sábado, 9 de septiembre de 2023

Atención obras - Cine - Coque Malla revoluciona ,. Jueves -21- Septiembre ,./ Detrás del instante - Glastonbury: 50 años de vacas, barro y el festival más importante del mundo ,. / TARDE DE CINE CON - Blur contra Oasis, 25 años de la pelea que convirtió el britpop en un culebrón,. / Historia de nuestro cine -Cine - Nada en la nevera , viernes -22- Septiembre,.

       TITULO: Atención obras - Cine - Coque Malla revoluciona ,. Jueves  -21- Septiembre   ,.

Jueves - 21- Septiembre  a las 20:00 horas en La 2, foto,.

 Coque Malla revoluciona,.

 Atención obras - Coque Malla revoluciona Atención Obras - RTVE.es

 “¿Revolución?” La respuesta no se quedó en la montaña… Coque Malla se retiró al campo para preguntarse si hoy es posible esa revolución y allí compuso las letras de su último trabajo. Ahora viene quizá con más reflexiones que respuestas al plató de Atención Obras. Carlos del Amor repasa con él este álbum de concepto, ya desde la portada.
El ganador del último Goya a la Mejor Canción Original (“Este es el momento”), repasa en imágenes sus más de tres décadas en la música, desde sus inicios con “Los Ronaldos” en el templo-lanzadera de mediados de los 80, el club madrileño Agapo, hasta su debut en solitario en 1999 con “Soy un astronauta más”, pasando por sus incursiones en la gran pantalla, con inolvidables como “Todo es mentira”.
Invitamos a Coque Malla a ver “Il Pirata” de Bellini. Se trata de una de las óperas menos programadas en el mundo, debido a la dificultad vocal que tiene para los intérpretes. Un reto conseguido por el mejicano Javier Camarena con la ovación del público y la crítica en el Teatro Real de Madrid.
Nuestra primera propuesta de artes plásticas es la obra de un pintor vinculado a la generación de Barceló, Albacete o Broto. Aquella que liberó los lienzos de la función política en los primeros años de la Transición. Recorremos D’après de Miguel Ángel Campano en el Museo Reina Sofía de Madrid. Puede visitarse hasta el próximo mes de abril.
También ofrecemos un amplio reportaje sobre la primera exposición monográfica que se dedica al pintor italiano Giovanni Boldini en España. Ahora podemos disfrutar de su genio creativo y la pintura española de finales del siglo XIX en la Sala Fundación MAPFRE de Madrid hasta el 12 de enero.
Y terminamos con “El Plan”. Esta semana, Sara Núñez de Arenas, la directora de Atención Obras, nos recomienda el festival Madrid en Danza y los conciertos de !!! (Chk Chk Chk) en Vigo, Madrid, Barcelona, Valencia y Murcia.

 TITULO:  Detrás del instante - Glastonbury: 50 años de vacas, barro y el festival más importante del mundo ,.

 Miércoles -20- Septiembre  a las 20:00 horas en La 2 / foto,.

 

Glastonbury: 50 años de vacas, barro y el festival más importante del mundo,.

En 1970 un granjero contrató a The Kinks por 500 libras, a los que sustituiría después T-Rex y desde aquel día le siguieron desde los Rolling Stones a David Bowie, Coldplay, Beyoncé, y un larguísimo etcétera,.

Glastonbury
 
Glastonbury,.

Michael Eavis es un hombre singular. En 1970 solía poner “Lola”, de The Kinks en su sistema de sonido dentro de la granja donde ordeñaba a sus vacas, cerca de la pequeña localidad de Pilton, al sur de Inglaterra. Al parecer les encantaba, les relajaba, o al menos le relajaban a él. Así que cuando fue con su mujer al Festival de Blues de Bath y vio a todos aquellos hippies y la comunión que había y a Led Zeppelin lo tuvo clarisimo, él montaría un festival en su granja, que “es mucho más bonita que esto.”

