El domingo -17- Febrero a las 18:00 por La Sexta, foto,.
Van der Sar: “El Madrid es una máquina de ganar”,.
Guardián histórico del Ajax y Holanda, el portero se ajusta ahora el traje de director ejecutivo del club ‘ajacied’, siempre fiel a su modelo: “No somos el club más grande ni rico, pero la gente nos aprecia”,.
Edwin van der Sar (Voorhout, Holanda, 48 años) está sentado en la mesa de juntas del Johann Cruyff Arena comiéndose un bocadillo de pavo. Es mediodía, la hora del refrigerio en la oficina. “Discúlpeme”, se excusa, antes de incorporarse y extender su mano al visitante. Más que mano, una pinza de acero, reminiscencia de tres décadas parando balonazos. Esta noche se ajustará el traje de director ejecutivo del Ajax para presidir el palco durante la visita del Madrid a Ámsterdam en los octavos de final de la Champions.Respuesta. En sus campeonatos, sí. En Europa, el mejor es el Madrid. Estuve hace un par de años en el Bernabéu con Roberto Carlos y Zidane y cuando visité la vitrina donde exhiben esas seis Copas de Europa más pequeñitas que ganaron hasta el 66, piensas: “¡Esto es un club!”. El Madrid es una máquina de ganar. Cristiano lo representó perfectamente: es la típica estrella. Pero el Barça tiene más encanto. Messi es más adorable. El Ajax tiene algo de eso.
P. ¿Cuándo jugaba tuvo la ambición de llegar a presidente?
R. No. La mayoría de los jugadores acaban sus carreras cansados del estrés. El 80% de los que vuelven al fútbol lo hacen como entrenadores, directores técnicos, cazatalentos… Pero directores ejecutivos… Esto no es habitual. Yo tuve la oportunidad gracias a Cruyff, que en 2011 regresó al club para cambiar la filosofía y relanzar la cantera. Una de las cosas que me dijo fue: “Quiero que el presidente sea un exjugador; porque así tendrá experiencia bajo presión; sabrá lo que es ganar y perder, y sabrá lo que es el fútbol”. Eso implicó que me tuviera que rodear de buenos colaboradores: del mismo modo que un portero necesita buenos laterales, dos centrales y un mediocentro para que lo ayuden. Lo mismo pasa con el consejero delegado. Me encanta. Tocas muchas disciplinas. Te ocupas de todo el club.
Cruyff me nombró porque quería a alguien que sepa manejar la presión y yo fui portero
R. Me gustó verlo todo. Yo podía ver muchas cosas. Tenía un gran ángulo de visión. Cuando me tiraban un centro yo miraba con un ojo al centrador y con el otro al delantero que venía al segundo palo ganándole la espalda al lateral. Yo no tenía los mejores reflejos ni hacía las palomitas más vistosas, pero organizaba mejor la defensa que otros porque sabía que necesitaba la ayuda de mis compañeros para resolver los problemas. Los colocaba para poder concentrarme en amenazas concretas: no descolgaba tantos centros porque me anticipaba y situaba al lateral para que evitara que el extremo llegara con espacio. Conseguía que a mi defensa no le hicieran tres para dos y siempre estábamos tres para tres. La portería me ayuda a ser presidente.
P. Ahora le identifican con el dirigente que propició la nueva ola de la cantera holandesa.
R. Cuando ganas puedes buscar halagos en las redes sociales. Si pierdes dos partidos te puedes volver loco si no te aíslas de estas cosas porque te encontrarás con todo el mundo pidiéndote que destituyas al entrenador. Yo he tenido presión toda mi vida. Cuando te pitan un tiro libre en contra y necesitas ganar el partido porque si no, no pasas a semifinales, y te preguntas: ¿Dónde pongo la barrera? ¿Y dónde me paro yo? ¿Diez centímetros más a la derecha o a la izquierda? El lanzador tira nueve de diez al primer palo pero si me la mete en el segundo es mi culpa. Esos 30 segundos en los que paras la barrera… ¿Y sobre qué pie me apoyo más? ¿Sobre el izquierdo o el derecho? Porque si me inclino hacia un lado y el balón va hacia el otro no podré dar un paso extra para impulsarme y no llegaré… ¡Eso es presión!
P. Entonces esto no es presión.
R. Por supuesto que quieres ganar. Pero tienes una ventaja: los otros presidentes no saben lo que es estar bajo el ojo público. Yo ya jugué con 80.000 tipos en Turquía pitándome cada vez que tocaba la pelota, o lanzándome piedras. Yo quiero que el Ajax destaque. Que se defina por algo. No somos el club más grande, ni somos el mejor. Pero la gente nos conoce y nos aprecia. Cruyff fue al Barça, Sneijder fue al Inter y al Madrid, Eriksen fue al Tottenham, Ibrahimovic fue a la Juve… Nosotros podemos ser el segundo club favorito de todo el mundo.
