lunes, 4 de noviembre de 2013

Curarse a 180 grados bajo cero,./ La grasa sirve para todo,./ EL CISNE AGONIZA,.

  1. Qué es. Una cabina que expulsa un gas extremadamente frío, a 170 o 180 grados bajo cero. Proporciona efectos analgésicos, regenerativos y ...-foto.
     
    Curarse a 180 grados bajo cero

    SOCIEDAD

    Curarse a 180 grados bajo cero

    La sauna helada que ha hecho famosa Cristiano Ronaldo alivia el dolor, pero los médicos discrepan de su utilidad terapéutica

    Cristiano Ronaldo, el delantero estrella del Real Madrid, confesó la pasada semana que pone a punto su máquina de hacer goles a base de crioterapia. La confesión de la megaestrella fue suficiente para que de la noche a la mañana todo el mundo hable de las bondades de la sauna helada. Los baños de gas a 180 grados bajo cero permiten, según dicen sus promotores, una recuperación rápida del cuerpo y la mente después de la práctica de ejercicio intenso o al final de un día horrible. Basta una sesión de tres minutos para poner a punto el tono muscular, aliviar los dolores y disfrutar de una potente sensación de energía.
    Por lo que cuentan sus defensores, la criosauna «es la bomba», aunque no todo el mundo comparte esa opinión. Los especialistas médicos consultados por este periódico discrepan sobre su eficacia real, aunque todos reconocen que el frío es y ha sido siempre una herramienta útil en Medicina. Desde los tiempos de Hipócrates.
    La sauna criogénica es una nueva terapia contra el dolor, y según dicen también remedia otros problemas de salud, que se está introduciendo ahora mismo en España. Estos centros o frecen la posibilidad de someterse a una de estas gélidas sesiones, indicadas, según sus promotores, para el tratamiento de una larga lista de patologías relacionadas en su mayoría con el dolor físico, aunque también el psíquico, y con aplicaciones tanto en el ámbito deportivo como en el de belleza y la estética.
    La cabina en la que se toman los baños es una especie de cilindro, abierto por su parte superior para poder sacar por ella la cabeza. El usuario puede permanecer en su interior un máximo de tres minutos. Cuando la puerta se cierra, la máquina comienza a expulsar nitrógeno a 170 o 180 grados bajo cero. La sensación que se tiene una vez dentro, según explica Ana Bilbao, que gestiona los centros de Sauna Criogénica en el País Vasco, no es de un frío intenso sino superficial, porque lo contrario podría resultar fatal para el usuario. «No hay riesgo de sufrir un paro cardiaco o una hipotermia, porque el vapor actúa sólo a nivel de la piel, no llega a los tejidos internos», explica.
    Rigor científico
    El tratamiento no busca provocar una sensación general de frío. «Una ducha resulta más paralizante», detalla Ana Bilbao. Lo que se pretende es 'engañar' al cerebro para que se ponga en estado de alerta y genere un gran número de endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad, a las que se atribuye un alto poder antiinflamatorio, analgésico, estimulante e incluso antidepresivo. «Todo esto está demostrado científicamente en Polonia, Rusia y Ucrania», detalla Bilbao, quien asegura que gracias a la crioterapia alguno de sus clientes ha llegado a dejar de consumir la morfina que tomaba para calmar sus dolores.
    El especialista en Medicina Interna Ricardo Franco tiene serias dudas sobre la eficacia del sistema. «Por debajo de los 34 grados -explica-, el cuerpo entra en una hipotermia, que si no está controlada te puede llevar a la muerte. Determinadas especialidades utilizan esta técnica para evitar que, en una cirugía, la zona en la que estás trabajando se te llene de sangre. Cuesta creerse todo esto que se cuenta sobre la criogénica», apostilla.
    El frío se viene utilizando en Medicina desde los tiempos de Hipócrates, que vivió entre los siglos quinto y cuarto antes de nuestra era. El histórico galeno griego, 'padre' de la medicina, utilizaba el hielo para reducir las hemorragias y proporcionar analgesia a los soldados heridos, siguiendo la tradición iniciada por los egipcios en el año 2500 AC. En la actualidad, la traumatología, la oncología y la cardiología figuran entre las especialidades que más recurren al uso de la hipotermia, aunque quizá sea la dermatología la que más utiliza tanto el frío como el calor como herramientas terapéuticas.
    Para quitar michelines
    Lo más común, según explica la dermatóloga Nerea Landa, especialista de Dermitek , es el uso de nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero para la quema de verrugas, lesiones en la piel y pequeños tumores. Más reciente es la técnica de la criolipolisis, que permite eliminar hasta un 25% de la grasa de los michelines sin necesidad de recurrir a una liposucción. Es un aparato que succiona el michelín y destruye las células adiposas con frío a 13 grados bajo cero. «La criogenización tiene sentido. El frío es un antiinflamatorio muy conocido», valora la especialista.
    Comparte esa misma opinión la médico del club de fútbol Eibar, Ostaiska Egia, que utiliza el frío tanto para tratar lesiones agudas como por su capacidad de analgesia. En todos los deportes es común la aplicación de una bolsa de hielo sobre una rotura, pues alivia la sensación de dolor. A los jugadores cuya salud vigila, después de entrenamientos fuertes o de algunos partidos, Egia les ofrece la posibilidad de sumergirse durante «tres o cinco minutos» en agua con hielo, que les cubre hasta la altura de la entrepierna. El médico del Athletic, Josean Lekue, comparte los beneficios que aportan las terapias de frío, pero tiene serias dudas sobre las hipotéticas ventajas de las saunas criogénicas. «Me parece que están bien, pero deben entenderse como una oferta de ocio, más cercana a los servicios que puede ofrecerte un balneario que a los de la medicina deportiva», defiende. Inmersiones controladas en agua a 15 grados bajo cero, bolsas de gel y manguitos de criopresoterapia favorecen, según explica, la recuperación muscular de los deportistas de élite. A partir de ahí, añade, no todo vale para el deporte profesional. «Hay poca evidencia científica sobre la reacción que puede activar en el sistema vascular el enfriamiento superficial de la piel», sentencia. La sauna criogénica está de moda, pero quizás algunas preguntas, desde el punto de vista científico, todavía no tienen respuesta.
  1. Cadera alta, cadera baja y pelvis. Estos tres elementos eran los que más repetía Yves-Gérard Illouz a sus colaboradores y colegas cuando le ...
     

