El hombre que ha hecho temblar a los lobos
Son los nuevos lobos de Wall Street,
brókeres que usan la tecnología para embolsarse en fracciones de segundo
miles de millones al día. Utilizan las llamadas 'operaciones de alta
frecuencia'. Compraventa de acciones a velocidad vertiginosa al margen
de los reguladores. Este hombre con aspecto de no haber roto un plato
los ha puesto estos especuladores en el punto de mira del FBI.
¿Cómo es posible que el mercado bursátil sea tan
hermético? Eso es lo que quería averiguar. cuánto dinero ganan, dónde
están las acciones... Resulta grotesco tanto secretismo"! Quien habla
así es el escritor Michael Lewis, acostumbrado a poner patas arriba
sectores profesionales enteros con sus best sellers. Esta vez
ha apuntado su recortada a los nuevos peces gordos de Wall Street, los
agentes de Bolsa especializados en operaciones de alta frecuencia:
brókeres que se valen de códigos informáticos y redes por cable de alta
velocidad para infiltrarse en los mercados millones de veces al día,
esquivando a los reguladores, y comprar y vender acciones en una
fracción de segundo.
Nos encontramos en Washington con el escritor cuyo libro Flash boys: a Wall Street revolt, crónica de una práctica bursátil sumamente especializada y poco transparente, se ha convertido en la comidilla en los Estados Unidos. El propio Lewis fue en su día corredor de Bolsa en Salomon Brothers, un banco de inversión de Wall Street, hasta que lo dejó cuando alguien le ofreció un anticipo editorial. La novela resultante, El póker del mentiroso [Alienta Editorial], se convirtió en texto de referencia sobre los excesos de Wall Street en los ochenta. Más tarde publicó otros títulos como Moneyball, The new big thing: la historia de Silicon Valley o The big short, sobre la burbuja inmobiliaria, hasta que escribir lo convirtió en multimillonario. Lewis afirma sentirse asombrado por el ruido y la furia despertados con su última obra. «Nunca había vivido algo así», dice. El fiscal general de los Estados Unidos acaba de anunciar que estudia las operaciones de alta frecuencia e «investiga dicha práctica para determinar si quebranta las leyes». Días antes, el FBI y la Securities and Exchange Commission regulador de la Bolsa y los mercados financieros también hicieron público que estaban mirando con lupa a los denominados 'chicos de oro' y sus operaciones de alta frecuencia.
Estamos hablando de unos tipos (en su mayoría son varones) que ganan fortunas en milisegundos. El asunto funciona así: un corredor de Bolsa llamémoslo Ted hace una petición de compra de acciones en un ordenador neoyorquino; dicho pedido necesita fracciones de segundo para llegar a las terminales de los distintos parqués bursátiles emplazados en el norte de Nueva Jersey. La petición puede tardar un par de milésimas hasta que llega al parqué más cercano el BATS Global Market y unos cuantos milisegundos más para llegar a los demás. Los ordenadores de los brókeres de alta frecuencia funcionan con tal rapidez que pueden detectar el pedido de Ted en el momento en que llega al primer parqué, antes de que sea conocido por los restantes mercados de valores. Antes de que uno pueda decir 'amén', incluso antes de que haya tenido tiempo de pronunciar la 'a', los muchachos de la alta frecuencia se han hecho con las acciones que Ted pretendía comprar y las han vendido a un precio marginalmente más elevado. Al inmiscuirse en la operación y convertirse en el intermediario entre comprador y vendedor, el operador de alta frecuencia se lleva un par de centavos aquí y allá que, mutiplicados por millones de operaciones a lo largo de la jornada, terminan convirtiéndose en millones de dólares. Y solo por ser unos milisegundos más rápidos. Lewis empezó a interesarse por este tipo de brókeres mientras investigaba la historia del programador informático ruso Sergey Aleynikov, detenido por el FBI poco después de dejar su empleo en Goldman Sachs. Lo acusaban de haber robado un código informático que estaba desarrollando y que podía ser utilizado «para manipular los mercados de forma injusta». A Lewis le extrañó que nadie se preguntara por qué Goldman Sachs tenía un código así. También le resultó raro que el ruso fuera descrito como «un programador de operaciones de alta frecuencia» y que nadie pareciera saber qué demonios era eso. A finales de 2012, Lewis conoció al canadiense Bradley Katsuyama. Según recuerda: «Katsuyama, me dijo: 'Voy a enseñarte cuál es el truco'. Después de una hora de conversación, me quedé con la boca abierta. '¿Cómo? ¿Ese es el truco?'. No podía creer lo que oía».
Katsuyama se había pasado cinco años investigando ese tipo de operaciones bursátiles. En el verano de 2007, le chocó que las acciones que pretendía comprar se volatilizaran de la pantalla de su ordenador en el momento justo en que pulsaba la tecla para ejecutar la operación. Katsuyama se puso a investigar el caso a instancias del banco para el que trabajaba, el Royal Bank of Canada. Y entró en contacto con Ronan Ryan, un irlandés que había instalado cableado de fibra óptica para las firmas especializadas en operaciones de alta frecuencia.
