CALLEJEROS - JOSÉ LUIS MORENO Y HABLE CON ELLAS: ESTO ES LA GUERRA,./ AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - ME INSPIRO METIENDO LOS VASOS EN EL LAVAPLATOS,.
TITULO: CALLEJEROS - JOSÉ LUIS MORENO Y HABLE CON ELLAS: ESTO ES LA GUERRA,.
foto, José Luis Moreno y 'Hable con ellas': esto es la guerra,.
El productor la lía de nuevo tras su anterior espantada.Sandra
Barneda le acusa de amenazas en la pausa publicitaria: «Me dijo 'Una más
y te corto el cuello'». Él lo niega,.
Al programa 'Hable con ellas' le falta un verano y este parece que
tampoco es el suyo. El lunes protagonizó una de las peleas televisivas
más sonadas de los últimos tiempos. Se las prometían muy felices con la
vuelta del hijo pródigo, el productor José Luis Moreno, que tras la
espantada de la primera edición -en la que se marchó a mitad de la
entrevista-, venía en son de paz, pero la cosa acabo como el rosario de
la aurora. «Espero que, en esta ocasión, no haya un 'coitus
interruptus'», bromeaba Sandra Barneda al inicio. «Esta vez no seré un
mal marido y no dejaré a la audiencia a la mitad», sonreía el cómico.
Hasta ahí todo bien. Pero el buen rollo duró poco.
La cadena llevaba días anunciando a bombo y platillo el esperado
reencuentro tras el plantón de la primera vez. En aquella ocasión el
empresario tomó las de Villadiego cuando Yolanda Ramos, una de las
antiguas presentadoras, que además había trabajado para él, le echó en
cara que le hubiera hecho un contrato B y que aún le debía 25.000
pesetas de una actuación en 'Noche de fiesta'.
Las nuevas conductoras se empeñaron en recordarle
el capítulo y él, en vez de dar la callada por respuesta o utilizar a
sus muñecos Monchito o Macario para contestarlas, entró al trapo. Alegó
que no había venido a hablar de temas viejos, solo de sus nuevos
proyectos, como el musical que prepara con Isabel Pantoja y que verá la
luz en dos años. También puso como ejemplo del buen hacer periodístico a
su amigo Bertín Osborne, al que calificó de «elegante y honesto». Y ahí
se lió la marimorena. Sandra Barneda, medio en broma, medio en serio,
se dio por aludida y le preguntó si era una indirecta, a lo que él
respondió que en absoluto. Sin embargo, en la pausa publicitaria el
productor se despachó a gusto... Y se largó.
Tras el corte, ya sin Moreno, apareció una Sandra Barneda con los
ojos medio llorosos y arropada por sus compañeras. Según la versión de
la catalana, que el programa corroboró con un audio, el empresario
habría empezado a gritarle: «¿Tú te crees que me importa que te
ofendas?», «¿tú quién eres?», «¿cuál es tu carrera?». El momento álgido
de la disputa llegó cuando el cómico le espetó «una más y te cortó el
cuello», aunque esta parte no se grabó.
Arrepentido de ir
Barneda, en pleno éxtasis, calificó todo esto como «lo más
desagradable en 20 años de profesión». Ayer, en cambio, prefirió no
hacer ningún tipo de comentario a este periódico. La cadena, en cambio,
emitió un comunicado a través de sus redes sociales y respaldó a la
presentadora: «Lamentamos haber invitado a José Luis Moreno a uno de
nuestros programas. La violencia y las amenazas son inadmisibles». La
directora de Comunicación de Mediaset, Mirta Drago, también le dio su
apoyo: «Todo mi respeto por la integridad profesional y humana de Sandra
Barneda».
Por su parte, Moreno dio su versión de los hechos con respecto a las
amenazas. «Esas frases no solo no son verdad, sino que nunca se las digo
a nadie. Y si lo hubiera dicho me parece maquiavélico que en publicidad
hagas una serie de comentarios y que después los emitan», declaró a
'Vertele'. El productor lamentó haber ido al programa: «Me arrepiento
muchísimo. No cumplieron nada de lo que estaba en el contrato». ¿Cuáles
eran las claúsulas? «Se pactó que yo venía a hablar de lo que quisieran,
pero nuevo. Lo otro ocurrió hace dos años y no tenía sentido
recordarlo», zanjó.
TITULO: AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - ME INSPIRO METIENDO LOS VASOS EN EL LAVAPLATOS,.
ME INSPIRO METIENDO LOS VASOS EN EL LAVAPLATOS, foto.
Luis García Montero: «Me inspiro metiendo los vasos en el lavaplatos»,.