Al día siguiente llamaba al manager de The Kinks y los contrataba por la módica cifra de 500 libras. Por aquel entonces eran la banda más grande del planeta y a los hermanos Davis les encantaba este estatus. Así que cuando leyeron en la revista musical “Melody Maker” que iban a tocar en un “minifestival” se enfadaron mucho, puesto que ellos, de mini, no tenían nada. Hicieron a su manager que cancelase la actuación, lo que dejó a Eavis, que ya había vendido sus primeras 100 entradas, algo triste y decepcionado. Sin embargo, el manager le aseguró que también tenía en su cartera a T-Rex, y que por la misma cifra la banda de Marc Bolan aceptaría. Eavis miró a las estrellas, exclamó gracias para sí, y no lo dudó “¡Claro!”, gritó por el teléfono.

Así nació el festival de música más importante de la tierra, un gran negocio familiar pero multimillonario que arrastra a 135.000 personas cada día y que ha convertido a Glastonbury en el destino obligado de cualquier aficionado a la música que se precie. La lista de los artistas que han pasado por el festival van desde The Velvet Underground a Johnny Cash, Bob Dylan, Neil Young, Bruce Springsteen, U2, Beyoncé. Nadie puede presumir de un elenco como éste.

En su segunda edición ya contaban con David Bowie, Traffic, Fairport Convention, Hawkwind y Joan Baez, entre otros. Eavis se alió con dos hippies para que diese a su festival un aire moderno y vaya si lo consiguieron. Además, inventaron el que sería la gran marca de fábrica del festival, el escenario Pirámide. De pronto, el espacio idílico y la modernidad cultural se unían en una experiencia que marcaría el imaginario de todos los festivales que vendrían después.

Sin embargo, al ser gratuito, el festival supuso un coste demasiado grande y dejó de celebrarse durante unos años hasta que, oh sorpresa, la policía empezó a atraer a la granja de Eavis a todos los descartes y rezagados de los festivales de verano de la zona, como la reunión de Stonehedge. “La policía me pedía si podía hacer algo con ellos, dejarlos estar en mis terrenos, y yo aceptaba, por supuesto”, comenta Eavis, y así, en 1979, volvía a renacer el festival, esta vez con Peter Gabriel como gran reclamo.

Así arrancaba una nueva década y una nueva oportunidad. En 1981 ya cuentan como cabeza de cartel con New Order y en el 82 Van Morrison y Jackson Browne lo llevan a otro nivel. De pronto, 60.000 personas diarias se amontonaban en la granja de Eavis, que por fin veía que aquello podía convertirse no sólo en una gran pasión, sino también en un gran negocio. Y en 1985 nacerá otro de los mitos del festival, el barro. Cuando Paul Weller y sus Style Council aparezcan en escena en impecables trajes blancos, la tentación será demasiado grande. Weller, borracho como una cuba, dejará la guitarra y se dedicará a cantar mientras desde el público la fiesta es tan grande que le empiezan a tirar barro. El traje acabará marrón, pero será uno de los mejores conciertos que se recuerdan.

The Cure, Elvis Costello, The Smiths, Joe Cocker, Echo & the Bunnymen, Pixies, Madness, los 80 son una década increíble, pero será el concierto de Fela Cuti el que marcará un antes y un después. Sólo tocó dos canciones en una actuación que se prolongó más de una hora y que demostró que el rock es una música universal capaz de unir en un único coro a todo el mundo. El festival ya era un lugar de peregrinación y un evento cultural que iba más allá de la música.

En 1994 el festival crece todavía más y se estima que un grupo como The Levellers, un resquicio de la nueva psicodelia, llegó a tocar ante 300.000 personas. “Parecían un campo de patatas”, señalaba el cantante ante semejante espectáculo. EN 1995 Johnny Cash sube al escenario y saluda con su seco “Hola, soy Johnny Cash”, y empieza a tocar “Folsom prison blues”. La gente se vuelve loca. Es el domingo por la tarde y establece la tradición de reservar este horario para recuperar a los más grandes músicos y presentarlos a las nuevas generaciones.

Aquí comienzan los años del Brit Pop y el orgullo británico, que siente Glastonbury como una de sus más altas posesiones. Esto llegará al paroxismo cuando Noel Gallagher, el “hermano bueno” de Oasis, critique públicamente que el festival ponga de cabeza de cartel a Jay-Z. Éste se reirá de la pataleta iniciando su concierto con una paródica rendición de “Wonderwall”, al que une al instante con su hit “99 problems”. Glastonbury ya es definitivamente universal.

