«La
ceja de Ancelotti nos muestra el camino», reza una de esas pancartas
que llaman la atención en el Bernabéu, donde el Madrid no termina ...
«La ceja de Ancelotti nos muestra el camino», reza una de
esas pancartas que llaman la atención en el Bernabéu, donde el Madrid no
termina de redondearse como equipo pero al menos es más solvente y
fiable que en sus sofocantes desplazamientos. Carletto es uno de esos
técnicos poco intervencionistas que conceden el protagonismo a los
jugadores, mucho más del perfil de Luis Molowny, Vicente Del Bosque o
Jupp Heynckes que de José Mourinho. Aún no ha dado con la tecla y divide
al madridismo, pero responde al estereotipo de entrenador llamado a
conquistar Europa con los merengues.
El bondadoso preparador de Reggiolo, con mejor imagen que
prestaciones desde su aterrizaje en Barajas, estalló y se sinceró tras
sufrir otro sofoco en Vallecas, donde su Madrid fue bailado por un
equipo con un presupuesto cinco veces menor de lo que costó sólo
Illarramendi. «La segunda parte fue un desastre. Cuando reabres dos
veces seguidas un partido que ganas 0-3 no es casualidad. Hay que
cambiar y quitar superficialidad», espetó en la sala de prensa del feudo
franjirrojo. Discreto él, evitó señalar culpables en público y
garantizó que los problemas se tratarán en el «vestuario».
Agarrados cada vez más a sus megaestrellas, los blancos
pasarán por el diván de su dubitativo entrenador, incapaz por ahora de
equilibrar a un grupo que convierte los partidos en vertiginosas
montañas rusas Cometer cuatro penaltis en dos partidos es insólito en el
Madrid. Tal y como confiesa Diego López, obedece a la «falta de
concentración». Examen de conciencia y dolor de los pecados en el
confesionario blanco.
«Hay que aumentar la intensidad y reconocer los errores
para que no nos vuelva a ocurrir lo de Vallecas. Debemos mantener la
intensidad los 90 minutos», esgrime Pepe, tan vulnerable ante los de
Paco Jémez como Sergio Ramos. Ancelotti tiene un problema con los
centrales y los laterales. Ha encajado siete goles en tres partidos y
nada menos que 16 en 12 jornadas de Liga. Sólo en Granada (0-1) y en
casa ante el Málaga (2-0), ha dejado su puerta a cero.
Lejos de casa, sus ejercicios resultan contradictorios.
Vivió en el alambre en Los Cármenes, debió salir goleado en Villarreal
(2-2), Muñiz Fernández le rescató del ridículo en Elche (1-2), una
reacción heroica le salvó en el descuento ante el Levante (2-3), en el
Camp Nou cayó ante un discreto Barça (2-1) y frente al colista se impuso
pidiendo la hora (2-3). Tras cuatro meses de trabajo, este Madrid no
alcanza la velocidad de crucero.
Ancelotti advierte los errores igual que cualquier otro
aficionado, pero de momento no acierta con los remedios. Demasiados
cambios, sobre todo en el centro del campo, donde la plena recuperación
de Xabi Alonso es básica para recuperar el orden. «Estando Xabi a punto,
dormiré mejor», remarcó Ancelotti en una reciente entrevista. Cuando el
tolosarra salió del campo en Vallecas y entró Illarramendi, el Madrid
sobrevivió en el caos. Se echó mucho de menos a Khedira, criticado
porque no es brillante pero necesitado porque aporta músculo y corre por
todos.
Un marasmo al que contribuye el técnico con constantes
movimientos de ficha en el trivote, quizá porque Illara, Isco y Modric
no terminan de convencerle. Los fichajes españoles son excelentes
futbolistas pero cree Ancelotti que aún les falta recorrido para
representar a un Madrid rutilante, y el balcánico era figura en el
Tottenham y en Croacia pero le falta algo para responder a la máxima
exigencia.
Vaivenes con los canteranos
Ancelotti también es señalado por sus vaivenes con los
canteranos. No se entiende que no cuente con Casemiro pese a la
excelente pretemporada del brasileño, que Jesé marque en el Camp Nou y
luego no sea ni convocado ante el Sevilla, o que Morata haya dejado de
disfrutar de minutos por más que Benzema haya crecido de forma
exponencial en los últimos encuentros.