Podemos ser el segundo club favorito de todo el mundo
R. Comenzamos a poner más énfasis en entrenar más horas. Dado que nuestros jugadores se iban antes, debimos asegurarnos que se formaran antes para poder integrarse antes en el primer equipo. No podemos permitirnos esperar a que cumplan 24 años para que estén listos para competir de forma regular dos veces por semana y gestionar la intensidad física y mental. El proceso llevó mucho tiempo. Pero conservamos la filosofía y la mentalidad del club. Nos gusta tener un estilo. Puedes vincular fácilmente al Ajax y al Barça. Con la diferencia de que a nosotros nos resulta fácil dar oportunidades a los jóvenes. Hemos invertido 26 millones de euros en nuestro centro de entrenamiento porque nuestra aspiración es no esperar a que los futbolistas cumplan 22 años para estar a tope, sino que se integren en la plantilla con 16 o 17.
P. ¿Por qué en Holanda apenas surgieron jugadores con clase entre 2008 y 2018? Philip Cocu dijo que es difícil encontrar jóvenes holandeses verdaderamente motivados en una sociedad rica que ofrece tantas comodidades.
R. No lo veo así. Tuvimos una generación muy buena con Van Persie, Van der Vaart y Sneijder, y después hubo un vacío. Para clasificarnos para Rusia nos faltaron buenos jugadores de 26-27 años. Somos solo 17 millones. En 2017 alcanzamos una final de Liga Europa contra el United con el equipo más joven de la historia de las finales europeas…
P. El pasado verano pidió a jóvenes como Frenkie de Jong y Matthijs de Ligt que permanecieran una temporada más en el club. ¿Cuál fue su plan?
R. Les dije: “Tened un buen año con nosotros, haced una buena temporada en la Champions, ganen un trofeo y váyanse como leyendas del Ajax”. No nos ha ido bien contra el PSV en la Eredivisie, pero nuestra campaña europea ha sido genial. Contra el Bayern fuimos realmente competitivos. Fue una gran batalla. Los jugadores se demostraron a sí mismos que tenían calidad. No perdieron ni un partido del grupo. La Eredivisie no les ofrece el nivel competitivo que ellos necesitan, a pesar de que perdiéramos el sábado contra el Heracles.
P. ¿Cómo explica la dualidad?
R. El Madrid perdió contra el Eibar, ¿no? La plantilla del Madrid vale 1.200 millones de euros y yo no podría mencionar un solo jugador del Eibar. Nuestros jugadores ya estaban concentrados en la Champions: viene el Madrid. Aunque queremos ganar títulos, y los títulos más fáciles están en Holanda y los que son casi imposibles en Europa... Ya sabes: juegas un miércoles por la noche, se encienden las luces, la atmósfera es grandiosa, la afición espera algo grande y das el 200% porque somos el pequeño Ajax y queremos emular al gran Madrid.
Messi es más adorable que Cristiano Ronaldo, la típica estrella
R. En un mundo ideal tendríamos a los jugadores hasta los 26 años y entonces los venderíamos en el máximo posible de su valor. En el mundo real, en el mundo en el que vivimos desde la Ley Bosman, es muy difícil retener el talento. No es casual que la última gran dinastía del Ajax se remonte a los noventa, cuando solo se permitían tres extranjeros por equipo. Ahora no podemos competir con las cinco grandes Ligas europeas, con sus derechos de televisión y sus salarios. Aquí un jugador gana cinco o seis veces menos. Para nosotros la ambición es desarrollar y educar jugadores de primer nivel mundial. Luego, los jugadores naturalmente quieren jugar junto a los mejores futbolistas. Eso pesa más que el salario.
P. ¿Cómo valora a Frenkie de Jong?
R. Un talento tremendo. Hace que el fútbol parezca fácil por cómo toca la pelota, cómo sobrepasa a los rivales, la visión periférica, los pies ligeros. Solo tiene 21 años. Desde hace un par de semanas su rendimiento ha caído un poco. Esperemos que contra el Madrid florezca otra vez.
P. El día que De Jong firmó por el Barça su reacción fue más de optimismo y satisfacción que de frustración por perder al jugador. ¿Le preocupa el vacío que dejan los talentos que salen o lo experimenta como una oportunidad de seguir reconstruyendo el equipo?
R. Es una mezcla. Yo me quedaría con los jugadores. Somos autosuficientes. Tenemos dinero en el banco, no tenemos deudas ni propietarios que inyectan liquidez. Pero no tenemos suficiente dinero para construir un club de otra manera.
