jueves, 28 de febrero de 2019

Un trío en la cocina - Cocina - Un bosque de pinos sobre las escombreras de Valdebebas,./ Un país mágico - Educar con pictogramas,./ Diario de un nómada - La pesca con dinamita y las drogas amenazan a los gitanos del mar en Birmania,.

TITULO: Un trío en la cocina - Cocina  -Un bosque de pinos sobre las escombreras de Valdebebas,.

  fotos,. Un trío en la cocina -  Cocina -Un bosque de pinos sobre las escombreras de Valdebebas,.

Un bosque de pinos sobre las escombreras de Valdebebas,.

  • El parque forestal de Valdebebas abrirá al público en abril de 2015. Vecinos que lucharon contra los vertidos ilegales de la zona visitan el nuevo parque forestal,.

  • La inauguración de este nuevo 'pulmón' verde está prevista para abril del año que viene,.

    Angie se ha puesto ropa cómoda y zapatillas deportivas para conocer el nuevo parque forestal de su barrio. Rodeada de cientos de árboles como en el mismo edén, tiene una regresión. De un rincón de su memoria emerge una escena infernal. «¿Ves aquella loma? Pues eso ardía como la fumarola de un volcán, porque allí echaron los restos de un laboratorio químico».
    Resultat d'imatges de un trio en la cocina chaufroid de terneraEn aquella loma ahora crecen pinos jóvenes y salen conejos de las madrigueras, pero hace 20 años era el vertedero ilegal más grande de la ciudad. Angie ha sido partícipe de esta milagrosa transformación. Ella y muchos vecinos del barrio de Las Cárcavas (en el distrito de Hortaleza), situado entonces en los confines de Madrid, batallaron contra la incesante caravana de camiones que, cascote a cascote, formaron montañas de escombros al lado de sus casas, en unos terrenos rústicos donde soñaban una segunda casa de campo al noreste de la ciudad. Ahora han tenido el merecido privilegio de visitar el nuevo parque forestal de Valdebebas meses antes de su inauguración.
    Con Nuria Bautista, una de las diseñadoras del parque (junto al fallecido Federico Sepúlveda) como anfitriona y cicerone, una quincena de vecinos deambuló toda la mañana del lunes por sendas de un terreno conocido, pero que ha quedado irreconocible. «Se han removido más de seis millones de metros cúbicos de tierra para sellar los vertederos y asentar la vegetación», explicaba la guía, que dibujó este vergel en forma de árbol, como se puede comprobar desde las alturas, aunque su extensión lo hace inabarcable a la vista humana, incluso desde el torreón de madera ubicado en su zona central donde los trabajadores siguen lijando travesaños.
    Allí, mientras la funcionaria explicaba las variedades de frutales plantados en terrazas o la elección de especies vegetales ibéricas, la nostalgia se apoderaba del grupo de vecinos. Como Antonio, de 61 años, que se veía de adolescente recogiendo almendras por las antiguas veredas de la zona. Entre tanta reciente arboleda, identificaba unos robustos pinos como a un viejo amigo.
    «¡Son Los Cenagales!», exclamaba con emoción otra de las visitantes tras toparse con un manantial que hace décadas era lugar de esparcimiento para el barrio. «Lo hemos dejado mejor de lo que estaba, porque de ahí se han sacado hasta neumáticos», explicaba Nuria. «Pero yo nunca dejé de beber agua cada vez que lo visitaba», replicaba con orgullo un vecino.