Las anécdotas se multiplican. El manager de David Bowie llama a Eavis para que el cantante toque en el festival. Eavis pregunta qué hace ahora y le invitan a un concierto en Lodres, en uno de sus momentos más experimentales y extrañas. “Y no puede tocar sus grandes éxitos”, pregunta Eavis y dos días después le invitan a otro concierto donde Bowie conforma una set list de clásicos. “Sólo podré ofrecerte 90.000 libras”, le dice Eavis y Bowie toca al fin en el escenario principal en un concierto memorable. Los grandes grupos son ahora los que piden tocar en el festival, no a la inversa. Lo mismo harán U2 en 2011 o The Rolling Stones en 2013. “Yo llamo a Glastonbury el Ascot alternativo”, asegurará Jagger y tiene razón, la otra realeza británica tiene allí su auténtico parque de atracciones.

 

Cuando Beyoncé toca en 2011 150.000 personas cantan a pleno pulmón “Irreplaceble” y dejan a la cantante con la boca abierta. Es muy difícil dejar a Beyoncé con la boca abierta. El eclecticismo del festival ya es absoluto. Adele mira embelesada el concierto de Kanye West y sale a continuación y los fans del rapero acaban por aplaudir igual a la cantante melódica. Lo mismo le ocurre a Dolly Parton en 2014 o cuando, un año después, Florence and the Machine tienen que reemplazar en el último momento a The Foo Fighters y comienzan su concierto con una versión de “Times like this”.

El año pasado estuvo marcado por el regreso triunfal de Kylie Minogue. En 2005 tenía que se cabeza de cartel, pero su cáncer de pecho se lo impidió. Ahora regresaba por fin y no podía evitar llorar en el escenario, una tradición muy extendida en un festival muy emocional, como le pasó a Damon Albarn en 2009 en la gira de reunión de Blur.

Cuando se anunció la cancelación de este año, el de su 50 aniversario, por el coronavirus, los lamentos se escucharon en todo el mundo. Ya tenían vendidas 135.000 entradas, que por supuesto nadie a devuelto esperando que en 2021 por fin vuelvan los conciertos y los espectáculos teatrales y los circenses y la comedia y los pases de moda. En 2005 Kate Moss estableció el look definitivo del festival, pantalones extracortos y botas Hunter. Seguro que en 2021 se volverán a ver. Sino, Eavis, en una entrevista en el periódico “The Guardian” anunció que llegaría la bancarrota. Lo que las vacas crearon, que no lo acabe el coronavirus.

 

TITULO:TARDE DE CINE CON - Blur contra Oasis, 25 años de la pelea que convirtió el britpop en un culebrón,.

Blur contra Oasis, 25 años de la pelea que convirtió el britpop en un culebrón,.

El odioo entre bandas no se estila en estos años “politicamente correctos” pero hubo un tiempo en que los amantes de la música tenían que tomar partido y era maravilloso,.

Damon Albarn (Blur) y Liam Gallagher (Oasis) fueron las cabezas visibles de los enfrentamientos
 
foto / Damon Albarn (Blur) y Liam Gallagher (Oasis) fueron las cabezas visibles de los enfrentamientos,.

En los últimos años, el mundo de la música parece haber vivido en una relativa paz, donde todo el mundo se llevaba bien. Tanto es así, que hasta el Primavera Sound escucha reggaeton ahora y los heavies se vuelven locos con el tambor de Chayanne. A veces ocurría que Cardi B le lanzaba un zapato a Nicky Minaj o Solange intentaba dar una paliza a Jay-Z, pero sólo eran estallidos de odio por temas personales que no tenían mucho más recorrido. Sin embargo, hace 25 años, en plena eclosión del llamado Brit Pop, dos bandas se juraron odio eterno y dibujaron una de las historias más fascinantes y dramáticas jamás protagonizadas por un músico.

Y eso sí que era una rareza. En realidad, no existe ni una gran novela protagonizada por un músico. Existen grandes biografías, como las de Miles Davis o Mötley Crew, pero ninguna obra de ficción relevante. Lo que más se acerca es “Disparad al pianista”, de David Goodis, y todo ya se explica en el título. Sin embargo, aquella rivalidad mediática entre la banda de Damon Albarn y la de los hermanos Oasis era digna de una telenovela. Y la música creció gracias a ella.