P. Su respaldo a De Jong en Twitter resultó de un optimismo inusual en otros grandes clubes europeos: "Día agitado en la oficina pero gran paso de Frenkie de Jong hacia un club fantástico como el Barcelona...". ¿Diría que este talante es típicamente holandés?
R. Generalmente los holandeses decimos lo que pensamos. Esto no es muy apreciado fuera. Lo vimos en Johann. Johann siempre tenía preguntas que hacer. Yo le pedía explicaciones a Ancelotti y los jugadores de la Juve me preguntaban: “¿Por qué hablas con el entrenador?”. “¿Qué por qué? ¡Porque es mi entrenador! Quiero saber por qué hacemos un ejercicio o por qué jugamos de un modo determinado”.
P. Jugó hasta los 40 años y todavía disfruta entrenándose con los porteros del Ajax.
R. Me retiré tarde porque no sufrí lesiones. Lo dejé arriba: campeón de la Premier y después de jugar una final de la Champions con el Barça. Ahora disfruto entrenando con los sub-19, los reservas, y con las sesiones de trabajo de los porteros del primer equipo. Espero que los chicos lo aprecien. A veces les hago alguna observación: “¿Por qué no te paras así? ¿Por qué no levantas un poco más las manos…?”. Me resulta muy natural hablar con los porteros y los defensas. Ahora llevo un traje pero no uso corbata ni soy un ejecutivo convencional. No fui cinco años a la universidad ni fui ejecutivo de Unilever o Telefónica. Me educó la vida. Ser jugador.
TITULO: ESPAÑOLES POR EL MUNDO -Venezuela - «Nos estamos convirtiendo en un país de flaquitos»,.
«Nos estamos convirtiendo en un país de flaquitos»,.
Cinco venezolanos relatan sus penurias para sobrevivir a una crisis a la que no ven salida y que ha puesto fin a prósperos negocios industriales,.
El resultado son cierres en cascada, quiebras inauditas de empresas que pasaban por las más prósperas del continente. Y una inflación galopante. El problema no es el dinero que los ciudadanos se llevan a casa, sino su pérdida de valor. Los precios suben, al día, un 3,5%, y el venezolano, en modo supervivencia, destina el 80% de lo que gana a alimentación. Este diario ha querido conocer de cerca el drama que atenaza a la población a través del testimonio desgarrador de cinco venezolanos, víctimas de un sistema desquiciado que surge de la incertidumbre más absoluta.
Yilmer Moncada Repara cilindros hidráulicos
«Pasamos el día sentados, mirándonos las caras»
Hace siete años, la fábrica de cilindros hidráulicos y cromoduro donde trabaja Yilmer tenía 40 trabajadores. «Cada día levantabas la persiana y había una cola de diez o quince clientes esperando a que les atendieses. Eran 25 encargos diarios y cobrábamos horas extraordinarias, porque la carga de trabajo era enorme. De ocho de la mañana a ocho de la tarde, sin parar». Ahora quedan 18 empleados, a las cuatro y media de la tarde ya están en la calle y, lo que es peor, «nos pasamos todo el día mirándonos las caras». No exagera. Desde el pasado 21 de enero, cuando volvieron de las vacaciones de Navidad, han tenido quince pedidos, «la mitad de los que recibías antes un día cualquiera», relata mientras pasa del torno a la rectificadora cilíndrica. Este operario, de 42 años, casado y con dos hijos, asegura que él y sus compañeros han perdido «dos tallas» en meses.«Nos estamos convirtiendo en un país de flaquitos», suspira. Y eso que él es un afortunado: antes todos sus compañeros tenían carro y ahora él es el único que va a trabajar en su coche. «Vivo en una inquietud permanente de perder el empleo, de que todo se vaya al carajo». Pero no pierde la esperanza. Sueña con dar a sus críos una educación en condiciones, «aunque de momento bastante tengo con sobrevivir».
Óscar García Dueño de una empresa de reciclaje
«Me han robado cuatro veces en tres meses»
Nadie podrá negar que Óscar es un tipo bravo. El año pasado protagonizó una huelga de hambre por la penuria en que estaban sus trabajadores, a quienes las continuas revalorizaciones de los sueldos -46 en los últimos años- no bastaban para sacar de la miseria por la escalada de precios. Su caso salió en los periódicos y aún se emociona al recordarlo. «Llegué a tener 14 empleados, cambiaba de coche cada dos años, llevaba a mi mujer a cenar una vez a la semana, mandé a mis hijos a estudiar a EE UU...». La vida le sonreía. Hasta su pequeña pertenecía al equipo olímpico de natación sincronizada.Ahora todo ha dado un vuelco. La empresa de reciclaje de plásticos y cartones que levantó con esfuerzo lleva cuatro meses sin apuntar un solo ingreso. Tampoco le entra materia prima porque la industria está parada y no desecha nada, ni puede dar salida a las 40 toneladas de materiales procesados, un stock que guarda en una nave alquilada que debe pagar en dólares. «No duermo por las noches, pensando en cómo ahorrar hasta con el dentífrico». Un vértigo constante agravado por los cuatro robos en el galpón (almacén) que ha sufrido en apenas tres meses. Son ocho hermanos -«uno trabajó en La Naval de Sestao», desliza con una sonrisa- y seis han emigrado. «He perdido mi empresa y mis hijos han tenido que emigrar para buscarse la vida. Hasta mi mamá se ha marchado. Nunca imaginé que acabaría dependiendo de ellos».