    400 hectáreas para su entero disfrute

    Bajo la mirada de jardineros poco acostumbrados a los intrusos y con más de 400 hectáreas para su entero disfrute (el parque forestal de Valdebebas abrirá sus puertas en abril de 2015), el veterano Donino, de 73 años, recordaba a su compañero de batallas Ricardo, que falleció este año sin poder ver el fruto de aquellas protestas contra los vertidos ilegales. «Ha costado mucho conseguirlo, pero merece la pena».
    La financiación del parque ha corrido a cuenta de la Junta de Compensación de Valdebebas, el barrio que emerge al este de este inmenso pulmón verde, más grande que El Retiro, regado con agua de lluvia y donde sólo falta el mobiliario y la señalización. «Porque en esta fase pensábamos introducir a la fauna, pero ha venido sola», apuntaba la funcionaria, con las perdices correteando tras los jardines de madroños.
    Sorteando un búnker de la Guerra Civil que ha sobrevivido a las excavadoras y siguiendo el trazado del antiguo camino de Burgos, la visita finaliza con el grupo más que satisfecho tras comprobar que las reivindicaciones no fueron en balde. «Aunque no nos gusta nada esa idea que tiene Botella de llamar a esto parque Felipe VI, ¡qué tendrá que ver el rey con esto, si lo hemos conseguido los vecinos!», sentenciaba una voz al final del paseo.

         TITULO: Un país mágico  -Educar con pictogramas ,. 
     
     
     El sabado -9- Marzo  a las 18:30 por La 2, foto.


     Educar con pictogramas,.


    Una monitora con una niña en un centro de educación especial/Borja Agudo
    Una monitora con una niña en un centro de educación especial / Borja Agudo

    Los centros especiales enseñan a ganar autonomía a los niños con autismo y con otras dificultades de aprendizaje,.

    En el aula hay cinco niños de siete y ocho años: Javi, Diego, Silvia, Hugo y Sebas, que llegan de una actividad extraescolar. Cada uno lleva un 'comunicador' encima: puede ser un iPod en una riñonera o, como en este caso, un cuaderno de imágenes dentro de un bolso que cuelga de uno de sus hombros. Cuando tienen dificultades para expresarse, los alumnos del centro de educación especial de la Fundación Autismo Calidad de Vida (Aucavi), en Getafe, recurren a esas imágenes. Entran y saludan. Uno de ellos hace cariños a otro con una pluma; otro se coloca unos grandes cascos que le ayudan a sobrellevar su hipersensibilidad a los ruidos.
    La maestra llega tras ellos, se dirige a un tablón donde cada uno tiene su espacio, marcado con su nombre en el caso de los primeros cuatro niños. En el caso de Sebas se opta por su fotografía. Todavía no ha llegado a comprender la abstracción de las letras y su significado. El primer paso de comunicación se da con imágenes reales, tanto de personas, como del alumno mismo o de lugares y actividades. El segundo nivel utiliza pictogramas, que ayudan a organizar el día y la vida. Sebas ordena la suya para esa jornada. Es un niño adelantado. Ya secuencia todas las actividades que realizará este viernes. Toca cocina, sentarse a comer, recreo, lavado de dientes, vuelta a casa. Por último, la lecto-escritura que, sin importar la edad, en algunos casos podría no llegar a aprenderse. Foto, imagen, texto, instrucciones visuales... Historias mínimas que los niños con autismo trasladan a un soporte propio que pueden compartir en casa.
    Los más avanzados del centro son un grupo de chicos -las niñas son minoría, un 20%- obligados a llevar reloj, móvil, cartera y tableta. El reloj es la percepción visual del paso del tiempo. Eso lo aprenden allí. Este grupo de adolescentes son más que una clase. Son amigos. Han establecido un vínculo real que va más allá del colegio y tienen un grupo de WhatsApp. Se envían, sobre todo, fotos de sus actividades. La profesora participa también. Les ha enviado una imagen con su corte de pelo. Un cambio importante en mundos que buscan la mayor estabilidad bajo una lógica máxima: esquiva los constructos sociales, con la que funcionan sus entendimientos, y que dificulta la integración.
    Niños como ellos vivieron escondidos en España, dentro de sus casas y sin escolarizar, hasta 1982, cuando se aprobó la Ley de Integración Social del Minusválido (Lismi) y se crearon los centros de educación especial. «Lo especial está en la respuesta flexible para adaptarse a las necesidades de los alumnos, que cambian tal como crecen o como sea el día», explica Luis Pérez de la Maza, director técnico de la Fundación Aucavi, mientras al fondo el silencio de la mañana es interrumpido por algún grito agudo esporádico o por el retumbar de golpes a una mesa. Tras una pausa, Pérez de la Maza dice: «Gus está hoy como lo escuchas, y ayer estaba feliz. Con grupos reducidos de entre tres y cinco alumnos damos el apoyo suficiente para que tengan tranquilidad y se desarrollen».

