Crepes Suzette - fotos,.
Elaboración: se funden los 50 g de mantequilla. Se baten los huevos y se añaden a la harina con una pizca de sal y se mezclan con la mantequilla fundida. Se agregan la leche, el agua, la mantequilla y la ralladura de naranja. Se deja reposar la mezcla 2 horas en el frigorífico. Después del reposo, conviene añadir unas gotas más de agua para estirar la mezcla. Se calientan las 2 cucharadas de mantequilla hasta que espume y coloree ligeramente.Se añade el azúcar y se carameliza ligeramente.
Acabado y presentación: se vierte el zumo de naranja y se reduce ligeramente unos segundos. Se lanzan las crepes de una en una en la sartén caliente y se repliegan en abanico, bien empapadas. Cuando no quepa ninguna más, añadiremos el licor y flambearemos. Por último, estiramos las crepes en un plato palaciego y las rociamos con el jugo del flambeado.
Paso a paso
1. Se funde la mantequilla y, aparte, se baten los huevos, se añaden a la harina y se mezcla todo.
2. Se agregan la leche, el agua, la mantequilla y la ralladura de naranja y se deja reposar dos horas en el frigorífico.
3. Se calientan las dos cucharadas de mantequilla hasta que espume y coloree. Se añade el azúcar y se carameliza.
4. Se echa el licor sobre las crepes replegadas en abanico en una sartén caliente y se flambean.
Mis trucos
Una cosa que se ha de tener en cuenta es que a la hora de hacer la mezcla los ingredientes se integrarán mejor si están a temperatura ambiente. Otra: al fundir la mantequilla, limitémonos a que solamente se funda. No se trata de freírla ni de hacerla hervir.
El vino Viña Lanciano Reserva 2010. El buque insignia de la emblemática bodega riojana LAN renueva su imagen en esta sobresaliente añada. Sedoso, amable y gran persistencia, es ideal con guisos, carpaccios de carne, ahumados, quesos... 15 ¬. J. L. RECIO
Reinos de Humo por Benjamín Lana
Las sobras
Las personas que conozco se dividen entre las que guardan cualquier resto de comida que haya sobrado y las que no. Las defensoras de no tirar nada son mayoría absoluta en un país que todavía lleva la palabra 'hambre' cincelada en su conciencia. La comida no se tira. ¿Quién en su sano juicio cuestionaría una máxima de tal calibre? Pero, en este siglo XXI, la solemne sentencia suele pronunciarse ante infinitesimales porciones de cualquier cosa. Frente a restos microscópicos que prolongarán su agonía dos o tres semanas en la nevera, pasando por todos los estadios y colores, hasta terminar, indefectiblemente, en la basura cuando los mohos verdes hayan alcanzado una altura mayor que el pedazo. Y así ocurre con todo, quizá con la única excepción de la tortilla. Al menos si el trozo alcanza el tamaño de cuarto de pincho, el 'cadáver' no ha caído en un rincón sombrío del 'frigo' y en la casa habita algún pájaro nocturno. Los 'conservacionistas' son los que más sufren, infinitamente más que los 'liquidacionistas', aunque al final el duro trabajo de hacer desaparecer el 'fiambre' verdoso le toque siempre a los segundos. Quien elevó la voz en contra de la sentencia a muerte dictada la noche en que el pedazo iba a convertirse en sobra se aflige y acongoja porque nadie le hincó el diente en semanas. Y la pena no deja de crecer porque, con la fuerza de la microbiología, el pedazo se ha convertido de nuevo en un ser vivo. No sé usted, pero yo suelo tender a exterminar, aunque a veces me ablande si me da por pensar que Fleming descubrió la penicilina gracias al poder bactericida de un moho.
Lincoln se creía de una raza superior,. foto,.
La esclavitud fue uno de los problemas principales
del enfrentamiento entre los partidarios de la Unión (yanquis) y los
defensores de la secesión (confederados), pero hubo otros
factores que también contribuyeron al estallido de una guerra que
devastaría los estados algodoneros del Sur y se cobraría más de medio
millón de muertos. En 1860, los miembros del partido Whig contrarios
al incremento de esclavos pasaron a engrosar las filas del nuevo partido
republicano. Entre ellos estaba Abraham Lincoln (1809-1865), cuya
elección como presidente de la Unión ese año desencadenó la definitiva
secesión del Sur.