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    La grasa sirve para todo

    La liposucción cumple 35 años convertida en la operación estética más demandada en España, con 20.000 intervenciones anuales

    Cadera alta, cadera baja y pelvis. Estos tres elementos eran los que más repetía Yves-Gérard Illouz a sus colaboradores y colegas cuando le preguntaban por el siguiente paso a dar en el mundo de la cirugía estética. Y el doctor fue el primero en aplicar a unas cánulas un aspirador, introducirlas por debajo de la piel y conseguir extraer la grasa sobrante del paciente. Nacía en el otoño de 1978 la liposucción, una operación que se ha convertido a lo largo de los años en la intervención estética más importante en cuanto a número. La Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (Secpre) calcula que se realizan unas 20.000 intervenciones al año, por encima de otras operaciones como el aumento de mamas (unas 18.500) y las blefaroplastias o cirugía de los párpados (unas 7.200).
    En estas tres décadas y media de vida de la liposucción estética, los tres elementos que el doctor francés señaló en su momento siguen siendo los más demandados. «En eso no ha cambiado nada», apunta Miguel Chamosa, presidente del Secpre. Una quinta parte de estas intervenciones son abdominales, seguida de la de flancos (14,8%) y la de muslos (11,6%). Fuera del podio se quedan las operaciones de trocánteres (prominencias en la cabeza del fémur) con un 11,2%, mientras que las de rodillas, piernas, cervical o torácicas no superan el 10%. Unas intervenciones que no tienen nada que ver con las que se hacían a finales de los setenta. «Lo más parecido es el nombre», señala con humor el doctor Chamosa. La reducción de las varillas hasta los 2 o 2,5 milímetros o el uso de una anestesia local, mezcla de la usada por los dentistas y el suero, realizada por el doctor estadounidense Jeffrey Klein, son algunas de las principales novedades de esta técnica que cada vez es menos invasiva en las pacientes. En femenino, ya que el 84,6% de los casos son mujeres.
    Además de la técnica, otro de los avances es la reutilización de la grasa retirada del abdomen, por ejemplo, para usarla en otros retoques. «Actualmente, la grasa extraída de una liposucción se emplea, sobre todo, para aumentos discretos de las mamas, aumentos de glúteos y rellenos de arrugas o líneas de expresión», explica el presidente del Secpre, que considera fundamental en esta práctica «no maltratar» a los adipocitos, las células de la grasa, «muy delicadas».
    Más seguridad
    Esta buena época también ha traído consigo un buen número de imitadores. «Hay una época en la que se ofrecían liposucciones sin cirugía y eso es incongruente», apunta el doctor. «Se habla de ultrasonidos o láseres, pero sólo permiten reducciones pequeñas de tejido adiposo. Son técnicas no invasivas, es decir, sin intervención quirúrgica, con lo que destruyen los adipocitos pero no los extraen», apunta.
    Por otra parte, desde esta sociedad científica se considera necesario un aumento de las medidas de seguridad para evitar el intrusismo. El Secpre recuerda que Bélgica es el país europeo pionero en dictar una ley, en junio pasado, sobre las intervenciones de estética practicadas por médicos sin el título oficial de Cirugía Plástica, a los que limita la cantidad a extraer, entre el suero inyectado y la grasa, a menos de un litro cada vez. «Debemos huir siempre de términos engañosos como lipoescultura, pues únicamente se esculpe lo que es duro, no un tejido graso, o de otros que se prestan a confusión, como remodelación corporal, pues a día de hoy sólo remodela la liposucción, porque sólo ella extrae y sólo ella está, o debería estar, supervisada por un cirujano titulado que puede complementarla, en un momento dado, con otras intervenciones», añade el presidente del Secpre, que también advierte de que no todas las personas pueden acogerse a esta intervención.
    Las personas obesas, «cuyos acúmulos grasos son tan grandes que no pueden extraerse ni destruirse sin consecuencias para los pacientes», tienen que realizar una dieta equilibrada y, llegado el caso, una gastroplastia o un balón intragástrico. Para el resto, las reducciones de grasa están indicadas en aquellas zonas en las que los acúmulos suelen mostrarse rebeldes a las dietas o el ejercicio físico, como el abdomen, la papada e incluso las mamas en los hombres o las caderas, los glúteos, los muslos y las pantorrillas en las mujeres. 

