El lunes -9- octubre a las 22:45 por la cuatro, fotos.
Retrato de
la vida con trastorno del espectro autista. Crónica sobre una lucha por
superar la incomprensión social y los estereotipos.
Mentes privilegiadas y discapacitados intelectuales, almas benditas y personalidades de comportamiento desquiciante, inocentes todos, transitan con sus fortalezas y debilidades por esos extraños países interiores de incertidumbre y sufrimiento del trastorno del espectro autista (TEA), velados por la incomprensión y resistentes a la indagación científica. Aunque no tienen cura, la experiencia enseña que no hay pozos de dolor y devastación inabordables, ni muros de silencio suficientemente herméticos como para cerrar el paso al amor entregado de los padres y al tratamiento eficaz de los profesionales de la sanidad.
Resulta fácil contagiarse de esas emociones ante relatos familiares cargados de situaciones límite porque Álvaro, que se muestra ahora cariñoso y colaborativo, ¿feliz? —en una de estas besa espontáneamente al invitado—, ha llegado a parar el metro y a golpear a una señora mayor en la calle porque no le hacía caso. Su madre ha debido enfrentarse a gentes que le conminaban a que lo llevara atado. “Como si fuera un perro”, dice ella. “Cuando ya no podíamos más, por consejo del doctor Martos empezamos a anticiparnos a sus estados de crisis. Por ejemplo, como sabíamos que nos agredía en un punto o un momento determinado, antes de llegar a eso nos enfadábamos con él dándole gritos de “ya está bien, no estoy contento contigo”. Eso le desconcertaba y reaccionaba en plan conciliador diciendo: “Papá, contento”. Lo de dirigirse a la gente con lo de “contento” le viene de ahí, explica Vicente Castellanos.
Lo ha sido, desde luego, aunque de un tiempo a esta parte España suma especialistas médicos en la estela de los grandes pioneros Ángel Rivière, ya fallecido, y Juan Martos, al tiempo que promueve proyectos innovadores de envergadura y calado. Una prueba de la calidad de los programas de los especialistas españoles es que la Comisión Europea ha encargado al Instituto de Salud Carlos III de Madrid un estudio sobre el autismo en el conjunto de la UE. De la mano de Manuel Posada, director del Instituto de Investigación de Enfermedades Raras del Carlos III, y con la colaboración de Joaquín Fuentes, investigador de la Policlínica Gipuzkoa, España lidera un proyecto, bautizado como ASDEU, que involucra a las asociaciones de psiquiatría infantil de 32 países, Rusia, Turquía e Israel incluidos.
“Al menos el 1% de los europeos padecen el síndrome autista, pero puede que ese porcentaje haya que elevarlo al 2%”
“La exposición prenatal al ácido valproico o a la talidomida y a otras toxinas presentes en nuestro medio ambiente está asociada al mayor riesgo de TEA, al igual que las infecciones durante el embarazo y las complicaciones en el parto”, dice Ricardo Canal, investigador de trastornos del comportamiento de la Universidad de Salamanca. Son factores que incrementan el riesgo en niños que nacen con una mayor vulnerabilidad genética. Algunos estudios asocian igualmente determinados déficits del autismo con el exceso de líquido cefalorraquídeo en los bebés y con el anormal crecimiento del volumen cerebral temprano. Es posible que el TEA esté pasando de ser un trastorno genético simple de baja prevalencia y altamente heredable a un trastorno genético de alta incidencia, causado principalmente por la acción combinada de varios genes y factores ambientales que intervienen antes, durante y después del parto”. La gran mayoría de los TEA carece de esos antecedentes familiares, aunque el riesgo de que el hermano de una persona con autismo padezca el mismo síndrome está entre el 20% y el 25%.
“No fue una experiencia dura, sino extraña, rara, medio decepcionante. Me habían dicho que iba a ser el día más feliz de mi vida y no fue así. Había leído que mi hija lloraría al nacer, pero ella no lloró cuando la sacaron. Y luego todos esos médicos tocándome, encima de mí, nerviosos, porque hubo que hacer una cesárea. Las personas con TEA tendemos a planificarlo todo. Yo había estudiado a fondo todas las hipótesis, pero aquel día se me rompieron los esquemas”. La diferencia entre lo programado y lo vivido es la gran falla del autismo, una sima a rellenar a diario porque los aquejados por ese trastorno solo se sienten seguros cuando pisan el terreno firme de lo consabido, lo planificado.
