DESAYUNO-- CENA--DOMINGO,
'Cycle' cafés: ¡Llegan los bares con pedales!
Es la última moda en Nueva York,
Londres y Berlín. Bares donde aparcar tu bici, tomar algo y reparar un
pinchazo si hace falta. La fiebre de los 'cycle' cafés ha llegado a
España. Te lo contamos.
Han vivido marginadas durante décadas. Pero las bicicletas y sus usuarios están reclamando su espacio en las ciudades. Y no es solo una cuestión de carriles especiales y rutas urbanas, parkings y servicios de alquiler de bicis públicas. Ahora,
los apasionados de las dos ruedas también tienen sus propios espacios
donde tomarse un buen café, reparar un pinchazo, aprender los
fundamentos de la mecánica de una bici o ver el Tour de Francia
en compañía de otros fans. Son los cycle cafés y se han convertido en
un fenómeno en ciudades europeas como Londres y Berlín, pero también en
países como Australia, Japón y algunas ciudades de los Estados Unidos.
Reconocerlos es fácil: la entrada suele estar sepultada bajo decenas de bicicletas candadas junto a la puerta. Muchos cycle cafés permiten a sus clientes entrar con la bici a cuestas; otros tienen una zona de parking reservada para ellas. Dentro, la decoración suele ser un homenaje al universo ciclista: modelos clásicos colgados de techos y paredes, pósteres, maillots y un ambiente joven, relajado y algo hipster (que para eso están situados en los barrios de moda). Su devoción por la cafeína es casi enfermiza, aunque muchos sirven también menús completos y bebidas alcohólicas. Pero los cycle cafés son algo más que una cafetería de clientela cool con parking para bicis.
La mayoría vende bicicletas, ropa deportiva y accesorios; otros alquilan bicis por horas o por días; y casi todos ofrecen servicios de reparación. Algunos de estos talleres son, en realidad, un pequeño self service de herramientas donde tú mismo te arreglas el pinchazo, hinchas las ruedas o ajustas el sillín. Los más sofisticados tienen un taller propio con mecánicos especialistas que, además de reparar tu bici, pueden construir modelos personalizados al gusto de cada cliente. Los cycle cafés organizan conferencias sobre rutas ciclistas, imparten cursos de mantenimiento y proyectan las grandes carreras europeas en directo. Pero también son un centro social, donde conectar con otros aficionados y activistas del transporte sostenible. En el Look Mum no Hands! de Londres organizan incluso su propio speed dating, para que los ciclistas solteros encuentren pareja; y en el Keirin de Berlín, exposiciones de arte.
En España todavía son una rareza. La Bicicleta, en el barrio madrileño de Malasaña, se considera el primer cycle café de nuestro país. «La idea surgió hace cinco años cuando una amiga de Riga me contó que en su ciudad unos chicos iban a abrir un espacio que combinaba un taller y una tienda de bicis, una cafetería y un bar. En ese momento se me encendió la bombilla», explica Quique Arias, propietario del local junto con su socia, Tamara Marqués. Abrieron sus puertas en 2012. En su interior hay zonas para sentarse a tomar un café o una cerveza y charlar con los amigos, y otras para trabajar a solas con enchufes para conectar móviles, portátiles y tabletas. «Nuestro objetivo es servir un buen café, defender el uso de la bicicleta en la ciudad y ofrecer un espacio agradable donde trabajar, leer o estudiar, al mismo tiempo que desayunas, comes o te tomas una cerveza», cuenta Arias. Pero no solo eso. También organizan exposiciones, presentaciones de libros, charlas sobre viajes en bici y salidas en grupo. Así es como han conseguido atraer a los vecinos del barrio según Arias, la mitad de su clientela, pero también a parroquianos muy cosmopolitas.
«Es sobre todo gente joven que o bien ha viajado o ha vivido fuera o, directamente, son extranjeros. Vienen un montón de americanos, australianos, suecos, alemanes y holandeses que se han enamorado del lugar porque les recuerda a las cafeterías de sus ciudades», comenta.
El Bike Club de Barcelona, que abrió sus puertas en marzo, tiene más vocación de taller puro y duro (con mecánicos profesionales en nómina) y tienda de accesorios para bicis. De hecho, tratan de hacer las reparaciones en el mismo día, conscientes de que sus clientes necesitan su medio de transporte para moverse por la ciudad. Pero también es un punto de encuentro donde desayunar o cenar unos tacos.
