sábado, 2 de agosto de 2014

SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO, EN CASA DE BEATRIZ FERNANDEZ CASTRO,./ NOCHE DE SEXO,. LA PRINCESA QUE ELIGIO SU DESTINO,.

TÍTULO:  SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO, EN CASA DE BEATRIZ FERNANDEZ CASTRO,.


  1. Estudió Decoración de Interiores, pero, un poco por casualidad, Beatriz Fernández de Castro acabó haciendo de su auténtica pasión, la moda, ...foto
     Bienvenida al refugio de toda una trendsetter. Un espacio de inspirado clasicismo donde la fundadora de Fashionistas derrocha su encanto personal.
    Beatriz Fernández CastroEstudió Decoración de Interiores, pero, un poco por casualidad, Beatriz Fernández de Castro acabó haciendo de su auténtica pasión, la moda, su profesión. “Comencé trabajando como decoradora en la tienda de mis padres (La nueva moderna) en Pontevedra , pero Telecinco se cruzó en mi camino y la posibilidad de trabajar en su departamento de vestuario me cambió la vida. Allí fue donde conocí a Teresa Rapallo, quien hoy en día es mi socia en la agencia de prensa Fashionistas”, señala Fernández Castro, cuyo despacho cumple ya nueve años.
    Su casa, un encantador chalé en un barrio residencial de Madrid, fue también cuestión de amor a primera vista. “Me enamoré tan pronto como la vi. Mi marido ya vivía allí y estaba preciosa decorada, pero muy masculina. Poco a poco fui cambiando telas, colores y detalles. Gracias a la tienda de mi hermana Patricia en Madrid, Indietro, y con la ayuda de mi madre, logré hacerla más femenina”, apunta Beatriz. Con un pantone de fondo de tonos beis, gris y verde agua y fotografías en blanco y negro, obras de arte y la mezcla de piezas antiguas y modernas, nuestra anfi triona ha logrado crear un exclusivo espacio que respira cierto clasicismo, pero con sabias dosis de modernidad.
    Entre sus más preciadas posesiones elige un baúl antiguo y un mantel de camarillas, ambos regalos de boda; un cojín de petit point de las primeras colecciones de Julia Martínez; unas copas de champán de herencia familiar; y las entrañables fotos de sus abuelos de su mesilla de noche. Sobre la chimenea del salón del siglo XVI, enmarcada por un espejo Trumeau, llama la atención un jarrón de espectaculares rosas. “Me apasiona crear mis propios centros. Me relaja mucho y adoro ver mi casa y mi despacho llenos de flores. Este verano voy a hacer un curso en Londres para conocer más a fondo esta disciplina”, comenta Beatriz ilusionada. 
    “Considero que mi casa es clásica como mi armario, pero siempre con un punto rompedor”, concluye. Nuestra visita toca su fin y, ya en la puerta, nos despedimos de nuestra “fashionista”. Queda para nuestro recuerdo un acogedor hogar lleno de bellos hallazgos, tan único como su dueña.
    Máster exprés en decoración de interiores 
    Sin hacer gastos excesivos, pero con buen gusto, pasión por los detalles y un solo lema: quien arriesga, gana.
    1. “Me gustan las casas que tienen una base clásica para después añadir un toque de personalidad con objetos singulares y muebles antiguos y actuales”.
    2. “Decorar con piezas con las que tienes una vinculación emocional suele ser siempre un acierto. Solo hay que saber posicionarlas en la estancia y rincón adecuados”.
    3. “La fotografía es un arte que, bien enmarcado y situado, siempre sorprende y da un aire de modernidad”.
    4. “Mezclar es mi lema: quien arriesga gana”.
    5. “Las luces altas suelen ser muy dramáticas y nada cálidas. Las lámparas bajas situadas estratégicamente y la luz de las velas son un acierto para iluminar una estancia”.
    6. “En el jardín, me encantan los bancos de madera con cojines estampados y las puertas de exterior que combinan madera y cristal, estilo inglés”.
    7. “Las flores son esenciales para aportar vida y color a un hogar. Me fascinan los jarrones de plata antiguos y los centros que combinan distintos tamaños y tonalidades”.
    8. “Suelo curiosear en Vitra y en tiendas de decoración vintage como La Europea (Plaza General Vara del Rey, 11) o Passage Privé (C/ San Pedro, 8)”. 
    Las claves de un vestidos fashionista 
    Un fondo de armario con accesorios atrevidos, jeans básicos y firmas fetiche como Saint Laurent y Miu Miu.
    1. “Soy una mujer del norte y mi estilo es más bien clásico. No me gusta llamar la atención”.
    2. “Mi uniforme de diario son los jeans con camisas de seda o pequeños jerseys y blazers masculinas”.
    3. “Las cazadoras de cuero son imprescindibles en mi armario. No puedo vivir sin ellas”.
    4. “Soy atrevida con los accesorios como gafas, bolsos y joyas. Mi última adquisición ha sido unas gafas de Courrèges maravillosas”.
    5. “Mis firmas y creadores fetiche son: Saint Laurent, Céline, Carmen March, Miu Miu y Masscob”. 
    6. “Entre las tres hermanas tenemos una pequeña colección de bolsos de Fendi que nos vamos intercambiando”.
    7. “Venero los pantalones pitillo de Comptoir des Cotonniers –que sientan de lujo–, las camisetas de Coosy, los mocasines de Tod´s, las joyas de Mónica Vinader y el bolso Birkin de Hermès”.
    8. “¿Un look definitivo para la noche? Sin dudarlo, un pantalón de pata ancha, de la nueva colección de Isabel Basaldúa, con un jersey azul marino de cachemir de seda de Miu Miu y un bolso baguette de Fendi”.

