La
bella actriz pelirroja luce un vestido blanco que le favorece mucho, al
estilo de una princesa medieval, con un colgate muy llamativo (Foto ...
Actriz de belleza atípica y talento deslumbrante, ha
conquistado definitivamente Hollywood con una interpretación magistral
en su próxima película, 'La desaparición de Eleanor Rigby'.
Hacía tiempo
que el cine no veía tal desembarco.
Corría 2011
y Jessica Chastain (1977,
California), una pelirroja desconocida
para el gran público,
se paseaba por la alfombra
roja de Cannes flanqueada,
nada menos, por Brad Pitt y
Sean Penn. Presentaba “El
árbol de la vida”, el último
filme de un director de culto,
Terrence Malick. Pero, además,
protagonizaba “Take
Shelter”, que al final se llevó el
“grand prix”.Por si fuera poco, también estrenó por entonces “Criadas y señoras”, que le valdría una nominación al Oscar. Normal que en 2012 entrara en la lista de Time de las 100 personas más influyentes del mundo y fuera designada la sonrisa más sexy en la lista de Victoria’s Secret “What’s sexy”. Increíble que volviera a epatar con “La noche más oscura”, un bombazo mundial en el que cazaba a Bin Laden.
“No tenía nada de experiencia en la alfombra roja y me aterrorizaba aquel momento. Estaba petrificada y no paré de temblar durante todo el recorrido en coche desde el hotel hasta el cine”, recuerda de aquella experiencia en Cannes. Hoy Jessica, gatuna de cuerpo y cara, se pasea con toda seguridad como embajadora de Manifesto, el perfume de Yves Saint Laurent. “Admiro esta firma por su audacia y por la manera en que apoya la individualidad. Crea una mujer moderna, libre, fuerte. ¡Catherine Deneuve en esmoquin!
Me identifico mucho con sus valores, porque soy de las mujeres que prefiere destacar su singularidad en vez de disimularla. De todos modos, mi historia de amor con los perfumes de Yves Saint Laurent se remonta mucho más atrás, al colegio. Mi tía solía ponerse Opium, y una vez me regaló un frasquito en el que quedaba un poco. Me sentía tan glamurosa cuando me ponía unas gotas...”.
Su perfumada embajada coincide con su primera portada en Vogue, la biblia americana de la moda, y un reportaje que la inmortaliza imitando a musas de Magritte, Matisse o Klimt. Su reino, parecen decir, no es de esta época. “Es cierto: no tengo un look moderno. No soy de esas chicas que entra en una habitación y todo el mundo exclama “guauuuu”. Cuando me mudé a Los Ángeles, me di cuenta de que mi físico no iba a ponerme fácil las cosas. Los directores de casting no sabían muy bien qué hacer conmigo. No soy la típica rubia, bronceada, alta y delgada. Deseaba tanto ser rubia y ponerme morena... Fui una adolescente poco contenta consigo misma”, dice. Por suerte, algo vino en ayuda de este patito feo inesperado: “Sí, la moda me ayudó a aceptarme.
A los 12 años, inspirada por las revistas, me corté el pelo muy corto y empecé a experimentar con mi look. Me gustaba arriesgar. Casi siempre llevaba unas botas de “cowboy” rojas, y en la escuela se reían, pero yo veía a Jerry Hall en los editoriales de moda (por entonces ella también era pelirroja) y me daba fuerzas. Era tan poderosa”. Después de aquellas botas, ha habido más riesgos. Por ejemplo, cuando, en contra de la opinión de su agente, aceptó el papel de Maya en “La noche más oscura”, que la valdría su segunda nominación al Oscar.
Y también fue una atrevida sugerencia de Jessica la que dio el empujón a “La desaparición de Eleanor Rigby”, la película que protagoniza junto a James McAvoy, y que se ha llevado de calle a crítica y público en el último Festival de Cine de Toronto. El filme tiene historia: cuando aún era una aspirante a estrella, en el Festival de Miami, Jessica abordó al director de un corto que le había gustado y le propuso trabajar juntos. Él escribió un drama romántico sobre el fin de una pareja, un proyecto que ha estado 10 años en espera. Hasta que en una reunión con Ned Benson (el director), Chastain le sugirió que tuviera en cuenta no solo la perspectiva de él, sino también la de ella. “En la vida, y también en el cine, soy tan feminista... No lo puedo evitar. Las películas siempre suelen mostrarnos el mundo desde una sola perspectiva: la masculina”.