Este tipo de locales podrían dejar de ser una excepción muy pronto. «Estamos convencidos de que es una tendencia al alza y que espacios como el nuestro irán naciendo en diferentes ciudades, porque la cultura ciclista está creciendo muy deprisa», explica Arias. Con los pedales bien engrasados y tanta cafeína en vena, la expansión de los cycles cafés parece imparable.
Un mundo de 'cycle' cafés
La Bicicleta (Madrid). En pleno barrio de Malasaña, este local es el primer cycle café de España. Pensado para ser un espacio de trabajo (con enchufes y cargadores por todas partes), un taller de bicis para reparaciones menores y un punto de encuentro para ciclistas urbanos. Más info.: www.labicicletacafe.com.
The Bike Club (Barcelona). Ofrecen Wi-Fi y iPads gratis, buen café y aperitivos (sus tacos coreanos ya son famosos). Su especialidad son las bicis antiguas, y sus mecánicos son profesionales. Organizan tours en Barcelona. Más info.: thebikeclub.es.
Look mum no hands! (Londres). Presumen de ser el mejor cycle café del mundo. Desde que abrió, en 2010, es el hogar de los ciclistas urbanos londinenses. Más info.: www.lookmumnohands.com.
Lock 7 (Londres). Las bicis se amontonan en la puerta de este café en Hackney, el barrio de moda. Dentro hay taller de reparaciones, venden bicis de segunda mano y sirven un menú sencillo. Más info.: www.lock-7.com.
Keirin Cycle Culture Café (Berlín). Este famoso local en el barrio de Kreuzberg es casi un museo de la bicicleta, especializado en bicicletas de época. Una institución. Más info.: www.keirinberlin.de.
Standert (Berlín). Sofás, café, sándwiches y cerveza. Tienen su propia marca de bicis. Más info.: standert.de/.
The Little Mule (Melbourne). La especialidad es el brunch; en su taller construyen bicis al gusto de cada cliente. También hacen reparaciones. Más info.: thelittlemule.com.
Bianchi Café & Cycles (Estocolmo). Con una carta consagrada a la cocina italiana, el local dispone de tienda para comprar bicis o reparar la tuya. Ya son una pequeña cadena con cuatro cafés en Suecia, uno en Milán y otro en Tokio. Más info.: bianchicafecycles.com.
Rapha Club. La marca de ropa para ciclistas Rapha está detrás de la primera cadena de cycle cafés. El primero abrió en San Francisco y ya tienen sucursales en Londres, Osaka, Nueva York, Sídney, Tokio, Ámsterdam y Los Ángeles. Más info.: pages.rapha.cc/es/clubs.
Vélocité Café (Lisboa). Taller, cafetería, restaurante y tienda de accesorios, todo en uno. Los que llegan en bici tienen un diez por ciento de descuento en la carta. Alquilan bicis. Más info.: velocitecafe.com.
Upcycle (Milán). Situado en un antiguo garaje abandonado, este local tiene vocación de taller de reparaciones y de café donde degustar un brunch los fines de semana. Más info.: www.upcyclecafe.it.
Serk (Pekín). Las bicicletas cuelgan del techo de este bar minimalista. Venden bicis y accesorios, sirven cervezas y organizan cursos de mecánica. Más info.: www.serk.cc/serk.
De Fietskantine (Ámsterdam). Un local con encanto, paredes de ladrillo y clientela hipster en la ciudad más bike friendly de Europa. Más info.: www.defietskantine.nl.
Red Lantern (Nueva York). Situado en Brooklyn, la parte trasera es un taller de reparación y, dentro, puedes degustar café de Guatemala durante el día y cervezas y vino por la noche. Más info.: www.redlanternbicycles.com.
Desayuno:
Como en Sevilla...«Café con leche y tostadas con aceite de oliva, sal y pimienta. A España vengo tres o cuatro veces al año y, entonces, le agrego al pan el jamón ibérico. ¡Una maravilla!».
TÍTULO: ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ !, El padre de la psicología evolutiva: Steven Pinker ,.
foto,.
