viernes, 1 de agosto de 2014

CALLEJEROS, 'PLUTO' ENGAÑATUSA AL PUBLICO EMERITENSE, / REVISTA CAMPO, Volver a la agricultura sería mi último recurso,.

 TÍTULO:  CALLEJEROS, 'PLUTO' ENGATUSA AL PUBLICO EMERITENSE, .

 Junto al coro, Carión, Praxágora y Crémilo atienden incrédulos a las afirmaciones del Sacerdote sobre un mal que acecha.foto,.

La ovación de los espectadores el día del estreno se alarga por minutos, al compás del baile de los actores,.

Pocas veces sucede que el silencio comience e invada el entorno del Teatro Romano minutos antes de que las luces se apaguen. En el estreno de 'Pluto', los más de 1.800 asistentes parecían esperar con ansias el inicio de la representación dirigida por Magüi Mira, de la pluma de Emilio Hernández y un reparto escandaloso, con Javier Gurruchaga a la cabeza.
Con ansias, y mucha sed de comedia. Eso se palpa, sobre todo cuando a los pocos segundos, la gente ya se está riendo. El coro de máscaras al más puro estilo grecolatino, aparece en escena sobre una gran estela de humo. «Repartir la riqueza, erradicar la pobreza», más que un coro, aquello parece una auténtica manifestación con rimas consonantes incluidas.
El primero en desengancharse del conjunto, es el dios del dinero. Un Pluto ciego, frágil, taciturno y descompuesto en los pedazos del que se siente mal usado, entona la primera canción del particular musical de esta sexagésima edición del Festival Internacional de Teatro Clásico. «Ciego soy, prisionero de mis dudas», explica su tragedia, dando pie a la denuncia social por boca de los más desfavorecidos. Ellos son los primeros en alzar su voz y soltar su discurso sobre la arena del escenario romano.
El libre que decide ser esclavo para poder pagar sus deudas. El justo que no sabe como mantener a su familia y por ende, a sus criados. El que se erige como la voz del pueblo, y clava su aguijón a la clase alta y política. La fémina que cree en el poder innato de las mujeres para gobernar en un mundo de hombres. No se deja títere con cabeza. Carión, Crémilo, Blepsidemo y Praxágora, dan forma a un auténtico frente popular, que dice en voz alta lo que la mayoría del público piensa para sus adentros. Que si los políticos cobran altos sueldos, y no dan ejemplo. Que si cada vez hay más familias hambrientas. Un mensaje simplón y populista continuado, pero que cumple su función. Engancha a los espectadores que ven una realidad clásica, que encaja al dedillo con los tiempos que viven.
Los aplausos suceden casi a cada cambio de escena. A cada reivindicación en forma de canción. A cada insulto facilón. A cada crítica corrosiva que sirve como denuncia de la situación actual. El público se entrega y la obra parece que cuaja.
El turno de los poderosos, se hace esperar pero llega. El político, el sacerdote y la dama, los tres se enfrentan al populacho, después de que la suerte, y el dinero se hayan posicionado al otro lado. Sin mucho acierto, y con el apoyo de la diosa de la Pobreza, o lo que es lo mismo, Gurruchaga con peluca, deciden dar tregua a los pobres.
La utopía se convierte en una realidad. El reparto justo de las riquezas es posible en el teatro. Con un final que parece poco hilado, por aquello de que el autor no remató la obra, el público eufórico comienza a aplaudir antes de que los actores se despidan. Un aplauso que dura más que minutos. Concretamente tres 'Lentejas y Libertad', la última canción del musical cómico de Magüi Mira. Hasta en tres ocasiones, baile y cante al compás del público, que sentencia el veredicto, que ya se vislumbraba con el resto de aplausos poco comedidos entre canción y canción. 'Pluto' consigue la mejor ovación del público emeritense.
Haberlas, 'haylas'
Pese a que el sentido de la obra es muy simple, lo cierto es que los asistentes pasan un rato ameno. La risa, como se suele decir, haberla, 'hayla'. No tanto como se espera, pero lo justo y un poco más, para los que vayan buscando una comedia con la que desconectar, no se queden con un mal sabor de boca.
Si bien la carcajada que nace a cada minuto no es su fuerte, si lo son otros menesteres. Y sobre todo, un personaje. Javier Gurruchaga sí que consigue esa risa y ese gran sabor que deja una buena comedia. Y más que con su papel de Pluto, con el de Pobreza. Con solo verlo danzar, metido en el cuerpo de una mala malísima, con peluca y gestos a los Madam Mim, el público no puede más que reírse. Fenómeno y fantástico. El cantante y su voz encajan con el escenario romano.
El resto de personajes, no defraudan, pero tampoco llegan al nivel de Gurruchaga. Jorge Roelas y su Carión, que aprovecha su condición esclavo, despunta en alguna que otra ocasión en las risas. Situaciones divertidas también las hay. La que más, por aquello de que no se espera, es el desnudo integral postizo de Sergio Otegui, que resulta tan utópico como el propio reparto justo de las riquezas que sustenta la obra. Un político al desnudo, no hay mayor contradicción.