En diversas ocasiones, Lincoln había afirmado que su principal tarea era mantener la unión de los estados, no prohibir la esclavitud en los territorios donde era legal. Pese a todo, la prensa confederada no tuvo ningún reparo en calificar al nuevo inquilino de la Casa Blanca como el «Anticristo, rey de los negros». En realidad, Lincoln no creía en la convivencia entre negros y blancos y coqueteó con la idea de mandar a los esclavos a Centroamérica. A pesar de las dudas que tuvo a la hora de aplicar las leyes antiesclavistas, el presidente estadounidense terminó convenciéndose de que su regulación debilitaría a los estados sureños, que se quedarían sin una mano de obra gratuita para cultivar los campos de algodón.
El 1 enero de 1863, Lincoln aprobó la Proclamación de Emancipación de los esclavos en los estados sureños, una medida de carácter militar que pretendía debilitar al enemigo. Sin embargo, el nuevo bando de guerra no decía nada de los afroamericanos que vivían en los estados controlados por la Unión, que durante un tiempo siguieron encadenados y sometidos a sus amos. A partir de entonces, cuando el Ejército federal ocupaba alguna zona del territorio confederado, los esclavos quedaban libres y podían entrar a formar parte de las fuerzas armadas del Norte.
Lincoln y buena parte de su Gobierno pensaban que el objetivo principal del conflicto bélico no era liberar a los afroamericanos, tal y como defendían los abolicionistas, sino mantener la integridad de la Unión. No era una guerra social, sino una guerra política. Tras muchos titubeos, Abraham Lincoln llegó al convencimiento de que la desaparición de la esclavitud era inevitable, aunque pensó que llegaría con la evolución de las costumbres y no por el peso punitivo de una ley.
Un dato que tener en cuenta...
El reverendo James Mitchell pidió por escrito a Lincoln en 1862 que los negros fueran deportados por ser una amenaza nacional. Lincoln, lejos de escandalizarse, puso a Mitchell al frente del Comisionado de Emigración de la Unión.
¿Cuándo se abolió la esclavitud?
Al finalizar la Guerra de Secesión, en abril de 1865, muchos afroamericanos seguían sometidos a sus amos. La abolición de la esclavitud se produjo el 18 de diciembre de ese mismo año, con la aprobación de la XIII Enmienda de la Constitución de EE.UU., siete meses después del asesinato de Lincoln.
En diversas ocasiones, Lincoln había afirmado que su principal tarea era mantener la unión de los estados, no prohibir la esclavitud en los territorios donde era legal. Pese a todo, la prensa confederada no tuvo ningún reparo en calificar al nuevo inquilino de la Casa Blanca como el «Anticristo, rey de los negros». En realidad, Lincoln no creía en la convivencia entre negros y blancos y coqueteó con la idea de mandar a los esclavos a Centroamérica. A pesar de las dudas que tuvo a la hora de aplicar las leyes antiesclavistas, el presidente estadounidense terminó convenciéndose de que su regulación debilitaría a los estados sureños, que se quedarían sin una mano de obra gratuita para cultivar los campos de algodón.
El 1 enero de 1863, Lincoln aprobó la Proclamación de Emancipación de los esclavos en los estados sureños, una medida de carácter militar que pretendía debilitar al enemigo. Sin embargo, el nuevo bando de guerra no decía nada de los afroamericanos que vivían en los estados controlados por la Unión, que durante un tiempo siguieron encadenados y sometidos a sus amos. A partir de entonces, cuando el Ejército federal ocupaba alguna zona del territorio confederado, los esclavos quedaban libres y podían entrar a formar parte de las fuerzas armadas del Norte.
Lincoln y buena parte de su Gobierno pensaban que el objetivo principal del conflicto bélico no era liberar a los afroamericanos, tal y como defendían los abolicionistas, sino mantener la integridad de la Unión. No era una guerra social, sino una guerra política. Tras muchos titubeos, Abraham Lincoln llegó al convencimiento de que la desaparición de la esclavitud era inevitable, aunque pensó que llegaría con la evolución de las costumbres y no por el peso punitivo de una ley.
Un dato que tener en cuenta...
El reverendo James Mitchell pidió por escrito a Lincoln en 1862 que los negros fueran deportados por ser una amenaza nacional. Lincoln, lejos de escandalizarse, puso a Mitchell al frente del Comisionado de Emigración de la Unión.
¿Cuándo se abolió la esclavitud?
Al finalizar la Guerra de Secesión, en abril de 1865, muchos afroamericanos seguían sometidos a sus amos. La abolición de la esclavitud se produjo el 18 de diciembre de ese mismo año, con la aprobación de la XIII Enmienda de la Constitución de EE.UU., siete meses después del asesinato de Lincoln.
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