Los aquejados por el autismo solo se sienten seguros cuando pisan el terreno firme de lo consabido, lo planificado
—Un trastorno, un modo diferente de pensar, un modo determinado de gestionar mentalmente la información. Tenemos conexiones cerebrales diferentes, una manera de sentir y expresar sentimientos distinta. Ese trastorno conlleva frustraciones e impotencias que facilitan la aparición de la depresión, la ansiedad, el pánico, fobia social, crisis obsesivo-compulsivas. Yo estuve en depresión crónica desde los 13 años. No era capaz de salir a la calle y, a veces, ni de mi propia habitación. Me rompí.
—¿Hasta qué punto son ustedes diferentes?
—La primera vez que fui a la psicóloga le dije: “Soy diferente”. Ella me contestó: “Todos somos diferentes”. “No, no”, le expliqué. “Digo verdaderamente diferente, rara”. Me he sentido diferente desde los dos años. Recuerdo mi primer día de colegio. Pero aunque mi infancia no fue feliz, mi adolescencia fue terrible. En caída libre.
—¿Comparte la opinión del genio matemático Schovanec cuando dice que la búsqueda de la normalidad desde el autismo conlleva la pérdida de cualidades humanas y que ser normal es bien triste?
—Sí. La búsqueda de la normalidad te obliga a mimetizarte con el modelo convencional y a reprimir tu verdadero yo. Te obligas a no decir lo que piensas, a callar, a no vestir como te gustaría, a no comentar que has leído 20 veces el mismo libro, 100 veces la misma película, que te sabes de memoria todas las matrículas de coche y números de teléfono. En esa lucha agotadora camaleónica, de camuflaje, que libramos para que no nos llamen locos, violentamos nuestra forma de ser.
—¿Cómo escapó de las pesadillas y depresiones?
—Cuando me diagnosticaron el síndrome, a los 29 años, y me explicaron lo que me pasaba, fue una gran liberación. De repente, todo encajaba, como en un puzle. Todo lo que quería era que me dijeran qué tenía que hacer para dejar de sufrir.
—¿Su marido tiene también autismo?
—No tiene ningún trastorno, pero es especial. Lo conocí por Internet. No podía ser de otra manera porque la gente me molesta, no la necesito. No me gustar salir a la calle, no salgo a comer fuera ni por mi cumpleaños. Como no capto los dobles sentidos y nadie se había interesado por mí en 30 años, cuando me propuso hacernos amigos le respondí que entonces tendríamos que hacer un trato. Se enfadó. La psicóloga me explicó después que al decirle eso cerraba la puerta a poder ser algo más que amigos. Soy feliz conmigo misma y estoy bien con mi familia, aunque al cabo de unos días necesito alejarme también de ellos y quedarme sola. Mi chico lo entiende.
—¿Cuáles son sus fortalezas y sus debilidades?
—Soy muy tenaz, leal, trabajadora, pragmática, sincera, miro mucho por la gente que quiero. Mi debilidad es el miedo fóbico a todo, y eso que esta es la mejor época de mi vida. Ahora me meto en el cama y mi mente se queda parada. Mi sueño no es otro que no volver a caer en el agujero negro.
¿Cómo reaccionar si se cuelga sobre el vacío, tumbado sobre el tendedero de la ropa o el extractor del aire acondicionado; si a la luz de la Luna alarma al vecindario con un vociferante discurso que en realidad es la reproducción exacta en su jerga de los diálogos de una película o el menú completo del último restaurante? ¿Qué quiere comunicar si se despierta de noche en medio de una pesadilla y enciende y apaga la luz 100, 200, 300 veces seguidas; si arroja los platos al suelo y sale corriendo y atraviesa la carretera sin mirar, si agrede a sus padres y hermanos? En el autismo hay que aprender a interpretar las señales y a tratar de entender ese mundo de furias y pánico con una paciencia infinita. Es la manera de rescatar a estos niños perdidos en un desconocido laberinto neuronal.
“Tenemos un modo diferente de pensar, conexiones cerebrales y una manera de sentir y expresar sentimientos diferentes”
“Al principio observábamos comportamientos raros, pero no le dábamos importancia”, dicen López y García. “Inés no hablaba, no jugaba con nosotros, no mostraba ninguna reacción si se quedaba con mis padres. Solo se interesaba por sacar y meter los tapones de rosca que guardábamos en un recipiente. A los 18 meses nos movilizamos. Fuimos a más de una decena de pediatras, que nos decían que no pasaba nada, hasta que una de ellas nos confirmó que algo no estaba bien. Se nos vino el mundo encima, pero aquella pediatra fue nuestro ángel de la guarda porque nos puso en contacto con Amaia Hervás. Un día, la doctora Hervás se colocó delante de Inés y empezó a hacer pompas de jabón, al tiempo que vocalizaba la palabra: P-O-M-P-A. En una de estas, dejó de hacerlo y al cabo de un rato se produjo el milagro. Inés abrió la boca y dijo ‘pompa’, la primera palabra que pronunciaba en su vida. Nos quedamos blancos. Fue hace tres meses y ahora dice ‘papá’ y ‘mamá’, nos besa, empieza a pedir cosas, dice ‘esto es un plátano’, ‘esto es un osito’, se relaciona con otros niños… Dicen que si continúa progresando de esta manera le darán de alta. La doctora Amaia y su compañera Patricia tienen un don”.