     TÍTULO: NOCHE DE SEXO,. LA PRINCESA QUE ELIGIO SU DESTINO,.

    (foto)


    Era una preciosa noche de verano, soplaba una cálida brisa. En el chiringuito de la playa sonaban mil músicas del mundo. Mil canciones, una detrás de otra. Había mucha gente, pero para mí solo estaba él. Oía muchas voces, pero sólo podía oír mi corazón latiendo a mil por hora. La noche olía a salitre y a mar. Pero sólo me importaba el olor de su cuerpo y de su sudor. Su olor era puro veneno, del bueno, si es que hay veneno bueno. De ese veneno que arrastra, que seduce, hipnotiza y envuelve. Ese olor que me volvía loca.
    No podía apartar mis ojos de él. No podía, ni quería.

    La música nos hablaba, nos batía en duelo y nos retaba a buscarnos, a encontrarnos. Y nos encontramos. Nuestros primeros besos, nuestros primeros bailes. Pegados, muy pegados. Mi débil cuerpo ya temblaba.
    “Escapémonos de aquí” me dijo bajito al oído. No dije nada, mi silencio habló por mí. Cogí su mano y desaparecimos juntos. Sin mirar atrás. Caminamos por la orilla, hasta llegar a un alejado rincón de la playa en el que no había nadie.
    Caminando, yo me recreaba acariciando sus dedos, sus nudillos. Sus manos, grandes, suaves y fuertes me tocaban como nadie hasta ahora. Como nadie lo haría a partir de entonces. Me sentía a salvo prendida a ellas. Sentía su piel, erizándoseme todo el vello, estremeciéndose toda mi piel. Y mi corazón galopaba sin rumbo.

    Su respiración se entrecortaba y como sin querer detuvo el paso y me besó. Yo cerré los ojos, disfrutando de mis labios pegados a los suyos. Bebiendo de su boca, sintiendo su aliento caliente y cercano. Estaba en el cielo. Sin remedio, sin control, loca por él.
    Nuestras lenguas se deseaban. Se entrelazaban. Nuestras bocas rugían, mordiscos locos, intercambio de salivas sedientas de más, sedientos el uno del otro.
    De pie, a su lado, mi piel ardía y mi corazón latía con furia. Yo ardía de deseo de pasar la noche, la vida, junto a él. Respiraba suave y profundo, para olerle de arriba abajo, cada milímetro de ese cuerpo que ya deseaba mío.
     Me tomó por la cintura y apretó mis nalgas hacia él. Dulcemente me desvistió mientras yo le quitaba la camiseta. Y mientras, más besos, más caricias, lamiéndonos sin parar, tocándonos por todas partes. Arriba, abajo, adentro. Más adentro.
    La música, aún de lejos, nos contagiaba su ritmo, nos brindaba la mano para que nos rebelásemos. Una lucha cara a cara, un combate cuerpo a cuerpo. Una batalla sin perdedores.
    De nuevo le besé, como si me fuera la vida en ello, volviéndome loca de ternura. La cara, el cuello, el vello de su pecho, sus axilas, sus pezones y descendí deseosa y decidida por su vientre hasta su ombligo. Mordí su labios como si fuera mi último cartucho. Sin querer, los hice sangrar. Seguí bajando hasta el borde de sus pantalones. Notaba como su sexo crecía. Lo palpe, lo apreté, lo mordisqueé. Su pene cada vez más erguido, mi sexo empapado. Ansiosa de nuevo, más sedienta que nunca. Lo deseaba, más que nada. Debajo de sus pantalones intuí un sexo creciente, duro, grande y cálido. Impaciente desabroché el cinturón, los botones, todo aquello que ya me sobraba, y sus pantalones, a punto de estallar, cayeron al suelo.

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