    TÍTULO; EL CISNE AGONIZA,.

    El cisne agoniza 

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    El cisne agoniza

    La SGAE ha dado la voz de alarma esta semana y ha agitado las aguas del lago de Tchaikovsky: «La danza está en serio trance de desaparición». Bailarines, compañías, administraciones y coreógrafos analizan los «peligros» del sector

    Pekín, el pasado viernes. El Ballet Nacional de España pone en escena 'Farruca', 'Bolero' y 'Medea' y enloquece al público del Teatro Nacional, el más importante del país. Las funciones arrasan.
    Bilbao, teatro Arriaga, mismo día. La compañía Antonio Gades estrena 'Fuenteovejuna' y logra algo más de media entrada.
    Son dos escenas que ilustran el momento actual de la danza en España. Fuera triunfa y llena recintos. En casa gusta y tiene sus adeptos, pero en muy raras ocasiones sus programadores pueden colgar el cartel de 'no hay billetes'. De hecho, la asistencia del pasado viernes al teatro Arriaga puede considerarse todo un éxito para un sector que, según todas las opiniones, atraviesa un delicado momento. La gravedad y pronóstico del enfermo varía según las fuentes consultadas, pero está claro que algo sucede. Algo muy grave. Para muchos, la danza agoniza.
    La voz de alarma la ha dado esta semana el Anuario de la SGAE de las artes escénicas, musicales y audiovisuales. «La danza está en serio trance de desaparición», diagnosticó el secretario general de la Fundación SGAE, Francisco Galindo. Sus espectáculos apenas atrajeron a un millón de personas a los teatros en 2012. Bajaron los montajes puestos en escena y cayó la recaudación. Fue un mal año. Otro más. Desde 2007 el sector no para de decrecer. El cisne ya no es feliz en el lago: una simple metáfora.
    Según los datos oficiales, en España hay 471 compañías de danza (clásica, contemporánea, urbana, flamenco, folclore) y 274 empresas ligadas al sector. En Euskadi el número no llega a la veintena. Esa es la fotografía 'oficial', la que aparece en el registro. La otra, la del día a día, descubre que apenas una decena de compañías, «como mucho», mantiene un elenco de profesionales con nómina mensual asegurada, con una programación estable, giras... Las más importantes, la Compañía Nacional de Danza y el Ballet Nacional de España (ambas públicas y dependientes del Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música INAEM). Están también, a un menor nivel, el Ballet de Ángel Corella, LaMov de Zaragoza, algunas formaciones de tamaño medio dependientes más o menos de gobiernos autonómicos -en Euskadi no hay ninguna-... Pero en la inmensa mayoría de los casos se trata de pequeñas formaciones que «intentan sobrevivir con los bolos que les van saliendo», aunque sin estabilidad.
    Eso explica que los mayores talentos se vean condenados siempre a la emigración para forjarse una carrera profesional. En Euskadi sobran los nombres: Lucia Lacarra, Asier Uriagereka, Alicia Amatriain, Ander Zabala, Amaya Ugartetxe, Iker Murillo, Itziar Mendizabal, Jon Vallejo, Mikel Jauregui...
    «Somos los más pobres»
    «Es verdad que estamos mal, pero yo tampoco creo que hay que mandar un mensaje tan pesimista como el de la SGAE. Es que en la danza hemos vivido siempre así; toda la puñetera vida en crisis y bajo mínimos y peleándonos, luchando como animales para conseguir algo». Igor Yebra, el bailarín vasco más internacional, habla con las tripas cuando se le pregunta por este tema. «Siempre estamos callados y la gran mayoría trabajamos fuera y no podemos defendernos. Pero la gente de la danza siempre hemos sido, dentro de la Cultura, los más pobres. Ni siquiera la Cenicienta. Es algo que quedaría muy bonito, pero ni siquiera la Cenicienta. Hemos sido las sobras de las sobras. Y cuando ha llegado la crisis, a quienes más ha afectado ha sido a nosotros», analiza el bailarín estrella de la Ópera Nacional de Burdeos.
