TITULO: REVISTA FARMACIA - Orgullosos de haber nacido ,.
REVISTA FARMACIA - Orgullosos de haber nacido , fotos,.
Orgullosos de haber nacido,.
El uso de las últimas técnicas de filmación especializada ha permitido revelar la "historia natural" de un bebé. Este sorprendente documental nos va a mostrar imágenes nunca vistas: estudia los cambios en el niño desde que es un recién nacido y durante su crecimiento y desarrollo.
¿Qué puede ver y oír un bebé? ¿Cómo 'funciona' un bebé? ¿Explora el mundo? ¿Por qué pueden nadar bajo el agua? ¿Cómo se comunican? Y ¿por qué los niños pequeños tienen esos berrinches?
“Los tres primeros años son los más importantes de toda la vida de un ser humano“
Los tres primeros años son cruciales, los más importante de la vida de un ser humano: es cuando aprendemos a caminar, hablar y socializar. Pero para los adultos, el comportamiento del bebé es a la vez desconcertante y fascinante. La atracción por los bebés -en todas sus formas y tamaños- y su 'vida secreta' nos fascina. Descubriremos con este documental cómo el cuerpo de un bebé cambia y se desarrolla rápidamente.
Las nuevas técnicas de filmación nos ofrecen también una nueva perspectiva sobre el desarrollo del bebé. Por ejemplo, con cámaras especiales se ha recreado cómo un bebé recién nacido ve el mundo: presenciamos un impresionante 'timelapse' de imágenes que muestran cómo el cuerpo de un bebé se transforma completamente.
En cambio, con tomas de cámara super lenta nos damos cuenta de las sorprendentes complejidades de algo tan común como el llanto de un niño.
Este documental revela hechos sorprendentes que nunca se han conocido como el latido dos veces más rápido del corazón de un bebé, comparado con un latido el corazón de un adulto; que gramo a gramo, un niño es más fuerte que un buey; y que la mayoría de los bebés aprenden a decir 'papá' antes de que puedan decir 'mamá'.
Así que, prepárese para ver a su bebé en una forma totalmente nueva... No se lo pierdan: estrenamos 'La vida secreta de los bebés' el jueves 20 a las 18h en La 2, en el espacio Documenta2.
TITULO: CAFE, COPA Y Documental - Código Gaudí,.
Código Gaudí,.
foto / Documental que analiza la transformación personal y espiritual que la figura de Antoni Gaudí sufrió durante la gestación de su gran obra y el uso de misteriosos códigos matemáticos que hacen de la Basílica Catedral un edificio único.
TITULO: El escarabajo verde - Muslo o pechuga,.
Muslo o pechuga,.
foto / La carne cultivada es una carne real, creada en un laboratorio a partir
de la reproducción de las células que provienen de la biopsia de un
animal vivo. Ya existen en el mundo más de cien empresas dedicadas a
este "negocio". Este tipo de tecnología ayudaría considerablemente a
evitar el cambio climático ya que se reduciría considerablemente la
cabaña ganadera mundial que es la responsable de generar el 18% de los
gases de efecto invernadero cada año, además de ser la causa directa del
80% de la deforestación mundial consecuencia de la expansión agrícola.
Pero también plantea cuestiones sociales como si se crearían
desigualdades alimentarias entre norte y sur, si nos dirigimos hacia una
soberanía alimentaria en mano de unos pocos, o si podrá sobrevivir la
ganadería tradicional¿ El escarabajo verde viaja a San Sebastián para
visitar la única empresa de carne cultivada en España, entrevista a
ganaderos, ecologistas, carniceros y antropólogos para analizar que
supone la aparición de la carne cultivada.
TITULO: Días de cine clásico - Cine - La amenaza de Andrómeda , Miercoles - 21 - Junio,.
Este Miercoles - 21- Junio a las 22:00 en La 2 de TVE, foto,.
Reparto,.
