jueves, 25 de febrero de 2021

Cartas Olvidadas - Cumplir los protocolos en las aulas ,. / Cartas en el Cajon - José o el ámbito de los sueños,. / REVISTA TENIS - Nadal, Ansu Fati y Joan Mir, nominados a los Premios Laureus 2020 ,.

 

TITULO: Cartas Olvidadas - Cumplir los protocolos en las aulas ,.


Cumplir los protocolos en las aulas,.


Entre las funciones de Salud Pública está la de cómo evaluar la situación de la salud, así como la vigilancia de la misma en nuestro entorno. Desde que comenzó la pandemia son muchos los protocolos a los que se nos ha sometido en los centros educativos en aras de la salud. Desde mucho antes de que comenzaran las clases ya trabajaban ,.

Esta pandemia ha acelerado, y por supuesto exagerado, el final de un proceso que podría llegar a conducir hacia una burbuja familiar como signo de bienestar, foto.

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¿Cómo volver a las aulas y pedir a los niños que no tengan contacto físico? ¿Podrán aguantar la mascarilla? ¿Cómo pensar algo casi impensable? ¿Qué solución se puede dar a lo imposible? Difícil, ¿verdad? Se está hablando de las aulas burbuja como una manera de vuelta a la escuela. Los niños necesitan volver, recuperar su rutina, sus amigos, sus espacios donde compartir. A estas alturas esto lo sabemos todos, los padres lo han vivido en primera persona y los profesores están intentando dar viabilidad a esta necesidad. Pero la tarea no es fácil, hay que controlar las posibles transmisiones del virus y es posible que esta idea de aulas burbuja sea una solución. Es decir, que los niños solo se relacionen con sus compañeros siempre en la misma clase, que tengan entradas, salidas y horas de patio con espacios y tiempos diferenciados, y se limite a un solo profesor por aula. Es posible que entre todas las malas posibilidades esta sea la mejor manera de compensar esta necesidad que el niño tiene.

Profesionales y familias somos conscientes del coste emocional que esta pandemia está teniendo en los más pequeños. Ahora estamos atendiendo lo que se anunciaba que llegaría. Emocionalmente no estamos igual, hay una sensación de estar privados de nuestro día a día.

Me decía un padre; «Casi preferiría estar en casa por la llegada de los alienígenas. ¡A esos sí que se les puede ver!». Y es que es muy difícil estar en alerta de algo que no ves. Y justo por eso tenemos a los niños y los adultos en un espectro que va desde la pura negación, «esto no es para tanto» y por tanto no cumplen las medidas de prevención, y a los muy preocupados que están presentando cuadros de ansiedad, fobia a salir o a ser tocado. Como el niño de 5 años que entró en pánico cuando llegó a un parque lleno de niños y adultos con sus mascarillas. «¿Y si me choco con alguien?, me contagiaré». O la madre que decía, «No sé qué hacer, ¿lo llevo al parque para que se relacione, nos quedamos en casa y nos relacionamos lo mínimo? De verdad, no sé qué es lo mejor, nos vamos a meter los tres en una burbuja y ya pasará».

Pero si lo pensamos un poco ya veníamos de un cambio en el estilo de la vida de los niños y de su familia. Una forma de vida ahora más nuclear que lleva a vivir en la casa solo con los padres, una reducción en los tiempos de las relaciones de los niños con sus iguales, agendas llenas de extraescolares que dificultan los tiempos de familia, o la falta de tiempo para hacer nada con otros niños y dar el paso al aburrimiento, tan necesario para que surja la creatividad. Y si esta surge en compañía de otros niños, más que mejor.

¿No parece que poco a poco estamos caminando hacia un aislamiento voluntario? Esta pandemia ha acelerado, y por supuesto exagerado, el final de un proceso que podría llegar a conducir hacia una burbuja familiar como signo de bienestar.

Cuando el humano empezó a constituirse en comunidad, los padres junto con sus hijos, compartían espacios con los otros miembros del clan. La crianza era comunitaria, los niños jugaban cerca de los adultos mientras estos realizaban tareas para abastecerse de alimento y proporcionar seguridad.

Como sabemos, los niños a lo largo de la historia no han tenido mucho valor. Formaban parte de intercambios económicos, hacían de mano de obra gratuita o eran cedidos a familias que no tenían hijos en ocasiones por pequeñas retribuciones. Sin olvidar a los niños que se abandonaban si nacían con alguna tara. Por desgracia esto todavía sigue presente en algunos lugares.

El sentido común nos llegó en el año 1959 cuando se redactaron los derechos de los niños. No se contemplaron como tal en la Declaración Universal de los Derechos Humanos redactados en 1948. No sabemos si por olvido o porque tras la segunda guerra mundial no había mucho espacio mental para pensar en el bienestar psicoemocional de los más pequeños.

A partir de ahí llega un periodo donde el concepto de niño mejora considerablemente. Las familias valoran tener muchos hijos y la familia extensa puede convertirse en todo un clan. Crecer junto con los tíos, primos y abuelos hace que la crianza comunitaria continúe en muchas de las familias. Y eso, para los que lo han vivido, es rico y facilitador.

