martes, 8 de marzo de 2016

AQUEMARROPA - LA MEMORIA HISTORICA, EN UNA NOVELA QUE DISCURRE ENTRE BERLIN Y CACERES,./ ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - LAS ULTIMAS CALADAS,.

TITULO: AQUEMARROPA - LA MEMORIA HISTORICA, EN UNA NOVELA QUE DISCURRE ENTRE BERLIN Y CACERES,.

 foto,  LA MEMORIA HISTORICA, EN UNA NOVELA QUE DISCURRE ENTRE BERLIN Y CACERES,.

Resultat d'imatges de LA MEMORIA HISTORICA, EN UNA NOVELA QUE DISCURRE ENTRE BERLIN Y CACERES,.
Las fosas comunes y la represión franquista llegaron hoy a las librerías de Alemania a través de "Esperanza", una novela que discurre entre Berlín y Cáceres, que es la ópera prima de la cineasta germano-española Marina Caba Rall y editada por Klaus Wagenwach, un referente entre los descubridores de nuevos talentos.
"Esperanza es el nombre de mi protagonista y también la expresión del anhelo de que España afronte a escala oficial su historia", explicó en entrevista a Efe Caba Rall, nacida en Madrid en 1964 y residente en Alemania desde los diez años.
Su historia iba a ser una película, tejida sobre un caso con el que se topó mientras rodaba el documental "Treinta años de paso" (1998), basado en ocho españoles que emigraron en los 60 a Alemania y evocaban cómo era la España que dejaron atrás.
Ahí la sacudió la historia de una mujer, emigrada a Canadá, que de pronto descubrió que el hijo no reconocido que dejó, al abandonar España, estaba buscándola para conocerla.
Escribió el guión, encontró financiación en Alemania, pero no en España -"coincidió con el peor momento de la crisis", explicó-. Decidió convertir su película en la novela que hoy llegó a las librerías alemanas y que el próximo 20 de marzo será presentada en la Feria del Libro de Leipzig (este del país).
Su Esperanza no es esa emigrante en Canadá, "sino un personaje ficticio", residente en Berlín como la misma Caba Rall, que a punto de jubilarse y creyendo tener su vida en orden -felizmente casada con un alemán y madre de dos hijos-, se ve confrontada con la vida y el hijo que dejó atrás, en un pueblo cercano a Cáceres.
"Reaparece el hijo del que nunca contó nada a nadie y también el personaje del tío Ramón. Uno de tantos republicanos que se echaron al monte tras la guerra civil y uno de los últimos ejecutados por el franquismo, ya en los 50", explicó la autora.
Podría ser cualquiera de los 1.567 republicanos muertos por la represión franquista en Extremadura. O también una de las 284 víctimas cuyos cuerpos se localizaron en los últimos años en esa comunidad autónoma, dentro del Proyecto para la Recuperación de la Memoria Histórica.
La novela discurre entre Berlín y Cáceres, lugar de origen del abuelo de la autora, un republicano que fue condenado a muerte por el franquismo -aunque finalmente no ejecutado, precisa-.
Décadas después de dejar su vida y su pueblo cacereño, Esperanza vuelve al lugar que apenas pisó nunca más con la tarea de localizar un cuerpo del tío ejecutado junto a tres encinas para exhumarlo.
Es una empresa traumática, en lo privado, y compleja, a la práctica, dificultada por lo que Caba Rall califica de "déficit español" para la superación del pasado.
"A escala oficial Alemania hizo mejor sus deberes que España, en lo que a la memoria histórica se refiere. Pero en España se ha hecho mejor que aquí en lo de hablarlo entre nosotros, reconciliarnos", opina la cineasta y escritora.
La trama discurre entre el relato de Esperanza y el de su hija Karla, más el de Juan, el hijo abandonado. Se salta del pasado al presente, en una narrativa hecha de frases cortas, una historia donde algunos lazos no son los que aparentan y cuya raíz acabará siendo más terrible aún de lo que se apuntó.
Caba Rall, hija y nieta de escritores -Rubén Caba, su padre, y Pedro Caba, su abuelo- optó por el alemán para escribir su novela, aunque le hubiera gustado alternarlo con el español -"mis dos idiomas de uso diario y los de mi personaje", indicó-, lo que desde el punto de vista editorial habría sido impracticable.
Encontró en Klaus Wagenbach -editorial que desde 2002 dirige Susanne Schüssler, la esposa del editor, ya retirado- el apoyo que precisaba para su novela, del mismo modo que ahora espera dar en España con quien la edite traducida al español.
No se plantea de momento tratar de recuperar el proyecto original de hacer una película, sino que se dice feliz con el libro, su debut literario. Una novela, por lo demás, muy visual, lo que de alguna manera remite de regreso al ámbito cinematográfico,.

 TITULO: ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - LAS ULTIMAS CALADAS,.

Las últimas caladas, foto,.

  • 5 años después de la prohibición de fumar en los bares, llegan más vueltas de tuerca. La más visual es que las advertencias sanitarias ocuparán casi toda la cajetilla,.