Robert Wise con Arthur Hill, David Wayne, Kate Reid, James Olson, Paula Kelly,.
Después de que un satélite artificial se estrelle en una remota aldea de
Nuevo México, el equipo encargado de recuperarlo descubre que casi
todos los habitantes del lugar han perecido víctimas de una horrible
muerte, con la misteriosa excepción de un niño y un viejo. Los
superviventes son trasladados a un laboratorio de avanzadísima
tecnología situado a una profundidad de cinco pisos bajo tierra, donde
los perplejos científicos tratan de determinar la naturaleza del
mortífero microbio antes de que cause estragos en todo el mundo.
TITULO:
Un país para escucharlo - Liudmila Ulítskaya: «Me cuesta escribir... el mundo en el que vivía está destruido» ,.
Un país para escucharlo,. Este martes -20- Junio, a las 23.00 por La 2, foto.
Liudmila Ulítskaya: «Me cuesta escribir... el mundo en el que vivía está destruido»,.
Liudmila Ulítskaya
La autora rusa, que publica «Una
carpa bajo el cielo», reflexiona sobre Ucrania y lo «peligroso que es
dedicarte a la cultura en mi país»,.
Liudmila Ulítskaya
es una mujer con el día jerarquizado por lo que denomina «sus»
prioridades. Por la mañana va a la compra, luego prepara la comida y,
«solo después de alimentar bien al hombre de la casa» (risas), «empiezo
mi tarea, a escribir, algo que se extiende hasta altas horas de la
madrugada. A veces, mi marido y yo paseamos por el río, que está cerca.
Berlín es una ciudad increíblemente cuadrada, pero los ríos tienen sus
propias costumbres y no van rectos. Pasear a su vera, anima». La
novelista vive en la capital alemana desde que comenzó la guerra de
Ucrania. Es una de las miles de personas que se han marchado de su país.
«Estamos escuchando las noticias durante todo el día y toda la noche.
En Moscú han quedado muy pocos amigos míos. Se han dispersado. Nadie
sabe el número exacto de los que han abandonado el país, pero de Rusia se han ido entre un millón y un millón doscientas mil personas. En su mayoría son hombres jóvenes en edad de ir a la guerra», explica la autora.
La escritora, candidata al Nobel de Literatura, Premio Formentor, acaba
de publicar «Una carpa bajo el cielo» (Editorial Automática), una
historia familiar que ahonda en uno de los periodos menos conocidos de
la Unión Soviética: el que va desde la muerte de Stalin hasta la caída del Muro de Berlín
en 1989. Unas décadas marcadas también por la omnipresencia del KGB, la
disidencia y las deportaciones. «Sí, sigue siendo peligroso pensar y
dedicarte a la cultura en Rusia. Muchos escritores, directores de teatro y de cine, junto a artistas de todas las disciplinas, han abandonado Rusia.
Es una pérdida enorme para el país. Pero, por otro lado, también
tenemos un ejemplo alentador en los años veinte del siglo pasado, cuando
se fueron los intelectuales a Occidente y crearon otra corriente de
cultura rusa que, pasados unos años, se unificó a lo que florecía o
existía en Rusia».
La lucha por el poder
La novelista, que reconoce que pasa demasiado tiempo «localizando
fuentes de información fiables para acercarse a la realidad» de lo que
sucede en su patria, reconoce que «en la política rusa, a lo largo de su
historia, siempre ha habido dos fuerzas opuestas que han gobernado: los
servicios secretos y el partido. Entre ellos, las relaciones nunca han
sido fáciles. Estaban en una pugna constante por el poder. Esto rara vez
salía a la luz pública. Hace veinte años, una de las dos partes ganó:
los servicios secretos. Ahora no hay lucha por el partido. Los que dominan, los que gobiernan, son los servicios secretos».
«En Rusia estamos viviendo la represión de la antigua Lubianka»
En este aspecto, la realidad de hoy entronca con la narración que
cuenta en su último libro traducido al castellano. «Sí, continúa la
represión de la Lubianka.