La razón se sustenta en el justo Crémilo de Marcial Álvarez, lo que provoca poco juego en la escena, y eso que resulta ser el protagonista de la obra. La Praxágora de Ana Labordeta sustenta una manifestación más orientada a las mujeres, a diferencia de Toni Misó, Blepsidemo, más orientado a los hombres.
Los papeles de Marisol Ayuso, Juan Mesenguer y Cayetano Fernández, apenas tienen minutos sobre escena. Ayuso con su Dama aporta ese punto sexual, que tanto se deja ver en las obras de Aristófanes. Pero no deja de ser un personaje trágico, anclado en el mundo del dinero, que sin él no encuentra sentido a su existencia.
Poco más que decir en cuanto a la actuación de los actores, que aunque comedida y correcta, sabe a poco por el poderío que despliega en escena Gurruchaga.
El 'Pluto' de Magüi Mira sí merece la pena. No por comedia, sino por el espectáculo que despliega en el escenario. Por resultar un montaje diferente, cargado de buena música, luz y color.
Chapó para el coro
Muchos coros se han dejado ver sobre el escenario romano, pero ninguno como el que Magüi Mira ideó en su día y entrega al público emeritense. Además de ser un hilo conductor con fuerza y chispa, resulta de lo más innovador. Marca el cambio de escena y el cambio de personaje, entre reivindicaciones y bailes. Apenas deja observar cómo los actores se desligan del conjunto para dar comienzo a su escena. Resulta casi imperceptible para los espectadores.
Escondidos tras las máscaras, los diez figurantes junto al elenco de actores, aguantan estoicos durante la hora y cuarenta minutos que dura la función encima del escenario romano. Incluso del coro hacen uso los actores como un perfecto vestidor. La idea es buena, más complicado es llevarla a la práctica. Fácilmente puede resultar un desastre. Pero no. El coro resulta espectacular, divertido y diferente.
Nada tendría sentido si en la obra de 'Pluto' de Mira faltara la música. Las canciones, ideadas por Marco Rasa y Javier Gurruchaga, son de lo más pegadizas. Increíble el esfuerzo de los actores, que están finos en el afine cuando tienen que cantar. El resto del cuadro musical que se ubicaba en escena, Mario Carión, Josele Mejía y Segundo Mejía, que lucían vestidos también de época.
Destacable también es el vestuario ideado por Lorenzo Caprile, que ya sorprendió al público emeritense en la edición anterior, por su colaboración en el montaje de 'Fuegos' protagonizado por Carmen Machi. La tonalidad cromática de la vestimenta, clásica muy acorde a su época, aportaba una luz diferente cuando actuaban juntos como coro.
Divertida la capa de Gurruchaga, que reversible, le permitía meterse en la piel de la mala malísima Pobreza, o del dios Pluto en función del lado del que hiciera uso.
Espectacular también, la grandiosidad del escenario del Teatro Romano como escenografía particular de la obra. El coro parece estar hecho para esas columnas. Que durante toda la obra se mantengan en la escena, equilibra de alguna manera el vacío que podría haber provocado esa falta de elementos.
Lo que opinan ellos
En el teatro, como en todos los artes, al final la opinión que prima siempre es la de ellos, el público.Pablo Hernández, de Asturias, no estaba muy convencido de la obra al comprar su entrada. Para su sorpresa, «me ha encantado, me ha resultado muy entretenida», explica. En cuanto al mensaje, entiende que es muy acertado y muy acorde a los tiempos que corren.
La mismo opinión tiene Yerma Lesmes, también de Asturias quien al acabar la representación explica que «ha merecido la pena venir desde tan lejos para disfrutar de esta noche».
Para gustos, como se suele decir, los colores. Y esta obra tiene muchos. José Ignacio Rodríguez, natural de Badajoz, explica que aunque ha estado entretenida, esperaba un poco más. «Creo que al final te quedas un poco frío», recalca. Sobre el mensaje indica que es muy simplista y esperado. En cuanto a la música, la entiende «adecuada, muy del musical americano, estandarizada, sin arriesgar demasiado».
Opiniones dispares pero que llegan a una misma conclusión, la obra entretiene. En fin, el montaje de 'Pluto' no destaca quizás por la carcajada que rompe de dentro y resuena entre las columnas del Teatro Romano. Pero sí por ser un musical ameno, con canciones que incluso puedes recordar al día siguiente. Por ser un montaje que rompe con lo que hasta ahora se ha dejado ver en el escenario del Teatro Romano, en una edición de por sí cargada de obras muy dispares. Y aún así, la de Mira no te deja indiferente.