Los impulsos se desplazan por un cable de este tipo a unas dos terceras partes de la velocidad de la luz; las largas distancias provocan la pérdida de millonésimas de segundo, y otro tanto sucede cuando el cableado gira por esquinas y recovecos. En consecuencia, los operadores de alta frecuencia gastan dinerales en cableado y pagan las tarifas necesarias para que sus servidores se instalen en el interior de los propios edificios de Bolsa, lo más cerca posible del procesador que registra las operaciones de compra y venta. Tan solo la compañía de Ryan había facturado a varias firmas 80 millones de dólares entre 2005 y 2008 por el cableado destinado a ordenadores situados en los interiores de edificios de Bolsa.
Lewis habla de una empresa que estaba haciendo excavaciones en lugares «que pondrían los pelos de punta a Tony Soprano» y de otro extraordinario operativo, llevado a cabo de forma muy secreta, destinado a tender un cable en la línea más recta posible entre Nueva Jersey y el mercado de futuros de Chicago, por medio de túneles situados bajo las montañas de Pensilvania. Todo, con tal de evitar las enrevesadas rutas de las redes ya existentes y con el objetivo nada disimulado de ganar unas fracciones de segundo. Katsuyama formó un equipo con brillantes programadores procedentes de Wall Street. Poco a poco, él y los demás fueron comprendiendo a qué se enfrentaban: la mayoría de los grandes bancos, de una forma u otra, estaban involucrados en operaciones de alta frecuencia y dicha implicación llegaba hasta lo más alto.
Katsuyama dejó su empleo y se llevó consigo a la mayor parte de su equipo. Lo que hicieron fue establecer un nuevo mercado bursátil, IEX, diseñado para combatir a los operadores de alta frecuencia mediante la introducción de un retraso de 350 microsegundos en cada operación para nivelar las reglas del juego entre todos los usuarios del Mercado de Valores. Todo el que compre o venda a través de IEX lo hace por medio de un motor de intercambio de acciones que, mediante un clabe de fibra óptica de 61 kilómetros de largo metido en un cuadro del tamaño de una caja de zapatos, crea la distancia necesaria al servidor de Wall Street, ubicado en Mahwah, Nueva Jersey, para eliminar cualquier ventaja por muy rápido que uno sea.
Las operaciones bursátiles de alta frecuencia son legales y llevan desarrollándose desde hace años, pero huelen a chamusquina. La línea ultrarrápida a Chicago tan solo estaba disponible para los que podían pagar más y deseaban que su acceso privilegiado siguiese siendo exclusivo. Un nuevo cliente al que ofrecieron acceso a cambio de 25 millones de euros llegó a pedir que duplicaran dicha tarifa de entrada a los siguientes. En el libro de Lewis se habla de que estas firmas de alta frecuencia obtienen información privilegiada sobre operaciones financieras en ciernes. Por ejemplo, a través de las agencias de valores y de bancos que tratan con los particulares conocen las compras de inversores individuales usted y yo a través de Internet. Como esas operaciones llegan al mercado con hasta un segundo de retraso, los brókeres tienen tiempo suficiente para que sus firmas se adelanten y se beneficien de esa información. También conocen, gracias a filtraciones de intermediarios, qué acuerdos privados se cierran entre agentes financieros, ajenos al parqué, denominados 'charcas oscuras'. E incluso obtienen información privilegiada de los propios mercados bursátiles sobre las ofertas públicas de adquisición (OPA).Bajo la superficie de este nuevo mundo ultrarrápido hay sombras al estilo de Hollywood: amos del mundo, disfunciones informáticas que trastocan los mercados... Los sistemas informáticos los crean programadores rusos que, en muchos casos, no saben en qué están trabajando o el valor que sus desarrollos puedan tener. Aleynikov fue condenado porque casi nadie ni la Fiscalía ni, desde luego, el jurado entendía bien qué había hecho. Su condena con el tiempo fue revocada, pero mientras estuvo encarcelado se mantuvo con buen ánimo, porque su celda no era muy diferente al sombrío cuchitril en el que había estado escribiendo programas.
