sábado, 22 de febrero de 2014

ENREDATE, Humphrey Bogart,./ MI LECTORA,.

TÍTULO: ENREDATE, Humphrey Bogart,.

Humphrey Bogart-foto.

Humphrey Bogart
Casablanca, Bogart.JPG
Fotografía de Humphey Bogart en Casablanca (1942)
Nombre real Humphrey De Forest Bogart
Nacimiento Bandera de los Estados Unidos Ciudad de Nueva York, Nueva York, Estados Unidos
25 de diciembre de 1899
Fallecimiento Bandera de los Estados Unidos Los Ángeles, California, Estados Unidos
14 de enero de 1957
(57 años)
Nacionalidad Bandera de los Estados Unidos Estadounidense
Ocupación actor
Años activo/a 1921-1956
Características físicas
Estatura 1,73 m
Familia
Cónyuge Helen Menken (1926-1927)
Mary Philips (1928-1938)
Mayo Methot (1938-1945)
Lauren Bacall (1945-1957)
Hijo/s Stephen Humphrey Bogart (1949)
Leslie Howard Bogart (1952)
Premios
Premios Óscar Mejor actor
1951 The African Queen
Ficha en IMDb
Humphrey De Forest Bogart (n. Nueva York, Estados Unidos; 25 de diciembre de 1899 – f. Los Ángeles, California, Estados Unidos; 14 de enero de 1957) fue un actor de cine y teatro estadounidense. El estilo cínico y moralmente dudoso de muchos de sus personajes, el eterno cigarrillo siempre entre sus dedos y su condición de galán poco convencional son algunos de los rasgos más recordados de su filmografía.
Según la lista del American Film Institute, está considerado la primera estrella masculina más importante de los primeros cien años del cine norteamericano.

Biografía

Humphrey Bogart en el film The Treasure of the Sierra Madre, (1948).
Fue el mayor de los tres hijos de un matrimonio formado por un cirujano y una artista gráfica. Su vida cambió cuando, en la Academia Philips (Massachusetts), conoció a su amigo William Brady, hijo del productor de teatro William A. Brady. Éste le estimuló para ser actor de teatro. Él quería estudiar Medicina en la Universidad de Yale, pero fue expulsado por rebeldía.

I Guerra Mundial

A continuación se alistó en la Marina para combatir en la I Guerra Mundial y fue destinado como marinero al buque USS Leviathan. En 1918 el barco fue atacado por submarinos y un torpedo lo alcanzó, sin lograr hundirlo. Un fragmento astillado de madera saltó y le rasgó la boca, afectando para siempre su forma de hablar.

Actor

Humphrey Bogart en la famosa escena del aeropuerto de Casablanca.
A su vuelta fue contratado como administrador en la compañía cinematográfica y de teatro World Film Corporation, propiedad del padre de su amigo. Su manera de hablar y su aspecto físico, que no se correspondía con el del clásico galán de la época, dificultaron sus inicios en su carrera como actor. Desde 1922 (cuando hizo su primera aparición en el escenario en la obra The Ruined Lady) hasta 1935 sólo hizo pequeñas intervenciones en escenarios y en algunas películas. Entre los papeles secundarios que Bogart realizó cabe que destacar su aparición en Tres vidas de mujer (1932), película que tuvo una gran repercusión en su carrera ya que contribuyó a sacarle del anonimato.
El actor Leslie Howard, protagonista de El bosque petrificado, exigió a la Warner Brothers la participación de Bogart en el papel de Duke Mantee. Así, en 1936, el enorme éxito que tuvo El bosque petrificado supuso el comienzo de una carrera sólida para el actor. Su consagración llegó en 1941 con El último refugio, dirigida por Raoul Walsh.
A partir de entonces, Bogart encadenó filmes hoy considerados clásicos. Bajo la dirección de John Huston rodó El halcón maltés, donde interpretó al detective Sam Spade. En 1942 filmó Casablanca, en la cual protagoniza, junto a la actriz sueca Ingrid Bergman, una de las más grandes historias de amor de la cinematografía mundial. La cinta, dirigida por Michael Curtiz, es catalogada como una de las cinco más grandes películas jamás filmadas. Su trabajo fue reconocido por la Academia de Cine americana cuando en 1951 obtuvo el Oscar al mejor actor por su interpretación en La reina de África, coprotagonizada por Katharine Hepburn. Después rodó otras películas míticas como Sabrina (con Audrey Hepburn y William Holden) y La condesa descalza (con Ava Gardner).
Desde el inicio de su carrera en cine filmó varias películas, con quien sería una de sus grandes amigas artistas, la mítica y legendiaria actriz Bette Davis, quien es considerada como la primera dama del cine en blanco y negro.

