DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - Los cuentos perdidos de Edgar Neville, fotos.
Los cuentos perdidos de Edgar Neville,.
La primera edición completa de sus transgresores relatos rescata los dispersos en diarios y revistas,.
Los ha rescatado, seleccionado y anotado José María Goicoechea, periodista que ha buceado en las publicaciones en las que colaboró Neville, de 'La Codorniz' a 'Revista de Occidente'. Incluye en muchos casos las ilustraciones originales de Tono, Miguel Mihura, López Rubio o Lorenzo Goñi, colegas de la brillante nómina de humoristas y dramaturgos como Enrique Jardiel Poncela opacados por los grandes del 27.
«Como en toda su obra, el resultado sorprende por su capacidad para adelantarse a su tiempo y defender una literatura de humor de enorme raigambre española pero completamente universal», apunta Goicoechea. «Vitalista, elegante y hedonista, su obra supone un alegato contra la rancia burguesía surgida tras la guerra civil, la cursilería y la estrechez de miras disfrazada de sentido común», agrega el periodista.
De origen aristocrático, Neville estudió Derecho y siguió la carrera diplomática que abandonó por el periodismo, la literatura y el cine. Contratado por la Metro Goldwyn Mayern, en los alocados veinte viajó a Hollywood y en la era dorada de la fábrica de sueños trabó amistad con estrellas como Charles Chaplin y Douglas Fairbanks. Republicano de primera hora, de regreso a España se alineó con el bando rebelde en la guerra civil, aunque su carácter liberal le situó en posiciones distintas a las franquistas.
Prolífico y versátil autor, el teatro le procuró sus mayores éxitos en la dictadura con comedias como 'El baile' (1952), 'Veinte añitos' (1954), 'Rapto' (1955), 'Prohibido en otoño (1957) y 'Alta fidelidad' (1961). Antes se labró un prestigio como cineasta con películas como 'La torre de los siete jorobados' (1944), 'Domingo de carnaval' (1945), 'La vida en un hilo' (1945), 'Nada' (1947), 'El último caballo' (1950) y 'Duende y misterio del flamenco' (1952). En su irónica narrativa sobresalen 'Don Clorato de Potasa' (1929), 'La niña de la calle del arenal' (1953), 'Mi España particular' (1957) y 'Flamenco y cante jondo' (1963).
'Eva y Adán' (1926) fue su primera colección de cuentos a la que siguieron 'Música de fondo' (1936), 'Frente de Madrid' (1941), 'Torito bravo' (1955), 'El día más largo de monsieur Marcel' (1965) y 'Dos cuentos crueles' (1966). Los 66 relatos de estos títulos son el cuerpo de sus 'Cuentos completos'. El resto son 16 cuentos publicados desde 1923 en revistas y periódicos como 'Gutiérrez', 'Buen Humor', 'La Gaceta Literaria', 'Ahora', 'El Sol' o 'Nuevo Mundo' antes de la guerra, o en 'ABC' y 'Blanco y Negro', tras la contienda.
Neville jugueteó con sus cuentos rehaciéndolos con ligeros o profundos retoques y salvó los que tenían «algo distinto o mejor» para las colecciones que publicó a razón de una por década. «Su trayectoria vital y artística se refleja en los cuentos de manera más clara que en sus otros trabajos», apunta el editor sobre el también poeta y autor de centenares de artículos en prensa, y pintor en sus últimos años.
Destaca que en agosto de 1926 'Revista de las Españas' saludaba a 'Eva y Adán' como «una simpaticona retahíla de cuentos, optimista, sencilla y desenfadada; vivo retrato del autor, el atlético y elegante y castizo conde de Berlanga de Duero [.], posesor de ese nombre que rima con vodevil: Edgar Neville».
El humor vanguardista, transgresor y absurdo es la seña de identidad de la obra del culto, cosmopolita y esnob Neville, que proyecta lo mejor de sí en cuentos como 'La mujer maravillosa,' ambientado en París, con cabarets, ricos latinoamericanos, escritores exquisitos y relaciones lésbicas; 'Los Smith', sobre una familia de negros neoyorquinos e inspirado en sus estancias americanas, o los microrrelatos 'Cuentos para locos', con joyas del absurdo como 'Una vaca y uno de Hacienda' o 'José María, el hermafrodita'. Cambia de tono en 'Frente de Madrid'. «Cinco relatos que son pura propaganda: jóvenes idealistas miembros de Falange sacrificándose; siniestros rojos movidos por el resentimiento; desencantados combatientes republicanos deseando que gane Franco.», explica Goicoechea.
TITULO: DESAYUNO - CENA - JUEVES - VIERNES -Amor, muerte, soledad y olvido en el primer poemario de Ignacio María Muñoz ,.
DESAYUNO - CENA - JUEVES - VIERNES -Amor, muerte, soledad y olvido en el primer poemario de Ignacio María Muñoz , fotos.
Amor, muerte, soledad y olvido en el primer poemario de Ignacio María Muñoz,.
«La poesía es un modo de expresión de uno mismo, el género en el que el autor se cuenta», indica el escritor,.
Dueño de una biografía apartada de los circuitos literarios, formado en los predios de las finanzas y la publicidad, Muñoz eligió, sin embargo, la cultura como refugio: narrador de novelas aún inéditas, crítico de arte contemporáneo y coleccionista de fotografía. De su fondo personal es la imagen de Lisa Cuomo que desde la portada invita a leer los textos con los que Muñoz hace un acercamiento a sí mismo, rondándose como si fuera otro: «crónica de ausencias / redactada con detalle / en cada renglón del cuarto», escribe en los versos que prestan su primera línea al título.
Editados por Cuadernos del Laberinto en solo volumen, la obra ha sido trabajada durante 30 años. «La labor del poeta se parece a la del pintor. ¿Cuándo está listo un cuadro? Cuando alguien lo compra y se lo lleva, y no lo puede retocar más. Mi proceso de creación es continuo: vienen imágenes, ideas, palabras. Los escribo, los guardo y dejo que maceren. Luego vuelvo a ellos y los enfrento. En el momento de decidir entregarlos a la imprenta, dejan de ser míos y ya son del que los lea».
El propósito de Muñoz ha sido conseguir un lenguaje depurado, una «voz propia», sedimentada por la experiencia y los días. «La poesía es un modo de expresión de uno mismo, el género en el que el autor se cuenta. Me siento como si me desnudara en público, porque publicar es una impudicia», afirma Muñoz. «Pero el lector pasará estos versos por su filtro personal y los recreará, porque el que está habituado a la poesía intenta traducir lo que lee a su propio sentimiento. Importa que sintonice contigo».
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