TÍTULO; REVISTA LOS JUEVES, ZANCADILLA AL CHORIPAN,.
Zancadilla al choripán
El 14 de marzo de 2008, ocho años después de aterrizar en
Barcelona y ya convertido en una estrella mundial, Lionel Messi notó un
fuerte pinchazo en su pierna izquierda durante un partido de la Liga de
Campeones frente al Celtic de Glasgow. El astro argentino se acababa de
romper el bíceps femoral: un mes y pico de baja y dramón en Can Barça.
Salió del campo llorando mientras el público coreaba su nombre. Nadie
sabía entonces que el Barcelona iba a terminar la temporada en blanco.
Cinco meses más tarde, le preguntaban a Messi en una entrevista por las
cosas que más echaba de menos de Argentina. Después de cumplir en la
respuesta con Rosario, su ciudad natal, la familia y los amigos, 'la
pulga' no quiso dejarse fuera «las facturas».
No se refería a los justificantes mercantiles que después
le han causado un problema con Hacienda, sino a una suculenta variedad
de bollos típicamente platenses que pueden rellenarse de crema,
chocolate y todo lo que uno pueda imaginar, y que en Barcelona son
«difíciles de encontrar». La nostalgia de esos sabores de la infancia la
ha sobrellevado Messi desde su llegada a España con alfajores y dulce
de leche (también argentinos, pero más globalizados), sacos enteros de
Conguitos y refrescos de cola por litros. Messi también ha demostrado su
voracidad -fuera del campo- con los asados de carne y, sobre todo, con
el sabroso y grasiento choripán: un chorizo criollo a la parrilla regado
con chimichurri y metido en un bocata de pan francés.
El doctor y experto en nutrición Ricardo Pruna, en
septiembre de ese mismo año -el de la llegada de Pep Guardiola como
entrenador del primer equipo- alertó de que la disparatada alimentación
del '10' del Barça y de la selección albiceleste era uno de los factores
determinantes de sus lesiones. Guardiola comprobó además con asombro
que Messi exprimía las máquinas de 'snacks' de la ciudad deportiva día
sí y día también, así que una de sus primeras decisiones fue prohibirle
las chucherías. Le impuso un régimen estricto y hasta le hizo descubrir
el pescado, totalmente «desconocido» para Leo, dicho por él mismo. Con
la dieta, Guardiola desde la banda y al lado un preparador físico como
Lorenzo Buenaventura -reclamado por estrellas como Simeone, Batistuta,
Verón o Cristiano Ronaldo y codiciado por equipos como el Madrid o el
Manchester United-, Messi volvió a brillar sin problemas físicos de
importancia. Ese año, los culés ganaron Liga, Copa y Champions y el
argentino levantó su primer Balón de Oro. Luego vendrían tres más
consecutivos.
La novia del extesorero
Casi cinco años después, con las vitrinas de trofeos del
Camp Nou repletas de títulos, la leyenda de Messi a la altura de Pelé,
Cruyff y Maradona y el mito de Guardiola triunfando en el Bayern de
Múnich junto a Lorenzo Buenaventura, la estrella del Barça se ha vuelto a
resquebrajar por la misma pierna que le hizo llorar aquella noche de
2008. La misma lesión. Y, al parecer, por causas similares. La prensa
deportiva catalana ha revelado estos días que Messi «ha vuelto a
descuidar su alimentación» desde que el 'Tata' Martino se convirtió en
el nuevo entrenador. «Leo no tiene el régimen militar que le impuso
Guardiola, y tiene más libertad para comer más alimentos y a otras
horas», subraya Lluís Mascaró, director adjunto de 'Sport'. Es decir,
que se ha vuelto a poner ciego a Conguitos, asado, cola y choripán. A
ello se sumaría, además, una mala preparación en pretemporada y un
supuesto distanciamiento con Juanjo Brau, el fisioterapeuta del club con
el que el delantero ha trabajado estos años. Messi, que tiene para más
de un mes de baja, negó recientemente este último punto. No los dos
anteriores.
Ante la alarma generada en el club y en el propio entorno
del jugador, y sin Guardiola -que según las malas lenguas acabó hasta el
gorro de los caprichos del argentino-, la recuperación de la estrella
pasa por la ex campeona del mundo de triatlón y nutricionista Silvia
Tremoleda, contratada por el '10' a finales de la pasada temporada,
cuando empezaron a resonar los tambores de las lesiones. Pareja del
extesorero del Barcelona Xavier Sala i Martín, Tremoleda es una
auténtica experta en la alimentación relacionada con la alta competición
y una fanática del deporte y la vida sana. «A mí me sigue impactando
que la gente no haga ejercicio», escribía hace poco en su Twitter, donde
sube regularmente las «divertidas» panzadas que se mete todos los días,
hasta con gripe: «¡Tres horas de bici, así se empiezan los lunes!»,
tuiteó esta semana. En su blog (www.silviatremoleda.com) también abundan
-además de muchas fotos sobre sus participaciones en competiciones
deportivas-, los consejos nutricionales: adora el zumo de remolacha y
recomienda tomar pescado antes de dormir «para la recuperación
postesfuerzo». Y por si fuera poco, da «la clave del éxito: dieta,
hábitos y ejercicio». A Garrincha le jubiló la polio, a Best el alcohol y
a Maradona la cocaína. La afición del Barcelona confía en Tremoleda
para que a Messi no se lo lleve antes de tiempo el choripán.
