ELISABETHG MASERO VISIGA, VICEPRESIDENTA DE LA ASOACIÓN EXTREMEÑA DE COMUNICACIÓN SOCIAL,. fotos,
La población entera de localidades como Salvaleón, Montánchez, Oliva de Mérida o Gata hubiera muerto en un mes si estuvieran situadas en Gaza
Cada una de las cuatro localidades extremeñas ronda los 2000
habitantes, las mismas personas que han muerto desde el 7 de julio en la
Franja de Gaza como consecuencia de los bombardeos del ejército
israelí.
Elizabeth Masero Visiga / AECOS
“Ví el misil cayendo en mi casa. Mi casa se quemó. Se quemaron todos mis juguetes, mi ropa y mi habitación. Creía que no sobreviviría”. Son palabras de una niña de 9 años de Rafah (al sur de la Franja de Gaza) a un consejero de la UNRWA recogidas en uno de los informes diarios que la Oficina para Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) publica cada día desde que comenzaron los ataques militares israelíes sobre la Franja de Gaza el pasado 8 de julio. Testimonios como éste, se leen diariamente en los informes, noticias y reportajes de ONGs, organismos internacionales y medios de comunicación.
La población de la Franja de Gaza vive conectada a una máquina de respiración asistida con la nueva tregua de 72 horas entre Israel y Palestina con mediación de Egipto. Ya van dos en prácticamente una semana. Pero todo depende de que esa conexión continúe y la tregua se convierta en una solución duradera, véase un levantamiento del bloqueo que sufre desde hace 8 años, que pueda devolver los derechos pisoteados a la población gazatí. A pesar de éste y el anterior alto al fuego de tres días, las hostilidades sobre Gaza continúan hasta el último minuto, según las IDF (Fuerzas de Seguridad Israelíes) en respuesta a los cohetes lanzados desde la Franja hacia el Sur de Israel. El domingo 10 de agosto, 18 civiles de Gaza murieron, tan sólo horas antes de que entrara en vigor este último alto al fuego a las 12 de la noche de ese mismo día. Desde el 8 de julio, 67 israelíes han perdido la vida, de los que 64 eran militares y 3 civiles. Así que se trata de un suma y sigue en cuanto a las víctimas mortales se refiere.
Niñas como las del testimonio inicial sobreviven pero, según el último informe de la OCHA, 1.960 palestinas y palestinos, la mayoría civiles, no tuvieron esa suerte, ese derecho más bien. Una cifra escalofriante y más teniendo en cuenta que estas muertes se han producido en las últimas cinco semanas, desde el 8 de julio cuando Israel decidió comenzar el que ya se ha considerado por la ONU como el peor ataque sobre la Franja desde la operación Plomo Fundido de 2008-2009 tanto por su intensidad como por su duración.
Si trasladamos las cifras de fallecidos a la comunidad de Extremadura y para entender el alcance de la situación, poblaciones como Oliva de Mérida o Salvaleón en Badajoz o Gata o Montánchez en Cáceres, se habrían quedado ya sin habitantes. Otras muchas localidades y, lo más grave, sus habitantes, hubieran sido borrados del mapa de un plumazo ya que, por ejemplo, en un sólo bombardeo, Israel asesinó a más de 100 personas. Ocurrió el domingo 20 de julio en el barrio Shujaiya de la ciudad de Gaza. En total, tomando datos del último censo del Instituto Nacional de Estadística, el 73% de las poblaciones extremeñas tiene menos de 1.960 habitantes, la cifra de población palestina fallecida hasta el momento. Por lo tanto si estos ataques se hubieran producido en alguna de estos 286 pueblos, ya no quedaría nada de ellos y, mucho peor, de sus habitantes.
Estas cifras no son las únicas alarmantes por cuantas familias y vidas personales truncadas encierran. La franja de Gaza está sobre habitada por 1.8 millones de personas, de ellas 425.000 se han desplazado sobre todo del Norte y Este de la Franja hacia otro lugar de los apenas 360 kilómetros cuadrados de espacio en el que pueden moverse desde que en 2006 Israel impusiera un bloqueo contrario a la legislación internacional que limita los movimientos de las personas, el comercio fuera de la Franja, la construcción o reconstrucción de viviendas o el desarrollo de la pesca y la agricultura.