De hecho, estamos viviendo la represión de la antigua Lubianka»,
reconoce. Quizá por esto mismo se plantea una pregunta crucial, una
interrogante que pronuncia en alto: «¿Qué pueblo es el que ha aceptado a
los bolcheviques, ha sufrido los males de una guerra civil, las
deportaciones a los campos del gulag y sigue obedeciendo sumiso al
poder, que campa a sus anchas? El poeta Pushkin, hablando de mi pueblo,
decía que era curioso y perezoso... Ahora, para saber si Putin será peor
que Stalin, tendremos que esperar unos cuantos años. Putin está desenvolviéndose en este momento a lo grande».
Liudmila incluye una coda a su respuesta: «Hay que tener en cuenta el
ambiente general que existe en el mundo de ahora, que ha cambiado. El
conflicto entre occidentales y Rusia es más profundo. La cuestión no
deja de ser económica más que política. Rusia intenta cambiar su dirección, dar la espalda a Occidente y mirar hacia China, Irán...».
En los puntos suspendidos descansa no solo el final de la frase, sino
también el futuro que nos aguarda a todos. Pero en sus palabras todavía
prevalece una esperanza. «Es cierto que Rusia ha perdido a su
aristocracia, a su nobleza, la que estuvo en tratos con Occidente, al
cortarles las cabezas a todos sus miembros, pero hay que señalar que ha
crecido una nueva generación que no tiene nada que ver con esa
aristocracia ni con los intelectuales de antes. Se parecen más a los jóvenes occidentales que vemos cada día.
Además, ha pasado una cosa. Si en épocas anteriores las ideologías y
las convenciones eran importantes, ahora los jóvenes miran por otros
asuntos, más tangibles, aparte de la educación, como asegurarse una vida
digna».
Sin embargo, este optimismo que confiesa no disipa su malestar: «Este
es el año más pesado de toda mi vida. Por eso me cuesta escribir. El
hecho de que no viva en mi casa, en el lugar que considero mi casa... el estado intelectual no es el que necesito para escribir.
El mundo en el que yo vivía está destruido. En Moscú no hay guerra,
pero todo lo que ha pasado es la consecuencia de esta guerra».
Para ella está claro el conflicto. No alberga dudas: «Tal como está y
tal como ha empezado, es una invasión rusa en terreno ucraniano. Ahora
no sabemos por dónde va a ir la guerra ni tampoco tenemos una idea
precisa de los años que puede prolongarse. Existen muchos detalles
grandes y otros que son pequeños, pero que son cruciales y que hay que
tener en cuenta. Por ejemplo, en esta contienda puede resultar de vital importancia el proceso de consolidación del nacionalismo ucraniano,
porque durante siglos, con esta cercanía entre las dos naciones, no le
había dado tiempo a Ucrania a afirmarse en este sentido. Pero a raíz de
este conflicto, puede que este distanciamiento ya sea definitivo. Este
proceso ya estaba en marcha hace diez años... Antes ibas allí y oías a
la gente hablando en ruso, ahora los habitantes de Kiev cambian de
idioma. Ahora aprenden ucraniano y tratan de hablar en ucraniano».
TITULO: Días de cine clásico - Cine - La amenaza de Andrómeda , Miercoles - 21 - Junio,.
Este Miercoles - 21- Junio a las 22:00 en La 2 de TVE, foto,.
Reparto,.
Robert Wise con Arthur Hill, David Wayne, Kate Reid, James Olson, Paula Kelly,.
Después de que un satélite artificial se estrelle en una remota aldea de Nuevo México, el equipo encargado de recuperarlo descubre que casi todos los habitantes del lugar han perecido víctimas de una horrible muerte, con la misteriosa excepción de un niño y un viejo. Los superviventes son trasladados a un laboratorio de avanzadísima tecnología situado a una profundidad de cinco pisos bajo tierra, donde los perplejos científicos tratan de determinar la naturaleza del mortífero microbio antes de que cause estragos en todo el mundo.