    Modelos de inclusión

    El autismo es un «trastorno genético que genera dificultades de aprendizaje y autocontrol», que se diagnostica por «conducta observada» de rasgos concurrentes e intensos que interfieren con la vida, explica Pérez de la Maza. Hay personas con Trastorno de Espectro Autista (TEA) que pueden leer pero no hablar; que tienen una gran memoria pero no pueden hacer cálculos; que se gradúan en la universidad pero son fácilmente manipulables. «Nuestro objetivo es maximizar su independencia con autoestima», explica.
    Cada año unas 150 familias acuden a este colegio, que tiene 51 estudiantes y 21 profesores este curso, para pedir plaza. Sólo cuatro la consiguen. La demanda es mayor que la oferta. Las familias de niños con discapacidad intelectual tienen también otras opciones, como las aulas TEA en colegios públicos y concertados ordinarios, para una educación especial o combinada.
    «La gente que trabaja en centros especiales tiene bastante experiencia», sostiene Andreu Llorenc, director del grado de Logopedia y del máster Dificultades de Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC), y que también fue profesor de un centro de educación especial. «En cambio, en una escuela ordinaria la formación no es tan específica. ¿Cómo podemos generar modelos de inclusión? No es sólo hacer una ley. Hacen falta herramientas de formación, y no solo voluntad. Los padres quieren que sus hijos aprendan, cuanto más mejor, pero también que sean felices. Si un centro ordinario pudiera dar lo que cada uno necesita, sería más igualitario, equitativo y beneficioso. Pero hay que invertir mucho dinero para que haya plenitud de garantías, y no lo veo viable».
    En el pasillo, otro niño entra y sale del aula de los más pequeños. Ha empezado a estudiar este mismo año, cuando cumple los cuatro. Lleva una estrella de juguete cerca de la oreja, que emite música clásica. Se acaba la pieza y se acerca a un adulto, al que vio de lejos, más allá de sus profesores. Parece ofrecerle la estrella. O eso cree ese adulto. Pero en realidad quiere que le dé cuerda. Pide ayuda, y el adulto, que no tiene la formación adecuada para atender a personas con TEA, no se da cuenta. El problema es suyo, en realidad, y no del niño, que se aleja con su estrella musical, reactivada por su maestra. Suena otra vez, y le tranquiliza. Al niño se le ve contento y al adulto desconcertado.

    TITULO:  Diario de un nómada -La pesca con dinamita y las drogas amenazan a los gitanos del mar en Birmania,.

    El domingo -10- Marzo  a las 19:00 por La 2 , foto.

    La pesca con dinamita y las drogas amenazan a los gitanos del mar en Birmania,.

    Varios muchcahos moken se disponen a bucear. /Ye Aung THU (Afp)
    Varios muchcahos moken se disponen a bucear. / Ye Aung THU,.

    La tribu marítima nómada de los moken practica la espectacular técnica desde hace cientos de año,.