El retrato más cercano de todas estas cifras se ha publicado en numerosos medios de comunicación y redes sociales que nos acercan a la magnitud del problema y al drama humanitario, a pesar de los intentos de censura por parte de Israel y acusaciones a periodistas, como Yolanda Álvarez, de TVE. Los esfuerzos de la comunidad humanitaria se centran ahora en aprovechar al máximo estas horas de tregua para proveer de agua, comida y refugio a la población desplazada. Del mismo modo se necesita con urgencia rehabilitar las infraestructuras de agua y las de electricidad que han sido dañadas. Las Naciones Unidas ya han lanzado una petición de financiación de 367 millones de dólares para 92 proyectos de emergencia que 45 organizaciones internacionales han presentado.
Al mismo tiempo la población en el resto de Cisjordania también se ha movilizado para mostrar su rechazo a la ofensiva militar sobre Gaza y mostrar su solidaridad con sus compatriotas. Una de las demostraciones más multitudinarias se produjo el pasado 25 de julio en Ramallah, la capital administrativa de Palestina. Una ciudad en que se han llevado a cabo más manifestaciones como ésta. Estas protestas, no en puntuales ocasiones, acaban en enfrentamientos con el ejército israelí, en detenciones y en muertes. Desde el 12 de junio, cuando desaparecieron tres jóvenes colonos israelíes, motivo que desencadenó que Israel haya atacado Gaza en busca de su propia seguridad según esgrime el gobierno, 19 personas han muerto y ha habido más de 400 detenciones en Palestina. A pesar de todo ello, de momento la idea de la Tercera Intifada se deja a un lado si bien era un concepto que ha rondado bastante entre las conversaciones de la población palestina estas semanas.
Las manifestaciones de apoyo al pueblo palestino han llegado también a todos los puntos del planeta en forma de concentraciones, manifestaciones, recogida de comida y otros enseres fundamentales para la población y también en forma de boicot a los productos israelíes. Incluso la Flotilla de la Libertad prepara la que sería ya su cuarta campaña con el objetivo de romper el bloqueo a Gaza. Las críticas al gobierno estadounidense y a las Naciones Unidas no se han hecho esperar y desde sectores activistas se les hace cómplices de este ataque desmedido a la Franja de Gaza. Es decir, se les critica la falta de una mediación e intervención contundente por parte de la ONU y el apoyo en armamento de guerra desde Estados Unidos.
Aunque este alto al fuego sea duradero, la población gazatí necesita “respirar” todos los días y no seguir conectada a esa máquina artificial, prestada, dependiente de túneles, permisos, checkpoints y ayuda internacional para salir adelante.
Elizabeth Masero Visiga / AECOS
“Ví el misil cayendo en mi casa. Mi casa se quemó. Se quemaron todos mis juguetes, mi ropa y mi habitación. Creía que no sobreviviría”. Son palabras de una niña de 9 años de Rafah (al sur de la Franja de Gaza) a un consejero de la UNRWA recogidas en uno de los informes diarios que la Oficina para Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) publica cada día desde que comenzaron los ataques militares israelíes sobre la Franja de Gaza el pasado 8 de julio. Testimonios como éste, se leen diariamente en los informes, noticias y reportajes de ONGs, organismos internacionales y medios de comunicación.
La población de la Franja de Gaza vive conectada a una máquina de respiración asistida con la nueva tregua de 72 horas entre Israel y Palestina con mediación de Egipto. Ya van dos en prácticamente una semana. Pero todo depende de que esa conexión continúe y la tregua se convierta en una solución duradera, véase un levantamiento del bloqueo que sufre desde hace 8 años, que pueda devolver los derechos pisoteados a la población gazatí. A pesar de éste y el anterior alto al fuego de tres días, las hostilidades sobre Gaza continúan hasta el último minuto, según las IDF (Fuerzas de Seguridad Israelíes) en respuesta a los cohetes lanzados desde la Franja hacia el Sur de Israel. El domingo 10 de agosto, 18 civiles de Gaza murieron, tan sólo horas antes de que entrara en vigor este último alto al fuego a las 12 de la noche de ese mismo día. Desde el 8 de julio, 67 israelíes han perdido la vida, de los que 64 eran militares y 3 civiles. Así que se trata de un suma y sigue en cuanto a las víctimas mortales se refiere.