TITULO:
Un país para escucharlo - Liudmila Ulítskaya: «Me cuesta escribir... el mundo en el que vivía está destruido» ,.
Un país para escucharlo,. Este martes -20- Junio, a las 23.00 por La 2, foto.
Liudmila Ulítskaya: «Me cuesta escribir... el mundo en el que vivía está destruido»,.
Liudmila Ulítskaya
La autora rusa, que publica «Una
carpa bajo el cielo», reflexiona sobre Ucrania y lo «peligroso que es
dedicarte a la cultura en mi país»,.
Liudmila Ulítskaya
es una mujer con el día jerarquizado por lo que denomina «sus»
prioridades. Por la mañana va a la compra, luego prepara la comida y,
«solo después de alimentar bien al hombre de la casa» (risas), «empiezo
mi tarea, a escribir, algo que se extiende hasta altas horas de la
madrugada. A veces, mi marido y yo paseamos por el río, que está cerca.
Berlín es una ciudad increíblemente cuadrada, pero los ríos tienen sus
propias costumbres y no van rectos. Pasear a su vera, anima». La
novelista vive en la capital alemana desde que comenzó la guerra de
Ucrania. Es una de las miles de personas que se han marchado de su país.
«Estamos escuchando las noticias durante todo el día y toda la noche.
En Moscú han quedado muy pocos amigos míos. Se han dispersado. Nadie
sabe el número exacto de los que han abandonado el país, pero de Rusia se han ido entre un millón y un millón doscientas mil personas. En su mayoría son hombres jóvenes en edad de ir a la guerra», explica la autora.
La escritora, candidata al Nobel de Literatura, Premio Formentor, acaba
de publicar «Una carpa bajo el cielo» (Editorial Automática), una
historia familiar que ahonda en uno de los periodos menos conocidos de
la Unión Soviética: el que va desde la muerte de Stalin hasta la caída del Muro de Berlín
en 1989. Unas décadas marcadas también por la omnipresencia del KGB, la
disidencia y las deportaciones. «Sí, sigue siendo peligroso pensar y
dedicarte a la cultura en Rusia. Muchos escritores, directores de teatro y de cine, junto a artistas de todas las disciplinas, han abandonado Rusia.
Es una pérdida enorme para el país. Pero, por otro lado, también
tenemos un ejemplo alentador en los años veinte del siglo pasado, cuando
se fueron los intelectuales a Occidente y crearon otra corriente de
cultura rusa que, pasados unos años, se unificó a lo que florecía o
existía en Rusia».
La lucha por el poder
La novelista, que reconoce que pasa demasiado tiempo «localizando
fuentes de información fiables para acercarse a la realidad» de lo que
sucede en su patria, reconoce que «en la política rusa, a lo largo de su
historia, siempre ha habido dos fuerzas opuestas que han gobernado: los
servicios secretos y el partido. Entre ellos, las relaciones nunca han
sido fáciles. Estaban en una pugna constante por el poder. Esto rara vez
salía a la luz pública. Hace veinte años, una de las dos partes ganó:
los servicios secretos. Ahora no hay lucha por el partido. Los que dominan, los que gobiernan, son los servicios secretos».
«En Rusia estamos viviendo la represión de la antigua Lubianka»
En este aspecto, la realidad de hoy entronca con la narración que
cuenta en su último libro traducido al castellano. «Sí, continúa la
represión de la Lubianka.
De hecho, estamos viviendo la represión de la antigua Lubianka»,
reconoce. Quizá por esto mismo se plantea una pregunta crucial, una
interrogante que pronuncia en alto: «¿Qué pueblo es el que ha aceptado a
los bolcheviques, ha sufrido los males de una guerra civil, las
deportaciones a los campos del gulag y sigue obedeciendo sumiso al
poder, que campa a sus anchas? El poeta Pushkin, hablando de mi pueblo,
decía que era curioso y perezoso... Ahora, para saber si Putin será peor
que Stalin, tendremos que esperar unos cuantos años. Putin está desenvolviéndose en este momento a lo grande».
