domingo, 28 de enero de 2018

EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES -MUSICO CALLEJERO - DAVID GISTAU,./ PESADILLA EN LA COCINA - JUEVES -1- FEBRERO - LA COCINA - DOMINGO - LUNES - MONTSE, LA AUTENTICIDAD DE LOS HERMANOS ROCA,.

TITULO: EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES -MUSICO CALLEJERO - DAVID GISTAU,.

EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES -MUSICO CALLEJERO - DAVID GISTAU, fotos.

MUSICO CALLEJERO - DAVID GISTAU,.

Caldwell viajó a Europa con su guitarra y pensó que, para subsistir, le bastaría con hacer de músico callejero imitando a Axl. Estaba convencido de que los europeos eran generosos con los artistas y que ningún día le faltarían unas cuantas monedas para comer caliente y pagarse una cama,.

Calle, bodas, banquetes y bautizos,.

Los artistas callejeros completan sus irregulares ingresos con otras actividades en torno a la música,.


Un músico callejero ante la Catedral de Barcelona.
Un músico callejero ante la Catedral de Barcelona.
Resultat d'imatges de david gistau¿Cuánto gana por día un músico callejero? Todos los artistas interrogados coinciden en que se trata de una pregunta difícil (si no imposible) de responder dada la irregularidad a la que el colectivo está sometido. "En un turno de dos horas [las permitidas por la normativa], gano normalmente entre 15 y 20 euros -cuenta el guitarrista clásico Enric d’Armengol-. En un día bueno, puedo hacer hasta 40, pero hay días en que son solo 6 o 7 euros". Hay quien en dos horas han llegado a ganar tan solo un euro.
Todos los músicos que actúan en la calle son profesionales (independientemente de que hayan estudiado en escuelas o de manera autodidacta) y la mayoría viven de la música. Pero, eso sí, han de dar clases, actuar en bares y, a menudo, tocar en bodas, bautizos y comuniones para poder subsistir.
"Toco en la calle porque me gusta y porque lo necesito", cuenta el saxofonista ruso Ilya Matveev. "Depende del lugar, de la estación del año y del tipo de música, pero suelo ganar entre 20 y 60 euros en dos horas", desvela.

Resultado de imagen de cafe con tostadas de pan con aceiteTRAMPAS

Dado que el proyecto Música al Carrer no permite al músico vivir de sus actuaciones en la calle, muchos de ellos recurren a las 'trampas'. Por ejemplo, tocan en horarios y lugares para los que no tienen autorización, aprovechando los huecos que a veces dejan otros colegas. "La policía ha multado y decomisado instrumentos por cosas como estas", explica D’Armengol.
Resultado de imagen de pollo con patatas fritasUna de las 'trampas' recurrentes en el sorteo mensual que tiene lugar en el Convent de Sant Agustí (tras el que se eligen los lugares para tocar) es apuntarse como individual cuando en realidad se trata de un dúo, por ejemplo. Así, consiguen dos puntos en vez de uno y pueden actuar el doble de veces.
Francesco Casatta, 'Tano', es el cantante del grupo Microguagua. No tiene licencia para tocar en la calle porque la Guardia Urbana y el ayuntamiento se la retiraron en el 2012. Ahora actúa en terrazas. "Es rápido y, por tanto, difícil que la policía te coja". Explica que cada músico tiene su punto favorito para tocar. "Por ejemplo, para los grupos el mejor punto es Portal de l’Àngel. Si actúas individualmente, la Catedral. Pero además depende del día y del horario", cuenta.
También denuncia las dificultades de aquellos que no tienen licencia: "De momento, están equiparados a ladrones". "Lo único que pedimos es que por favor se rebaje la presión policial mientras no haya una nueva normativa", demanda.