Creció en una familia de clase media: su padrastro era bombero y madre, cocinera vegana. Ella asistió a clases de baile desde los nueve años, teatro desde los 15 y, finalmente, interpretación en la prestigiosa escuela Juilliard, de la que se licenció con honores y varios trabajos en cartera. Su conexión con “el artisteo” se remonta a dos generaciones anteriores: su abuela Marilyn. “Ella ha sido la persona que más me ha influido. Siempre soñó con ser actriz, pero en los años 50 no era fácil. Ella me llevó a mi primera obra de teatro y me ayudó a mudarme a Nueva York. Me acompaña siempre que puede en la alfombra roja y parte de mi éxito es suyo”. Es precisamente en la alfombra roja donde la personalidad de Chastain llama más la atención, evoca el misterio y el “allure” de las estrellas del Hollywood clásico.
Para preparar sus apariciones públicas, cuenta con una estilista de cabecera, Elizabeth Stewart. “He trabajado con ella durante los últimos años. La primera vez que nos vimos, conectamos. Como yo, ella siente que la moda es algo más que vestirse para estar atractiva Jamás me pongo algo simplemente porque llama la atención. Cuando llevo un vestido, quiero contar la historia que hay detrás. No se trata tanto de mí como de él”, puntualiza.
Discreta, humilde, reservada. Así describen los que la conocen a esta mujer en la cresta de la ola. La primera en medio siglo que ha logrado hacerse con los protagonistas de cuatro “blockbusters” consecutivos: “Mamá” (2013), “La noche más oscura” (2012), “Criadas y señoras” (2011) y “La deuda” (2010). “Es cierto. Soy muy tímida y algo torpe”, asegura. De alguna manera, el patito feo sigue dentro de esta mujer triunfadora y bella. “No es que esté a la defensiva, pero sí tiende a protegerse, a no ser un libro abierto”, dice de ella Guillermo del Toro, productor de “Mamá”.
Al Pacino, quien la dirigió en 2011 en “Salomé”, admite que no sabe gran cosa de ella. “Disfruté mucho de su compañía. Sin embargo, jamás tuvimos una de esas charlas a corazón abierto. No tengo ni idea de hacia dónde va”. Y sus antiguos compañeros en Juilliard aún se asombran de lo centrada que estaba en su trabajo, a esa edad en la que solo se piensa en fiestas. “Prefería echar unas partidas al Scrabble o acudir al cineclub a ver la última de Haneke que irse a bailar”, cuenta Jess Weixler, aún su mejor amiga.
La chica rara del instituto se está tomando ahora su revancha. “Espero que mi éxito y estos halagos le enseñen algo a los chicos que se reían de mí. Cuando alguien dice que soy atractiva, para mí es una enorme alegría, quizá porque he sido una niña torpe y un poco chicazo. Espero que mi primer novio, que rompió conmigo en San Valentín, esté leyendo los cumplidos que ahora me dedican.
Desmontando a Jessica
* Jamás se separa de Chaplin, su perro adoptado, de solo tres patas.
* Su verdadero padre, el músico Monasterio, se desentendió de ella cuando era solo una niña. Murió en 2013.
* Su hermana Juliet, la única que pudo conocer a su padre y vivir con él, se suicidó en la casa de este en 2003.
* Sus abuelos por parte de padre, Antonio y Ramona, eran inmigrantes españoles.
* Es estricta vegana y experta practicante de yoga.
* Admira a los actores Tilda Swinton, Isabelle Huppert, Julianne Moore y Ralph Fiennes.
* Su película favorita es “El paciente inglés”, y la serie con la que más ha disfrutado, “Los Soprano”.
* Le gusta tocar el ukelele.
* Estuvo a punto de interpretar a Diana de Gales en el “biopic” de la princesa, papel que recayó en Naomi Watts.
TÍTULO: PROTAGONISTA, EN DIRECTO, VIDAS PRIVADAS, MÚSICA EN LA CALLE,.
- 30 años, cantante, guitarrista y compositora Ganadora de latercera edición del Festival de Músicos Callejeros TrebufestivalAcaba de publicar ...-fotosPara ellos, una esquina puede convertirse en el mejor escenario, pese al frío y los escasos ingresos. Ahora que en Madrid han tenido que aprobar un examen para mostrar su arte, queremos descubrirlos.No saben a cuanto ascenderá su “sueldo” del día. Tampoco a qué tipo de público le arrancarán hoy unos sencillos aplausos. Pero dicen (y cantan) que la calle es el escenario más mágico de todos los imaginables. Por eso están convencidos de que acercarse con su música desde los pasillos del metro o la esquina de una plaza a todo el que los quiera escuchar es un oficio por el que merece la pena luchar. “Hay pocos escaparates tan sinceros y a la vez con tantas posibilidades como la calle”, explica Ara Musa, cantante, guitarrista y compositora que hace solo unos meses sacó al mercado su segundo disco, “Bocaítos al alma”. “Las primeras veces impresiona, y puede que sea el entorno más duro para cualquier músico, pero creo que es muy interesante”, comenta. Ella decidió un buen día de hace seis años que no encontraría mejor local de ensayo que el más abierto y exigente de los posibles.
