ahora algún recuerdo concreto que le traiga alguna de las canciones de Once maneras distintas de ponerse un sombrero?
R.-Cuando se escuche atentamente el disco se van a descubrir esas claves de una biografía personal, más íntima, que están ligadas a un crecimiento, a un momento preciso. No voy a hablar de historias concretas ni de ningún amor que me evoque alguna de estas canciones. Son canciones que me han acompañado a lo largo de estos años, todas ellas. Se descubren en un momento y crecen contigo, te acompañan.
P.-En principio el disco se iba a grabar en cuatro meses, pero ha costado un año y han intervenido más de 200 músicos. ¿Es esto una superproducción?
R.-Este álbum se pensó hacer en cuatro meses de estudio y ha durado cinco. El período ha sido de un año por los compromisos profesionales de cada uno, y para mí ha resultado un tiempo corto. Necesité tres años y medio para hacer Bajo el signo de Caín y dos años para Laberinto. Respecto a la producción, he incluido cosas que no utilizaba desde hace tiempo, como grandes orquestaciones, metales, sonidos que tenía aparcados desde hace muchos años. Todo con el objetivo de ilustrar cada una de las canciones dándole sus paisajes, sus temperaturas y sus luces. Y para situar al personaje en un contexto cada vez diferente, para describir a modo de banda sonora las emociones que se desprenden de cada canción y que cada personaje vive cada vez.
P.-Por este desfile de interpretaciones y también porque las canciones no las ha escrito usted, ¿Once maneras distintas de ponerse un sombrero es un disco en el que la gente puede ver más al músico o al artista que a la persona?
R.-Se van a ver las dos cosas, al músico y también a la persona, porque cuando interpretas, hay muchas claves de carácter. Tu visión sobre algo dice muchas cosas sobre ti.
P.-Pero cuando se escriben letras de canciones se suelen reflejar también vivencias personales.
R.-No. Yo cuando escribo no me cuento. Me reservo mucho cuando escribo. Hay muchas cosas que pertenecen a mi vida y son sólo mías.
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