SIN LICENCIA

El documental 'Sin permiso', que se estrena este viernes a las 19.00 horas en el Aribau Club en el marco del festival In-Edit, retrata el "acoso" al que se enfrentan en Barcelona los músicos callejeros que no tienen licencia, según Ingrid de la Torre, su directora. Para De la Torre, la presión policial a este colectivo aumentó a raíz de la publicación de un reportaje en agosto, firmado por Nando Cruz en este diario, sobre el documental. "Poco después del artículo, le decomisaron la guitarra a Dani Lança. Y después, el ayuntamiento le invitó a tocar en la Mercè. Es un doble discurso", sostiene.
Entre el 2011 y el 2015 se decomisaron más de 2.000 instrumentos en Barcelona. En el 2014 fueron 616 y en el 2015, más de 1.000, como ya informó este diario. La directora asegura que no existe "ninguna comunicación" entre los músicos sin licencia y el ayuntamiento de Colau.
"Por eso le pedimos diálogo y que no solo tome como interlocutores a entidades constituidas", expone De la Torre. Para ella, que no exista regulación para el colectivo que no tiene licencia lleva a la policía a "estar encima" de los músicos y obliga a a estos a tocar en horarios "molestos". De la Torre pone como ejemplo Granada como ciudad en la que se puede hacer música en la calle con libertad, a diferencia de Barcelona.

TITULO: PESADILLA EN LA COCINA - JUEVES -1- FEBRERO - LA COCINA - DOMINGO - LUNES - MONTSE, LA AUTENTICIDAD DE LOS HERMANOS ROCA,.

PESADILLA EN LA COCINA - JUEVES -1- FEBRERO,.

 Pesadilla en la Cocina es un programa de televisión español de telerrealidad culinaria, presentado por el chef Alberto Chicote, emitido habitualmente los jueves a las 22:30 en La Sexta,.

 PESADILLA EN LA COCINA. Alberto Chicote se ha convertido en el terror de los cocineros. Su objetivo es reflotar restaurantes en crisis y enseñar a sus dueños en qué se están equivocando., etc.

 - LA COCINA - DOMINGO - LUNES - MONTSE, LA AUTENTICIDAD DE LOS HERMANOS ROCA,.


Montse, la autenticidad de los hermanos Roca,.

Joan Roca, con su madre, Montserrat Fontané, ayer en Reale Seguros Madrid Fusión./Alberto Ferreras
Joan Roca, con su madre, Montserrat Fontané, ayer en Reale Seguros Madrid Fusión.foto

La matriarca del clan destaca junto a su hijo Joan la importancia del origen: «No voy a subir el precio de mi menú porque mis niños se hayan hecho famosos»,.


Para entender el éxito de los hermanos Roca hay que fijarse en Montserrat Fontané, la matriarca del clan y que todavía hoy, cincuenta años después, sigue regentando Can Roca, un restaurante donde ofrece 200 menús cada día. A diez euros. Con su mensaje sencillo, sentido y sincero, esta mujer de 81 años protagonizó junto a su hijo Joan la escena más entrañable de Reale Seguros Madrid Fusión. Reinvidicó el origen humilde de la cocina, la autenticidad como la base de todo. Fue una vuelta a los orígenes, se puso en valor de dónde venimos para explicar dónde estamos y hacia dónde vamos.
Su marido Josep dejó a regañadientes su trabajo de conductor de autobús, un oficio que reportaba a la familia un jornal fijo y una agradable sensación de seguridad, para emprender una aventura. Hoy, a sus 85 años, sigue abriendo el establecimiento a las seis y media de la mañana para servir los desayunos. El 23 de abril de 1967, Montse y Josep levantaron su bar en el popular barrio de Taialà-Germans Sàbat (Gerona), donde se criaron Joan, Josep y Jordi. Allí aprendieron el oficio. Se trabajaba todos los días del año, incluidos los domingos, hasta que Joan cumplió los 14. Y ayer, en el congreso gastronómico, Joan cocinó junto a su madre y desveló el origen de algunos de los sabores de su carta, inspirados en la tradición transmitida por Monserrat. Por diez euros, el comensal puede rastrear el linaje de la cocina del consagrado restaurante Celler Can Roca. Monserrat legó a su hijo la receta de los canelones, de escabeche de mejillones y la salsa de sus patatas bravas, platos que refinó después el cocinero. Esa sencillez y honestidad están presentes en el menú que ofrecen los hijos, en porciones más sofisticadas. Monserrat Fontané no transige. A quien trata de convencerla de que suba el precio del menú que ofrece a diario, le suelta la misma sentencia: «Mis clientes no tienen la culpa de que los niños se hayan hecho famosos».
Aunque muchas veces Joan se queda sin comer, no hay día en que los cocineros y trabajadores del Celler Can Roca falten al restaurante de Montse para llenar el estómago. A eso de las doce, una riada de jóvenes cocineros ataviados con su chaquetilla blanca se plantan allí. Son unos sesenta comensales a los que a la una de la tarde les sustituye una clientela mucho más tradicional.

