lunes, 7 de abril de 2014

Mónica Carrillo en El Hormiguero 3.0,./ A TOMAR UNA CAÑA, ENGANCHADO AL DINERO,.

La presentadora del informativo de las 21:00 de Antena 3 Noticias, Mónica Carrillo, visita El Hormiguero 3.0 para presentar su primera novela ...
 
INVITADA EL 7 DE ABRIL

Mónica Carrillo en El Hormiguero 3.0

La presentadora del informativo de las 21:00 de Antena 3 Noticias, Mónica Carrillo, visita El Hormiguero 3.0 para presentar su primera novela 'Luz de Candela'.

Mónica Carrillo en El Hormiguero 3.0 Mónica Carrillo en El Hormiguero 3.0 | Foto: 
El lunes, 7 de abril, la periodista y presentadora del informativo de las 21 horas de Antena 3 Noticias, Mónica Carrillo, que se estrena en el mundo literario con su primera novela, La luz de Candela (editorial Planeta), que se publica el 3 de abril.
A lo largo de más de 300 páginas, la autora narra la aventura amorosa de la protagonista pasando por cada una de sus fases, desde el enamoramiento y la ilusión hasta el final, en donde Candela es víctima de la dependencia emocional y la adicción que siente hacia su pareja. Para enlazar cada uno de los capítulos del libro, Mónica Carrillo se ha valido de microcuentos, una técnica que suele compartir con sus más de 180.000 seguidores en Twitter.

TÍTULO: A TOMAR UNA CAÑA, ENGANCHADO AL DINERO,.


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ECONOMÍA

Enganchado al dinero

Sam Polk era otro 'lobo de Wall Street', un bróker millonario que nunca tenía bastante. Cuando se dio cuenta de que era adicto a la riqueza, lo dejó: hoy dirige una ONG que lucha contra la obesidad

Alcohol, drogas, juego... el catálogo de adicciones clásicas, su peligrosidad y sus consecuencias son suficientemente conocidas como para aceptar sin rechistar la incorporación de nuevos vicios a la lista. Por mucho tratamiento que reciban, difícilmente pueden inspirar la misma compasión un enganchado a los videojuegos o un adicto al sexo que un borracho impenitente o un heroinómano. De ahí que resulte sorprendente, como poco, la advertencia del exbroker estadounidense Sam Polk: la riqueza engancha.
En el mundo de los negocios norteamericano lo llaman 'golden handcuffs': son las 'pulseras de oro' con que las empresas mantienen prisioneros a sus empleados a base de incentivos. Según Polk, se trata de una cautividad aún más sutil: a los ejecutivos con sueldos de futbolista galáctico les resulta casi imposible apearse en marcha de su ritmo frenético de trabajo ante la certeza de perder de forma instantánea ingresos, prestigio y poder.
La forma en que Sam Polk retrata la vida de los corredores de bolsa se asemeja a la que Jordan Belfort describió en 'El lobo de Wall Street', aunque parece menos divertida: si se eliminan de la dieta las orgías, las francachelas y el abuso de todo tipo de estupefacientes, lo único que queda es un enfermizo afán por hacer dinero.
Él se dio cuenta de todo esto en 2010. Entonces era un tiburón de treinta años que había dedicado los ocho anteriores a amasar dinero. Comprendió que era hora de dejarlo cuando se disponía a cobrar su prima de beneficios. Eran 3,6 millones de dólares que no le parecían suficientes, así que exigió 8 a sus jefes, y éstos aceptaron... siempre y cuando se comprometiese a seguir con ellos en el futuro. En lugar de aceptar la oferta, se tomó lo que le correspondía y decidió curarse de su avaricia.
Aquel fue el punto final a una prometedora carrera bursátil que inició al matricularse en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Sam quería hacer realidad el sueño que heredó de su padre, un vendedor de cocinas que siempre andaba imaginando cómo sería su existencia cuando ganase un millón de dólares. En su primera visita a Wall Street, mientras hacía prácticas con el Credit Suisse First Bank, vio que el dinero estaba ahí, y solo hacía falta cogerlo.
Era buen estudiante, aunque también un joven difícil. Bebía, fumaba marihuana y consumía cocaína y éxtasis, y se hizo un tipo tan insoportable que hasta su novia lo abandonó. Tuvo que someterse a tratamiento para poder centrarse y terminar los estudios, una licenciatura que le abrió las puertas del éxito. Su primer bonus en el Bank of America ascendió a 40.000 dólares -29.000 euros-, poca cosa comparada con su posterior contrato en Citybank: «1,75 por 2», que quiere decir 1,75 millones de dólares -1,25 millones de euros por campaña-, durante dos años, extras aparte. «Uno puede llevarse dos millones al año, pero cuando ve que su jefe gana 250 cree que está mal pagado. El 90% de la gente en Wall Street se siente así», asegura Polk. Y luego está la cuestión del 'Número', así, con mayúscula. «Es la cantidad con la que piensan que tienen bastante y lo pueden dejar. El problema que yo tenía es que el Número siempre estaba creciendo».
Noches en vela
Por eso se sintió frustrado cuando iba a cobrar sus 3,6 millones de dólares, y por eso acabó dando el portazo que cambió su vida. Le costó: aunque ya no trabajaba, pasó un año vigilando las cotizaciones de los mercados una docena de veces cada día. Por las noches se desvelaba pensando en el dinero que dejaba de ganar y acababa en unas manos distintas de las suyas.
La ansiedad se le curó viajando: visitó la India con su nueva novia, Kirsten, una joven médico que había trabajado en aquel país y con quien se acabaría casando. Conocieron toda Europa y disfrutaron de unas vacaciones sin prisas. Fue al volver cuando decidieron buscar un sentido a sus vidas ayudando a los demás. Sam comenzó a impartir charlas en las que explicaba su nueva filosofía. «Mi objetivo es aceptar la vida tal como es, en vez de sentir que me falta algo porque no he llegado a ser presidente de los Estados Unidos», explica. Después, dieron un paso más y crearon una organización benéfica, Groceryships, que lucha contra la epidemia de obesidad que afecta a los estadounidenses y, sobre todo, a los sectores más pobres.
Sin duda, los días de Sam son ahora mucho más placenteros. Mientras espera el nacimiento de su primera hija, que llegará este mismo mes, dedica el tiempo a preparar sus conferencias, promocionar su libro -'Gatsby, interrupted'-, y visitar con su ONG los barrios más deprimidos de Los Ángeles, donde se mudó el matrimonio tras dejar 'la Gran Manzana'. Sam se siente curado de su adicción al dinero, pero es prudente: «Nueva York es para mí lo mismo que un bar para un alcohólico».

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