TITULO: ¿Juegas o qué? ,.
Lunes -22- julio 2019 a las 18:20 por La 1. foto,.
Lunes a viernes,.
Veo completas varias entregas de ¿Juegas o qué?
y me invade una sensación de estupor que a poco que pasan los minutos
se convierte en vergüenza ajena. Todo es destartalado, gratuito y
anacrónico en este formato, con hechuras y ocurrencias de cuando las
privadas comenzaban a andar.
Pese a estar grabado en las calles de nuestras
ciudades, la puesta en escena no puede ser más hortera. Me resulta
imposible recordar una decoración más desafortunada que la de pruebas
como El ascensor. El escaparate del premio que se vio cuando se
abrieron sus puertas no se vio ni en las parodias más cutres del género.
¿Y qué me dicen del panel de la sección Un, dos, tres, ¡sorpresa!?
Los responsables de Patrimonio de la ciudad de Segovia nunca debieron
consentir que delante del acueducto se montase semejante tómbola. Dañaba
a la vista.
Sobre
los presentadores no vamos a decir nada, puesto que cada cual es muy
libre de ganarse las lentejas como buenamente pueda. Sin hacer daño a
nadie. Aunque agredir a los espectadores que de buena fe sintonizan La 1
a media tarde debería estar penado como delito. A fin de cuentas, se
les paga con el dinero de todos. Y hablando de dinero, qué efecto más
desagradable da que se vayan repartiendo billetes de 50 euros en plena
calle, esos que tanto cuestan ganar en la vida, con la excusa de un
jueguecito tan inconsistente.
Qué optimista es uno de los grandes jefes de TVE,
Fernando López Puig, cuando dice que no se trata de un programa de
verano, sino de una apuesta de la televisión pública que podría
alargarse en el tiempo si fuese bien acogida.
Alarmado por aquello de que, en cuestión de
audiencias, cuanto peor, más altas, miro las cifras cosechadas
temblando. El estreno se salda con un 4,4% de share, la mitad de la ya pobre media de La 1. El sentido común en la audiencia todavía no está perdido.
TITULO: De Casa Labra a hamburguesería,.
foto / Un
personaje intelectualmente inconsistente, políticamente poco de fiar,
adicto a la mentira, egoísta y megalómano además de rencoroso y
vengativo, acomplejado porque su ego hinchado no le impide ser
consciente de sus carencias culturales, limitaciones intelectuales y
endeblez política, que ha convertido su capacidad de resistencia en su
mayor virtud, puede arrastrar al PSOE al punto más bajo de su historia
democrática en el caso de que se confirmen sus pactos -ministerios
incluidos- con Unidas Podemos. Sería algo histórico en sentido negativo:
un Gobierno formado por possocialistas y poscomunistas, enemigos
irreconciliables desde hace, mira por donde, justo un siglo. Ruptura que
Fernando de los Ríos -tengo la convicción de que ni Sánchez ni su
camarilla con Carmen Calvo al frente tienen idea de quien fue ni de los
valores que representó- reflejó en su libro Mi viaje a la Rusia sovietista en 1921 (ya lo sé, ya lo sé, el pos-PSOE de Sánchez es más de Juego de tronos).
Evidentemente
ni Sánchez es socialista en la tradición más noble de la palabra ni
Iglesias es comunista en el más negro. Del PSOE histórico, con su
quiebro socialdemócrata iniciado en Suresnes, al actual va la misma
distancia que separa la taberna restaurante Casa Labra de la calle
Tetuán de Madrid en la que Pablo Iglesias fundó el PSOE a una
hamburguesería de un centro comercial. Y Unidas Podemos es un mejunje de
populismo y de un comunismo al que le da reparo llamarse así; por eso
se camufló primero en Izquierda Unida y después, reducido ya a una
piltrafa lo que fue "el partido" por excelencia, se diluyó en Unidos
Podemos con Garzón haciendo de Crispín del Capitán Trueno Iglesias.
Socialistas
y comunistas han pactado en gobiernos municipales o regionales pero
nunca en el de la nación. Si se consuma un Gobierno con ministros de
Unidas Podemos Sánchez habrá llevado el PSOE a su punto más bajo e
Iglesias habrá logrado el éxito de su vida. A nadie engaña la añagaza de
que Pablo -frente a quien Sánchez se siente tan débil en el escenario
político como un guaperas sin seso frente a un buen actor- se quede
fuera: estará dentro manejando a sus fieles supervivientes de varias
purgas. Ayer Sánchez discurseó pintando un país de rosas (si él
gobierna) y de espinas (si no lo hace) sin cerrar -que se supiera- el
acuerdo con Podemos. ¿Lo bloqueará el PSOE al final yendo a elecciones o
se rendirá a Iglesias?,.
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