Reconocerlos es fácil: la entrada suele estar sepultada bajo decenas de bicicletas candadas junto a la puerta. Muchos cycle cafés permiten a sus clientes entrar con la bici a cuestas; otros tienen una zona de parking reservada para ellas. Dentro, la decoración suele ser un homenaje al universo ciclista: modelos clásicos colgados de techos y paredes, pósteres, maillots y un ambiente joven, relajado y algo hipster (que para eso están situados en los barrios de moda). Su devoción por la cafeína es casi enfermiza, aunque muchos sirven también menús completos y bebidas alcohólicas. Pero los cycle cafés son algo más que una cafetería de clientela cool con parking para bicis.
La mayoría vende bicicletas, ropa deportiva y accesorios; otros alquilan bicis por horas o por días; y casi todos ofrecen servicios de reparación. Algunos de estos talleres son, en realidad, un pequeño self service de herramientas donde tú mismo te arreglas el pinchazo, hinchas las ruedas o ajustas el sillín. Los más sofisticados tienen un taller propio con mecánicos especialistas que, además de reparar tu bici, pueden construir modelos personalizados al gusto de cada cliente. Los cycle cafés organizan conferencias sobre rutas ciclistas, imparten cursos de mantenimiento y proyectan las grandes carreras europeas en directo. Pero también son un centro social, donde conectar con otros aficionados y activistas del transporte sostenible. En el Look Mum no Hands! de Londres organizan incluso su propio speed dating, para que los ciclistas solteros encuentren pareja; y en el Keirin de Berlín, exposiciones de arte.
En España todavía son una rareza. La Bicicleta, en el barrio madrileño de Malasaña, se considera el primer cycle café de nuestro país. «La idea surgió hace cinco años cuando una amiga de Riga me contó que en su ciudad unos chicos iban a abrir un espacio que combinaba un taller y una tienda de bicis, una cafetería y un bar. En ese momento se me encendió la bombilla», explica Quique Arias, propietario del local junto con su socia, Tamara Marqués. Abrieron sus puertas en 2012. En su interior hay zonas para sentarse a tomar un café o una cerveza y charlar con los amigos, y otras para trabajar a solas con enchufes para conectar móviles, portátiles y tabletas. «Nuestro objetivo es servir un buen café, defender el uso de la bicicleta en la ciudad y ofrecer un espacio agradable donde trabajar, leer o estudiar, al mismo tiempo que desayunas, comes o te tomas una cerveza», cuenta Arias. Pero no solo eso. También organizan exposiciones, presentaciones de libros, charlas sobre viajes en bici y salidas en grupo. Así es como han conseguido atraer a los vecinos del barrio según Arias, la mitad de su clientela, pero también a parroquianos muy cosmopolitas.
«Es sobre todo gente joven que o bien ha viajado o ha vivido fuera o, directamente, son extranjeros. Vienen un montón de americanos, australianos, suecos, alemanes y holandeses que se han enamorado del lugar porque les recuerda a las cafeterías de sus ciudades», comenta.
El Bike Club de Barcelona, que abrió sus puertas en marzo, tiene más vocación de taller puro y duro (con mecánicos profesionales en nómina) y tienda de accesorios para bicis. De hecho, tratan de hacer las reparaciones en el mismo día, conscientes de que sus clientes necesitan su medio de transporte para moverse por la ciudad. Pero también es un punto de encuentro donde desayunar o cenar unos tacos.
Este tipo de locales podrían dejar de ser una excepción muy pronto. «Estamos convencidos de que es una tendencia al alza y que espacios como el nuestro irán naciendo en diferentes ciudades, porque la cultura ciclista está creciendo muy deprisa», explica Arias. Con los pedales bien engrasados y tanta cafeína en vena, la expansión de los cycles cafés parece imparable.
Un mundo de 'cycle' cafés
La Bicicleta (Madrid). En pleno barrio de Malasaña, este local es el primer cycle café de España. Pensado para ser un espacio de trabajo (con enchufes y cargadores por todas partes), un taller de bicis para reparaciones menores y un punto de encuentro para ciclistas urbanos. Más info.: www.labicicletacafe.com.
The Bike Club (Barcelona). Ofrecen Wi-Fi y iPads gratis, buen café y aperitivos (sus tacos coreanos ya son famosos). Su especialidad son las bicis antiguas, y sus mecánicos son profesionales. Organizan tours en Barcelona. Más info.: thebikeclub.es.