Silvia Tremoleda, especialista en nutrición deportiva de 39
años y ex campeona del mundo de triatlón, disfruta machacándose todos
los días, incluso en los que sufre gripe o un «dolor de espalda» que,
según contaba ella misma en su blog, se esfumó gracias al deporte.
Durante una estancia en Nueva York, aún renqueante, escribió: «Hoy, 75
kilómetros de bici por la mañana y 10 por la tarde de 'running',
facilito».
TÍTULO; EL PAIS ,Garzón, el infatigable,.
- Mientras-foto-pais.. Baltasar Garzón (Torres, Jaén, 1955) ejercía de juez en la Audiencia Nacional, y hasta su descalabro, los funcionarios se referían a él ...SOCIEDAD
Garzón, el infatigable
Duerme cuatro horas al día y no pasa una semana en el mismo país. Ahora quiere volver a dar guerra en la política españolaUN HOMBRE MUY OCUPADO
Quizás la clave de tanta actividad haya que buscarla en el insomnio que padece y que no le concede ni cuatro horas de sueño al día. No parece que le haga falta más para reponer fuerzas y, de cualquier modo, tampoco podría dedicar un minuto más a dormir con ese ritmo endiablado de trabajo. Mientras Baltasar Garzón (Torres, Jaén, 1955) ejercía de juez en la Audiencia Nacional, y hasta su descalabro, los funcionarios se referían a él como «dios», y no solo por su indiscutible poder, sino también por su proverbial capacidad para estar en todas partes. Si bien es cierto que tras desalojar su despacho perdió autoridad y, con ella, parte de esas atribuciones 'divinas', también lo es que mantiene intacto el don de la ubicuidad.Lo consigue moviéndose rápido: es raro que permanezca una semana en un mismo país. Por eso el eco de la carta que envió a la conferencia política que el PSOE celebró el pasado fin de semana le llegó cuando ya estaba en América. Lo de menos es que otras trece firmas -como la del hijo de Santiago Carrillo- acompañasen a la suya en el manifiesto, o que éste, en lo básico, se limitase a exponer la obvia necesidad de unir a las fuerzas de izquierda para sentar al PP en la oposición. Lo que importa es que Garzón ha reaparecido y cada cual lo interpreta a su gusto. «Para nuestro partido cuenta mucho», piropeó Elena Valenciano.Él fue el primero en reconocer, hace unos meses, que quiere participar en la política nacional, «lo cual no significa ir en una lista». Ya lo hizo hace 20 años en las de Felipe González, que le nombró delegado del Gobierno en el Plan Nacional sobre Drogas. En la derecha, el análisis va desde el que piensa que siente nostalgia de su gloria pasada, hasta quien cree que intenta resucitar el Frente Popular guerracivilista. Para alguien más cercano a él, como el diputado socialista Juan Moscoso, la misiva indica que «dentro de la izquierda se vuelve a percibir al PSOE como alternativa», y alaba la decisión del exjuez y sus compañeros de viaje, «que se atreven a dar el paso, comprometiéndose». Mucho más crítica es la lectura de otro compañero de partido, que prefiere no identificarse: «Fue un juez con alma de activista político, y ahora es un aficionado a la política que busca su sitio y no lo encuentra. La justicia tiene sus reglas, y la política, también».Es posible que buena parte de los quebraderos de cabeza de Baltasar Garzón estén relacionados con ese afán por desdeñar los caminos más trillados y explorar otros, pero esa misma osadía le permitió llevar a cabo una de sus actuaciones más sonadas: detener a Augusto Pinochet y sentar un precedente para una justicia universal, convirtiéndose en paladín de la defensa de los Derechos Humanos para unos y en irritante metomentodo para otros.Con su mujer por SkypeEn Hispanoamérica pesó más lo primero, y como símbolo de la lucha contra las dictaduras encontró allí cobijo tras su inhabilitación como magistrado. Sin hacer caso de su condena por prevaricación, ha sido reclamado por distintos gobiernos con fines diversos: asesor para la reforma judicial en Ecuador, consejero de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Representantes argentina, experto de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz de Colombia. hasta Evo Morales requirió sus servicios -que él rechazó- para exigir a Chile la salida al mar que Bolivia perdió hace más de un siglo. Esta misma semana acudirá como observador a las elecciones de Honduras.Tanto trabajo le mantiene fuera de España la mayor parte del tiempo, lo que ha obligado a su mujer, Rosario Molina, a acostumbrarse a verlo por Skype y a volver a vacunarse contra los rumores: después de que en España le adjudicasen decenas de hijos extramatrimoniales, un romance con Cristina Fernández de Kirchner, la presidenta argentina, no es nada. «Cuando está en nuestro país se dedica a compartir buena parte del tiempo de que dispone con su familia», explica una cercana colaboradora. La forman, además de 'Yayo', sus dos nietos, Aurora y Héctor (con él posa sonriente en su foto de perfil de WhatsApp), sus tres hijos, su madre, a quien visita en Sevilla siempre que puede, y sus hermanos.Es en esos escasos momentos de paz cuando se dedica a ver algún partido de fútbol, escucha los discos de Camarón y despliega su faceta de hombre tímido y gracioso que solo conocen sus íntimos. A fin de cuentas, también Dios descansó al séptimo día.
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