 


 

 

TÍTULO: REVISTA CAMPO, Volver a la agricultura sería mi último recurso,.

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- Díaz durante una de sus visitas a Losar de la Vera. :: e. g. r.. «Volver a la agricultura sería mi último recurso». Este joven losareño, hijo de .foto,.
  • Este joven losareño, hijo de agricultores, eligió buscarse un futuro que no tuviese que ver con la agricultura, que conoció de cerca en la explotación familiar de la finca El Robledo

  • Díaz durante una de sus visitas a Losar de la Vera. :: e. g. r.Pablo Díaz Correa Trabaja en Logística,.

    Como muchos jóvenes hijos de agricultores, Pablo Díaz pudo dedicarse al campo. Sin embargo prefirió estudiar y dedicarse a otro sector. Ahora, en una empresa de logística de Madrid, regresa a Losar de la Vera (Cáceres) regularmente, donde su padre continúa con la explotación familiar en la que él mismo creció.
    ¿Qué recuerda de aquellos pinitos en el campo?
    Pues fue en la finca El Robledo. Mi padre tiene una explotación de tabaco de unas diez hectáreas, donde produce cerca de 35.000 kilos anuales de tabaco virginia. Allí ayudaba siempre que podía, principalmente en verano porque estaba estudiando. Desde los 14 años he estado fuera, primer estudiando en Cáceres y luego en Salamanca, haciendo Derecho.

    ¿Cuando tuvo claro que la vida en el campo no era de su agrado?
    Pues ya a los 14 años de edad. Entonces vi que mi futuro no estaba en el campo. Además de que me considero alguien de ciudad, ya entonces vi que el campo no tenía futuro, que era una vida difícil, complicada. Lo pude ver tanto por mi padre como por mi entorno y mis amigos.
    ¿Alguna vez se ha arrepentido de esa decisión?
    No. Además de estudiar tuve la oportunidad de viajar a Belfast (Irlanda del Norte) y a Manchester (Inglaterra) para aprender inglés. Después, tras hacer un máster en comercio internacional, comencé a trabajar en la empresa World Duty Free Group. Y ahí sigo. Después de este tiempo, cuando regreso a Losar, puedo constatar que todo sigue igual. Mi padre seguirá con la explotación hasta que se jubile, pero sigue habiendo la misma incertidumbre que entonces, sufriendo precios bajos de compra y sin saber cómo estará el sector dentro de cinco años.
    Imagine que por circunstancias de la vida tuviera que regresar, y dedicarse a la agricultura. ¿Lo haría?
    Ufff... Si no tuviese nada más y de verdad me viese obligado a ello... Claro que lo haría. Pero ese sería mi último recurso.
    Sin embargo, comenta que muchos amigos suyos de la infancia sí han continuado como agricultores...
    Así es. En buena parte porque se han quedado con las explotaciones de sus padres.
    ¿Y ellos son más optimistas?
    Bueno, hay de todo. Por lo que yo se trabajan en ello y les da para vivir, pero tienen que vivir con la incertidumbre que comentaba antes. También hay muchos que son muy pesimistas, aunque a decir verdad no conozco a casi nadie que trabaje en el campo y que diga que le va fenomenal.
    ¿Se imagina esta comarca sin plantaciones de tabaco?
    Desde luego no me la imagino como está ahora mismo, sino que sería totalmente distinta. Los agricultores que ya son mayores se jubilarían y les daría más o menos igual, pero los jóvenes agricultores... ¿A qué se dedicarían? Al final todo el mundo se quedaría sin trabajo.
    Tal vez si apostaran por algún cultivo alternativo...
    No creo. Hoy por hoy no creo que haya otro cultivo alternativo que pueda generar tanta riqueza en la zona, tanta actividad y empleo como lo hace el tabaco. O al menos no para tanta gente.

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