Nací en Granada hace 58 años. Respeto mucho el oficio, pero no
escribo para hacer endecasílabos perfectos. Mis maestros son Garcilaso,
Machado, Alberti, Gil de Biedma, Ángel González, Brines, mi mujer y mis
tres hijos.
Ahora ha publicado el ensayo ‘Un lector llamado Lorca’, ¿a qué edad se leyó las obras completas del poeta?
Descubrí el tomo de la editorial Aguilar con las obras de García
Lorca en la biblioteca de mis padres, al final de los años 60 (tendría
10 ó 12 años). Claro que no me lo leí entero. Recuerdo la sensación
física que me provocaron esos primeros poemas de Lorca. Algo que se
convertía en piel y en mundo propio. Este libro es un homenaje al poeta y
al adolescente que lo descubrió.
¿Y a qué edad tuvo su primer rollo?
Más allá de las quimeras infantiles, creo que a los 15 o 16 años. Yo
iba al Club Hípico de Granada a montar a caballo, y allí surgieron los
primeros amores adolescentes.
Su hija estudia piano. ¿Se imagina que hubiera sido tronista en ‘MYHYV’?
Esos programas de telebasura me entristecen. La zafiedad sentimental
que representan son el mayor atentado contra la cultura popular que
existe. La telebasura impone una realidad de bajos instintos y
zafiedades. Es desolador.
Su hija del Rayo Vallecano, su mujer Almudena Grandes colchonera y usted merengón. Desayunan en un derbi madrileño.
Sí, un jaleo. Pero eso demuestra que el fútbol no es tan importante.
Soy muy del Granada y muy del Madrid. Ahora los atléticos (Almudena, sus
hermanos, mi editor Chus Visor, Joaquín Sabina...) están muy crecidos y
dan mucho la lata. No podemos ver los partidos juntos, sobre todo las
finales de la Champions. Son muy simpáticos los atléticos.
Whisky en invierno y manzanilla en verano. Salvo agua...
Cada bebida tiene su hora. La cerveza antes de la comida sienta muy
bien. Y comer con vino dignifica cualquier mesa. La buena conversación y
la lectura solitaria mejoran con la compañía de una copa. El gran
Francisco Ayala, cerca de los 100 años, pedía a los camareros que
retirasen los vasos de agua de la mesa. Con el agua –decía–, conviene
tener mucho cuidado…
¿Qué encuentra en Rota?
Amistad, allí nos reunimos muchos amigos, nombres de esos que forman
mi segunda familia: Felipe (Benítez Reyes), Benjamín (Prado), Joaquín,
Silvia, Ángeles, Bienve, María, Jimena… Además me gusta mucho la gente
de la Bahía de Cádiz, su elegancia sentimental y su ingenio.
¿Una costumbre banal?
El amor a las pastelerías, digo yo, o el fútbol.
Sus mujeres a la playa y usted al bar...
Ese fue uno de los motivos de que fuésemos a Rota, la playa y los
bares. Busqué un sitio en el que vivía mi amigo Felipe Benítez, para
consolarme de la obligación familiar de llevar a los niños a la playa.
Ahora han crecido los niños, y Almudena y yo bajamos al mar por las
tardes, para caminar por la orilla hasta Punta Candor. Eso me gusta.
¿Qué sería de los poetas sin los bares?
¡Qué sería de España! Me gusta nuestra facilidad para vivir en la
calle y celebrar la vida con los amigos. La soledad como ámbito de
independencia está bien, pero no como condena al anonimato y la
deshumanización. Me gusta el bar de siempre, ese al que vas y te
encuentras con amigos sin necesidad de quedar. Por lo que se refiere a
la poesía, es verdad que hay una estirpe basada en el exceso. Por eso
son tan peligrosos los poetas que tienen mala bebida. Dan mucho el
latazo.
¿Se puede ser poeta en una playa atestada?
Sí, y hasta escribir sobre eso. Decía Pasolini que no hay nada más
solitario que una plaza del siglo XX tomada por una multitud. Yo creo
que algunas playas le hacen la competencia a esas plazas.
Almudena Grandes se inspira cocinando. ¿Y usted?
Ayudo poco en la cocina. Sólo me salen bien los huevos con patatas.
Me inspiro más metiendo los vasos en el lavaplatos y oyendo el rumor de
la calle desde la butaca de la biblioteca.
¿Tenemos demasiado miedo?
Es un miedo provocado. Nada nos inmoviliza más que el miedo. Eso que
llamamos poder crea situaciones de debilidad e incertidumbre para
dominarnos. Nadie protesta si corre el peligro de perder su puesto de
trabajo, si no se siente amparado por unos derechos. El mejor remedio
contra el miedo, que es social, es una buena seguridad social.
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