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LAS HUCHAS DE LAS MONEDAS - Cada uno lee como quiere ,.
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El FMI nos ha lanzado advertencias importantes y nos ha aconsejado algunas actuaciones polémicas,.
El FMI recomienda a España subir impuestos para reducir el déficit,.
El organismo respalda la reforma laboral aprobada por el Gobierno y solicita un «plan creíble» de consolidación fiscal,.
En plena recuperación del empleo y de la recaudación en España, la deuda y el déficit siguen siendo dos de las variables que más preocupan a los organismos internacionales por el riesgo que pueden suponer para una recuperación a largo plazo.
Así lo ha vuelto a poner de manifiesto el Fondo Monetario Internacional (FMI), que este miércoles ha publicado el denominado 'artículo IV' que los expertos del organismo elaboran tras las visitas periódicas al país. En el documento, el FMI estima que España podrá reducir su déficit presupuestario este año al 5,3%, desde el 7,8% del anterior. En 2023 el desequilibrio se reduciría hasta el 4,3%.
Pero cuidado, porque la cifra no bajará del 4% hasta al menos 2027. Ante este escenario de estancamiento en el ritmo de reducción del déficit desde 2023, el organismo recuerda que la relación impuestos/PIB en España es «relativamente baja» si se compara con sus pares regionales. Por eso, dejan entrever que su recomendación es subir impuestos, mediante «el fortalecimiento de la recaudación del IVA», además de elevar los impuestos ambientales.
La propuesta del FMI llega en pleno debate sobre la futura reforma fiscal, a apenas dos semanas para que el comité de expertos presente al Ministerio de Hacienda sus propuestas para el texto. De momento, el Gobierno sigue descartando una subida de impuestos generalizada, confiado en que la propia recuperación de la economía y del mercado laboral mantengan la senda alcista en la recaudación.
En este punto, el organismo también incide en que «serán necesarias medidas adicionales para compensar el aumento de los costes fiscales» asociados con la reforma de las pensiones. Es decir, con la aplicación de ligar su subida al IPC. «Se espera que solo una parte del aumento sea compensado por el resto de medidas adoptadas, como la introducción de incentivos para aumentar la edad efectiva de jubilación o el aumento temporal de las cotizaciones a la seguridad social», indican los expertos. Y lanzan una advertencia: «Preservar la sostenibilidad de las finanzas públicas requiere esfuerzos adicionales para contrarrestar el gasto en pensiones».
Deuda y reforma laboral
Los expertos del FMI, que mantienen su anterior previsión de crecimiento para España del 5,8% para este año, también han elogiado la respuesta del Gobierno a la pandemia. Pero cuidado. Como ya evidencian los datos, el organismo reconoce que, si bien se está produciendo una recuperación y el empleo ha rebotado con fuerza, «la producción se mantiene aún por debajo de los niveles previos a la pandemia». Algo que podría agravarse si persisten riesgos como los cuellos de botella en la cadena de suministros global.
Ante este panorama, el FMI vuelve a insistir en la necesidad de mantener políticas flexibles para seguir ayudando a familias y empresas hasta que la recuperación se consolide. Los expertos insisten en que la política fiscal del Ejecutivo de Pedro Sánchez debe, no obstante, ser mucho más selectiva para enfocarse en los más vulnerables a medida que el rebote económico se vaya afianzando.
El buen sabor de boca con el que los expertos de la institución han terminado su última ronda de consultas con instituciones y agentes sociales del país no esconde, sin embargo, las debilidades de una economía en la que uno de los principales riesgos sigue siendo el elevado nivel de deuda. «La deuda debe reducirse gradualmente para reconstruir un espacio fiscal que permita responder a futuros shocks», advierte el informe.
Por eso, y ante unos niveles que ya superan el 120% del PIB, solicitan al Gobierno una «pronta formulación de un plan creíble de consolidación fiscal a medio plazo», que podría ayudar a mejorar «la confianza de los inversores».
El FMI sí valora de forma muy positiva la reforma laboral aprobada recientemente en España, sobre todo con el elevado nivel de consenso con el que se ha aprobado la reforma, así como la capacidad para hacer que los contratos indefinidos sean más atractivos para las empresas.
Los expertos llaman además al Gobierno a imprimir un paso más para fortalecer la formación y las políticas activas de empleo, en un momento en el que resulta clave «mejorar la cualificación de la mano de obra y la reasignación sectorial».
Del mismo modo, y sin mencionar explícitamente el riesgo de ejecución, el organismo da un toque de atención al Ejecutivo apuntando a la importancia de «establecer un marco que garantice un uso transparente y eficiente de los fondos europeos».
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El campo teme ya pérdidas multimillonarias por la sequía ,.
Con el segundo peor comienzo de año hidrológico de este siglo y un aseguramiento reducido, el sector clama medidas al Gobierno,.
