sábado, 23 de febrero de 2019

Hora Punta, el programa de TVE de Javier Cárdenas -Entevista a - VAMOS DE CAMPO -Las salchichas de Puskás ,. / LA LOTERIA DEL JUEVES -Ray Loriga: «No hay que enamorarse de los perdedores» ,./ LIGA FUTBOL - SEVILLA -2- BARCELONA -4-,.

TITULO:Hora Punta, el programa de TVE de Javier Cárdenas -Entevista a - VAMOS DE CAMPO -Las salchichas de Puskás ,. 

Las salchichas de Puskás,.

Feren Puskás y salchichas debrecener como las que el futbolista comercializó en Madrid. Wikimedia CC0/
fotos / Feren Puskás y salchichas debrecener como las que el futbolista comercializó en Madrid.

El astro del balón Ferenc Puskás tuvo durante los años 60 un restaurante y una fábrica de salchichas húngaras en Madrid,.

Cañoncito Pum, Pancho, el Comandante, Öcsi… Ferenc Purczeld Biró recibió muchos nombres a lo largo de su vida, pero nosotros lo conocemos como Ferenc Puskás (1927-2006), el húngaro de oro. Puskás (pronunciado con acento en la a) significa «fusilero», un apellido que le vino al pelo al que fuera uno de los mejores delanteros de todos los tiempos y que sustituyó a aquel con el que nació, Purczfeld, por considerarlo su padre demasiado germano.
Junto a Di Stéfano, Puskás fue la gran estrella del fútbol de los años 60. Exiliado de su país durante la revolución húngara de 1956 y declarado traidor por el régimen comunista, llegó al Real Madrid en agosto de 1958 con 31 años y casi 20 kilos de más, unas circunstancias que no parecían prometer nada bueno. Un régimen severísimo, impuesto por el mismo don Santiago Bernabéu consiguió que su disparo con la zurda volviera a ser el que había ganado el oro olímpico con la selección húngara en 1952. Durante su carrera madridista, Puskás ganó cinco ligas, tres copas de Europa y una intercontinental, y llegó a convertirse en uno de los futbolistas más populares y queridos de nuestro país.
Tal y como acostumbraba a hacerse en aquellos tiempos, cuando pisó España por primera vez la prensa tradujo su nombre de Ferenc a Francisco, y de ahí sus compañeros de banquillo pasaron a llamarle cariñosamente Pancho. «Pancho Puskas» se llamaría el bar-restaurante que montó en 1967, recién retirado del fútbol, a tiro de piedra del Santiago Bernabéu (Doctor Fleming, 24). Tal y como contó en su biografía 'Puskás sobre Puskás', a él iban a cenar numerosos personajes del mundo del arte y el deporte. Con terraza climatizada y un salón para 120 comensales, el Pancho era uno de los mejores locales de la ciudad y en él se podían probar diferentes especialidades de la comida española, francesa y húngara. Pese a todo no llegó a triunfar, igual que no lo hizo un negocio suyo anterior dedicado a la charcutería artesana y con el que Puskás creyó que se iba a hacer de oro.
En 1963, estando todavía en activo en el Real Madrid, solicitó al registro de la propiedad intelectual una marca para la elaboración y venta de salchichas y embutidos. Salchichas Puskas tendría unos breves pero fulgurantes 4 años de vida antes de caer presa de las deudas y los aranceles. O quizás la culpa fue del paladar de los madrileños, poco hecho por entonces a los gustos exóticos: las salchichas de la fábrica de Puskás eran picantes, elaboradas al estilo húngaro de Debrecen. Esta ciudad del este de Hungría es famosa por el debreceni kolbász o debrecener, un embutido hecho de magro y grasa de cerdo con paprika, ajo y mejorana y ligeramente ahumado. De esa manera tradicional y con los mejores ingredientes se elaboraban las salchichas del futbolista merengue, quien tenía una bonita historia personal relacionada con este producto tradicional de su país. Cuando era pequeño y comenzó a dar sus primeros toques al balón en Kispest, cerca de Budapest, un carnicero del barrio solía ofrecerle a él y a sus amigos una gran salchicha como premio a quien jugara mejor. El «tío Joszeph», como le denominó Puskás en su biografía, acabaría visitando al deportista en Madrid y trabajando cinco años en su fábrica de salchichas como encargado.
 Banderín promocional de salchichas Puskas, años 60. Todocolección.
Banderín promocional de salchichas Puskas, años 60. Todocolección.
Aunque tuvieron cierto éxito inicial y se llegaron a comercializar en Andalucía y otras zonas de fuera de la capital, las salchichas Puskás no llegaron a calar entre los compradores tanto como entre la chavalería. Eran los más pequeños, los que soñaban con emular las jugadas del astro húngaro, los destinatarios de sus anuncios y de sus acciones promocionales. En un banderín de la época se puede ver cómo el producto se dirigía al público infantil con la idea de que «comiendo salchichas Puskas hago lo mismo» que un delantero. El reclamo de que contenían vitaminas imagino que iría destinado a las madres, pero aquella especie de chistorra picante y extranjera no tuvo suerte y desapareció del mercado en torno a 1968.
TITULO: LA LOTERIA DEL JUEVES - Ray Loriga: «No hay que enamorarse de los perdedores» ,.

   LA LOTERIA DEL JUEVES - Ray Loriga: «No hay que enamorarse de los perdedores»  . , fotos,.
 Ray Loriga: «No hay que enamorarse de los perdedores» ,.
 
