Damos un salto entre dos países, colgados de un
cable, para descansar en una playa fluvial escondida en el Algarve
portugués. Desvelamos por qué un demonio salta por encima de los bebés
de su pueblo en una de las fiestas más desconocidas de España. De un
brinco subimos a la Sierra de Gredos donde atrapan al turista volviendo a
lo de antes.
Un salto entre dos países. La única tirolina del mundo que une dos países está en Huelva. En
la localidad de Sanlúcar de Guadiana se encuentra uno de los extremos
del cable; el otro, en Alcoutim, en el Algarve portugués. En menos de un
minuto atravesamos el río Guadiana y descubrimos una playa escondida,
levantada sobre arena de mar y bañada en agua dulce. José es
pescador y remoja el calor junto a toda su familia en sus tranquilas
orillas. Muy cerca, los restaurantes portugueses revuelven patatas,
huevo y bacalao por encargo de los cientos de turistas españoles que
atraviesan la raya y vadean el Guadiana en busca de la famosa tortilla
de bacalao portuguesa.
Un demonio saltando bebés. Borja se viste de demonio para saltar por encima de los bebés de su pueblo. Es
el Colacho de 2017. Lleva 30 años esperando este momento, porque
Colacho sólo se puede ser una vez en la vida. Los niños de la localidad
burgalesa de Castrillo de Murcia, ya juegan a ser demonio saltador de
bebés en la escuela. La costumbre, que se convirtió en tradición, se
celebra cada año desde 1620. Sandra es una de las niñas que va a ser
saltada por el demonio, tiene nueve meses. Pilar, su
abuela, no puede contener la emoción mientras coloca en la calle el
colchón en el que tumbará a su nieta. Son cerca de un centenar los niños
saltados por el Colacho, pero ninguno ha nacido en el pueblo. Son
descendientes de los apenas doscientos habitantes de la localidad,
vecinos que celebran la victoria del bien sobre el mal y que su fiesta
atraiga a miles de turistas y periodistas de todo el mundo.
Un brinco a lo de antes. Levanta la vara y se mueven los bueyes; levanta la voz y la yunta arrastra un pino de más de veinte metros. José Manuel es
ganadero y carretero, y deja a los turistas con la boca abierta. Con
sus bueyes saca el árbol de uno de los pinares más importante de España,
el de Navarredonda de Gredos. Hace 70 años que no se pingaba un mayo en
este pueblo de Ávila. Quieren que la tradición no se pierda y han
recurrido a lo de antaño para atrapar a los visitantes y poner a sus
pueblos en el mapa. Con las flor amarilla del piorno que crece en 65.000
hectáreas de montaña adornan plazas, iglesias y las calles de 35
pueblos de la cara Norte de Gredos. Aquí nacieron las primeras rutas a
caballo de España. Hoy este animal se ha convertido en un motor
económico para quienes, como Rafael, compiten con el turismo de sol y
playa ofreciendo al viajero propuestas frescas y lejos de las
aglomeraciones veraniegas.
TITULO: Fallece Bradley Lowery, el pequeño amigo de Defoe que emocionó almundo,.
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