El lector de Lewis descubre la existencia de algoritmos bursátiles con nombres como Ambush ('emboscada') o Nighthawk ('halcón nocturno'). Credit Suisse comercializa uno llamado Guerrilla, cuyo gráfico desplegable incluye una imagen del Che con expresión de disgusto, como si alguien le hubiera explicado para qué está siendo utilizada su efigie. La descripción que Lewis hace de Wall Street lleva a pensar en un reino de fantasía. Las 'charcas oscuras' suenan como lugares en los que Gollum retozaría a gusto, y los 'chicos de oro', los nuevos amos del universo de los milisegundos, como un grupo de alquimistas en el secreto de la conversión del metal común en oro puro. Todo parece salido de Juego de tronos. De hecho, sus críticos argumentan que Lewis estereotipa a sus protagonistas, estableciendo un enfrentamiento entre buenos y malos, para desarrollar una entretenida narrativa sobre algo que en realidad no es nada. «Me han acusado de todo eso responde. Pero no creo que lo que describo se aparte un milímetro de la vida real». Con la publicación del libro, la vida de Katsuyama ha dado un vuelco. Nunca antes había aparecido en televisión y ese mismo día hizo su debut en el programa estelar de la cadena CBS. Después apareció en directo en el canal de economía CNBC. Este canal tiene un plató enclavado en el mismo centro de la Bolsa de Nueva York. Allí, Brad Katsuyama tuvo que vérselas con William O'Brien, presidente de BATS Global Markets, uno de los operadores bursátiles más grandes del mundo. Frodo contra el señor de Mordor. William O'Brien acusó a Lewis de haberle escrito a Katsuyama un folleto publicitario de 300 páginas y se mostró más que enojado por el hecho de que se sugiriese que los mercados estadounidenses estaban trucados. Katsuyama se las arregló para mantener la calma y no perder la sonrisa. Para Lewis, ese cara a cara fue muy interesante. «Aunque quienes lo encontraron interesantísimo fueron los tipos de Wall Street agrega. En las salas de transacciones pararon de trabajar. Un millar de fulanos lo dejaron todo para ver el espectáculo. Un hombre que trabaja en una de las grandes firmas de Wall Street luego me contó algo divertido. Estaban viendo la discusión, y un colega de repente le preguntó: '¿Nuestra firma trabaja en el Mercado de Valores que dirige ese que está tan cabreado [O'Brien]?' Mi fuente le respondió: 'Pues sí'. '¿Y nuestra firma no opera en el mercado que lleva el más canijo [Katsuyama]?'. Mi fuente contestó: 'Pues no'. Y su colega entonces aseveró: 'Pues estamos jodidos'». Lewis se ríe al narrar la anécdota. «Todos aquellos fulanos de la Bolsa ovacionaron a Katsuyama. Un hombre corpulento lo levantó en brazos como si fuera un héroe». A esas alturas, el libro era la comidilla de la ciudad. La principal crítica dirigida a Lewis es que, lejos de ser malas para los mercados, las operaciones de alta frecuencia contribuyen a hacerlos más eficientes y favorecen a los pequeños inversores. Algunos llegan a decir que Lewis se ha alineado junto con los hedge funds en contra del pequeño ahorrador. «No sé de dónde se sacan eso. Los grandes hedge funds se encuentran en el mismo lado del mercado, el lado perdedor, como sucede con los inversores individuales. Pero incluso si hacemos abstracción del tipo que está en su casa en calzoncillos jugando a la Bolsa por Internet, el grueso de los ahorros de la clase media se encuentra en las grandes instituciones». Michael Lewis agrega que los brókeres de alta frecuencia se benefician de la volatilidad de los mercados. «La volatilidad crea inestabilidad en el mercado y resulta vergonzosa. Estamos hablando de individuos ricos que directamente están robando dinero a las clases medias».
Nos encontramos en Washington con el escritor cuyo libro Flash boys: a Wall Street revolt, crónica de una práctica bursátil sumamente especializada y poco transparente, se ha convertido en la comidilla en los Estados Unidos. El propio Lewis fue en su día corredor de Bolsa en Salomon Brothers, un banco de inversión de Wall Street, hasta que lo dejó cuando alguien le ofreció un anticipo editorial. La novela resultante, El póker del mentiroso [Alienta Editorial], se convirtió en texto de referencia sobre los excesos de Wall Street en los ochenta. Más tarde publicó otros títulos como Moneyball, The new big thing: la historia de Silicon Valley o The big short, sobre la burbuja inmobiliaria, hasta que escribir lo convirtió en multimillonario. Lewis afirma sentirse asombrado por el ruido y la furia despertados con su última obra. «Nunca había vivido algo así», dice. El fiscal general de los Estados Unidos acaba de anunciar que estudia las operaciones de alta frecuencia e «investiga dicha práctica para determinar si quebranta las leyes». Días antes, el FBI y la Securities and Exchange Commission regulador de la Bolsa y los mercados financieros también hicieron público que estaban mirando con lupa a los denominados 'chicos de oro' y sus operaciones de alta frecuencia.