El escritor madrileño Ray Loriga./EFE
El escritor madrileño Ray Loriga.

«Me fusilan en un libro y me matan en otro», bromea el escritor, que recupera su primera voz narrativa en una indagación sobre la culpa,.

Resultat d'imatges de un decimo loteria juevesRay Loriga (Madrid, 1967) novela el fin de semana más de largo del mundo en 'Sábado, domingo' (Alfaguara). Es una indagación sobre la culpa y la huida a través de dos jornadas que transcurren con casi 20 años de diferencia y que son decisivas para su protagonista, un tipo pusilánime y sin nombre al que el lector conocerá en su adolescencia (el sábado) y en su madurez (el domingo). Vuelve Loriga con muchas ganas después de ganar el premio Alfaguara y cargado de ironía tras superar un año raro «en el que me han fusilado en un libro y me han matado en otro».
«Quería volver a una voz que no utilizaba desde 'Lo peor de todo', escrita hace ya casi treinta años, para ver si la mantenía o la había perdido del todo», explica el narrador, que comprime dos novelas en una. En la jornada sabatina presenta a una suerte de Holden Caulfield madrileño y epiléptico, que lleva una vida muelle en una urbanización acomodada y desbarra entre fiestas y bares de copas a finales de los ochenta. En la jornada dominical se trasmuta en alguien que siente el peso de dos décadas en las que le ha atormentado un hecho terrible acaecido en una noche de farra y que aun martillea su mente.
«Como en 'Rashomon', la película de Kurosawa en la que cinco testigos ofrecen su versión de un mismo hecho, aquí tenemos a un único testigo de un suceso desdoblado en dos que trata de ver qué quisimos ser y qué somos», aclara el autor. «Es juez, testigo y detective a la vez, como los de la película, pero en este caso de algo que no quiso saber y que le atormenta por lo que imagina que sucedió», explica.
Su solución será esconder la basura de su vida, un empeño a menudo imposible. «Puedes barrer la mierda de tu vida bajo la alfombra, pero no cabrá toda. Llegará un momento en que no quepa más y salgan bultos», asegura Loriga que fabula sobre «lo que pensábamos que íbamos a ser y lo que hemos llegado a ser». «Mis novelas son preguntas sobre cuánto debemos saber, o si es preferible ignorar, y se preguntan hasta donde eso es factible», resume el autor de 'Héroes', 'Tokio ya no nos quiere' o 'Trífero'.
Su protagonista es esta vez «un tipo pusilánime, pero no un perdedor; un pelele de los acontecimientos, sí, pero que busca refugio en su propia mediocridad, en el cinismo a veces o en el anonimato. De ahí que no tenga nombre y que decida dar un paso atrás en la carrera de logros sociales», precisa un Loriga cansado de la épica del perdedor que tanto juego literario da. «No hay que enamorarse de los perdedores, que son una figura muy válida, pero menos interesante que la del divergente», dice.
Cree Loriga que quizá él no haya tomado tantas decisiones catastróficas como su personaje. «Tengo satisfecha mi cuota de errores y decisiones equivocadas, como todo el mundo, pero mi determinación de ser escritor, que sentí desde muy joven, me salvó de muchos desastres», reconoce. «Tuve un norte y eso ha sido crucial en mi vida», asegura el escritor con una decena de novelas y películas en su haber.
Reconoce, con todo, que es «milagroso» que treinta años después de debutar «siga ganándome la vida con dignidad gracias a la literatura». «Vivir de este oficio en un país donde apenas se lee, aunque se publiquen muchos libros, es poco menos que un milagro», insiste.

Dos plagios

Vuelve Ray Loriga a la palestra apenas un año después de publicar 'Rendición', una ficción 'orwelliana' sobre la autoridad y la manipulación colectiva que le procuró el Premio Alfaguara y como insospechada 'víctima' de dos plagios, uno escandaloso y otro candoroso. «Ha sido un año raro pero muy especial en el que me han fusilado en un libro y me han matado en otro», bromea aludiendo al plagio descarado de pasajes literales de sus artículos y novelas perpetrado por el abogado de la SGAE, Pedro Letai, y al libro de Daniel Jiménez 'Las dos muertes de Ray Loriga', que sí contó con su aprobación.
«Lo del plagio me da pena por el sujeto y por el modo en que lo hizo, que es pura vagancia, quitando mi nombre y copiando todo lo demás sin cambiar una coma. Daniel Jiménez por lo menos me dejó decidir dónde y como quería morir y elegí que fuera en el barro de La Boca en Buenos Aires», dice risueño elogiando ademas un libro con apariencia de novela negra que es un repaso y un homenaje a la obra de Loriga.
Alejado del cine una larga temporada, director de dos largos y colaborador de Saura y Almodóvar, prepara con Agustí Villaronga el guión de una película histórica, 'Born a king', sobre el viaje de un miembro de la familia real de Arabia, la casa de Saúd, al Reino Unido para convencer a Jorge V tras la Primera Guerra Mundial de que tome partido por su país en el conflicto territorial.
Prefiere Loriga los sábados a los domingos, a pesar de no haber tenido nunca un trabajo convencional que alimentara esa fobia al lunes que hace insoportable el último día de la semana y el asueto. Está además de acuerdo con Bukowski en que «los domingos matan más hombres que las bombas».
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Volvió a salir al rescate del Barça con otra exhibición: hat-trick y asistencia a Suárez, que rompió su mala racha. El Sevilla, fuera de la Champions., etc.

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