«La sequía puede ser la puntilla para los agricultores; estamos cada vez más asfixiados con los costes de los 'inputs' y los problemas en la comercialización de nuestros productos». Lo advierte Andrés del Campo, presidente de la Federación de Comunidades de Regantes (Fenacore), aunque lo comparten todas las asociaciones agrarias. Piensos, semillas, abonos, plásticos y agua para el riego se han encarecido entre un 30% y un 70% los últimos meses –el gasóleo más de un 85%–, y las diferencias de precio entre origen y destino de los alimentos son aún mayúsculas en muchos casos: un 1.021% las naranjas, un 965% los limones y un 754% los ajos, por ejemplo.
La falta de agua en forma de precipitaciones –del 1 de octubre (inicio del año hidrológico) al 8 de febrero fueron un 38% menos que sus valores normales, según la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores– ha llegado en el peor momento para un sector agropecuario muy castigado. «La pandemia ha hecho estragos –lamenta Pedro Barato, presidente de Asaja–, porque cuando tocaba recuperarse se nos han disparado todos los costes» y encima, critica, la Ley de la Cadena Alimentaria «sigue sin cumplirse» para garantizar que, «al menos, no incurramos en pérdidas».
Pero esta sequía las traerá y de varios cientos de millones de euros –en 2017, con la peor del último lustro, superaron los 1.000 millones–, pues éste es el segundo peor comienzo del año hidrológico en lo que va de siglo. Las asociaciones coinciden en que hasta que no termine la campaña invernal de cultivos «es difícil conocer los datos con cierta exactitud», apunta Miguel Padilla, secretario general de COAG. No obstante, anticipa que «en las zonas de cereal de secano afectadas se habla ya de pérdidas de entre 300 y 500 euros por hectárea».
En su último análisis detallado, COAG estima que el 50% del campo español se encuentra ya en situación de alerta por sequía, aunque, oficialmente, el Ministerio para la Transición Ecológica sostiene que hoy solo puede hablarse de «sequía prolongada» en la cuenca del Guadalquivir. Aún así, dicha organización agraria señala que «si no llueve de forma significativa» antes de mediados de marzo, «los cultivos de secano podrían ver dañados sus rendimientos entre un 60% y un 80%».
La lista de afectados se va alargando. Por regiones, las zonas más críticas están en Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, donde corre serio riesgo de perderse gran parte de las producciones de cereales de invierno, colzas, plantas leguminosas y proteaginosas. Asimismo, hay problemas serios en comarcas de Murcia, Lleida y Girona, mientras en Aragón y La Rioja también preocupan mucho las heladas.
La ganadería también sufre
Entre los cultivos que más problemas presentan ya por falta de lluvia destacan los herbáceos, al estar en pleno desarrollo y necesitar mayor humedad. Casi lo mismo pasa con los leñosos de secano como olivar, viñedo y árboles de frutos secos (sobre todo almendros y pistacheros), los pastos para ganadería en régimen extensivo (vacas, ovejas y cabras), los forrajes y rastrojos (alimento en verano). Y el sector, ante la falta de alternativas –las charcas merman y los caudales de los pozos se reducen–, ha de recurrir a unos piensos cada vez más caros.
La apicultura sufre la merma de floraciones –las anomalías de temperaturas inciden– que reduce las colonias de abejas, mientras algunas siembras –como el girasol– se retrasan. Además, preocupa el inicio de la campaña de regadío, pues se temen restricciones de riego por el bajo nivel de pantanos y embalses, como advierte Ignacio Molina, experto en seguros de Cooperativas Agro-alimentarias. A 15 de febrero, la reserva hidráulica nacional era solo del 44,3% de su capacidad, un 28,6% menos que la media de la última década, con especial afección en la mitad sur del país.
Los problemas se agravan con un nivel de aseguramiento reducido –solo el 46% de media en los cultivos herbáceos extensivos y aún menos en otros– por unas primas más caras (las subvenciones han bajado), coberturas menores y mayores penalizaciones. Las asociaciones reclaman al Gobierno medidas fiscales (incluidas exenciones de cuotas sociales) y financieras (créditos y moratorias), entre otras. Luis Javier Merino, de la ejecutiva de Unión de Uniones, solicita que se usen los fondos europeos para situaciones de crisis. España lo pedirá este lunes en el Consejo de Ministros de Agricultura de la UE, así como disponer de recursos del desarrollo rural como ayuda inmediata.
Los regantes, preocupados por la nueva planificación hidrológica
La desertificación es ya «uno de los mayores problemas ambientales». En el caso de España, cuenta con un 74% de zonas secas y más de nueve millones de hectáreas catalogadas como de «riesgo alto o muy alto». Lo han avisado los regantes, que en este punto coinciden con los ecologistas de Greenpeace, quienes añaden que se trata del territorio «más árido» de Europa y que el aumento de temperaturas por el cambio climático hará que la disponibilidad de agua sea cada vez menor. Por ello, tachan de «insensata» la actual política hídrica nacional.