Estamos hablando de unos tipos (en su mayoría son varones) que ganan fortunas en milisegundos. El asunto funciona así: un corredor de Bolsa llamémoslo Ted hace una petición de compra de acciones en un ordenador neoyorquino; dicho pedido necesita fracciones de segundo para llegar a las terminales de los distintos parqués bursátiles emplazados en el norte de Nueva Jersey. La petición puede tardar un par de milésimas hasta que llega al parqué más cercano el BATS Global Market y unos cuantos milisegundos más para llegar a los demás. Los ordenadores de los brókeres de alta frecuencia funcionan con tal rapidez que pueden detectar el pedido de Ted en el momento en que llega al primer parqué, antes de que sea conocido por los restantes mercados de valores. Antes de que uno pueda decir 'amén', incluso antes de que haya tenido tiempo de pronunciar la 'a', los muchachos de la alta frecuencia se han hecho con las acciones que Ted pretendía comprar y las han vendido a un precio marginalmente más elevado. Al inmiscuirse en la operación y convertirse en el intermediario entre comprador y vendedor, el operador de alta frecuencia se lleva un par de centavos aquí y allá que, mutiplicados por millones de operaciones a lo largo de la jornada, terminan convirtiéndose en millones de dólares. Y solo por ser unos milisegundos más rápidos. Lewis empezó a interesarse por este tipo de brókeres mientras investigaba la historia del programador informático ruso Sergey Aleynikov, detenido por el FBI poco después de dejar su empleo en Goldman Sachs. Lo acusaban de haber robado un código informático que estaba desarrollando y que podía ser utilizado «para manipular los mercados de forma injusta». A Lewis le extrañó que nadie se preguntara por qué Goldman Sachs tenía un código así. También le resultó raro que el ruso fuera descrito como «un programador de operaciones de alta frecuencia» y que nadie pareciera saber qué demonios era eso. A finales de 2012, Lewis conoció al canadiense Bradley Katsuyama. Según recuerda: «Katsuyama, me dijo: 'Voy a enseñarte cuál es el truco'. Después de una hora de conversación, me quedé con la boca abierta. '¿Cómo? ¿Ese es el truco?'. No podía creer lo que oía».
Katsuyama se había pasado cinco años investigando ese tipo de operaciones bursátiles. En el verano de 2007, le chocó que las acciones que pretendía comprar se volatilizaran de la pantalla de su ordenador en el momento justo en que pulsaba la tecla para ejecutar la operación. Katsuyama se puso a investigar el caso a instancias del banco para el que trabajaba, el Royal Bank of Canada. Y entró en contacto con Ronan Ryan, un irlandés que había instalado cableado de fibra óptica para las firmas especializadas en operaciones de alta frecuencia.
Los impulsos se desplazan por un cable de este tipo a unas dos terceras partes de la velocidad de la luz; las largas distancias provocan la pérdida de millonésimas de segundo, y otro tanto sucede cuando el cableado gira por esquinas y recovecos. En consecuencia, los operadores de alta frecuencia gastan dinerales en cableado y pagan las tarifas necesarias para que sus servidores se instalen en el interior de los propios edificios de Bolsa, lo más cerca posible del procesador que registra las operaciones de compra y venta. Tan solo la compañía de Ryan había facturado a varias firmas 80 millones de dólares entre 2005 y 2008 por el cableado destinado a ordenadores situados en los interiores de edificios de Bolsa.
Lewis habla de una empresa que estaba haciendo excavaciones en lugares «que pondrían los pelos de punta a Tony Soprano» y de otro extraordinario operativo, llevado a cabo de forma muy secreta, destinado a tender un cable en la línea más recta posible entre Nueva Jersey y el mercado de futuros de Chicago, por medio de túneles situados bajo las montañas de Pensilvania. Todo, con tal de evitar las enrevesadas rutas de las redes ya existentes y con el objetivo nada disimulado de ganar unas fracciones de segundo. Katsuyama formó un equipo con brillantes programadores procedentes de Wall Street. Poco a poco, él y los demás fueron comprendiendo a qué se enfrentaban: la mayoría de los grandes bancos, de una forma u otra, estaban involucrados en operaciones de alta frecuencia y dicha implicación llegaba hasta lo más alto.
Katsuyama dejó su empleo y se llevó consigo a la mayor parte de su equipo. Lo que hicieron fue establecer un nuevo mercado bursátil, IEX, diseñado para combatir a los operadores de alta frecuencia mediante la introducción de un retraso de 350 microsegundos en cada operación para nivelar las reglas del juego entre todos los usuarios del Mercado de Valores. Todo el que compre o venda a través de IEX lo hace por medio de un motor de intercambio de acciones que, mediante un clabe de fibra óptica de 61 kilómetros de largo metido en un cuadro del tamaño de una caja de zapatos, crea la distancia necesaria al servidor de Wall Street, ubicado en Mahwah, Nueva Jersey, para eliminar cualquier ventaja por muy rápido que uno sea.
