foto / Carteles deteriorados del PSOE para las elecciones del 28 de mayo,.
Sin encomendarse a nadie, Pedro Sánchez ha decidido
levantar una campaña sobre las cenizas del desastre electoral. Osadía no
le falta. Solo es necesario poner el oído para escuchar que la España
real le espera con ganas de aceptarle el desafío. Además, quienes han
sufrido en sus carnes la hecatombe del 28M insisten en que hay un sentimiento de hastío entre las bases socialistas .
El runrún crece a medida que pasan los días y se diluye la sorpresa del
adelanto, que tuvo el efecto momentáneo de quien bebe para olvidar sus
penas.
“Tendrá que venir Santos [Cerdán] a poner las sillas en los mítines”,
avisa en privado un dirigente territorial refiriéndose al secretario de
Organización en Ferraz. Las filas del PSOE han quedado desbordadas por
el empuje del PP y muchos se debaten entre el bajón anímico y la rabia.
Las sensaciones se miden en grados y el socialismo vive en el Polo
Norte: impera la convicción de que sus candidatos recibieron “una patada que iba para Sánchez” .
Las estructuras locales, provinciales y regionales han quedado debilitadas y centenares de cargos embalan cajas para irse al paro. Ante tales circunstancias, Sánchez puede tropezar con una campaña de “brazos caídos” .
Muchos admiten que la carrera será dificilísima para unos barones
convencidos de haber sido desalojados del poder por el presidente del
Gobierno. Ya caerá en la cuenta cuando vea que nadie se pelea para que acuda a su territorio a mítines .
El círculo presidencial, en cambio, llega al extremo de declararse ofendido ante la pregunta de “si hay partido” ante el 23J. En las alturas prefieren consolarse considerando que los resultados de las municipales y autonómicas no han sido para tanto .
De hecho han decidido enfrentarse otra vez a las urnas, pese a que el
espacio a su izquierda anda a palos. Y será solamente dos meses después
de que PP y Vox hayan sacado a la coalición PSOE-Unidas Podemos una
ventaja de más de dos millones de papeletas en las municipales.
Sánchez ha obligado al “prietas las filas”, admiten desde distintos
ámbitos socialistas, pero el ambiente es de fin de ciclo. Como en 2011.
La decisión de los líderes de las federaciones de mantenerse al frente
obedece a su deseo de ser protagonistas en el post-sanchismo “si el PSOE
pierde el poder”, apuntan. Hablan incluso de su relevo por una mujer.
Sánchez es consciente de ello. Pero él es capaz de pasar por encima de
enfados internos. “Lo ocurrido es muy gordo” , repiten.
Llega siempre un momento en el que los caminos de un presidente
del Gobierno se alejan de los cargos que lidian con la realidad
pateando la calle en ayuntamientos o comunidades autónomas. Sánchez, sin
embargo, se ha movido al margen del grueso de su formación durante todo
su mandato. Ha usado las instituciones como peldaños de su autoridad
personal incluso para tener el beneplácito de los enemigos de España.
Porque Sánchez ha supuesto una verdadera anomalía en unas siglas con
casi siglo y medio de historia a sus espaldas. En voz de un barón
socialista desahuciado el 28M, “ha vivido en una burbuja mientras todo a
nuestro alrededor se caía a cachos”. Y sigue en esa nube.
A fuerza de repetirle que es un líder invicto, de arroparlo sus
cercanos con la épica del político “con nervios de acero”, del
“resistente” capaz de triunfar en una moción de censura, de ganar a la
pandemia, al volcán de La Palma y afrontar sin caer las consecuencias de
la guerra en Ucrania, Sánchez ha tirado por la calle del medio llevando
al país a encadenar elecciones. Y además, ¡un 23 de julio! Con el
enfado que ha levantado esa fecha en pleno verano y en mitad del puente
de Santiago.
Pero él nunca asumirá que su tiempo ha pasado. Por más que el
sentido común señale que va camino de perforar el suelo del PSOE,
conduciéndolo al pozo de los noventa escaños. Sánchez lo evidenció al
ejercer de coach en el encuentro con sus diputados y senadores la semana
pasada tras la colosal debacle. “Hablan de pronósticos adversos. Desde
2015”, enfatizó, “llevo unos cuantos”. El salto al vacío huele, en
cualquier caso, a un “Virgencita, que me quede como estoy”. Es decir, se
lanza a la nada a toda prisa, con todo en contra, porque sabe que sus
resultados sólo van a ir a peor.
También las dudas sobre su enésima podemización causan
vértigos. En entornos externos a Ferraz se cuestiona la eficacia de la
estrategia: “Nada va a solucionar su problema de credibilidad”. A las
bravas, la sala de máquinas socialista habla de la necesidad de
contrarrestar la “demonización” del jefe. De ahí que hayan decidido
contraponer, al “España o el sanchismo”, su “nosotros o el trumpismo”.
Zafarrancho de combate con la pretensión de animar a los suyos y
aglutinar toda la “izquierda en defensa propia”, dice el núcleo duro.
Aunque, tal y como están las cosas, el elemento más movilizador es la
aversión a Sánchez. “No querer ver que tú eres el problema es peor que
tener un problema”, avisan los más críticos,.