Directora de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil del Hospital Universitario de Terrassa, la psiquiatra Amaia Hervás alerta de los erróneos diagnósticos esquizofrénicos, psicópatas, trastornos de personalidad que con frecuencia arrastran a las personas con autismo a la medicación intensiva y a los psiquiátricos. “A mucha gente se le considera enferma cuando, en realidad, lo suyo es un problema de autismo. Llevan al médico a los chicos con problemas de conducta y salen de la consulta con un montón de medicamentos sin tener muy en cuenta los efectos secundarios”. Pese a todo, en la sanidad española gana cuerpo la convicción de que la agresividad y las autolesiones en el mundo autista son la punta del iceberg de un gigantesco problema de incomunicación latente que no se resuelve con más y más fármacos. Las manías por ordenarlo todo responderían a la necesidad de poner orden en un mundo, el nuestro, que perciben caótico.
“Mi hijo me preguntó un día: ‘Papá, ¿soy tonto?’. Tuve que sacarle los informes médicos para demostrarle lo contrario”
Antes de que empiece la charla con el periodista en la casa de los Agirre en Villabona (Gipuzkoa), Pau, de 18 años, alto, delgado, fuerte, reordena la habitación, retira y recoloca objetos, y enciende unas luces y apaga otras, además de reajustar las piernas de su padre, Patxi, para que queden perfectamente paralelas, simétricas. “No nos permite tener las piernas cruzadas”, constata Paula, la madre. De vez en cuando, Pau murmura: “Muxu, muxu”, (beso, beso) y la abraza y besa con tal intensidad que activa la alerta en su padre y su hermano, Mikel. “A Pau le gusta pegar”, indica Paula. En esas situaciones, le abrazan fuertemente o le golpean amistosamente en el dorso, como si tocaran sobre él la batería. “Es para descargarle de tensión antes de que se ponga más nervioso y explote”, explica Mikel. Por mucho que los padres intenten preservarlos del problema, los hermanos del niño con autismo resultan inevitablemente engullidos en el torbellino de cambios, emociones y tensiones que acarrea el trastorno.
“Debajo de la agresividad hay una incapacidad para controlar el entorno”, explica el prestigioso experto Joaquín Fuentes. “Si tiro un vaso violentamente, puede que vengan a sacarme de la sala, así que lo tiro para que me expulsen. En esos casos, nosotros les ponemos un timbre, como el de los hoteles, para que lo hagan sonar si ya no aguantan más. No viven en una cápsula ni son marcianos. No entienden qué hacen aquí, pero pueden aprender. Desde Atapuerca, estamos programados cerebralmente para sincronizarnos entre nosotros. La primera fase es el placer por la relación a dos: hacer el amor o dar de mamar al niño. En una segunda fase aparece la relación de grupo. Se trata de entender las caras y emociones de los demás —por ejemplo, no le importuno porque está furioso—, imaginar sus deseos y pensamientos. En la tercera fase entra en acción el lenguaje oral y la simbolización, y eso ayuda muchísimo a entendernos. Pues bien, las personas con autismo tienen carencias en la primera, segunda y tercera fases”.
La doctora Amaia Hervás incide: “El 15%-20% serán independientes, pero el resto necesitará algún tipo de apoyo, pisos protegidos, ayuda a la incorporación laboral, amparo psicológico…, aunque dos terceras partes poseen un capacidad intelectual normal. Ahora ya hay una población adulta con grandes carencias y necesidades de recursos. Por eso es importante impulsarles a ser lo más autónomos posible, prepararles para cuando sus padres no estén”. Esa es la gran preocupación y obsesión de las familias afectadas. Los estudios suecos sobre mortalidad establecen que las personas con autismo fallecen 16 años antes de la media estadística general y que esa cifra asciende hasta los 30 años en los casos de trastorno con discapacidad intelectual.
