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Extremeños sin miedo
Los jóvenes siguen siendo emigrantes temerarios, como sus abuelos
Lo curioso del caso y lo que me lleva a escribir sobre este tema es una constante que he escuchado en todas estas conversaciones entre padres turistas paisanos emigrantes y padres extremeños que se quedaron aquí. Hace años, quienes venían en verano de Cataluña, País Vasco o Madrid contaban las andanzas de sus hijos yéndose en verano unas semanas al extranjero para perfeccionar el inglés o moviéndose por Europa unos días. Sus padres presumían de un cosmopolitismo de julio y agosto que los hacía parecer más de mundo, más importantes, como si ese único dato de los hijos moviéndose con soltura por Europa ya justificara su salida del pueblo y su estancia en otras regiones más desarrolladas.
«Pues la niña está en San Francisco y el niño en Melbourne, trabajan allí en empresas de lo suyo, de ingeniería», cuenta una señora en la cola del Lidl. «Mi niño es músico», explica otra madre a su compañera de secador, que ya fue compañera en la escuela del pueblo, que ahora vive en Hospitalet y que se interesa por los bolos del hijo de su amiga: «¿Y le salen muchas verbenas por los pueblos vecinos?». La respuesta de la madre del músico es tan inesperada que la compañera de secador se queda con la boca abierta: «No, si está en China, hizo el conservatorio superior en Badajoz, toca la viola y está en una orquesta nacional. Beethoven y eso. Anda todo el día de conciertos: hoy en Hong Kong, mañana en Seúl, al otro en Manila».
En las regiones más desarrolladas, mal que bien, siempre sale algún trabajo esporádico y temporal de mil euros. Aquí, ni eso. Así que nuestros hijos se van lejos y sin miedo. No tienen empleos que los aten aquí. Y es una pena, pero es así. El otro día, charlaba con una política importante en un jardín y me contaba que su hija trabaja en Londres en una gran empresa y está encantada. Yo le refería mi caso: el 50% de mis sobrinos en edad laboral están trabajando en Estados Unidos, bien haciendo autopistas o empleados y acabando un máster en Dallas, bien impartiendo clase en el MIT de Boston (primera universidad del mundo durante los seis últimos años). El otro 50% trabaja en Madrid. Todos se han formado en Cáceres: chicos del Sagrado, de las Josefinas, del Licenciados.
Me sorprende el arrojo de los jóvenes extremeños para lanzarse al mundo e irse lejos. No sé si es genética de conquistadores o es, como sucedió en el siglo XVI y también en 1960-70, porque no les queda otra salida que largarse. Son extremeños sin miedo. Como emigrantes temerarios, somos los primeros.
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