EL HORMIGUERO LUNES -24- MARTES -25- JULIO - La RAE aceptará «iros» como imperativo del verbo ir, según adelanta Pérez-Reverte,./ EL HORMIGUERO MIERCOLES -26- JUEVES -27- JULIO -Aceite añil y tencas turquesa ,.
TITULO: EL HORMIGUERO LUNES -24- MARTES -25- JULIO - La RAE aceptará «iros» como imperativo del verbo ir, según adelanta Pérez-Reverte,.
La RAE aceptará «iros» como imperativo del verbo ir, según adelanta Pérez-Reverte, foto.
La Academia señala que la modificación se incluirá en la edición online a finales de este año,.
El escritor y académico de la RAE, Arturo Pérez-Reverte, ha avanzado en Twitter que la institución aceptará el uso de «iros» como imperativo del verbo ir a partir de otoño.
«La RAE acaba de aceptar iros, tras mucho debate, pues nadie decía idos o íos. Ya se puede usar sin complejos. Será oficial en otoño», ha señalado el académico en respuesta a un usuario de Twitter acerca del uso de este verbo.
«Lo correcto sigue siendo "idos". Pero se registrará "iros" como de uso habitual», ha aclarado el académico en su cuenta.
La RAE, por su parte, ha señalado a Europa Press que el Pleno de la RAE aprobó esta modificación recientemente aunque aún no se ha incorporado a la edición en línea, sino que esperan que ocurra a final de año.
TITULO: EL HORMIGUERO MIERCOLES -26- JUEVES -27- JULIO - Aceite añil y tencas turquesa ,. Aceite añil y tencas turquesa , foto.
Aceite añil y tencas turquesa,.
Vino azul extremeño.
Ya podemos beber dos vinos extremeños de color azul,.
Mi
padre está enfadado conmigo. Preciso: mi padre está muy enfadado
conmigo. Y no le faltan razones de peso: dos en concreto y ambas propias
de un foráneo readaptado, de un asturiano reconvertido en extremeño y
que, como todo buen converso, se indigna más con los temas autóctonos
que un nativo extremeño de pura cepa.
Si aquí fuéramos
nacionalistas, mi padre sería un charnego-maketo dispuesto a reafirmar
su falta de ocho apellidos extremeños con una defensa a ultranza de
nuestras señas de identidad y nuestros hechos diferenciales. Mi padre,
en fin, está enfadado conmigo por dos temas más extremeños que comerse
una chanfaina el día de la Virgen de Guadalupe: los olivos y las tencas.
Ambos
iconos de la extremeñidad, el pez más nuestro y el árbol que nos ha
curado, alimentado y alumbrado durante siglos, son la pasión de mi
padre. Hace unos años, sembró olivos en la tierra que heredó mi madre en
Ceclavín. Y como mi madre también heredó una charca, pues ha echado en
ella unas cuantas tencas.
Hasta la siembra y la suelta,
mi padre compraba el aceite en la cooperativa ceclavinera y pescaba las
tencas en la charca del Valle.
El otro día, conté algo
sobre sus olivos y dije que había sembrado 80. Nunca lo hubiera escrito
o, cuando menos, nunca lo debiera haber escrito sin consultarle. Porque
resulta que mi asturiano padre no sembró 80 extremeños olivos, sino 300,
y se ha indignado sobremanera: «¡Hijo mío, cómo me has quitado en un
renglón 220 olivos! ¿No te da vergüenza?».
Yo le digo que
tampoco es para rasgarse las vestiduras y que, al fin y al cabo, él no
deja de ser un olivarero advenedizo que conoció el aceite de oliva en la
posguerra, cuando fue a Asturias desde Cáceres en tren con una garrafa
de cinco litros completamente legal y tuvo que ponerse enérgico en el
expreso de Oviedo para que la Guardia Civil no se la quitara por
estraperlista. Pero mi padre no atiende a razones y no me perdona la
humillación de dejarle sin 220 olivos de una tacada.
El
caso de las tencas es más delicado. Mi padre me había pedido que
mantuviera en secreto su repoblación pesquera, pero resulta que el otro
día, en un programa de televisión, se me escapó contar que había soltado
alevines de tenca en su charca y ahora no tiene ni una. Yo le digo que
quizás se las haya comido un cormorán o que tal vez hayan muerto de
calor. Pero él no traga y, entre los olivos y las tencas, se masca más
tensión en casa que si mi padre fuera un Puigdemont extremeño,
abanderado de olivos nacionales y tencas patrióticas, y servidor se
hubiera convertido en un hijo apátrida que desprecia lo más nuestro.
Vaya,
pues, por delante, mi rectificación: mi padre ha sembrado 300 olivos,
que no 80, y en cuanto a las tencas, no se me ocurre ninguna disculpa y
solo me queda rezar para que estén escondidas a la espera de mejor
temperatura. Y ya puestos a rectificar, debo reseñar que, tras escribir
el otro día sobre el sorprendente vino azul de bodegas Ruiz Torres de
Cañamero, me han escrito del gabinete de comunicación de Gik Live, el
primer vino azul español, para puntualizar algunos de los datos que
recogí en aquel artículo. Las precisiones son que el vino azul empezó a
hacerse en 2015 y no en 2016 como yo escribí, que se produce en bodegas
de Zaragoza y La Rioja, no en El Bierzo, y que no se llama vino porque
así lo ha exigido una sanción administrativa tras una denuncia del
sector vinícola, pero no por ninguna sentencia judicial.
Y
ya que hablamos de vino azul y por ser precisos, no está de más recoger
en esta página que en Extremadura ya hay dos vinos azules. Al Mar Blue
de Ruiz Torres hay que sumar el vino Verano Azul de bodegas Sani, la
misma que elabora el popular Primavera. En la etiqueta se refieren a él
como un cóctel de vino semidulce frizzante. En cuanto se entere mi padre
de esta pasión extremeña por el azul, seguro que saca un aceite añil y
cría unas tencas turquesa.
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