    Cenicero del exterior de un centro comercial. :: alberto ferrerasAntonio Muñoz Molina no habría llegado a ser la figura literaria que es sin el tabaco, un cómplice sin el que «yo no había escrito ni una sola línea». Cuando nació el novelista jienense, a mediados de 1950, se empezaban a oír los primeros informes sobre los riesgos del humo. Pero era predicar en el desierto. Se fumaba en las oficinas, las aulas, los hospitales y hasta en la consulta del médico. No fumar era lo excepcional. Algo que nunca habrían hecho Lauren Bacall y Philip Marlowe.
    Tendrían que llegar los años noventa para que el autor de 'El invierno en Lisboa' se convirtiera en un converso antitabaco. El primer día sin encender un pitillo fue como «si el tiempo no tuviera puntos ni comas, falto de la pauta que marcaba el tabaco», relató en su blog 'Visto y no visto'. Pero fue capaz de fabular sin nicotina en 'Nada del otro mundo', su primer relato del día después. «Qué raro parece ahora haber fumado: qué alivio comer en un pequeño restaurante sin salir de él con la ropa y el pelo impregnados de ese olor que durante tantos años me envolvió sin que yo lo notara».
    Igual de raro podría ser en breve para los cultivadores de tabaco españoles. Estos primeros días de marzo deben de comenzar a preparar los semilleros para ver crecer las plantas en la comarca abulense de Candeleda. Quedan apenas 50 agricultores del millar que llegaron a ser en los años 70. Pero el tabaco tiene cada vez más enemigos y han recibido un mazazo que puede ser definitivo. La empresa semipública que les compra las labores (Cetarsa) y luego las lleva a las fábricas solo les garantiza el 50% de los 230.000 kilos que suelen producir. Con cada uno, la industria fabricaba 100 cajetillas de tabaco. La compañía les ha borrado de su lista de proveedores para 2017. «Dicen que tienen sin vender la cosecha del año pasado. Pero no lo aceptamos porque hasta ahora hacían mucho dinero con nuestras plantas», se queja el presidente de los cultivadores de Ávila, Félix Plaza. A sus fincas no han llegado ni las semillas. Similares temores se escuchan en Cáceres, Granada y Canarias, los últimos lugares con plantaciones.
    En enero se cumplieron cinco años de la última vuelta de tuerca de la demonización pública del tabaco. Quedó proscrito de lugares públicos: bares, restaurantes, hospitales y colegios y sus alrededores. La aplicación de nuevos impuestos entre 2011 y 2013 hasta convertirlo en el producto de consumo más regulado (80% del precio final son tasas) y la crisis han hecho el resto. «Nos han dado una vuelta de tuerca tras otra -remacha el portavoz de Altadis, el último fabricante nacional, Miguel Ángel Martín-. Parece imposible pero la presión antitabaco lo logra. Es el cuento de nunca acabar».
    Más presión al tabaco
    Pero se equivoca. El 20 de mayo entrará en vigor en España la nueva ley europea, que obligará a destinar dos tercios de las cajetillas a advertir de los riesgos del tabaco, eliminará los cigarrillos de sabores (primero los de fresa y vainilla y en 2021, los mentolados), prohibirá atribuir propiedades como light o suave a los pitillos y acabará con cualquier atisbo de promoción para el consumo. «Nos van a expropiar el derecho de explotación de una marca industrial. Hemos llegado al límite de lo que se puede regular», lamenta el director general de la Asociación Empresarial del Tabaco (ADELTA), Juan Palomo. Por contra, al Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) no le parece suficiente y reclama la implantación del «etiquetado genérico», una especie de marca blanca o cajetilla neutra que desplace a los colorines de los envases actuales. Algo que ya funciona en Australia, han aprobado en Reino Unido y estudian en Francia y Finlandia. La presidenta de ese Comité, la cardióloga Regina Dalmau, cree que la ley supuso «un cambio en la percepción social del tabaco, pero en los últimos cinco años no se ha hecho casi nada más».
    El 'humo' de la estigmatización social atiza el 'fuego' que está quemando un sector que llegó a representar el 16% de la riqueza nacional en el siglo XIX, cuando España aún presumía de abrir las rutas que trajeron el tabaco americano cinco siglos atrás. Por si le faltaban enemigos al vicio, la irrupción del Califato Islámico y su prohibición de fumar han arruinado los mercados alternativos de Oriente Medio y parte de Asia.
    En diciembre, saldrán de la fábrica de Altadis de Logroño los últimos paquetes de 'Fortuna', 'Ducados Rubio', 'Nobel' (rubio) o 'Ducados', 'Habanos' y 'BN' (negro). «En 16 años habrán desaparecido 12 fábricas y 6.000 empleos», calcula su portavoz. Solo quedará la planta de elaboración de puros de Santander.
    Lo sorprendente es que la tasa de fumadores apenas ha descendido un 2% en estos cinco años y se mantiene en el 23%. Y que en 2015, las ventas de tabaco remontaron las caídas anteriores y rozaron los 12.000 millones (0,46% de subida). Pero el último fenómeno que le faltaba a la «tormenta perfecta» que amenaza al sector es el tráfico ilegal, las fábricas clandestinas y el contrabando. «Es el gran beneficiado y está alimentando a las mafias», advierte Palomo.
    Hacienda ingresó el pasado año 9.137 millones de euros de los 12.000 que movió la venta de derivados del tabaco. Tras cinco años de caída, las ventas subieron casi un 0,5%. Es el sector más regulado y con mayores tasas (80% del total). En los últimos 25 años, la presión fiscal ha hecho que la cajetilla multiplique por seis su precio. El coste medio de un paquete supera hoy los 4,35 euros.
    España es el noveno país más fumador de Europa. Sigue siendo la primera causa de muerte con 55.000 víctimas al año. Los costes sanitarios por enfermedades derivadas del consumo superan los 8.000 millones de euros.
    empleos están en juego en España en un sector que también da trabajo a 13.000 estancos. Además de las últimas dos plantas (Logroño y Tenerife), nueve de cada diez máquinas expendedoras repartidas por los países europeos se han fabricado en la península.

No hay comentarios:

Publicar un comentario