Liudmila incluye una coda a su respuesta: «Hay que tener en cuenta el
ambiente general que existe en el mundo de ahora, que ha cambiado. El
conflicto entre occidentales y Rusia es más profundo. La cuestión no
deja de ser económica más que política. Rusia intenta cambiar su dirección, dar la espalda a Occidente y mirar hacia China, Irán...».
En los puntos suspendidos descansa no solo el final de la frase, sino
también el futuro que nos aguarda a todos. Pero en sus palabras todavía
prevalece una esperanza. «Es cierto que Rusia ha perdido a su
aristocracia, a su nobleza, la que estuvo en tratos con Occidente, al
cortarles las cabezas a todos sus miembros, pero hay que señalar que ha
crecido una nueva generación que no tiene nada que ver con esa
aristocracia ni con los intelectuales de antes. Se parecen más a los jóvenes occidentales que vemos cada día.
Además, ha pasado una cosa. Si en épocas anteriores las ideologías y
las convenciones eran importantes, ahora los jóvenes miran por otros
asuntos, más tangibles, aparte de la educación, como asegurarse una vida
digna».
Sin embargo, este optimismo que confiesa no disipa su malestar: «Este
es el año más pesado de toda mi vida. Por eso me cuesta escribir. El
hecho de que no viva en mi casa, en el lugar que considero mi casa... el estado intelectual no es el que necesito para escribir.
El mundo en el que yo vivía está destruido. En Moscú no hay guerra,
pero todo lo que ha pasado es la consecuencia de esta guerra».
Para ella está claro el conflicto. No alberga dudas: «Tal como está y
tal como ha empezado, es una invasión rusa en terreno ucraniano. Ahora
no sabemos por dónde va a ir la guerra ni tampoco tenemos una idea
precisa de los años que puede prolongarse. Existen muchos detalles
grandes y otros que son pequeños, pero que son cruciales y que hay que
tener en cuenta. Por ejemplo, en esta contienda puede resultar de vital importancia el proceso de consolidación del nacionalismo ucraniano,
porque durante siglos, con esta cercanía entre las dos naciones, no le
había dado tiempo a Ucrania a afirmarse en este sentido. Pero a raíz de
este conflicto, puede que este distanciamiento ya sea definitivo. Este
proceso ya estaba en marcha hace diez años... Antes ibas allí y oías a
la gente hablando en ruso, ahora los habitantes de Kiev cambian de
idioma. Ahora aprenden ucraniano y tratan de hablar en ucraniano».
TITULO:
Un país para escucharlo - Liudmila Ulítskaya: «Me cuesta escribir... el mundo en el que vivía está destruido» ,.
Un país para escucharlo,. Este martes -20- Junio, a las 23.00 por La 2, foto.
Liudmila Ulítskaya: «Me cuesta escribir... el mundo en el que vivía está destruido»,.
Liudmila Ulítskaya
La autora rusa, que publica «Una
carpa bajo el cielo», reflexiona sobre Ucrania y lo «peligroso que es
dedicarte a la cultura en mi país»,.
Liudmila Ulítskaya
es una mujer con el día jerarquizado por lo que denomina «sus»
prioridades. Por la mañana va a la compra, luego prepara la comida y,
«solo después de alimentar bien al hombre de la casa» (risas), «empiezo
mi tarea, a escribir, algo que se extiende hasta altas horas de la
madrugada. A veces, mi marido y yo paseamos por el río, que está cerca.
Berlín es una ciudad increíblemente cuadrada, pero los ríos tienen sus
propias costumbres y no van rectos. Pasear a su vera, anima». La
novelista vive en la capital alemana desde que comenzó la guerra de
Ucrania. Es una de las miles de personas que se han marchado de su país.