“Es importante impulsarles a ser lo más autónomos posibles, prepararles para cuando sus padres ya no estén con ellos”
Paula Guijarro llegó a pensar que estaba loca y que esa hija suya que hablaba, reía y bailaba solo había existido en su imaginación. Tuvo que aprender a mirarla de otra manera, a ponerse en su lugar, a aceptarla como es y a arrinconar los proyectos y sueños que había proyectado sobre ella. Dice que después de cuatro años trabajando intensamente con los pictogramas (dibujos y símbolos que les muestran los pasos a dar; así, un coche, una tienda y un objeto les hacen ver que van a coger el coche y que van a ir a comprar ese objeto) y con las técnicas de tratamiento de los expertos ha empezado a saborear la vida. “Si quería que le comprara una de esas miniaturas que le encantan, le explicaba que antes teníamos que atravesar el paso de cebra de rayas amarillas. Se ponía a gritar, claro, pero después de hacer ese recorrido un día y otro, el pánico iba cediendo, cada vez lo soportaba mejor. Lo mismo en los grandes almacenes. Primero se trataba de aguantar sus chillidos durante un minuto, sus chillidos y las miradas terribles de la gente; al día siguiente había que llegar a los dos minutos, y así progresivamente”. Guijarro dice que su hija viaja hoy sin problemas y que nadie percibe su condición de TEA. “Estoy en el mejor momento de una madre, disfrutando de ella y tan adaptada a su personalidad que hasta me molestan los niños muy charlatanes”.
Es la vida que aflora en medio de la pesadilla laberíntica del autismo, gracias al esfuerzo no solo de los padres, de los profesionales médicos y de las asociaciones, el gran asidero de las familias, sino también, especialmente, del tesón de los propios afectados por el autismo. Son ellos, al final, los que ganan sus batallas, los que salen de la incomprensión, el rechazo y la angustia.
TITULO: LUNES -9- OCTUBRE - IMPRESCINDIBLE - El escritor Camilo José Cela ,.
Imprescindibles - La danza de Formentor: un viaje por las luces y sombras de Camilo José Cela,.
La nueva temporada de 'Imprescindibles' de La 2,.
- Comenzamos con el estreno del documental sobre el escritor Camilo José Cela,.
- Además, Lola Herrera, Luis del Olmo, Gila y Eduardo Mendoza, entre muchos otros,.
- ¡Os esperamos cada lunes - 9- octubre a las 21.00 horas en La 2!,.
- Imprescindibles arranca una nueva temporada el próximo lunes 9 de octubre con sus documentales biográficos sobre grandes personajes de la cultura española.
El programa regresa a La 2, cada lunes a las 21:00, en una temporada en la que estrenaremos muchos nuevos proyectos y se extenderá hasta finales de junio.El escritor Camilo José Cela
El día 9 de Octubre arrancaremos con “La Danza de Formentor” sobre Camilo José Cela, desde una perspectiva completamente novedosa, ya que el ganador del premio Nobel comparte protagonismo con Rosario Conde, la primera mujer del escritor.
La historia, contada desde el punto de vista de la nieta de Cela, reconstruye la etapa mallorquina de la pareja, y analiza como el paso por la isla fue definitivo en la trayectoria del autor.- La gestación subrogada suscita múltiples debates éticos, en relación a las diferentes sensibilidades sociales,.
- La tecnología clínica ha conseguido instrumentos como las inseminaciones artificiales, los embriones congelados o las gestaciones subrogadas, que permiten tener hijos a las parejas infértiles,.
- En Canadá, la legislación obliga a que la maternidad subrogada sea gratuita y ello origina, que muchas mujeres decidan por altruismo, ayudar a personas con problemas para tener descendencia,.
“Uno no tiene derecho a tener un hijo, nadie lo tiene y me preocupa el lenguaje y la retórica de la reproducción, porque escuchas a mucha gente hablar de su derechos, tengo derecho a, no, te lo has apropiado” afirma una experta. “Sentarse y criticar los nuevos procedimientos es muy fácil, pero yo solo tendría en cuenta esas críticas si quienes las vierten vivieran de cerca la realidad de la pareja infértil y de la madre subrogada.” Afirma otra de las especialistas en subrogación.
“En vientre ajeno” da voz a todas y cada una de las diferentes sensibilidades que origina la maternidad subrogada, tanto en los países más avanzados como en los más pobres, porque la gestación subrogada mueve miles de millones de dólares al año. De hecho, los expertos afirman, que el aumento del coste de esta práctica en Estados Unidos, fue una de las razones por la que las parejas viajaran a Méjico, La India o Tailandia, en busca de opciones más asequibles. Entre regulaciones y vacíos legales, la gestación subrogada ha aumentado en la última década, un 400%. El debate está servido.
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