Look mum no hands! (Londres). Presumen de ser el mejor cycle café del mundo. Desde que abrió, en 2010, es el hogar de los ciclistas urbanos londinenses. Más info.: www.lookmumnohands.com.
Lock 7 (Londres). Las bicis se amontonan en la puerta de este café en Hackney, el barrio de moda. Dentro hay taller de reparaciones, venden bicis de segunda mano y sirven un menú sencillo. Más info.: www.lock-7.com.
Keirin Cycle Culture Café (Berlín). Este famoso local en el barrio de Kreuzberg es casi un museo de la bicicleta, especializado en bicicletas de época. Una institución. Más info.: www.keirinberlin.de.
Standert (Berlín). Sofás, café, sándwiches y cerveza. Tienen su propia marca de bicis. Más info.: standert.de/.
The Little Mule (Melbourne). La especialidad es el brunch; en su taller construyen bicis al gusto de cada cliente. También hacen reparaciones. Más info.: thelittlemule.com.
Bianchi Café & Cycles (Estocolmo). Con una carta consagrada a la cocina italiana, el local dispone de tienda para comprar bicis o reparar la tuya. Ya son una pequeña cadena con cuatro cafés en Suecia, uno en Milán y otro en Tokio. Más info.: bianchicafecycles.com.
Rapha Club. La marca de ropa para ciclistas Rapha está detrás de la primera cadena de cycle cafés. El primero abrió en San Francisco y ya tienen sucursales en Londres, Osaka, Nueva York, Sídney, Tokio, Ámsterdam y Los Ángeles. Más info.: pages.rapha.cc/es/clubs.
Vélocité Café (Lisboa). Taller, cafetería, restaurante y tienda de accesorios, todo en uno. Los que llegan en bici tienen un diez por ciento de descuento en la carta. Alquilan bicis. Más info.: velocitecafe.com.
Upcycle (Milán). Situado en un antiguo garaje abandonado, este local tiene vocación de taller de reparaciones y de café donde degustar un brunch los fines de semana. Más info.: www.upcyclecafe.it.
Serk (Pekín). Las bicicletas cuelgan del techo de este bar minimalista. Venden bicis y accesorios, sirven cervezas y organizan cursos de mecánica. Más info.: www.serk.cc/serk.
De Fietskantine (Ámsterdam). Un local con encanto, paredes de ladrillo y clientela hipster en la ciudad más bike friendly de Europa. Más info.: www.defietskantine.nl.
Red Lantern (Nueva York). Situado en Brooklyn, la parte trasera es un taller de reparación y, dentro, puedes degustar café de Guatemala durante el día y cervezas y vino por la noche. Más info.: www.redlanternbicycles.com.
Desayuno:
Como en Sevilla...«Café con leche y tostadas con aceite de oliva, sal y pimienta. A España vengo tres o cuatro veces al año y, entonces, le agrego al pan el jamón ibérico. ¡Una maravilla!».
TÍTULO: ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ !, El padre de la psicología evolutiva: Steven Pinker ,.
foto,.
A Steven Pinker lo conocí en la Universidad de
Harvard cuando ya era uno de los profesores más reconocidos como
fundador de la psicología evolutiva y experimental. Pinker sabía de casi
todo y de todo lo que no sabían los demás: que los sentimientos cuentan
más que la razón y que cualquier tiempo pasado fue peor.
A Pinker le debemos, gracias a los estudios que ha dirigido a lo largo de los años, el gran descubrimiento de que nuestros antepasados fueron mucho más violentos que nosotros; que los índices de violencia han estado disminuyendo sin interrupción a pesar de dos guerras mundiales; y que nuestra manera de vivir es hoy mucho más tranquila y pausada que en el pasado. Los estudios académicos realizados demuestran que, si la tasa de mortalidad característica de las guerras en el pasado hubiera prevalecido en pleno siglo XX, se hubieran producido dos mil millones de fallecimientos en lugar de los cien millones efectivamente acaecidos.