Ramón Sanz Cerró su fábrica de troqueles y matrices
«Vivo angustiado, las máquinas acumulan polvo»
A Ramón le engendraron en España, pero vio la luz en Venezuela, mientras su familia buscaba refugio en una barraca infame. Ahora tiene 68 años y una empresa de troqueles y matrices que hasta hace bien poco era exitosa y había atrapado la atención de los norteamericanos. Fabricaba componentes del chasis de un jeep norteamericano, el 'Hummer', a un precio sin competencia. Le iba muy bien hasta que Sidor, su principal abastecedor de hierro, empezó a vender a firmas chinas y rusas, dejando a Ramón y a muchos como él entrampados. «La situación es dramática. Las cadenas de montaje han cerrado y la construcción está paralizada, porque no llega cemento ni ferralla».Llegó a emplear a 45 personas, «ahora no me queda ni uno, y la maquinaria de última generación en la que invertí todo mi dinero está cubierta con plásticos porque no me puedo permitir el lujo de arrancarla. No hay materias primas, no tengo clientes, la gente que había formado -entre ellos, cuatro de mis cinco hijos- se han ido fuera. Cada mañana me despierto con la esperanza de que esto se resuelva, pero dónde voy si todos a los que adiestré, personal cualificado, han abandonado el país».
Víctor Acosta Encargado de un taller mecánico
«Hay que tener valor para no pegarse un tiro»
A Víctor, 56 años, no le falta trabajo. El taller donde trabaja tiene cinco empleados, «la mitad que hace un par de años», pero todavía se puede sacar limpios 280.000 bolívares (unos 50 euros) al mes. Aunque el sueldo varía: hay semanas que se frota las manos, cuando toca arreglar la cámara de un motor o instalar los amortiguadores a un coche; otras, por el contrario, sólo ponen pastillas de freno o cambian aceite y se deciden al límite de la campana. «La situación del país es tan apurada -explica- que los propios policías vienen al taller a que les regale el aceite usado que he retirado a otros coches porque ellos no tienen recursos». Ver para creer.«El país se halla en una situación crítica», reconoce este hombre que se define como revolucionario y que militó en las filas del chavismo, pero que ya no está «para vainas». ¿Hay solución? «Claro que sí -contesta-. Cuando salga Maduro, que ha traído mucha discordia». Tiene tres hijos varones, a todos les ha dado estudios y, cómo no, trabajan fuera. «No quiero ni imaginarme tenerlos ahora de pequeños», confiesa. «En Venezuela, hay que tener valor para no pegarse un tiro. Me levanto cada mañana y le doy gracias a Dios por estar vivo». Han sufrido varios robos «y la última vez fui yo mismo quien tuvo que repeler a los asaltantes».
Andrés García Tendero
«Pierdo dinero cada día que vengo a trabajar»
Andrés es odontólogo, pero no tardó en comprender que la única forma de juntar unos bolívares era poniéndose detrás del mostrador de un abasto. Coca-Colas, mayonesa, chetos, pasta, arroz... la mitad de las estanterías están vacías por culpa de la inflación. «Fíjese en este paquete de cigarrillos 'Belmont'. Me costó 3.000 bolívares hace una semana y con la actualización de precios se ha puesto en 5.000. Eso significa que perdí la mitad del valor a cada cajetilla». Otro motivo de escarnio. Los continuos saltos de luz han estropeado la cámara donde guarda el queso y los embutidos, que después de una noche a temperatura ambiente se echan a perder.«Lo he reparado cuatro veces, pero los repuestos son de mala calidad y siempre acabo con el género podrido». Conclusión, ya no vende queso. Atiende la tienda en solitario. «Tenía dos empleados, pero no les llegaba la plata y decidí completar sus sueldos con comida, que es en lo que se gasta aquí la gente el 80% del sueldo. Al final, ni eso fue suficiente». Como las otras víctimas de esta historia, Andrés ama a Venezuela, «pero a menudo me siento desbordado. Uno se carga de esperanza, confía en que cambie el Gobierno; pero al día siguiente es peor».
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