TITULO : REVISTA TENIS - La tensión deja a Alcaraz sin final,. La tensión deja a Alcaraz sin final,. El
español trataba de remontar cuando se acalambró y se hizo daño en la
pierna derecha al ejecutar un resto. Djokovic jugará por séptima vez el
partido por el título ante Ruud.
foto / Carlos Alcaraz,.
Nunca sabremos qué hubiera pasado este viernes en el partido de semifinales de Roland Garros que jugaron Carlos Alcaraz y Novak Djokovic
si no se hubiera producido el desgraciado accidente que sufrió el
español al principio del tercer set. Acababa de ganar el segundo e
igualar el marcador cuando los calambres provocados por la tensión y la exigencia del partido le dejaron KO. ¿Problemas de juventud? Ojalá. Le
atacaron primero los brazos y luego se hizo daño en la pierna derecha
en un lance fortuito, en un movimiento que ni siquiera era forzado, al
intentar devolver un saque del serbio. El caso es que, aunque lo intentó, no pudo competir como es necesario a esos niveles después de perder el tercer parcial, renqueante, y ser atendido en los vestuarios. Ante un muy buen Djokovic, fue imposible: 6-3, 5-7, 6-1 y 6-1 en 3h23.
Una pena, pero le quedan tenis y muchas temporadas por delante, si nada se tuerce, para sacarse esta espina. Al
público francés, ya lo tiene en el bolsillo. Algo parecido, aunque más
abrupto, le sucedió a Alexander Zverev el año pasado cuando apretaba a
Rafa Nadal también en las semifinales de París y se rompió el tobillo. El
número tres del mundo, que volverá a ser el uno en detrimento de
Alcaraz si es campeón el domingo (15:00, DMAX y Eurosport), jugará por
séptima vez la final de Roland Garros (34ª en majors) contra Casper
Ruud. Con 36 años, es el más mayor que la alcanza en la historia de
este evento desde el estadounidense Bill Tilden, que tenía 37 cuando
llegó en 1930. Tiene a su alcance ganar su tercer título sobre la
tierra parisina, que sería el 23º de Grand Slam, con el que se pondría
por delante de Nadal (22).
“Mala
suerte para Carlos. A este nivel, la última cosa que quieres es tener
estos problemas a estas alturas de un Grand Slam. Así que lo siento mucho por él y espero que se recupere pronto. Le he dicho en la red que es muy joven (20 años) y que ganará este torneo muchas veces. Es un luchador, un gran tipo, le respeto y espero que regrese rápido” , reconoció Novak, que hizo del primer set una obra de arte, táctica y tenísticamente. No
dejó casi nunca que Alcaraz le pegara a gusto a la bola con la derecha,
o bien buscándole el revés o con bolas altas para que no pudiera
ejecutar el movimiento con comodidad. Dirigió el juego como acostumbra a
hacer en las grandes ocasiones y ganó varias batallas en la red
anticipándose con las dejadas, el arma que suele utilizar con frecuencia
el murciano. Solo sufrió en los últimos saques por culpa del viento,
aunque supo ajustar la mecánica con un vuelo menos alto en el
lanzamiento de la pelota. Cosas de genio, vaya.
“No ha habido un punto de más de cinco golpes. Eso es lo que tengo que cambiar. ¿Qué voy, a ganar a Djokovic a palos?” , le decía Carlitos a su equipo. Necesitaba
cambiar algo para hacer frente a semejante bestia competitiva. Entonces
ganó un tanto maravilloso, con un tiro en pleno giro y a la
remanguillé, que aplaudió Djokovic, al borde de la reverencia. Pero
no cambió demasiado la dinámica y el partido entró en una fase de orden,
de menos presión para Alcaraz. Así pudo forzar la máquina para buscar
el quiebre en el momento adecuado. Lo consiguió porque, a estacazo
limpio y beneficiado por el amaine del aire, sacó de la pista al
balcánico. Aunque debía cerrar el parcial con su servicio y un revés
paralelo impresionante de Djokovic se lo impidió. Break para el titán de
Belgrado, que levantó después tres puntos de set y bramó como un león. El
partido estaba en su momento más bonito, de mayor calidad y Djokovic
estuvo cerca de darle un zarpazo mortal a su rival, que lo esquivó por
poco. Y lo que son las cosas, de esa situación límite, a un 0-40 que esta vez sí aprovechó Charly. Partido igualado y largo.
Infortunio Por
desgracia, el esfuerzo titánico que hizo para igualar el nivel de Nole,
le pasó factura. Estaba acalambrado, sobre todo en el gemelo y en el
brazo derechos. Prefirió ser atendido antes del cambio de lado y,
como indica el reglamento, perdió todos los puntos del siguiente juego.
Es decir, quiebre para su oponente (2-1) y juego necesariamente directo
del español, que entregó el parcial ante la imposibilidad de correr. “Me
voy a dar una oportunidad”, le advirtió al fisio, que le masajeó brazos
y piernas, antes de que debatiera el asunto, a distancia, con su
entrenador. “Lo sé, Juanki, pero es muy pronto para retirarme” , le dijo a Ferrero.
Algunos espectadores abandonaron incluso las gradas y era cuestión de
tiempo y de acierto que Djokovic, injustamente silbado, cerrara una
victoria que le enfila camino de la gloria.
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