Cualquier manual de historia social revelará que la tortura y la mutilación eran formas rutinarias para cumplir con una condena social. El tipo de infracción que conllevaría hoy una simple multa solo se vería compensada entonces con penas de muerte impuestas por meras críticas al Rey o por haber robado una lonja de pan. El resto eran casi todo condenas para hacer reír, como la del famoso descenso paulatino del gato castigado a la hoguera para que todo el mundo reventara a carcajadas mientras el animal se debatía con el terror de la muerte.
No es que trate de menospreciar la violencia o el sufrimiento en nuestro tiempo, sino de valorar la evolución positiva que en este sentido ha experimentado el ser humano. Pinker ha descubierto los cimientos del optimismo.
¿Quién es? Psicólogo experimental, científico cognitivo y lingüista canadiense. 60 años. Es profesor de Psicología en Harvard. Defensor de la psicología evolucionista, la que sostiene que la mente humana evolucionó por selección natural, de la misma forma que lo hicieron otras partes del cuerpo.
¿De dónde viene? Nació en la comunidad judía de habla inglesa de Montreal en 1954, pero se declara ateo. Su padre abogado trabajó como vendedor y su madre ama de casa fue después profesora. Su especialidad empezó siendo el desarrollo del lenguaje en niños, explicado en su libro El instinto del lenguaje, de 1994.
¿Qué ha aportado? Plantea que el cerebro es cambiante y moldeable, por lo que es importantísimo saber gestionar los propios sentimientos, que contribuyen a definir nuestro cerebro. A partir de sus trabajos, se ha podido analizar el nacimiento de la empatía y su evolución.
La anécdota
Se ha casado dos veces, con dos psicólogas, y ahora vive con una profesora de Filosofía. No tiene hijos, lo cual se le ha recriminado, ya que defiende que estamos programados para beneficiar a nuestros genes. Él responde con humor: «Soy feliz así; si a mis genes no les gusta, que se tiren de un puente».
A Pinker le debemos, gracias a los estudios que ha dirigido a lo largo de los años, el gran descubrimiento de que nuestros antepasados fueron mucho más violentos que nosotros; que los índices de violencia han estado disminuyendo sin interrupción a pesar de dos guerras mundiales; y que nuestra manera de vivir es hoy mucho más tranquila y pausada que en el pasado. Los estudios académicos realizados demuestran que, si la tasa de mortalidad característica de las guerras en el pasado hubiera prevalecido en pleno siglo XX, se hubieran producido dos mil millones de fallecimientos en lugar de los cien millones efectivamente acaecidos.
Cualquier manual de historia social revelará que la tortura y la mutilación eran formas rutinarias para cumplir con una condena social. El tipo de infracción que conllevaría hoy una simple multa solo se vería compensada entonces con penas de muerte impuestas por meras críticas al Rey o por haber robado una lonja de pan. El resto eran casi todo condenas para hacer reír, como la del famoso descenso paulatino del gato castigado a la hoguera para que todo el mundo reventara a carcajadas mientras el animal se debatía con el terror de la muerte.
No es que trate de menospreciar la violencia o el sufrimiento en nuestro tiempo, sino de valorar la evolución positiva que en este sentido ha experimentado el ser humano. Pinker ha descubierto los cimientos del optimismo.
¿Quién es? Psicólogo experimental, científico cognitivo y lingüista canadiense. 60 años. Es profesor de Psicología en Harvard. Defensor de la psicología evolucionista, la que sostiene que la mente humana evolucionó por selección natural, de la misma forma que lo hicieron otras partes del cuerpo.
¿De dónde viene? Nació en la comunidad judía de habla inglesa de Montreal en 1954, pero se declara ateo. Su padre abogado trabajó como vendedor y su madre ama de casa fue después profesora. Su especialidad empezó siendo el desarrollo del lenguaje en niños, explicado en su libro El instinto del lenguaje, de 1994.
¿Qué ha aportado? Plantea que el cerebro es cambiante y moldeable, por lo que es importantísimo saber gestionar los propios sentimientos, que contribuyen a definir nuestro cerebro. A partir de sus trabajos, se ha podido analizar el nacimiento de la empatía y su evolución.
La anécdota
Se ha casado dos veces, con dos psicólogas, y ahora vive con una profesora de Filosofía. No tiene hijos, lo cual se le ha recriminado, ya que defiende que estamos programados para beneficiar a nuestros genes. Él responde con humor: «Soy feliz así; si a mis genes no les gusta, que se tiren de un puente».
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