Los años 90 fueron una época de enfrentamientos, donde existían realmente eso que se llamaba “tribus urbanas” y lo que te gustaba marcaba tanto tu identidad que la única forma de reforzarla era odiando todas las demás. Tanto podía ser Kurt Cobain odiando a Axl Rose, el grunge contra todos los excesos del metal, como Courtney Love burlándose de Madonna. Las rivalidades eran tan grotescas que llevadas al extremo provocaron auténticas víctimas, como la guerra entre las bandas de rap del oeste de los Estados Unidos contra los de la banda este.

Pero este fenómeno llegó a su pico de “glamour" con el enfrentamiento entre Blur y Oasis, y todo, como no podía ser de otra manera, por un cierto malentendido. La idea era que Oasis era los burdos, los hooligans, el rock de clase trabajadora que gusta a jóvenes y desclasados. Mientras tanto, Blur eran los inglesitos universitarios pijos e irónicos con un pop descafeinado que gustaba a niñas con problemas emocionales. Sin embargo, no todos los miembros de las dos bandas representaban bien esos roles.

Con el “boom” del brit pop, el mundo se había puesto a los pies de las dos formaciones. Oasis luchaban por no ser etiquetados con una etiqueta que les parecía pequeña para sus aspiraciones. Ellos querían ser la banda de rock más grande de todo el mundo, no sólo un tonto fenómeno salido de las islas. Luego estaba Blur, que tenían tanta confianza en quienes eran que les importaba bastante poco las etiquetas que les pusieran. ¿Qué pasó entonces? Pues que Liam Gallagher siempre ha sido un arrogante sin escrúpulos y Damon Albarn tiene un gen competitivo tan alto que hasta puede competir haber quién es más imbécil.

Cuando la canción “Some might say” llegó al número uno de las listas, Oasis parecía destinado a ser la banda más importante del planeta. Albarn no tuvo reparos en ir a la fiesta de celebración por la hazaña. Sin embargo, cuando llegó, Liam Gallagher le abordó chulesco gritando “¡somos el número uno!”. Esto encendió el gen competitivo de Albarn que simplemente dijo, “pues a mí sólo me parecen Status Quo”. Ya se habían dado las bases para el enfrentamiento. Oasis llegaron a odiar realmente a Blur a partir de allí y Blur, que pensaban al principio que sólo era un juego, fueron arrastrados al barro.

El culmen de la guerra sucedió el 14 de agosto de 1995. La discográfica de Blur decidió mover el estreno de del primer single de su nuevo disco, “The great escape”, al mismo día que se publicaba el segundo single del segundo álbum de Oasis, “(What’s the story) Morning glory)”. La guerra estaba servida. Nunca antes había pasado algo así, un enfrentamiento tan directo. Luego llegaría con los nuevos discos de Kanye West y 50 Cent, pero para eso faltaban 15 años. La expectación era tan grande que salía en los periódicos de todo el mundo, incluso los españoles.

Es decir, teníamos a “Country house” contra “Roll with it” para determinar quién era la mejor banda. La verdad es que, 25 años después, las dos canciones sólo son parte del folclore de la historia de la música pop y están muy abajo dentro del repertorio de las respectivas bandas, pero entonces parecía un choque entre titanes. El nerviosismo era máximo. Al final, el público decidió y compró hasta 270.000 copias del single de Blur contra los 220.000 contra el single de Oasis. Lo cierto es que no era una batalla en las mismas condiciones, porque no es lo mismo la primera canción de un disco que la segunda, pero ganó Blur y el cielo de la ira se abrió para siempre.

Blur ganó la batalla, pero lo cierto es que el disco de Oasis arrasó al final en las listas y llegó a vender 21 millones de copias en todo el mundo. SIn embargo, “The great escape” no alcanzó las expectativas creadas con “Park-life” un año antes y el fenómeno del britpop empezó a apagarse. Sí, Blur y Oasis seguían odiándose, pero ahora no le importaba a nadie. El enfrentamiento quedó reducido a la nada cuando Noel Gallagher se atrevía a decir que esperaba que Damon Albarn cogiera el sida. Cuando llegas a esos extremos, el enfrentamiento deja de tener gracia.