Niñas como las del testimonio inicial sobreviven pero, según el último informe de la OCHA, 1.960 palestinas y palestinos, la mayoría civiles, no tuvieron esa suerte, ese derecho más bien. Una cifra escalofriante y más teniendo en cuenta que estas muertes se han producido en las últimas cinco semanas, desde el 8 de julio cuando Israel decidió comenzar el que ya se ha considerado por la ONU como el peor ataque sobre la Franja desde la operación Plomo Fundido de 2008-2009 tanto por su intensidad como por su duración.
Si trasladamos las cifras de fallecidos a la comunidad de Extremadura y para entender el alcance de la situación, poblaciones como Oliva de Mérida o Salvaleón en Badajoz o Gata o Montánchez en Cáceres, se habrían quedado ya sin habitantes. Otras muchas localidades y, lo más grave, sus habitantes, hubieran sido borrados del mapa de un plumazo ya que, por ejemplo, en un sólo bombardeo, Israel asesinó a más de 100 personas. Ocurrió el domingo 20 de julio en el barrio Shujaiya de la ciudad de Gaza. En total, tomando datos del último censo del Instituto Nacional de Estadística, el 73% de las poblaciones extremeñas tiene menos de 1.960 habitantes, la cifra de población palestina fallecida hasta el momento. Por lo tanto si estos ataques se hubieran producido en alguna de estos 286 pueblos, ya no quedaría nada de ellos y, mucho peor, de sus habitantes.
Estas cifras no son las únicas alarmantes por cuantas familias y vidas personales truncadas encierran. La franja de Gaza está sobre habitada por 1.8 millones de personas, de ellas 425.000 se han desplazado sobre todo del Norte y Este de la Franja hacia otro lugar de los apenas 360 kilómetros cuadrados de espacio en el que pueden moverse desde que en 2006 Israel impusiera un bloqueo contrario a la legislación internacional que limita los movimientos de las personas, el comercio fuera de la Franja, la construcción o reconstrucción de viviendas o el desarrollo de la pesca y la agricultura.
El retrato más cercano de todas estas cifras se ha publicado en numerosos medios de comunicación y redes sociales que nos acercan a la magnitud del problema y al drama humanitario, a pesar de los intentos de censura por parte de Israel y acusaciones a periodistas, como Yolanda Álvarez, de TVE. Los esfuerzos de la comunidad humanitaria se centran ahora en aprovechar al máximo estas horas de tregua para proveer de agua, comida y refugio a la población desplazada. Del mismo modo se necesita con urgencia rehabilitar las infraestructuras de agua y las de electricidad que han sido dañadas. Las Naciones Unidas ya han lanzado una petición de financiación de 367 millones de dólares para 92 proyectos de emergencia que 45 organizaciones internacionales han presentado.
Al mismo tiempo la población en el resto de Cisjordania también se ha movilizado para mostrar su rechazo a la ofensiva militar sobre Gaza y mostrar su solidaridad con sus compatriotas. Una de las demostraciones más multitudinarias se produjo el pasado 25 de julio en Ramallah, la capital administrativa de Palestina. Una ciudad en que se han llevado a cabo más manifestaciones como ésta. Estas protestas, no en puntuales ocasiones, acaban en enfrentamientos con el ejército israelí, en detenciones y en muertes. Desde el 12 de junio, cuando desaparecieron tres jóvenes colonos israelíes, motivo que desencadenó que Israel haya atacado Gaza en busca de su propia seguridad según esgrime el gobierno, 19 personas han muerto y ha habido más de 400 detenciones en Palestina. A pesar de todo ello, de momento la idea de la Tercera Intifada se deja a un lado si bien era un concepto que ha rondado bastante entre las conversaciones de la población palestina estas semanas.
Las manifestaciones de apoyo al pueblo palestino han llegado también a todos los puntos del planeta en forma de concentraciones, manifestaciones, recogida de comida y otros enseres fundamentales para la población y también en forma de boicot a los productos israelíes. Incluso la Flotilla de la Libertad prepara la que sería ya su cuarta campaña con el objetivo de romper el bloqueo a Gaza. Las críticas al gobierno estadounidense y a las Naciones Unidas no se han hecho esperar y desde sectores activistas se les hace cómplices de este ataque desmedido a la Franja de Gaza. Es decir, se les critica la falta de una mediación e intervención contundente por parte de la ONU y el apoyo en armamento de guerra desde Estados Unidos.
Aunque este alto al fuego sea duradero, la población gazatí necesita “respirar” todos los días y no seguir conectada a esa máquina artificial, prestada, dependiente de túneles, permisos, checkpoints y ayuda internacional para salir adelante.