    Para explicar la situación actual del sector, se puede hablar de 'tormenta perfecta'. La danza siempre ha arrastrado problemas estructurales, como la falta de tirón popular (apenas un 6% de la población va una vez al año a ver una función) y la ausencia de compañías potentes y atractivas. Siempre ha vivido muy atomizada, sin una voz común que articule un mensaje unitario. Un andamiaje un tanto frágil que se apoyaba, para algunos excesivamente, en las ayudas públicas para seguir en pie. «El modelo español para impulsar la danza ha sido siempre el de la subvención. Esto parecía que iba a ser eterno y es evidente que no era así», reconoce Miguel Ángel Recio, director general del INAEM, que tampoco comparte el diagnóstico de la SGAE.
    Así que cuando el dinero público ya no llega para subvencionar giras y sostener programaciones, y los teatros se han visto obligados a apostar por los productos culturales más rentables y seguros (teatro, musicales, conciertos) para garantizar taquillas, todo ese andamiaje ha comenzado a temblar peligrosamente. La danza, sobre todo la clásica, ha desaparecido de los pequeños teatros de provincias y sólo resiste en las capitales. «Por eso estamos en esta grave situación. Se nos han caído todas esas estructuras que nos mantenían en pie», explica gráficamente Fernando Saénz de Ugarte, director general de Dantzaz, compañía guipuzcoana con 11 bailarines y que cuenta con una plataforma para facilitar un primer empleo a jóvenes talentos.
    Y si la situación ya era «complicada», la subida del IVA cultural al 21% -«algo salvaje, brutal y escandaloso» para Igor Yebra- ha venido a apretar un poco más la mano sobre el cuello del cisne. «Es cierto que lo del IVA es preocupante, pero no sólo para la danza sino para todo el sector. Ha supuesto, junto a los ajustes en las Administraciones, recortes e incluso la congelación de programaciones y el coste directo de las entradas», detalla Emilio Sagi, director artístico del Arriaga, que esta temporada programará diez espectáculos de danza. «En estos momentos creo que somos el teatro público que más danza programa en todo el país», asegura.
    Sobre este escenario, en el sector ya se debate cómo salir del foso y volver a la luz de los focos. Nadie cree que los malos augurios de la SGAE se lleguen a cumplir. «¿Desaparecer? Nunca», sentencia Yebra. «Estamos mal pero si te comparas con hace veinte o treinta años, vivimos de lujo. Nunca hemos sido un país volcado en la danza, pero lo que sé es que cuando actúo aquí lleno siempre. Y la gente pide más. No sé lo que ocurrirá en el futuro. Yo haré todo lo posible para que las cosas vayan mejor que cuando empecé».
    Desde la Administración central apuestan por «seguir apoyando a las pequeñas compañías» y el INAEM, por su parte, mantiene tres millones de euros anuales para financiar circuitos, giras y conceder ayudas nominativas. Además, ha lanzado el programa PLATEA, dotado con 6 millones, y al que podrán acceder los recintos culturales que al menos destinen a la danza el 25% de su programación.
    «El que tiene calidad seguirá»
    Desde los propios profesionales ya hay voces que llaman a buscar nuevas fórmulas «amoldadas a la época que vivimos». Jon Ugarriza fue uno de esos jóvenes talentos vascos que tuvo que emigrar en busca de un sueño. Madrid, Berlín, Tokio, Londres... Trabajó en grandes compañías, pero decidió regresar a casa. Fundó una empresa -Masqdanza- y comenzó de nuevo. Y le va muy bien. «No pienso que estemos tan mal, para nada. Estamos en un periodo de transformación, de transición hacia nuevas propuestas más interesantes.
    espectáculos de danza se ofrecieron en España, un 13% menos que el año anterior. En Euskadi fueron 166 (-8,7%). En Madrid, la que más, 761; en Cantabria y Castilla La Mancha, las que menso, sólo 11. Desde 2008, inicio de la crisis, se han dejado de programar cuatro de cada diez montajes en todo el país.
    espectadores acudieron en 2012 a alguna función de danza en España, un 10% menos. En Euskadi la caída fue aún mayor, del 17,2% (de 134.417 a 111.275 personas). El público que ha dejado de ver danza desde el arranque de la crisis supera el medio millón.
    millones de euros recaudaron los montajes de danza en España en 2012, un 14,4% menos. En el País Vasco, el descalabro llegó casi al 40%. Pasamos de 1,2 millones a 732.981 euros.

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