Las operaciones bursátiles de alta frecuencia son legales y llevan desarrollándose desde hace años, pero huelen a chamusquina. La línea ultrarrápida a Chicago tan solo estaba disponible para los que podían pagar más y deseaban que su acceso privilegiado siguiese siendo exclusivo. Un nuevo cliente al que ofrecieron acceso a cambio de 25 millones de euros llegó a pedir que duplicaran dicha tarifa de entrada a los siguientes. En el libro de Lewis se habla de que estas firmas de alta frecuencia obtienen información privilegiada sobre operaciones financieras en ciernes. Por ejemplo, a través de las agencias de valores y de bancos que tratan con los particulares conocen las compras de inversores individuales usted y yo a través de Internet. Como esas operaciones llegan al mercado con hasta un segundo de retraso, los brókeres tienen tiempo suficiente para que sus firmas se adelanten y se beneficien de esa información. También conocen, gracias a filtraciones de intermediarios, qué acuerdos privados se cierran entre agentes financieros, ajenos al parqué, denominados 'charcas oscuras'. E incluso obtienen información privilegiada de los propios mercados bursátiles sobre las ofertas públicas de adquisición (OPA).Bajo la superficie de este nuevo mundo ultrarrápido hay sombras al estilo de Hollywood: amos del mundo, disfunciones informáticas que trastocan los mercados... Los sistemas informáticos los crean programadores rusos que, en muchos casos, no saben en qué están trabajando o el valor que sus desarrollos puedan tener. Aleynikov fue condenado porque casi nadie ni la Fiscalía ni, desde luego, el jurado entendía bien qué había hecho. Su condena con el tiempo fue revocada, pero mientras estuvo encarcelado se mantuvo con buen ánimo, porque su celda no era muy diferente al sombrío cuchitril en el que había estado escribiendo programas.
El lector de Lewis descubre la existencia de algoritmos bursátiles con nombres como Ambush ('emboscada') o Nighthawk ('halcón nocturno'). Credit Suisse comercializa uno llamado Guerrilla, cuyo gráfico desplegable incluye una imagen del Che con expresión de disgusto, como si alguien le hubiera explicado para qué está siendo utilizada su efigie. La descripción que Lewis hace de Wall Street lleva a pensar en un reino de fantasía. Las 'charcas oscuras' suenan como lugares en los que Gollum retozaría a gusto, y los 'chicos de oro', los nuevos amos del universo de los milisegundos, como un grupo de alquimistas en el secreto de la conversión del metal común en oro puro. Todo parece salido de Juego de tronos. De hecho, sus críticos argumentan que Lewis estereotipa a sus protagonistas, estableciendo un enfrentamiento entre buenos y malos, para desarrollar una entretenida narrativa sobre algo que en realidad no es nada. «Me han acusado de todo eso responde. Pero no creo que lo que describo se aparte un milímetro de la vida real». Con la publicación del libro, la vida de Katsuyama ha dado un vuelco. Nunca antes había aparecido en televisión y ese mismo día hizo su debut en el programa estelar de la cadena CBS. Después apareció en directo en el canal de economía CNBC. Este canal tiene un plató enclavado en el mismo centro de la Bolsa de Nueva York. Allí, Brad Katsuyama tuvo que vérselas con William O'Brien, presidente de BATS Global Markets, uno de los operadores bursátiles más grandes del mundo. Frodo contra el señor de Mordor. William O'Brien acusó a Lewis de haberle escrito a Katsuyama un folleto publicitario de 300 páginas y se mostró más que enojado por el hecho de que se sugiriese que los mercados estadounidenses estaban trucados. Katsuyama se las arregló para mantener la calma y no perder la sonrisa. Para Lewis, ese cara a cara fue muy interesante. «Aunque quienes lo encontraron interesantísimo fueron los tipos de Wall Street agrega. En las salas de transacciones pararon de trabajar. Un millar de fulanos lo dejaron todo para ver el espectáculo. Un hombre que trabaja en una de las grandes firmas de Wall Street luego me contó algo divertido. Estaban viendo la discusión, y un colega de repente le preguntó: '¿Nuestra firma trabaja en el Mercado de Valores que dirige ese que está tan cabreado [O'Brien]?' Mi fuente le respondió: 'Pues sí'. '¿Y nuestra firma no opera en el mercado que lleva el más canijo [Katsuyama]?'. Mi fuente contestó: 'Pues no'. Y su colega entonces aseveró: 'Pues estamos jodidos'». Lewis se ríe al narrar la anécdota. «Todos aquellos fulanos de la Bolsa ovacionaron a Katsuyama. Un hombre corpulento lo levantó en brazos como si fuera un héroe». A esas alturas, el libro era la comidilla de la ciudad. La principal crítica dirigida a Lewis es que, lejos de ser malas para los mercados, las operaciones de alta frecuencia contribuyen a hacerlos más eficientes y favorecen a los pequeños inversores. Algunos llegan a decir que Lewis se ha alineado junto con los hedge funds en contra del pequeño ahorrador. «No sé de dónde se sacan eso. Los grandes hedge funds se encuentran en el mismo lado del mercado, el lado perdedor, como sucede con los inversores individuales. Pero incluso si hacemos abstracción del tipo que está en su casa en calzoncillos jugando a la Bolsa por Internet, el grueso de los ahorros de la clase media se encuentra en las grandes instituciones». Michael Lewis agrega que los brókeres de alta frecuencia se benefician de la volatilidad de los mercados. «La volatilidad crea inestabilidad en el mercado y resulta vergonzosa. Estamos hablando de individuos ricos que directamente están robando dinero a las clases medias».
