SOCIEDAD
Entre el amor y el odio. 'Vanity Fair' compara a la actriz con Kim Jong-un, pero en Talavera adoran a su hija adoptiva
No lo habrán visto en las portadas, pero un
conflicto soterra desde hace unos meses las bases de la hermandad del
pueblo estadounidense. Es una brecha profunda y peligrosa entre los que
odian y los que adoran a Gwyneth Paltrow. Es curioso cómo esa cara de
ángel, de mamá divertida de las fiestas del club de campo, incluso de
icono de sexy 'blonde' es capaz de arremolinar en torno a ella tanto
titular, tanta polémica y tanto loco que quisiera verla desastrada por
el tiempo, vieja y fea. La última etapa de esta guerra fría por la
actriz ha sido la no publicación de un reportaje sobre ella en 'Vanity
Fair', una escalada del absurdo que ha terminado con el director
explicándose en un artículo de 1.500 palabras y comparándola con el
dictador coreano Kim Jong-un.
Salvo misiles nucleares, se han tirado casi de
todo. Nunca un artículo en un cajón ha dado tanta guerra. Esta historia
comenzó muy bien, en una reunión matinal de la redacción del 'Vanity',
cuando en el corrillo de periodistas se comentó que la actriz de 41
años era la más odiada según la revista 'Star' y la más guapa según
'People'. El director, Graydon Carter, encargó a Vanessa Grigoriadis,
una de sus firmas talismán, que hiciera un tema sobre la intérprete. En
noviembre, después de meses de trabajo, el 'The New York Times'
publicaba un correo en el que la rubia pedía a sus amistades que no
respondieran a 'Vanity Fair', que la quería llevar a su célebre portada.
El titular liberó el 'kraken' de los rumores: se dijo que Gwyneth y
Chris Martin, el cantante de Coldplay, estaban rompiendo, que ella le
había sido infiel con un tal Sam y otra nutrida variedad de personajes.
El asunto fue tomando vuelo hasta este número de
marzo, cuando Graydon Carter ha cortado con la guerra, se ha rendido y a
entregado sus armas de papel. Se sentará encima del reportaje que, de
momento, no se publicará. Han podido con él. Asegura que el texto no es
para tanto, pero que no va a publicar nada sobre el asunto después de
haberlas pasado canutas. Desde que el ángel (o el demonio, según se
mire), se negó a esa entrevista en la que podía participar ella misma
con sus aportaciones, las presiones fueron en aumento. Ambos
contendientes tuvieron una conversación de 20 minutos sobre el texto que
ella misma leyó. Y no le gustó. Entonces, según Carter, presionó a
'celebrities' como George Clooney para que no apareciera en su revista, y
amenazó con organizar una cena paralela a la tradicional fiesta de los
Oscar que monta 'Vanity' y que el director se bebiera el champán él
solito. «Kim Jong-un no lo hubiera hecho mejor», explica él. Del otro
lado del frente, recibió una carga terrible de críticas, correos y
amenazas de los anti-Gwyneth por no publicar la historia. «Ni nuestras
grandes exclusivas han generado tantos problemas a la revista».
Todos los odios son irracionales, pero nadie sabe a
ciencia cierta por qué tanta gente quiere mal a la actriz. Tal vez sea
por las citas que se le atribuyen, como estas: «No quiero ser rica, ni
famosa», «No tengo amigos que se emborrachan; los míos son gente adulta»
o «Soy quién soy y no puedo pretender ser alguien que gana 25.000 al
año». En Facebook, sus 'haters' tienen hasta grupos, de los moderados y
los radicales.
Entre Hollywood y Toledo
En España, en cambio, el amor que se le profesa es
casi una cuestión de estado. Con 15 años, la ganadora de un Oscar pasó
su intercambio estudiantil en La Mancha. En Talavera de la Reina han
pasado muchísimas cosas, pero dos de las más recordadas son que un toro
mató allí a Joselito y que Gwyneth Paltrow vivió un tiempo en la
localidad toledana.
Entonces era solo una guiri más de las que llegan a
España, y se quedó prendada del cariño (y la tortilla de patata) de su
familia, con la que sigue manteniendo contacto. Ella los adora.
Realmente, ama a España entera. No deja de hablar del jamón y lleva en
la boca el país allá por donde pasa (hace unos años protagonizó un
programa de cocina en el que hablaba de los manjares españoles).
De vez en cuando, aprovecha para visitar a sus
amigos de Talavera, aunque nadie en el pueblo, salvo ellos, se entera de
su llegada (la última en 2013 junto a Chris Martin). Hace diez años el
ayuntamiento la nombró Hija Adoptiva de la ciudad. Allí a nadie se le
ocurriría decir lo que ha escrito la columnista Tanya Gold en 'The
Guardian': «Lo que más se le puede echar en cara es que no ve más allá
de sus narices, cosa habitual tratándose de un actor». Su columna va por
los 853 comentarios: es la guerra.
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