Igual que David y Alberto Rodríguez, los dos hermanos gemelos que han fundado el grupo Ernest, que cogieron un tren desde León con sus guitarras colgadas al hombro para plantarse en Madrid, con la meta de vivir de la música a cielo abierto. También Gloria Lamadrid y Amy Jo Doherty se dieron esa misma oportunidad: a la primera, pianista y profesora de Magisterio Musical, se le ocurrió que la música clásica no tenía por qué ser patrimonio exclusivo de auditorios y empezó a sacar su teclado a pasear; la segunda, hermana del archiconocido Pete Doherty, vino a España buscando una nueva vida que comenzó como profesora pero también cantando ante desconocidos en el parque de El Retiro y en la Gran Vía de la capital.
LOS PRIMEROS PASOS. Si hoy todos ellos han conseguido vivir de la música es, en parte, gracias a que pudieron dar sus primeros pasos en ese difícil escenario que es la calle. Sus patrocinadores fueron –y para algunos de ellos todavía siguen siendo–, desconocidos viandantes convertidos en pequeños mecenas del arte musical en la calle. Y quizá esa sea la razón de que hablen de ese enorme escenario sin puertas ni ventanas como la vía de escape perfecta a la rigidez comercial que marca la pauta en el universo de la música.
Por eso a quienes se animaron a solicitar su autorización para poder seguir tocando en las calles del centro de Madrid les resultó algo extraño pasar las famosas “pruebas de idoneidad” que ha celebrado el Ayuntamiento de la capital durante las semanas previas a la Navidad. Lo hicieron en una formal sala del Centro Cultural Conde Duque frente a un tribunal formado por tres personas. Y aunque el escenario no era el habitual, hicieron su trabajo de todos los días: difundir su música ante completos desconocidos que, como muchos hacen a diario, se encargarían de evaluarlos. La única diferencia era que, en esta ocasión, se jugaban una autorización sin la que no podrían seguir ejerciendo su trabajo en la vía pública.
MOMENTOS MÁGICOS. También había otra gran diferencia, y es que sabían que en aquel tribunal formado por funcionarios municipales difícilmente podrían encontrarse con alguno de esos momentos especiales que ellos viven a diario. Por ejemplo, el que sucedió hace solo unas semanas, cuando vecinos y turistas que paseaban por la calle Preciados formaron un corro enorme y empezaron a encender velas frente a un par de músicos que llevaban cantando unas horas. Los primeros sorprendidos fueron los músicos que habían originado esa escena espontánea. “Solo por días como ese merece la pena el frío, la lluvia, el viento o el calor que pasamos. La calle está llena de instantes únicos”, comenta David Rodríguez. Ya lo decía Stravinsky: no basta con oír la música; además, hay que verla. Y si te sorprende sin buscarla puede ser todo un regalo.
ARA MUSA
30 años, cantante, guitarrista y compositora. Ganadora de la tercera edición del Festival de Músicos Callejeros Trebufestival. Acaba de publicar su segundo disco.
"Que se pare alguien a quien le gusta tu música, te da energía"
“Desde pequeña he estado dando clases de solfeo, canto y guitarra. Pero cuando empiezas, no tienes representantes detrás y no sabes por dónde empezar. Por eso la calle me pareció buena opción para arrancar hace seis años. Conocí a músicos de batucadas y me animaron a salir a cantar. Como no tenía local de ensayo, pensé que era buena idea. La primera vez que salí con la guitarra y un cajón se formó un círculo tremendo, parecía una fiesta. Eso te da mucha energía. Me pareció un escaparate muy interesante porque es muy exigente, incluso más que una sala de conciertos. Cuando das un concierto, el que va a verte ya sabe lo que se va a encontrar, mientras que en la calle solo se para quien le gusta lo que escucha. Ahora, como estamos con el lanzamiento del segundo disco, tocamos más en salas como Penélope, Heineken, Taboo..., pero nos atrae mucho la calle”.
DAVID Y ALBERTO RODRÍGUEZ
33 años, fundadores del grupo Ernest. Llevan tres años tocando en la calle.