Tampoco están de acuerdo con ella los agricultores, pero acusan a algunos grupos ecologistas de mantener «posiciones radicales». Estas organizaciones hablan de regadíos «sobredimensionados», robo de agua, pozos ilegales –estiman que hay más de un millón repartidos por todo el país–, trasvases «innecesarios» y «sobreexplotación de recursos».
Desde la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore) que preside Andrés del Campo, por el contrario, ponen el foco en la «falta de inversión» en obras de regulación para «paliar los efectos negativos de las sequías». Según sus datos, solo se han ejecutado dos de cada diez euros previstos en estas infraestructuras en los planes hidrológicos anteriores. Y ello en un país que hace un aprovechamiento en régimen natural muy reducido de estos recursos: solo el 9% frente a más del 40% en la mayoría de los Estados de la UE.
La nueva planificación hidrológica –que ultima el Gobierno– se aprobará a priori en primavera y en Fenacore se quejan de que sus alegaciones no se hayan considerado, ni tampoco las de otros expertos del regadío pese a que este sector aglutina al 70% de los usuarios del agua. Critican que la intención del Ejecutivo de fijar caudales ecológicos en los ríos «anulará la función de regulación de los embalses»: 85 ya proyectados antes se han eliminado.
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Los gallegos y la política,.
Feijóo sale de la niebla. En el PP, salvo Hernández Mancha, se alternan políticos de Castilla y Galicia,.
Cuando el general gallego Francisco Franco se sublevó en Marruecos, el presidente del Consejo de Ministros de la República de España era otro gallego: Santiago Casares Quiroga. Mes y medio después de sublevarse, el general Franco llegó a Cáceres, se instaló en el palacio de los Golfines y a su alrededor trabajó una 'corte' de militares gallegos: su hermano, su primo y el general Millán Astray.
Gallegos en la política. En los últimos años del franquismo y en los primeros de la democracia, Pío Cabanillas era el prototipo de político galaico con aquella frase famosa: «Hemos ganado, pero aún no sabemos quiénes». Cerca de Pío, siempre ganador, estaba Manuel Fraga, que cobijó en su seno y apadrinó a Mariano Rajoy. Fraga no fue capaz de triunfar con su Alianza Popular en Madrid, pero sí arrasó en Galicia con el PP.
Precisamente durante la última legislatura de don Manuel, el ministro de Sanidad de Aznar, otro gallego llamado Romay Beccaría, apadrinó a un joven delfín 'popular', Alberto Núñez Feijóo, al que se llevó a Madrid como presidente del Insalud y director de Correos y Telégrafos.
Romay era un artista de la política: sibilino, listo, incansable... Alguna vez he contado sus agotadoras jornadas mitineras, en las que se recorría siete pueblos de A Coruña dando siete charlas en siete bares. Llegaba en coche oficial precedido de un par de automóviles de la Guardia Civil, resumía el programa del partido en cinco minutos, acababa con el siguiente chascarrillo: «El domingo, id a votar, no vaya a ser que por quedaros cuidando las vacas, luego ganen los socialistas y os las quiten». Y se marchaba no sin antes invitar a la concurrencia a una merienda a base de pulpo, empanada y jamón asado. Romay vio algo en Feijóo y acertó.
En el lado izquierdo de la política, tenemos a Abel Caballero, el ministro más soso que ha tenido Felipe González y el alcalde más popular que ha tenido el PSOE. Y acabamos con la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que no parece gallega por su empuje casi imprudente y claridad, pero que lo es en grado sumo negociando. No he conocido a nadie más pesado, convincente, machacón, paciente y capaz negociando que varios gallegos con los que tuve que lidiar durante años y acabaron convenciéndome hasta que aprendí de ellos y empecé a convencerlos yo por agotamiento.
¿Qué tienen, en fin, los gallegos para que se les dé tan bien la política? Tras 20 años en Galicia, he llegado a la conclusión de que sus virtudes son la prudencia y la capacidad para generar incertidumbre, los silencios y la capacidad para hablar sin decir nada, diciéndolo todo y la paciencia y la astucia para actuar en el momento justo, sin que los veas venir. Son buenos para las jugadas a largo plazo y menos hábiles para lo inmediato. Es decir, buenos jugadores de ajedrez, malos jugadores de damas. Un gallego, en fin, nunca avisa, sino que espera y actúa.
Vean el caso de Franco, de quien Sanjurjo decía que era muy cuquito e iba a lo suyito. Esperó hasta el último instante para sumarse al Alzamiento, no pugnó por ser caudillo hasta que lo tuvo muy claro y se mantuvo en el poder hasta su muerte con la máxima cínica de no meterse en política. Rajoy gobernó sin hacer mucha política, quieto, que es la mejor manera de que no te pase nada. Y Feijóo ha sabido esperar hasta que ha llegado su momento. Sé que todo esto son tópicos, que las virtudes o defectos regionales son pamplinas... Pero si les toca negociar con un gallego, les recomiendo que tengan en cuenta todo lo anterior por si acaso. El que avisa no es traidor... ni político gallego.
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