    En las aguas turquesa del sur de Birmania, los "gitanos del mar" siguen pescando con arpones e inmersión en apnea, como hacían sus ancestros, aunque ahora no hay más que un cementerio de corales con cada vez menos peces. La tribu marítima nómada de los moken practica esta espectacular técnica de pesca desde hace cientos de años alrededor de las 800 islas del archipiélago de Mergui, en la frontera entre Birmania y Tailandia.
    El mar siempre fue su medio y su forma de subsistencia: los peces y los crustáceos para alimentarse, y las perlas para revenderlas a cambio de combustible y de arroz. "Cuando éramos jóvenes, un padre podía mantener fácilmente a su familia", recuerda Kar Shar, uno de los líderes moken de la localidad de Makyone Galet, en una de las islas del archipiélago.
    Pero poco a poco su modo de vida se fue derrumbando, con la aparición de la pesca intensiva, a partir del uso de dinamita o de barcos de arrastre, que causan estragos. Pobres, apátridas y con un acceso restringido al mercado laboral, los jóvenes moken empezaron a sumergirse para las empresas de pesca en los años 1990. Y siguieron haciéndolo tras volverse sedentarios, obligados por la antigua junta de esas islas.
    Su capacidad para sumergirse en apnea a decenas de metros de profundidad es usada en la actualidad para la pesca con explosivos o para desenterrar los pepinos de mar, exportados a la vecina China.
    "La pesca con dinamita es algo corriente", explica Jacques Ivanoff, etnólogo del Museo del Hombre de París, que pasó varios años estudiando los moken. "Algunos de ellos, abandonados y sin un verdadero salario, no tienen realmente elección en la actualidad para ganarse la vida", añade. Es un trabajo arriesgado e ilegal. Los pescadores se sitúan frente a las islas alejadas y desérticas, donde es menos probable que sean vistos. Ahí, los buceadores buscan los mejores lugares para hacer explotar la dinamita.
    Hay quienes usan tubos de plástico conectados a compresores de aire, pero muchos se sumergen sin equipo. Y una gran cantidad están ahora lisiados o no pueden caminar, como consecuencia de los descensos o subidas a la superficie sin respetar las pausas de descompresión. Otros, incluso, no regresaron nunca a la superficie.
    Pero sigue habiendo muchos que aceptan la inmersión, pues un buceador puede ganar de media más de 100 dólares en una noche, mientras que el salario diario en las islas es de unos 3 dólares.
    Para soportar el estrés, cada vez más buceadores caen en las drogas. Win Myat era apenas un adolescente cuando su tío murió de sobredosis. Era adicto a las pastillas de metanfetamina, conocidas como "yaba", que le ayudaban a aguantar las largas noches.
    "Gastaba todo su dinero en droga", explicó el joven, de 20 años. "Al final estaba muy débil y se ponía muy nervioso cuando no podía conseguir sus pastillas. Creó muchos problemas en la familia", narró Win Myat, quien pidió que no se usara su nombre real. La adicción al yaba, el opio o la heroína, drogas producidas en grandes cantidades en el sur del país, son frecuentes en esta zona.
    Según expertos, la población moken se redujo a 2.000 o 3.000 personas, frente a los 5.000 de hace algunos años, debido a las numerosas muertes por sobredosis y los accidentes causados por la dinamita. También porque las parejas "mixtas", en las que uno de los cónyuges no es moken, que cada son vez más frecuentes, no se contabilizan.
    La reducción drástica de las reservas de peces también fue desastrosa para este pueblo. Según un estudio noruego realizado en el archipiélago de Mergui, entre 1980 y 2013, un 90% de la biomasa de los peces de océano desapareció debido a la pesca intensiva.
    Ademas de los grandes barcos de pesca, en estas aguas hay unos 8.000 de menor tamaño, según Robert Howard, quien trabaja para la ONG Flora & Fauna International. "Si esto continúa, la actividad pesquera podría desplomarse", advierte.
    Un verdadero peligro para los moken, entre los que cada vez hay más que abandonan su modo de vida ancestral. Nadie ha construido un kabang, su barco tradicional, desde hace 10 años. "Cuando vivíamos en los barcos, podíamos movernos cuando el lugar ya no era fértil. Pero ahora ya no podemos hacerlo", lamenta Kar Shar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario