lunes, 21 de marzo de 2022

A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER - Dani Mori espera a Marc Fraile ,. / LA BRUJULA ONDA CERO - La Linterna La Cope - Un año del virus que ha cambiado el mundo,.

     TITULO:  A vivir que son dos días - A vivir -  Cadena SER -  Dani Mori espera a Marc Fraile ,.

 A vivir que son dos días - A vivir -  Cadena SER,. 

 Escucha 'A vivir', con Javier del Pino, el programa líder de las mañanas del fin de semana en la Cadena SER.

Dani Mori espera a Marc Fraile,.

El delantero emeritense, indiscutible en la primera vuelta, vuelve a ser duda por una sobrecarga para recibir el domingo al Villanovense



foto / El Mérida recibirá el próximo domingo (17.00 horas) al Villanovense con las bajas del mediocentro Mario Robles, que cumplirá esta jornada ciclo de amarillas, y del pichichi Dani García, al que todavía le queda una semana más para recuperarse de su microrrotura. No obstante, todas las miradas estarán puestas una semana más en Marc Fraile,.


TITULO:  LA BRUJULA ONDA CERO - La Linterna La Cope -   Un año del virus que ha cambiado el mundo,.   

 
LA BRUJULA ONDA CERO,.


 La Brújula es un programa de radio de la emisora española Onda Cero, presentado y dirigido por David del Cura. Es el tercer espacio en audiencia en la franja nocturna, retransmitiéndose entre las 20 y las 24 horas, tiempo que dedica a un análisis de la actualidad, el deporte, la economía (con el espacio denominado La Brújula de la Economía) y el debate político., etc,.
 

  La Linterna La Cope ,.
 
  'La Linterna' es el programa de radio informativo, político y económico, cultural y de debate nocturno de la Cadena COPE. Dirigido y presentado desde 2009 por Ángel Expósito, se emite de lunes a viernes de 19:00 a 23:30 horas, correspondiendo la última hora de los viernes a 'La Linterna de la Iglesia', dirigida y presentada por Faustino Catalina,.


Un año del virus que ha cambiado el mundo,.

El 17 de noviembre de 2019 China detectó el primer caso de SARS-COV-2. Durante meses, Occidente ignoró todos los avisos y se gestó la peor pandemia del último siglo: 1.250.000 muertos hasta ahora,.



foto / El paciente uno de la pandemia que ha transformado por completo el mundo no tiene cara ni nombre. Al menos, fuera de China. Era de ese país y tenía 55 años. Y fue diagnosticado el 17 de noviembre de 2019, hace ahora un año. ¿Dónde? En Wuhan, una más de la peculiar lista china de ciudades más pobladas del mundo: Chongquin, Tianjin, Guangzhou, Nanjin o Shenzhen, urbes que rozan o superan los diez millones de habitantes, pero de las que casi nadie en Europa ha oído hablar. Megalópolis que albergan enormes centros de producción, son la fábrica del mundo y exportan cualquier cosa que uno pueda imaginar, desde tijeras hasta barcos. También virus. El último, el Covid-19, en doce meses ha provocado la mayor crisis sanitaria del último siglo y ha dejado más de 1.250.000 muertos y 51 millones de casos en todo el planeta.

Cuando China identifica por primera vez la enfermedad hace justo un año, se lanza en secreto a la búsqueda del paciente cero, el que supuestamente se contagió de un animal. ¿De un pangolín? Los estudios más recientes ponen en duda esa teoría, aunque aseguran que el Covid-19 podría haberse originado en murciélagos y se habría extendido a los humanos desde otro huésped intermedio, todavía desconocido. El no hallazgo de ese paciente cero es el que da lugar a la teoría, insistentemente desmentida por la comunidad científica en los meses posteriores, de que el SARS-CoV-2 'escapó' accidentalmente de un laboratorio de Wuhan.

La opacidad de China, que marca el rumbo de las primeras semanas de la pandemia, tiene el contrapunto en el oftalmólogo Li Wenliang, que en diciembre detectó siete casos y avisó de la peligrosidad del virus a sus compañeros del Hospital Central de Wuhan, a los que les pidió que tratasen a los pacientes con los equipos de protección adecuados. El Gobierno le obligó a retractarse, aunque en enero tuvo que pedirle disculpas. En esas semanas, Wenliang había contraído el virus y el 7 de febrero murió. Ahora, el país que lo silenció lo considera un héroe.

China oculta información y censura a Li Wenliang, pero no se queda de brazos cruzados y comienza a investigar la extraña enfermedad. El 31 de diciembre, la Comisión de Salud de Wuhan informa de 27 pacientes con neumonía viral, siete graves. Todos ellos habían visitado el mercado de mariscos de Huanan, que aún se considera como el origen más probable del virus. Esa Nochevieja, China comunica el brote a la Organización Mundial de la Salud. Ha pasado mes y medio desde el hallazgo del paciente 1, 45 días en los que se larvaba en Asia la gran catástrofe que esperaba al mundo en los meses siguientes. El 4 de enero la OMS habla por primera vez en sus redes sociales de lo que está ocurriendo y el 5 ofrece más detalles de una «neumonía de etiología desconocida». El 12 de enero se reporta el primer fallecido.

Si las antenas de Europa y América hubieran estado encendidas ese mes de enero, el SARS-CoV-2 podía haberse quedado en un virus amenazante, como sus primos SARS y MERS. Su expansión es una historia de informaciones mal interpretadas y alarmas ignoradas por el confiado Occidente. También por España, uno de los países del mundo que más ha sufrido la pandemia. Mientras que Asia se puso la mascarilla en cuanto sonó la primera sirena, Europa y América discutieron durante meses si evitaban o no los contagios.

Todavía en enero, el virus salta a Tailandia y Japón, que comunican los primeros casos, y el día 22, la OMS, que ha enviado su propia misión a Wuhan porque no se fía de los datos chinos, constata que el virus se transmite entre humanos. Han pasado dos meses desde el primer positivo. El 25 de enero se contabilizan 1.303 casos y 41 fallecidos, la inmensa mayoría en China. El 30 de enero, con contagiados en 18 países, la OMS declara la emergencia sanitaria internacional.

La llegada a España

Solo un día más tarde, España registra su primer caso, el de un turista alemán de vacaciones en La Gomera que se había contagiado en contacto con una persona infectada que había venido de China. Una emergencia sanitaria gestada en la otra parte del mundo enseña por primera vez sus garras en uno de los países al que más castigará, pero los responsables directos de luchar contra la pandemia siguen sin ver el peligro. Ese mismo 31 de enero, en una declaración que le ha perseguido desde entonces, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, asegura: «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado».

Diciembre y enero fueron los momentos de la duda. Pero llega febrero, el mes perdido por España, un lamento por lo que se pudo haber hecho y no se hizo. El Gobierno insiste en que nadie lo vio venir, que en ningún sitio estaban preparados, pero las alarmas se sucedieron aquí sin que se tomaran medidas que evitaran la tragedia. Otros países sí lo hacían. El día 9 se contabiliza el segundo caso, en Baleares; el día 12 se suspende el Mobile World Congress de Barcelona porque las empresas tecnológicas, especialmente las asiáticas, que sabían lo que estaba ocurriendo, decidieron no participar por el riesgo de contagio; el 13, fallece el primer paciente español, un valenciano que había viajado a Nepal; el 18, Fernando Simón, comparte un informe con las comunidades autónomas en el que constata la peligrosidad del virus; y el 23, Italia, el 'canario' del coronavirus en Europa, el país que debía haber desatado la alerta roja, comienza a confinar a su población.

Italia es la escala del virus desde China hacia España. En la segunda mitad de febrero, cientos de españoles van y vuelven a Milán, Florencia, Venecia y Bérgamo para sus viajes de estudios, para esquiar en los Alpes, para una feria de moda, para una escapada romántica. O para animar a su equipo de fútbol: el 19 de febrero, en Milán, se jugó el partido de la pandemia, Atalanta-Valencia, 40.000 espectadores en las gradas, 2.500 valencianos, todos potencialmente contagiados, según las autoridades sanitarias italianas, que lo denominaron «una bomba biológica» mientras los informativos y los políticos españoles aún repetían que el SARS-CoV-2 era «como una gripe». Italia dio a España dos semanas de ventaja que también se desperdiciaron.

Un informe del CSIC desvela que en esas fechas hubo, por lo menos, 700 introducciones del virus en España, aunque no todos los portadores infectaron a gran escala. Lo hicieron unos cuantos 'supercontagiadores' en 'eventos superdispersores': un funeral en Vitoria dejó más de 60 contagiados que luego expandieron el virus en el País Vasco y La Rioja. En la segunda mitad de febrero, los profesores de instituto recuerdan que los alumnos comienzan a faltar a clase, pero todo se achaca a un pico de la epidemia de gripe. El farmacoepidemiologo de la Universidad de Oxford Daniel Prieto-Alhambra piensa que muchos casos que se diagnosticaron como gripe en febrero eran en realidad Covid-19.

El 26 de febrero ocurre un hecho clave. El Ministerio de Sanidad cambia el criterio clínico y permite que a los enfermos con neumonía se les someta a una PCR. Hasta ese momento, sólo se podían hacer PCR a pacientes que venían de China o Italia, lo que obviaba que ya existía transmisión comunitaria en España. «Tuvimos los avisos de China, que nadie oyó, pero Italia también estuvo por delante de nosotros, y entonces sí, hubo países que lo oyeron, pero no nosotros. Se mantuvo una actitud contemplativa ante la pandemia cuando estaba en Italia y no buscamos casos de manera proactiva hasta el 26 de febrero», cree José Miguel Cisneros, director de Enfermedades Infecciosas del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y portavoz de la Junta de Andalucía en la crisis de la listeriosis.

Sin PCR ni protección

Con simples PCR a los pacientes que acudían a los hospitales con neumonía se habría detectado semanas o meses antes que el virus circulaba en España, pero no se hizo porque se siguió el criterio epidemiológico que había fijado el Ministerio. Tampoco se compraron equipos de proteccion, mascarillas y guantes, como recomendó el 11 de febrero la OMS. «España tiene suficiente suministro de equipos personales de emergencia», dijo ese mismo día el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Resultado: más de 50.000 sanitarios contagiados, la mayor cifra en Europa. Ni se hizo acopio de tests, fundamentales para detectar a los casos positivos, según aconsejó el organismo internacional.

«En España, hubo lentitud en responder adecuadamente, mala gestión y descoordinación, falta de unidad y excesiva politización», opina Ignacio López-Goñi, profesor de Microbiología en la Universidad de Navarra, que acaba de publicar 'Preparados para la próxima pandemia' (Destino). A finales de febrero, con el virus circulando libremente por el país, aún se pensaba que la crisis sanitaria sería como la del SARS del 2002, circunscrita a algunos países asiáticos.

El partido de la pandemmia. Hinchas del Atalanta, en el encuentro contra el Valencia del 19 de febrero. / AFP

La primera semana de marzo, España se dedicó a discutir si había que celebrar la manifestación del 8-M. «Si mi hijo me pregunta si puede ir, le diré que haga lo que quiera», zanjó Fernando Simón. El fin de semana del 7 y 8 de marzo, miles de personas se manifiestan por las calles del país, miles más acuden a eventos deportivos, 9.000 participan en un mitin de Vox en Madrid. «Hoy nadie duda de que aquella manifestación y los mítines, partidos de fútbol y competiciones deportivas de esos días fueron un tremendo error de cálculo», señala López-Goñi.

En la noche del 8 de marzo, Sanidad detecta que la situación se está descontrolando en Madrid. El 9 por la mañana comparece Simón, pero descarta medidas extraordinarias. Por la tarde, todo cambia. Con 28 fallecidos y 1.200 positivos, el Gobierno decreta el cierre de las escuelas de Madrid, de La Rioja y de la localidad alavesa de Labastida. El 11 de marzo, la OMS declara la pandemia global. El 12 de marzo, cierran todos los colegios de España y se confinan Igualada y otros tres municipios de Barcelona. Dos días más tarde, España entera se mete en casa y en la segunda quincena de marzo, los hospitales de Madrid y Cataluña colapsan, y en el resto del país la situación es muy parecida. Más de 700 personas mueren cada día entre el 25 de marzo y el 8 de abril por coronavirus. Un tsunami que ahora vive su segunda gran ola.

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