Gareth Bale ha entrado bien, con dos goles y cuatro
asistencias en los dos últimos encuentros, pero da la sensación de que
la aparición del galés ha partido el bloque porque ninguno de los de
arriba presiona, ni defiende. Ni Bale, ni Cristiano, descomunal en
ataque con sus 13 dianas, ayudan a los laterales. Y Karim no se esfuerza
precisamente a la hora de atosigar a los centrales rivales en la salida
de balón.
Por suerte para Florentino Pérez, su nuevo proyecto con más
individualidades que grupo y más talonario que planificación, marcha
firme en Europa, con tres victorias consecutivas, 12 goles a favor y
sólo dos en contra. Pero espera el martes un examen complicado en Turín,
con arbitraje del inglés Howard Webb, el que condujo la final del
Mundial de udáfrica. Con apenas dos puntos en su casillero, tras sendos
empates frente al Copenhague y el Galatasaray, la Juventus de Conte
necesita vencer para seguir con serias opciones de clasificación y no
depender de los turcos. Y los transalpinos, heridos en su orgullo porque
creen que merecieron mucho más en el Bernabéu, no son tan inocentes
como ese ‘Rayito’ colista que amenaza pero no fulmina.
TENIS
Ferrer perdona la vida a Djokovic y pierde su título
El alicantino sacó en los dos sets para cerrar la manga pero falló en el momento clave y al final perdió por 7-5 y 7-5
Perdonar a los grandes equivale a derrota segura. Ese
tópico repetido en cientos de ocasiones quedó demostrado este domingo en
la final de París-Bercy. David Ferrer tuvo en su mano el partido. De
hecho, gozó dos veces de la misma oportunidad. Tanto en el primer set
como en el segundo estuvo 5-3 a favor y a continuación sacó para cerrar
la manga. Pero como le ha pasado en otras ocasiones, el alicantino
indultó a su rival, le dio vida y acabó pagándolo con la derrota. Dos
servicios, dos oportunidades, en las que no llegó a tener una bola de
set. Dos servicios, dos ocasiones perdidas, que fueron demasiado castigo
para un gran partido que no pudo rematar y que perdió por 7-5 y 7-5.
Así Djokovic se alzó con su decimosexto título de Masters 1.000 tras la
decimoséptima victoria consecutiva.
Desde el principio, David Ferrer demostró que no es sólo
piernas y corazón. Es también tenis, mucho tenis. Un jugador excepcional
y muy regular que sin embargo sufre con Nadal o Djokovic . Y eso que no
decepcionó al principio. El alicantino, que se ha asegurado acabar como
mínimo número cuatro al final de este año, empezó jugando como lo hizo
ante Nadal y Berdych. Cogió el ritmo del partido a base de derechas. Él
dominaba y repartía juego. Los principales ángulos y tiros ganadores
salían de su raqueta. Uno de esos golpes, una extraordinaria dejada tras
un punto eterno, le dieron el primer 'break´ del encuentro. 'Ferru' ya
estaba por delante de un set que tenía donde quería.
Muy centrado y llevando de lado a lado al serbio, el de
Jávea sufrió para consolidar la rotura. Pero poco a poco se fue
desperezando 'Nole'. Tanto que cuando sacaba para cerrar el set despertó
al mismo tiempo que se le acababa la munición a Ferrer . Ya no era el
español el que movía a Djokovic . Todo lo contrario. De pronto su
servicio dejó de herir al serbio, que se creció y cargó. Sacó toda su
artillería y el repertorio de golpes ganadores, algo que fue demasiado
para Ferrer, que retrocedió en la pista y en el partido. En los tres
últimos juegos del parcial apenas hizo dos puntos, señal de que se nubló
y falló. Así volvió a ceder su servicio. Del 5-3 a favor del de Jávea
se pasó al 5-7. Cosas de Djokovic y de su bestial capacidad para darle
la vuelta a los partidos.
2º set calcado al 1º
Los golpes del balcánico habían cambiado. Ya no eran tan
rectos como al inicio del duelo. Con más altura y menos errores, había
encontrado la forma perfecta de llegar al tiro ganador con más comodidad
-en la primera manga hizo 18 'winners' por 7 de Ferrer -. Pero de nuevo
Ferrer se puso por delante. Se acordó de que para ganar a Djokovic
tenía que ser agresivo. Así empezó el segundo parcial, momento en el que
rompió el servicio del balcánico.
Y aunque parecía que el nº 2 se desesperaba, se repitió la
misma película del primer set. Con 5-4 para el de Jávea, un error no
forzado de revés y otro de derecha le sentenció. Ya estaba fundido. El
golpe moral había sido demasiado duro. Verse dos veces con el parcial en
la mano le había destrozado mentalmente. Un mazazo que pagó con dos
juegos consecutivos que dieron el triunfo a Djokovic, que ha ganado las
últimas 5 veces a Ferrer y se postula como claro favorito para la Copa
de Maestros.
