lunes, 4 de mayo de 2015

“La bufanda” relato en dos partes de Vanessa Barral y lector bajito / El Barrendero,.

TÍTULO:“La bufanda” relato en dos partes de Vanessa Barral y lector bajito,.
BUFANDA - fotos
Resultat d'imatges de relato las bufandasEl apartado de las colaboraciones llega a un nuevo punto en la vida de este blog. A partir de un relato original, “Good bye”, publicado por Vanessa Barral en su blog y debatiendo sobre nuevas vías para colaborar tomamos una decisión. Los dos, independientemente pero con un par de premisas, desarrollaríamos los momentos de una ruptura que preceden a lo que sucede en el texto inicial. Cada uno se pondría en la piel de uno de los miembros de la pareja (deliberadamente hemos omitido la autoría de las dos partes de las que se compone esta iniciativa) y la intención era expresar lo que pasaba en la cabeza de los implicados, sus reacciones y pensamientos en un corto espacio de tiempo. Los resultados, a continuación.
ÉL Resultat d'imatges de relato las bufandasNo me lo podía creer.  Cómo había podido hacerme esto?  Estaba allí, frente a ella, después de tantos años, y no la reconocía. Esos ojos, esa boca… vagamente me sonaban, pero ya no sabía a quién pertenecían.  Sentía como una fuerza inmensa oprimía mi pecho. Tenía ganas de llorar.  No, en realidad no quería llorar, lo que quería era gritar.  Gritar hasta quedarme sin voz, gritarle que se fuera y que no volviera nunca más.  Pero no conseguía articular ni una palabra.  El suelo se movía bajo mis pies, como queriendo llevarme a algún lugar.  Quizás a algún lugar lejos de allí, donde nada tuviera sentido.  Porque ya nada tenía sentido.
Levanté la mirada y de repente me encontré con la suya.  Me fulminó descubrir que ya no veía nada a través de sus ojos.  Lo que antes era transparente de repente se había convertido en algo tan opaco que lo único que generaba eran reflejos.   En ellos veía ahora mi rabia reflejada,  mi impotencia, mi decepción.  Por un instante dudé de lo que estaba viendo… era el reflejo de mis propios sentimientos o era que ella estaba sintiendo lo mismo? No, no podía ser.  Ella era la que me había fallado a mí, por qué iba a sentirse traicionada si todo era culpa de ella? Porque yo no nunca hubiera reaccionado así de no ser por…
Espera un momento, qué era ese destello en sus pupilas? No, no era posible…  Sus ojos se estaban volviendo brillantes,  se estaban empapando, de esa manera tan cruel que yo no podía soportar.  Por favor, no llores. No, ahora no… espera un…
Instintivamente, me di la vuelta y me dirigí a la habitación.  Necesitaba irme de allí cuanto antes, pero a la vez necesitaba llevarme algo conmigo.  Aquella bufanda que ella me había regalado hacía tiempo, y que había significado tanto para los dos, no podía quedarse en aquel lugar. Debía llevármela conmigo. No pude encontrarla en la habitación, recorrí la casa en su búsqueda, y finalmente abrí el cajón que la guardaba con recelo.   Iba decidido a cogerla, sin embargo, un pensamiento me detuvo.  Si me la llevaba estaría llevándome su recuerdo, y eso era precisamente lo que quería olvidar. ¿O no? Me quedé mirando la bufanda durante unos segundos, que se dilataron en el tiempo al igual que las pupilas de sus ojos se dilataban hacía apenas unos segundos.  No quería llevármela conmigo porque ya no me pertenecía, al igual que esa mujer que estaba inmóvil a mi lado.  Tampoco esa casa, a la que no volvería nunca.  Ya no eran mías, no podía llevármelas.  Debía dejarlas ahí, y marcharme lejos, donde no pudieran encontrarme.
Sin darme cuenta ya había cogido la bufanda… ¿qué iba a hacer ahora? Quería tirarla, quería arrojarla con fuerza pero algo me lo impedía.  No podía dejarla, tenía que llevármela conmigo.  Tenía que llevármela porque sería lo único que me recordase lo feliz que había sido durante todos estos años.  Sería mi único lazo con ella.  Pero no quería ningún lazo, lo que quería era largarme de allí y no volver nunca más a ese lugar, y no volver a ver esos ojos en mi vida.  No quería tener ningún recuerdo, porque ya no se merecía tener un sitio en mi corazón… ¿y qué haré cuando la eche de menos? Pensaba… Porque la voy a echar de menos… No! No podía echar de menos a alguien que me había hecho tanto daño, tenía que olvidarme de ella.  Deja la bufanda, tírala con fuerza y escapa. Me dije.  Márchate corriendo y no mires atrás, márchate ahora, y deja la bufanda ahí.

TÍTULO : El Barrendero,.

El Barrendero - foto,.

El Barrendero
[Un homenaje a los trabajadores de la limpieza]
Benito salía cada noche a limpiar las calles de su barrio. Primero iba con sus compañeros con el camión a recoger las bolsas de basura desperdigadas por las entradas de las casas. Más tarde se repartían unas cuantas calles cada uno para barrer las zonas más sucias.
Esa semana le tocaba la zona oeste. Un par de noches en el mismo portal había encontrado a una pareja de novios besándose y dándose arrumacos ajenos a todo.
Sin embargo esa noche sólo encontró la chica. Estaba sola, llorando. Pasó barriendo a una distancia prudencial cuando la chica le alargó el pañuelo de papel, con el que se había secado unas lágrimas, para que lo tirara.
- Es por él que lloras? - sugirió él.
- Sí, no se nada de él, hace mucho rato que le espero y ponto tengo que entrar en casa.
Cada noche estamos aquí y hoy era la última noche que podíamos estar juntos.
La semana que viene se va a Méjico y quizá no le veo en un par de años.
Su padre tiene unos negocios allí.
Se fijó que apretó el puño en pronunciar estas palabras.
-Qué llevas allí?
-Un llavero, nos lo hicimos el otro dia, él tiene uno igual.
Dejó a la chica con sus pensamientos puesto que creía que no podía hacer nada más por ella que escucharla.
Sin embargo, dos o tres calles más allá vió resplandecer un objeto en un rincón y para su sorpresa encontró el mismo llavero que había visto en la temblorosa mano de la chica.
Lo cogió y lo guardó en un bolsillo.
Oía voces a la siguiente esquina. Más adelante oyó pisadas rápidas y forcejeos.
Finalmente encontró a un chico herido por un fuerte golpe en la cabeza, inconsciente.
Supuso que era el novio de la chica y que lo habían atracado allí mismo. Llamó a una ambulancia y cuando llegaron las asistencias volvió al portal de la chica. Estaba vacío.
Miró hacia los pisos que se levantaban encima de su cabeza y la vió.
En el tercer piso una chica miraba a través de la ventana. Agitó el llavero como un poseso hasta que ella, que aún pensaba que vería aparecer a su chico por ahí, le vió.
La acompañó hasta la ambulancia y los vio partir juntos.

Semanas más tarde cuando le volvió a tocar la zona oeste tenía una nueva amiga que le esperaba con una bolsa negra de la basura en la mano.
-Suele echarla mi padre, pero a partir de ahora lo haré yo.
Mi novio está bien, gracias a ti sólo fue un susto.
Le dio un abrazo y se alejó con una sonrisa.

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