Lo que no cambió fue la capacidad de Liam Gallagher de hacer amigos. Mark Lanegan, el líder de Screeming Trees, aseguró que: “Este payaso ha tropezado accidentalmente con la buena vida gracias al talento de su hermano mayor”. La cita recordaba la época en que su banda hizo de teloneros de Oasis. “Su popularidad hizo que el monstruo saliese de su jaula, un monstruo pequeño e irritante. Quizá se meaba en la cama de pequeño o nunca le escogieron para el equipo de fútbol y nunca lo ha superado, pero algo le pasa”, escribiría Lanegan en sus memorias. Gallagher se limitó a decir que Lanegan era “un yonqui estirado sin sentido del humor, otro triste grunge con sus zapatillas sucias que está intentando vender libros”.

Más divertido fue su enfrentamiento con Ian McCulloch, líder de Echo & the Bunnyman, que se declaró fan de Oasis, pero aseguró que la última banda de Liam, Beardy Eye, eran “una mierda y sus letras son vergonzosas. Nunca ha sido el mejor cantante del mundo". Liam puso en marcha su ironía y escribió en twitter: “Vigila lo que dices de mis letras o juro que vendré y te las titularé en la frente”. Aquí ganó, sin duda, el ex cantante de Oasis.

Ahora las disputas se limitan a pequeños dardos vía twitter o enfrentamientos de ida y vuelta que no acaban de entenderse si no eres una de las personas involucradas. Taylor Swift y Katy Perry se odiaban a muerte por culpa de ¿unos bailarines?, pero luego volvieron a ser mejores amigas O las disputas entre Grimes y Azealia Banks, aunque la joven rapera está enfadada con medio mundo, así que no cuenta. Ahora la corrección política llega a extremos ridículos. Marc Foster, líder de Foster the people, aseguró que daba todas sus canciones rechazadas a Imagine Dragons, una broma inocente que sin embargo despertó la ira de los fans de la banda barroca y Foster no tuvo más remedio que disculparse y asegurar que admiraba mucho a Imagine Dragons.

En los últimos meses, el enfrentamiento más destacado ha sido el de los hip hoperos británicos de la clase trabajadora Sleaford Mods y los rockeros de clase media, pero con espíritu proletario, Idles, uno de los últimos fenómenos de la música inglesa. Al principio, Jason Williamson , lider de Sleaford Mods, aplaudía la música y actitud de Idles, pero entonces supo que no eran de la clase trabajadora, sino estudiantes de la alta burguesía que habían leído demasiado. “Me dio la impresión que se estaban apropiando de la voz proletaria y eso me puso enfermo”; declaró. “Es un abusón”, se limitó a afirmar el vocalista de Idles. Y se inició una pequeña trifulca en las redes.

En España podría haber pasado algo así una y otra vez, pero los músicos sobreviven como pueden y no tienen tiempo de marcar líneas rojas. Ni siquiera la Mala Rodríguez se atrevió a incidir en el tema de la apropiación cultural para meterse con Rosalía y empezar un enfrentamiento épico. No, al final se desdijo de lo que había insinuado y nadie salió herido. Todos se declararon admiración mutua y la música española se perdió un poquito de drama.

 

TITULO:  Historia de nuestro cine -Cine -  Nada en la nevera  ., Viernes  -22- Septiembre ,.

 

 Nada en la nevera

 

El Viernes    - 22- Septiembre ,.  a las 22:15 por La 2, foto,.

 

Reparto,. Álvaro Fernández Armero , María Esteve, Coque Malla, Roberto Álvarez, Laura Aparicio,.
 
 Carlota es una conductora de ambulancias de Madrid. Es una mujer romántica de 27 años, que necesita estar permanentemente enamorada, en busca de su hombre perfecto, algo que empieza realmente a obsesionarla. Una noche, en uno de sus servicios habituales como conductora de una ambulancia del SAMUR, se topa con un chico enfermo por una indigestión de huevos duros. Él es frágil, escurridizo, enigmático y un punto borde. Se dedica a dibujar comics pornográficos, tiene un amigo insolente y machista y no parece en absoluto interesado en Carlota.

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