- ... Djovokiv: "Intento ser auténtico, ¡No se puede caer bien a todo el mundo!" ... Su día a día es intenso: unas doce horas de trabajo duro si se ...
En portada Novak Djovokiv: "Intento ser auténtico, ¡No se puede caer bien a todo el mundo!"
Llegó a lo más alto del 'ranking' mundial con aire desafiante, humor descarado y actitud lenguaraz. Todo un 'shock' en el espacio que entonces ocupaban los discretos Roger Federer y Rafa Nadal. Pero, a sus 26 años, el tenista serbio está mucho más comedido, sin dejar de ser él mismo. Hablamos con él cuando llega, recién recuperado de una lesión de muñeca, al Mutua Madrid OpenNovak Djokovic es el peor rival de los tenistas españoles, pero no hay forma de que el público lo vea como un enemigo. Y es que no es corriente encontrar entre las superestrellas del deporte alguien tan extrovertido y sencillo como el serbio, siempre con la sonrisa a punto, siempre atento a complacer a los aficionados. El jugador que ha firmado la mejor racha de victorias de la historia del tenis y que disputa el número uno mundial a Rafa Nadal desde hace tres años habla por ejemplo con naturalidad del miedo que pasó en los bombardeos aliados sobre su Belgrado natal, cuando no había cumplido diez años. Y tiene muy presente ese pasado para valorar lo que ha conseguido.
Por eso, dice, intenta rodearse de un entorno de personas humildes que lo ayuden a mantenerse en contacto con el mundo real. Lector ávido, con gran curiosidad por la filosofía oriental, mantiene desde hace años un diario personal que lo condujo a escribir su primer libro. En él da cuenta de su creciente interés por la nutrición, que lo ha llevado incluso a abrir con su familia una cadena de restaurantes libres de gluten llamada Novak. Para cubrir sus necesidades, y como prueba de su polifacetismo, ha comprado varias granjas para convertirse en el principal productor de leche de burra del mundo. Su día a día es intenso: unas doce horas de trabajo duro si se suman al entrenamiento sobre la pista, las horas de gimnasio y la fisioterapia.
Él mismo se prepara la comida y busca siempre un rato para dedicarlo a la meditación. En casi todo lo acompaña su novia desde hace nueve años, Jelena Ristic. Su vida cotidiana trata de salpicarla con el buen humor que lo caracteriza y que tiene entre sus principales objetivos a su máximo rival. Tiene la certeza de que Nadal no para quieto en el calentamiento de los partidos con dos objetivos: ponerlo nervioso y lucir sus pectorales. Aunque, añade después, «seguramente, si yo tuviera esos pectorales, también los luciría».
XLSemanal. Usted y Nadal son los únicos tenistas de la historia que se han enfrentado en todas las finales de Grand Slam. ¿Siente que su rivalidad es especial?Novak Djokovic. Bueno, después de enfrentarte con alguien 40 veces en todas las superficies, desde luego estableces una relación especial. Solo nos llevamos un año, así que hemos crecido juntos; nos llevamos viendo desde los torneos de júnior. Cada año, desde hace unos cuantos, nos medimos en los que quizá son los principales partidos de la temporada para cada uno de los dos. La rivalidad ha ido creciendo con los años y creo que resulta muy atractiva no solo para nosotros. Medirnos el uno con el otro supone un reto, pero también una diversión. Es obvio que el público también lo disfruta.
XL. Ha sido número uno mundial, ha ganado casi todos los títulos posibles. Solo parecen faltarle un par de logros: Roland Garros y el oro olímpico. ¿Cuál preferiría llevar a sus vitrinas?N.D. Creo que, cuando termine mi carrera, todo cobrará su verdadero valor; todo será importante. Cuando estás jugando, lo que disputas esa semana es lo que más deseas en el mundo; no creo que se me olvide esa sensación.
XL. Pero, insisto, ¿oro olímpico o Roland Garros?N.D. Por supuesto que los Juegos Olímpicos son el principal evento del deporte mundial y ganarlos es algo único. Pero los Grand Slam son los torneos más importantes para un tenista, lo que decide la importancia de tu carrera. Y Roland Garros es el que me falta, así que es mi prioridad número uno.
XL. ¿Es verdad que está aprendiendo francés como parte de su preparación para Roland Garros?N.D. Bueno, algo de eso hay... Llevo seis años viviendo en Mónaco, así que hablar francés es casi un deber para mí. Además, me gusta. Quién sabe, tal vez cuando lo perfeccione lo suficiente pueda usarlo en París.
XL. Se dice de usted que es el jugador más completo del circuito. Pero si pudiera robarle tres golpes a sus rivales, ¿cuáles escogería?N.D. No, no quiero robarle nada a nadie. Estoy totalmente satisfecho con mi juego.