Vida privada

Lauren bacall, fue la cuarta y ultima esposa de Bogart.
Bogart estuvo casado cuatro veces. Su primera esposa fue la veterana actriz Helen Menken, con quien se casó en 1926, y de la que se divorció tan sólo un año y medio después. En 1928 se casó de nuevo con la también actriz Mary Phillips, divorciándose en 1938. Apenas cinco días más tarde volvió a casarse, esta vez con Mayo Methot, también actriz, con la que estuvo casado durante siete años. Sin embargo, todavía contraería matrimonio una cuarta vez, el 21 de mayo de 1945, con su compañera de reparto en Tener y no tener, Lauren Bacall. Con ella protagonizó varias destacadas películas de su filmografía, como El sueño eterno, La senda tenebrosa o Cayo Largo y con la que tuvo dos hijos: Stephen en 1949 y Leslie en 1952. Hasta la muerte de Bogart la pareja permaneció muy unida, y constituyó uno de los matrimonios más carismáticos del mundo del cine.
En el libro Conversaciones con Billy Wilder, el genio austríaco confiesa a Cameron Crowe, en varias ocasiones, que Bogart era antisemita y por eso se llevaban mal (como evidenció el rodaje de Sabrina), hasta el punto de incluirle en una lista de personas indeseables con las que no tratar; algo extraño porque Bogart estaba casado con Bacall, mujer judía (por lo que sus hijos con ella también lo eran). En su lecho de muerte, arrepentido, Bogart, muy enfermo por su avanzado cáncer, se reconcilió con Billy Wilder y le pidió perdón.

Muerte

Murió en 1957 en Hollywood, víctima de un cáncer de esófago. Tenía 57 años.

Filmografía

 TÍTULO: MI LECTORA,.

 
Era un viernes por la tarde y buscaba un regalo de cumpleaños para una amiga en una tienda de complementos del centro de Madrid. Una mujer de más o menos mi edad que entró poco después me miró como si me reconociera y me preguntó si yo era yo, como se lo estaba pareciendo. Me contó que me leía, pero que, sobre todo, era su hija la que más fielmente seguía mis artículos en esta revista y que incluso los recortaba. Me emocionó aún más que otras veces porque imaginé que aquella lectora de la que me hablaba y que me distinguía de esa manera era una joven de la edad de mi hijo y, sin embargo, se identificaba con mis artículos. No sé si ella lo captó en mi sonrisa de agradecimiento, entre otras cosas, porque siempre me sorprende que me lo digan, por muchas veces que lo hagan, como si fuera un precioso regalo que es inesperado y emocionante cada vez. Y me quedo con la sensación de que mi respuesta jamás está a la altura de ese regalo. 
Y no se trata de vanidad. La vanidad del reconocimiento es una satisfacción breve y superficial que no está, eso creo, entre mis principales debilidades. Se trata de otra cosa bien distinta. De la emoción de la comunicación con miles de personas a las que no conozco, pero con las que comparto preocupaciones, puntos de vista, ironías, tristezas, humor. Que han pensado las mismas cosas, pero no han podido reflejarlas en un papel o que piensan cosas distintas, pero les gusta debatirlas con mis argumentos e historias. Parece una contradicción, pero la comunicación a través de la escritura es una actividad solitaria y así debe serlo para poder sobrevivir. Porque un debate constante con los lectores sobre cada argumento nos paralizaría, con dudas, miedo, confusión, al menos a mí, porque el desasosiego de las críticas sí que está entre mis debilidades.
En esa contradictoria soledad pienso en esa joven lectora, en lo que haré para captar su interés la próxima vez, en lo que podrá sorprenderla, en lo que le hará pensar, en lo que la irritará. Y me emociono con ese pequeño milagro de que personas de tan distintas edades podamos compartir reflexiones e intereses. Quizá porque las diferencias de edad nos asustan a veces tanto como las diferencias de culturas, o de religiones, o de ideologías, o de clases sociales. Y pensamos que pueden ser insalvables, que impedirán el entendimiento, cuando las cosas son mucho más sencillas. En realidad, las preguntas y las inquietudes de una chica de 20 años no son tan diferentes a las de una mujer de 50. Tan solo cambia el efecto de las experiencias, a veces en forma de escepticismo y otras, de doble entusiasmo, pero los impulsos vitales son los mismos.
Mi duda, que no acabo de resolver, es lo que ocurre si la lectora se convierte en lector. Si las barreras del sexo nos separan más que las de la edad. O si la causa de que mi hijo, de la edad de mi lectora, no siga mis artículos es su condición masculina o, supongo que él mismo dirá, el hecho de llevarme escuchando diariamente desde hace 22 años.

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