«Estamos escuchando las noticias durante todo el día y toda la noche.
En Moscú han quedado muy pocos amigos míos. Se han dispersado. Nadie
sabe el número exacto de los que han abandonado el país, pero de Rusia se han ido entre un millón y un millón doscientas mil personas. En su mayoría son hombres jóvenes en edad de ir a la guerra», explica la autora.
La escritora, candidata al Nobel de Literatura, Premio Formentor, acaba
de publicar «Una carpa bajo el cielo» (Editorial Automática), una
historia familiar que ahonda en uno de los periodos menos conocidos de
la Unión Soviética: el que va desde la muerte de Stalin hasta la caída del Muro de Berlín
en 1989. Unas décadas marcadas también por la omnipresencia del KGB, la
disidencia y las deportaciones. «Sí, sigue siendo peligroso pensar y
dedicarte a la cultura en Rusia. Muchos escritores, directores de teatro y de cine, junto a artistas de todas las disciplinas, han abandonado Rusia.
Es una pérdida enorme para el país. Pero, por otro lado, también
tenemos un ejemplo alentador en los años veinte del siglo pasado, cuando
se fueron los intelectuales a Occidente y crearon otra corriente de
cultura rusa que, pasados unos años, se unificó a lo que florecía o
existía en Rusia».
La lucha por el poder
La novelista, que reconoce que pasa demasiado tiempo «localizando
fuentes de información fiables para acercarse a la realidad» de lo que
sucede en su patria, reconoce que «en la política rusa, a lo largo de su
historia, siempre ha habido dos fuerzas opuestas que han gobernado: los
servicios secretos y el partido. Entre ellos, las relaciones nunca han
sido fáciles. Estaban en una pugna constante por el poder. Esto rara vez
salía a la luz pública. Hace veinte años, una de las dos partes ganó:
los servicios secretos. Ahora no hay lucha por el partido. Los que dominan, los que gobiernan, son los servicios secretos».
«En Rusia estamos viviendo la represión de la antigua Lubianka»
En este aspecto, la realidad de hoy entronca con la narración que
cuenta en su último libro traducido al castellano. «Sí, continúa la
represión de la Lubianka.
De hecho, estamos viviendo la represión de la antigua Lubianka»,
reconoce. Quizá por esto mismo se plantea una pregunta crucial, una
interrogante que pronuncia en alto: «¿Qué pueblo es el que ha aceptado a
los bolcheviques, ha sufrido los males de una guerra civil, las
deportaciones a los campos del gulag y sigue obedeciendo sumiso al
poder, que campa a sus anchas? El poeta Pushkin, hablando de mi pueblo,
decía que era curioso y perezoso... Ahora, para saber si Putin será peor
que Stalin, tendremos que esperar unos cuantos años. Putin está desenvolviéndose en este momento a lo grande».
Liudmila incluye una coda a su respuesta: «Hay que tener en cuenta el
ambiente general que existe en el mundo de ahora, que ha cambiado. El
conflicto entre occidentales y Rusia es más profundo. La cuestión no
deja de ser económica más que política. Rusia intenta cambiar su dirección, dar la espalda a Occidente y mirar hacia China, Irán...».
En los puntos suspendidos descansa no solo el final de la frase, sino
también el futuro que nos aguarda a todos. Pero en sus palabras todavía
prevalece una esperanza. «Es cierto que Rusia ha perdido a su
aristocracia, a su nobleza, la que estuvo en tratos con Occidente, al
cortarles las cabezas a todos sus miembros, pero hay que señalar que ha
crecido una nueva generación que no tiene nada que ver con esa
aristocracia ni con los intelectuales de antes. Se parecen más a los jóvenes occidentales que vemos cada día.