Cacharros de aluminio

Allí, esta mujer bienhumorada e intuitiva trabaja esforzadamente sin desprenderse de sus viejos cacharros de aluminio. Lo que antes fue una barbería es hoy un bar de toda la vida muy frecuentado y al que acude un público de buen yantar que nada tiene que ver con las alambicadas recetas de los hermanos Roca. En el restaurante de Monserrat y Joan se comen calamares rebozados a la romana, bacalao con garbanzos, pies de cerdo con nabos, callos con alcachofas y ternera guisada con senderuelas. De postre, se puede elegir entre manzana asada, crema catalana y helado de chocolate.
Son platos que están en el ADN culinario de Joan, que de pequeño, según recordó su madre, «servía los platos con patines». «A los clientes les preguntaba si querían el helado caliente o frío. Si lo pedían caliente, lo metía en el microondas y lo servía hecho un caldo», dice Monserrat Fontané, que preparó ayer una receta que espanta todo los males: una sencillísima sopa de hierbabuena. «Nuestra cocina bebe de las fuentes de la memoria y la tradición», asegura Joan Roca, que, a pesar de la técnica depurada que emplea para preparar la liebre con mole y chocolate o el pato coll verd, no olvida nunca las premisas inspiradas por su madre: «Humildad y autenticidad». «La cocina de la sencillez conviene recuperarla y no abandonarla nunca», apostilla.
Si el chef se esfuerza por ofrecer sabores intensos en bocados pequeños, su madre cocina a la vieja usanza: platos contundentes de salsas generosas que animan a rebañar con un trozo de pan. Los callos los condimentaba con mucho picante. Ella adora los sabores recios de los riñones y el hígado de conejo. Pero Montse también ha aprendido de sus hijos, que le han enseñado a reducir el tiempo de cocción de las verduras y a darle brillo a las judías verdes, que antes mostraban un aspecto apagado.

Un golpe de suerte

A principios de los setenta, a los Roca la suerte les sonrió de cara. Ya recibían una numerosa clientela en su bar cuando de repente se instaló cerca una fábrica de Nestlé, al tiempo que se emprendía la construcción de una autovía con Francia. Al local llegó un aluvión de obreros con hambre antigua que fueron bien recibidos por la familia. Aparte del menú de mediodía, los fines de semana preparaban banquetes.
Monserrat Fontané no está muy al día de las estrellas Michelin que han ganado sus hijos, aunque se felicita de sus logros. En ella siguen confiando los Roca. En la exhibición del congreso, Joan da a probar los platos a su madre y espera su veredicto. No es tiránica. Al contrario, tiene una palabra amable para todos y trata con especial mimo a los aprendices del Celler Can Roca. Los hay latinoamericanos, asiáticos y europeos. En un vídeo sobre su establecimiento exhibido en el congreso se puede ver a Monserrat consolando a un italiano en cuya cara ha visto mal de amores. Así es ella, la autenticidad de los Roca.

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