TÍTULO: LA VIDA ESCRITA A RITMO DE JAZZ,.
- Fue un provocador nato, un poeta del absurdo, un trompetista de jazz, un dramaturgo subversivo y un escritor proclive a experimentar con ...Cultura
La vida escrita a ritmo de jazz
Un cómic ilustra la biografía de Boris Vian, un hombre polifacético que consagró sus días a la literatura y a la música -foto
Fue un provocador nato, un poeta del absurdo, un trompetista de jazz, un dramaturgo subversivo y un escritor proclive a experimentar con todos los géneros. Boris Vian (Ville-d'Avray, 1920-París, 1959) estaba aquejado de una dolencia cardiaca que arrastraba desde la adolescencia. Presintió pronto que su vida iba a ser breve. De ahí nació quizás su temperamento polifacético y su dedicación a disciplinas tan dispares como la ingeniería y la traducción, así como su gusto por camuflarse detrás de heterónimos. La vida de este escritor da para mucho, incluso para alumbrar un cómic. 'Piscina Molitor. La vida swing de Boris Vian' (Impedimenta), de Christian Cailleaux y Hervé Bourhis, recrea en viñetas la vida de este precursor de muchos movimientos y tendencias de vanguardia. El título de la novela gráfica alude a la legendaria piscina en que Vian nadaba, convencido de que este ejercicio fortalecía su castigado corazón.Nacido en el seno de una familia burguesa venida a menos, Vian heredó de su familia su amor por el arte, la música y la literatura. Su padre, que sufrió la devastación de la crisis de 1929, era poeta y traductor aficionado. A los 36 años no tuvo más remedio que arremangarse y trabajar de representante comercial a causa del desplome económico. Vian aprendió de su progenitor a desdeñar el dinero y a aborrecer la milicia y la religión. Su madre, que adoraba la ópera, tocaba el piano y el arpa. Con estos antecedentes, la vida del joven Boris parecía irremediablemente abocada al arte.Antes de que las tiendas de lujo y las boutiques se apoderaran de Saint-Germain-des-Prés, este barrio era el escenario en que Boris Vian y sus amigos noctámbulos se corrieron juergas antológicas. En el París bohemio de aquellos años, Boris Vian ofició de trompetista de largas veladas musicales, muchas de ellas en el Tabou, local de paso obligado para las huestes existencialistas. El escritor frecuentó la amistad de monstruos del jazz y conoció a Duke Ellington, Miles Davis y Charlie Parker, pero también a lo más granado de la intelectualidad francesa. Por el cómic desfilan Raymond Queneau, Jean-Paul Sartre, el violinista Yehudi Menuhin o la cantante Juliette Gréco.El escritor vivió el jazz con más intensidad incluso que la escritura. Compuso unas 200 canciones y llegó incluso a grabar un disco y a emprender una gira. El día que escuchó por primera vez en concierto a Duke Ellington fue uno de los más felices de su vida. En justa reciprocidad, el pianista y compositor fue padrino de su hija.Durante la proyección privada de la adaptación cinematográfica de su novela 'Escupiré sobre vuestra tumba' -firmada con el pseudónimo de Vernon Sullivan-, Boris Vian murió. Tenía 39 años. Era el 23 de junio de 1959 y antes había hecho unos largos en la piscina Molitor, una imagen recurrente a lo largo de todo el cómic. Algunos maldicientes aseguran que su corazón no pudo soportar el disgusto que le infligió el ver la película. Más allá de los méritos del filme, la novela rebosa sexo y violencia, circunstancia que le indispuso contra la sociedad biempensante, que le tachó de «pornógrafo». Por culpa del libro fue a juicio, acusado de «ultraje a la moral y a las buenas costumbres».Vian escribió obras maestras de la literatura como 'La espuma de los días' (1947), una delicada historia de amor que es todo un contrapunto a la sórdida 'Escupiré&hellip'. 'La espuma de los días' destila la amargura por sus amores contrariados con Michelle, su mujer, que le puso los cuernos con Sartre. Como venganza, Vian se mofó del pensador llamándole Jean Saul Partre. Obras suyas son también 'El otoño en Pekín' (1947), 'Las hormigas' (1949), 'El lobo hombre' (1948), 'Que se mueran los feos' (1948) y 'La hierba roja' (1950), tributarias de una visión del mundo que bascula entre lo absurdo y lo onírico.
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