Además, ha pasado una cosa. Si en épocas anteriores las ideologías y
las convenciones eran importantes, ahora los jóvenes miran por otros
asuntos, más tangibles, aparte de la educación, como asegurarse una vida
digna».
Sin embargo, este optimismo que confiesa no disipa su malestar: «Este
es el año más pesado de toda mi vida. Por eso me cuesta escribir. El
hecho de que no viva en mi casa, en el lugar que considero mi casa... el estado intelectual no es el que necesito para escribir.
El mundo en el que yo vivía está destruido. En Moscú no hay guerra,
pero todo lo que ha pasado es la consecuencia de esta guerra».
Para ella está claro el conflicto. No alberga dudas: «Tal como está y
tal como ha empezado, es una invasión rusa en terreno ucraniano. Ahora
no sabemos por dónde va a ir la guerra ni tampoco tenemos una idea
precisa de los años que puede prolongarse. Existen muchos detalles
grandes y otros que son pequeños, pero que son cruciales y que hay que
tener en cuenta. Por ejemplo, en esta contienda puede resultar de vital importancia el proceso de consolidación del nacionalismo ucraniano,
porque durante siglos, con esta cercanía entre las dos naciones, no le
había dado tiempo a Ucrania a afirmarse en este sentido. Pero a raíz de
este conflicto, puede que este distanciamiento ya sea definitivo. Este
proceso ya estaba en marcha hace diez años... Antes ibas allí y oías a
la gente hablando en ruso, ahora los habitantes de Kiev cambian de
idioma. Ahora aprenden ucraniano y tratan de hablar en ucraniano».
Este martes -20- Junio, a las 23.00 por La 2, foto.
Liudmila Ulítskaya: «Me cuesta escribir... el mundo en el que vivía está destruido»,.
Liudmila Ulítskaya
Liudmila Ulítskaya
Liudmila Ulítskaya
Liudmila Ulítskaya
La autora rusa, que publica «Una carpa bajo el cielo», reflexiona sobre Ucrania y lo «peligroso que es dedicarte a la cultura en mi país»,.
Liudmila Ulítskaya es una mujer con el día jerarquizado por lo que denomina «sus» prioridades. Por la mañana va a la compra, luego prepara la comida y, «solo después de alimentar bien al hombre de la casa» (risas), «empiezo mi tarea, a escribir, algo que se extiende hasta altas horas de la madrugada. A veces, mi marido y yo paseamos por el río, que está cerca. Berlín es una ciudad increíblemente cuadrada, pero los ríos tienen sus propias costumbres y no van rectos. Pasear a su vera, anima». La novelista vive en la capital alemana desde que comenzó la guerra de Ucrania. Es una de las miles de personas que se han marchado de su país. «Estamos escuchando las noticias durante todo el día y toda la noche. En Moscú han quedado muy pocos amigos míos. Se han dispersado. Nadie sabe el número exacto de los que han abandonado el país, pero de Rusia se han ido entre un millón y un millón doscientas mil personas. En su mayoría son hombres jóvenes en edad de ir a la guerra», explica la autora.
La escritora, candidata al Nobel de Literatura, Premio Formentor, acaba de publicar «Una carpa bajo el cielo» (Editorial Automática), una historia familiar que ahonda en uno de los periodos menos conocidos de la Unión Soviética: el que va desde la muerte de Stalin hasta la caída del Muro de Berlín en 1989. Unas décadas marcadas también por la omnipresencia del KGB, la disidencia y las deportaciones. «Sí, sigue siendo peligroso pensar y dedicarte a la cultura en Rusia. Muchos escritores, directores de teatro y de cine, junto a artistas de todas las disciplinas, han abandonado Rusia. Es una pérdida enorme para el país. Pero, por otro lado, también tenemos un ejemplo alentador en los años veinte del siglo pasado, cuando se fueron los intelectuales a Occidente y crearon otra corriente de cultura rusa que, pasados unos años, se unificó a lo que florecía o existía en Rusia».