XL. Este año ha empezado a trabajar con Boris Becker como entrenador. ¿Qué esperan ambos de esa relación?N.D. Obviamente, conseguir los mejores resultados posibles... La verdad es que me hace mucha ilusión estar a las órdenes de alguien con la experiencia de Boris. El que ha sido mi principal entrenador durante ocho años, Marian Vajda, sigue en el equipo, y la comunicación entre todos está siendo fantástica, pero Boris puede aportar más cosas. Como antiguo campeón, entiende muy bien los retos a los que me enfrento en la pista durante los partidos importantes.
XL. Su actitud extrovertida, sus bromas con el público y los rivales... ¿cree que le han supuesto algún tipo de problema en su carrera o valora más las simpatías que ha conseguido?N.D. No siempre se puede caer bien a todo el mundo. Hay a quien le gusta mi actitud y a quien no. Es normal. Yo he procurado en todo momento ser respetuoso, mantener los mismos valores con los que me crie, ser siempre agradecido por lo que tengo la suerte de disfrutar... Y ser yo mismo, mostrarme honesto. Creo que ser sincero, ser auténtico, es la manera de conseguir el mayor aprecio de la gente.
XL. ¿Qué opina del torneo de Madrid? Hay jugadores que dicen que es muy hospitalario, mientras que otros se quejan de que las pistas son algo frías.N.D. Bueno, las instalaciones son muy nuevas, solo llevan usándose desde 2009 porque antes era un torneo indoor en otro lugar [se refiere al Madrid Arena, donde se jugaba en pista rápida]. Desde luego, la tradición de tenis en España es muy fuerte, al público madrileño le encanta el tenis y aprecia el buen juego. Como tenista noto que valoran mi trabajo, siento la pasión del público. Están haciendo una gran labor para elevar el nivel organizativo. Personalmente es un torneo que disfruto, aunque es verdad que el aspecto del recinto [la Caja Mágica] desde fuera es un poco extraño, como si estuvieras entrando en una especie de estación espacial, pero luego las instalaciones son buenas, la pista central es magnífica con 15.000 personas llenándola... y la comida es estupenda. Creo que los jugadores se encuentran cómodos ahí.
XL. ¿Qué conoce de España, fuera de los torneos?N.D. Para empezar, es uno de los países más agradables de Europa, con una costa estupenda. Siempre me siento bien recibido. Uno de mis hermanos pequeños vive en Marbella y me cuenta cómo disfruta de la energía positiva de la gente, la hospitalidad que recibe en el día a día, algo que yo también he sentido. Y luego está su increíble éxito en el mundo del deporte, sobre todo en los últimos diez años, con los títulos de fútbol, los éxitos de Rafa, las copas Davis... Está claro que cuidan esa tradición deportiva, invierten mucho en ella y se dan cuenta de que los deportistas de élite son grandes embajadores para el país.
XL. ¿Y por qué un país del tamaño de Serbia, y que no tiene grandes posibilidades económicas, también brilla tanto en el mundo del deporte?N.D. Supongo que es una cuestión de mentalidad, somos gente apasionada. Además, creo que el deporte en general es visto de una forma muy positiva en nuestro país; el público valora mucho a los deportistas y eso nos motiva. Las experiencias que hemos vivido en los últimos años, como las guerras, suponen una motivación extra para conseguir el mayor éxito posible al representar a nuestro país.
XL. Ya que menciona las dificultades del pasado... ¿cuáles son sus principales recuerdos de la infancia?N.D. Sin duda, el tiempo que pasaba con toda mi familia en los montes Kopaonik, donde mis padres tenían un restaurante. Allí empecé a acudir a un campamento de tenis en verano, me pasaba todo el día en la pista o dando paseos por la montaña. Me encantan la naturaleza y el tenis, así que no podía estar en un lugar mejor. El deporte formó parte de mi vida desde muy pequeño.
XL. Está comprometido. ¿Se ve haciendo vida de familia?N.D. ¡Siempre he sido muy familiar! Los valores familiares son para mí lo más importante en la vida. Espero casarme pronto con Jelena [Ristic, su novia desde 2005]. No puedo adelantar la fecha, pero no tardaremos mucho, y empezar a formar con ella una familia.
XL. ¿Y se ve jugando hasta los 33, como Roger Federer ahora mismo?N.D. Claro, ¡incluso más!
El secreto de Djokovic
Según Nick Bollettieri, responsable de la más famosa academia tenística del mundo, Djokovic es el jugador más completo de la historia. Su juego, al igual que ocurre con Nadal, ha dado la vuelta a la que se creía la gran tendencia de futuro del tenis mundial: la hegemonía de los grandes sacadores. Djokovic y Nadal son dos excelentes jugadores defensivos que pueden conseguir situaciones de ventaja ante servicios duros, y tienen talento suficiente para imponer lossuyos.