“En una plaza es donde mejor demuestras si vales”
“Empezamos a tocar a los 16 años con un libro de acordes, nuestras guitarras y muchas horas de aprendizaje en casa. Tres años después ya tocábamos semanalmente en una taberna irlandesa mientras trabajábamos como camareros, y así seguimos mucho tiempo, compaginando la barra con conciertos en donde podíamos, hasta que nos decidimos a ir a Madrid. Estuvimos tres meses estudiando qué calles de la ciudad tenían mejor acústica y más público, tocamos en varias ocasiones para poder hacer números y ver si nos salían las cuentas, elegimos el repertorio... Y nos plantamos en Preciados con nuestro sueño, pero también con el miedo a fracasar, porque en una plaza es donde mejor se demuestra si vales o no.
Ahora vivimos exclusivamente de esto, con un sueldo parecido al que sacábamos trabajando como camareros; y nos nos contratan de vez en cuando para fiestas privadas y para hacer conciertos en salas comerciales. Incluso hemos tocado en la embajada de EE.UU. Lo curioso es que ahora a veces decimos que no a ese tipo de propuestas porque lo que más nos gusta es tocar en la calle. Es el escenario donde puedes ser más tú mismo, y eso no se paga con dinero. Hemos descubierto que la música es importantísima para la vida de mucha gente, no solo para los músicos. La valoran. Tocar debajo de un soportal mientras llueve y que delante tuyo se haya formado un corro de 50, 100 y a veces hasta de 300 personas que se han parado a escucharte con sus paraguas en la mano es el mejor aplauso para un músico”.
GLORIA LAMADRID
27 años, pianista, profesora de magisterio musical e integrante de la banda Kilimanjahro. Tocó en el Metro de Madrid durante dos años.
“Conseguí mi primer alumno tocando en el Metro”
“La primera vez que salí a tocar al parque de El Retiro iba sin amplificador y hacía muchísimo viento. Fue un desastre, pero la experiencia me dejó buen sabor de boca porque la gente se acercó y me animó, así que cambié de escenario y empecé a tocar en el metro, que tiene mejor acústica y todo es más cercano. Por aquel entonces llevaba cresta, y creo que a la gente le hacía gracia ver una chica con esa estética tocando Chopin. Ahora doy clases de música en un colegio y en una academia, pero en ese momento aún no tenía alumnos. Conseguí el primero a raíz de tocar en el Metro: un padre me escuchó y me contó que quería que su hija aprendiera a tocar el piano.
Ahora llevo varios años dándole clase a ella y a su hermano. También empecé a tocar en el teatro La Puerta Estrecha para una obra de Bertolt Brecht que llevaba acompañamiento musical porque me escucharon en el Metro. La calle te hace ganar en seguridad”.
AMY JO DOHERTY
35 años. Cantante, guitarrista y compositora, acaba de sacar su primer EP, “Shake it!”. Es hermana del cantante inglés Pete Doherty y tocó en las calles del centro de Madrid y en El Retiro cuando llegó a España.
“Tienes que olvidarte del qué dirán y ser tú misma”
“Nuestra casa siempre fue muy musical porque aunque mis padres no se dedicaran a ello –son militares– les encantaba la música. Mi padre es un músico frustrado, y mi madre una poetisa increíble. Así que cuando éramos pequeños mi hermano y yo componíamos canciones y las cantábamos juntos para ellos, aunque yo me moría de vergüenza. Siempre me ha gustado cantar y tocar la guitarra para mí, pero lo de hacerlo delante de otros me ponía muy nerviosa.
Vine a España hace ocho años y medio a trabajar como profesora en el British Council, y durante mi primer verano aquí se me ocurrió que podía vender un montón de cosas (pulseras, colgantes...) que me había traído de Honduras para sacarme un dinero extra. Para atraer a la gente, me fui a la Gran Vía con mi guitarra y, entre canción y canción, vendía alguna cosilla. Me pareció una experiencia increíble, así que empecé a tocar en El Retiro y por las calles de Malasaña y fui ganando confianza.
Es un trabajo muy solitario en el que tienes que olvidarte del que dirán y ser tú misma, y al mismo tiempo es un local de ensayo maravilloso. Ahora sigo viviendo de la música de otra forma: tenemos un grupo de música en inglés para niños, Shake Ratlle & Roll, donde la idea es divertirse acercándoles los instrumentos, enseñándoles canciones tradicionales y aprendiendo inglés; y además acabo de sacar un EP, Shake it!, con The Spangles. Estamos haciendo una pequeña gira junto a El Hombre Rana, que es el productor del disco, en la que intentamos ofrecer un show muy divertido. Pero la calle me sigue pareciendo un escenario muy romántico, donde se puede disfrutar de la música de un modo muy libre. Por eso no entiendo que se regule con unas pruebas; los políticos no pasan ningún examen”.
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