La lucha por el poder
La novelista, que reconoce que pasa demasiado tiempo «localizando fuentes de información fiables para acercarse a la realidad» de lo que sucede en su patria, reconoce que «en la política rusa, a lo largo de su historia, siempre ha habido dos fuerzas opuestas que han gobernado: los servicios secretos y el partido. Entre ellos, las relaciones nunca han sido fáciles. Estaban en una pugna constante por el poder. Esto rara vez salía a la luz pública. Hace veinte años, una de las dos partes ganó: los servicios secretos. Ahora no hay lucha por el partido. Los que dominan, los que gobiernan, son los servicios secretos».
«En Rusia estamos viviendo la represión de la antigua Lubianka»
En este aspecto, la realidad de hoy entronca con la narración que cuenta en su último libro traducido al castellano. «Sí, continúa la represión de la Lubianka. De hecho, estamos viviendo la represión de la antigua Lubianka», reconoce. Quizá por esto mismo se plantea una pregunta crucial, una interrogante que pronuncia en alto: «¿Qué pueblo es el que ha aceptado a los bolcheviques, ha sufrido los males de una guerra civil, las deportaciones a los campos del gulag y sigue obedeciendo sumiso al poder, que campa a sus anchas? El poeta Pushkin, hablando de mi pueblo, decía que era curioso y perezoso... Ahora, para saber si Putin será peor que Stalin, tendremos que esperar unos cuantos años. Putin está desenvolviéndose en este momento a lo grande».
Liudmila incluye una coda a su respuesta: «Hay que tener en cuenta el ambiente general que existe en el mundo de ahora, que ha cambiado. El conflicto entre occidentales y Rusia es más profundo. La cuestión no deja de ser económica más que política. Rusia intenta cambiar su dirección, dar la espalda a Occidente y mirar hacia China, Irán...». En los puntos suspendidos descansa no solo el final de la frase, sino también el futuro que nos aguarda a todos. Pero en sus palabras todavía prevalece una esperanza. «Es cierto que Rusia ha perdido a su aristocracia, a su nobleza, la que estuvo en tratos con Occidente, al cortarles las cabezas a todos sus miembros, pero hay que señalar que ha crecido una nueva generación que no tiene nada que ver con esa aristocracia ni con los intelectuales de antes. Se parecen más a los jóvenes occidentales que vemos cada día. Además, ha pasado una cosa. Si en épocas anteriores las ideologías y las convenciones eran importantes, ahora los jóvenes miran por otros asuntos, más tangibles, aparte de la educación, como asegurarse una vida digna».
Sin embargo, este optimismo que confiesa no disipa su malestar: «Este es el año más pesado de toda mi vida. Por eso me cuesta escribir. El hecho de que no viva en mi casa, en el lugar que considero mi casa... el estado intelectual no es el que necesito para escribir. El mundo en el que yo vivía está destruido. En Moscú no hay guerra, pero todo lo que ha pasado es la consecuencia de esta guerra».
Para ella está claro el conflicto. No alberga dudas: «Tal como está y tal como ha empezado, es una invasión rusa en terreno ucraniano. Ahora no sabemos por dónde va a ir la guerra ni tampoco tenemos una idea precisa de los años que puede prolongarse. Existen muchos detalles grandes y otros que son pequeños, pero que son cruciales y que hay que tener en cuenta. Por ejemplo, en esta contienda puede resultar de vital importancia el proceso de consolidación del nacionalismo ucraniano, porque durante siglos, con esta cercanía entre las dos naciones, no le había dado tiempo a Ucrania a afirmarse en este sentido. Pero a raíz de este conflicto, puede que este distanciamiento ya sea definitivo. Este proceso ya estaba en marcha hace diez años... Antes ibas allí y oías a la gente hablando en ruso, ahora los habitantes de Kiev cambian de idioma. Ahora aprenden ucraniano y tratan de hablar en ucraniano».
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