-Ataque. El serbio no es un gran jugador en la red. Eso sí, se aventura a subir a ella con alguna frecuencia porque con sus golpes de fondo consigue ventajas claras que puede rematar fácilmente unos metros por delante. El fichaje de Boris Becker como entrenador está orientado a mejorar este aspecto: el alemán es uno de los mejores jugadores de saque-volea de la historia.
-Servicio. Su primer saque es seco y duro, no muy espectacular pero lo suficientemente bueno para darle algunos puntos gratis. En el segundo generalmente busca abrir la pista, descolocar a su rival y luego ir imponiendo su colocación para cobrar ventaja en el intercambio de pelotas.
-Colocación. En términos puramente estratégicos, Djokovic cuenta con un talento intuitivo para arañar centímetros desplazándose antes de que el rival golpee, intuyendosus posibles intenciones. Da una sensación de dominar prácticamente toda la pista.
-Elasticidad y reflejos. El físico de un gran tenista es siempre extraordinario, pero la combinación entre envergadura y flexibilidad de Djokovic es infrecuente. A veces parece no llegar a responder al rival, pero consigue alcanzar la bola con una extensión de brazo imposible y, lo que es más sorprendente, sin perder la estabilidad.
-Mentalidad. Cuando está en forma, Djokovic no es menos duro y resistente que Rafa Nadal. Batalla cada punto hasta el último instante y no deja de analizar el juego y buscar respuestas inteligentes a los puntos fuertes de su rival.
-Revés a dos manos. Según John McEnroe, Djokovic es el mejor restador de la historia. Eso es posible sobre todo porque, gracias a su velocidad y presencia en pista, llega a conectar el revés a dos manos. Esto le permite darle más fuerza y colocación a sus devoluciones, compro-metiendo a grandes sacadores que a veces se desequilibran tras el servicio.
-Velocidad. Djokovic domina desde el fondo de la pista, incluso en superficies rápidas, porque llega con margen suficiente a los golpes del rival para preparar su respuesta. Donde muchos otros tenistas devuelven la pelota como pueden, él consigue tener unos instantes adicionales para colocar una respuesta intencionada.
La vida sana según Novak
'El secreto de un ganador' (Ediciones Urano) es el primer libro escrito por Djokovic. Cuenta la mejoría física que experimentó en 2010 al descubrir que consumir alimentos con gluten perjudicaba su rendimiento. Aunque no es celíaco, cambió sus hábitos nutricionales (algo que no fue fácil, ya que sus padres regentaban una 'pizzería'). A partir de ahí reflexiona sobre los buenos hábitos de vida. Estos son algunos de sus consejos.
-Evitar el consumo de productos que incluyan gluten. Djokovic reta a que sus lectores lo hagan durante dos semanas y observen el resultado.
-Llevar una vida con hábitos lo más regulares posible facilita el sueño y también la digestión: consumir fruta sobre todo por la mañana, carbohidratos a mediodía y proteína básicamente por la noche para reparar el esfuerzo del día.
-Reducir los productos lácteos, los azúcares y eliminar los estimulantes, aunque Djokovic no considera como tales un vaso de vino tinto ocasional o determi-nados tipos de té.
-Insiste en la necesidad de estar hidratado en todo momento. Recomienda tomar el agua a temperatura ambiente, no fría.
-"Cuando me siento a comer, empiezo con una pequeña oración. No me dirijo a un dios específico ni sigo las normas de ninguna religión concreta, y no lo hago en voz alta. Solo es una conversación interna en la que recuerdo a los cientos de millones de personas que tienen cada día como principal preocupación el conseguir comida".
-Cada uno debe tener un criterio propio para saber cuántos de sus consejos son aplicables al lector. El lector puede encontrar otros caminos para mejorar su vida y su estado físico.
-Lo primero que hace cada día -y recomienda- es tomar un vaso de agua. Luego busca unos instantes de rayos de sol para despertarse; y después realiza unos pequeños estiramientos.
-Casi todos sus consejos los resume en cuatro reglas básicas:
1. Comer despacio y de manera consciente.
2. Dar al cuerpo instrucciones claras a través de los alimentos que se consumen.
3. Tener una actitud positiva.
4. Buscar la calidad en lugar de la cantidad.
-"Todo en la vida debe afrontarse con equilibrio y moderación: la comida, el ejercicio, el trabajo, el amor, el sexo, todo. (Bueno, quizá un poco menos de moderación puede venir bien en el sexo, pero ya entienden por dónde voy")
-Mantener la mente abierta a las nuevas ideas. Sin escepticismo, pero con objetividad
-Llevar a cabo sesiones breves de meditación, en las que se acepten y se dejen escapar las ideas negativas. También a conseja el yoga y, en la medida que lo permita la economía de cada uno, los masajes tonificantes. Ante un problema físico, además de tomar una medicina, invita a hacerse tres preguntas para determinar su origen, en línea con las ideas de la medicina oriental: ¿bebo el agua suficiente? ¿Estoy sometido a mucho estrés? ¿Qué estoy comiendo?
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