Quizás los más mayores recuerden cómo los niños de todas las edades jugaban juntos en la calle a modo de una especie de tribu local, con las madres, abuelos y algún que otro padre todos sentados «a la fresca». Los niños se enseñaban unos a otros, gestionaban sus enfados, algunos mejor que otros, pero los iguales servían de modelo para el desarrollo. Los juegos compartidos, físicos, de exploración, de experimentación otorgaban una riqueza de posibilidades. Pero esta experiencia comunitaria también servía para los nuevos padres, con toda la inseguridad que se tiene ante la llegada de un bebé. Habían visto dar de mamar a otras madres y en más de una ocasión habían cogido algún que otro bebe antes de tener el suyo propio. Crianza compartida nuevamente, con sus ventajas y sus desventajas, pero que ayudaba a no sentirse solo durante los tiempos más intensos de la crianza.

Pienso que en las dos últimas décadas en los países, sobre todo del llamado primer mundo, se ha caminado en una dirección más individualista en cuanto a la crianza. Las familias ya no son tan extensas y muchos de los padres actuales son o hijos únicos o, a lo sumo, tiene un hermano más. Las familias extensas se hacen pequeñas, los contactos familiares se reducen a encuentros puntuales y los niños ya no juegan en la calle en grandes grupos y con vigilancia compartida con diferentes adultos. Ahora el parque es el lugar social donde cada padre se ocupa de su hijo. Es difícil ver y aceptar que otro padre pueda reñir a tu hijo de algo que ha hecho, incluso el consuelo o la ayuda ha pasado a ser un espacio privado de los propios padres. No es ni mejor ni peor, es diferente, y constituye una cuestión clave que nos puede ayudar a reflexionar sobre este proceso social de crianza más individualizada y, ¿por qué no pensarlo?, una crianza donde el narcisismo de los padres puesto en el hijo tiene cada vez un peso mayor.

Algunas familias buscan compensar este sentimiento de soledad en los grupos de crianza, masajes infantiles o se acercan a otros padres a fin de compartir la experiencia que están viviendo y que, como sabemos, genera muchas dudas, angustia y en algunos casos inseguridad. «¿Lo estaré haciendo bien?». «Hemos perdido nuestros referentes», «¿cómo lo hacían nuestros padres?».

En muchas ocasiones empezamos a valorar algo cuando esto deja de estar en nuestra mano. «Somos así», se dice. Los encuentros familiares han estado vetados y en este momento estamos privados de la libertad de interactuar con los demás con contacto físico, besos y abrazos, distancias de seguridad, riesgo de contagio. Demasiado para asumirlo, aceptarlo y normalizarlo. Los niños no ven la cara de los adultos con los que comparten parque, no podemos ayudar de manera espontánea si eso supone un riesgo. Estamos viendo poco a poco un encapsulamiento social, pero esta vez no forma parte de un proyecto familiar elegido, es decir, un solo hijo para que tenga de todo, extraescolares para que disfrute de muchas posibilidades, encuentros familiares contados por falta de tiempo, y falta de tiempo con los niños por tener demasiados frentes abiertos. Proyecto familiar que muchas familias ya se cuestionan una vez pueden parar y pensar. «¿Vale la pena tanto estrés?», «Me estoy perdiendo los primeros años de mis hijos y no voy a tener otra oportunidad».

Qué rescatamos de todo esto, qué parte de esta burbuja en la que ya nos metimos como proyecto familiar y en la que ahora tenemos que entrar por necesidad es la que verdaderamente nos está privando de lo esencial y, sobre todo, qué es para nosotros aquello realmente esencial que queremos recuperar en cuanto se pueda.

El sentimiento de soledad como padres es una de las frases que he escuchado desde que empezó la pandemia. Soledad por no compartir, soledad por estar padres e hijos solos día a día. En resumen, soledad por no relacionarse. Si conseguimos salir de esta burbuja, está en nuestra mano que podamos volver a pensar en lo comunitario como forma de compartir el largo, intenso pero fascinante camino de la crianza de los hijos.

 

TITULO:  Cartas en el Cajon  - José o el ámbito de los sueños,.

 

José o el ámbito de los sueños,.

(El papa Francisco con la carta Patris corde, Corazón de padre, abrió el día de la Inmaculada un año dedicado a San José, protector de la Iglesia),.

José o el ámbito de los sueños

Ese ámbito de los sueños es el silencio. José, un tallador de sueños parpadeantes, gozó de lo eterno: al callar, desarrolló los sentidos internos y escuchó. Acaso nosotros, neopaganitos desconcertados por el ruido de las cosas, hayamos perdido en ese desván del desasosiego la arcana capacidad de oír la voz de Dios, de atisbar lo bueno, .

En los foros católicos más conservadores llevan semanas circulando opiniones contrarias a la vacuna contra la covid-19 en las que se asegura que en la fabricación de estos sueros se utilizan restos de células humanas provenientes de fetos abortados, algo que la ciencia niega. Ante las declaraciones de algunos cardenales y eminentes laicos planteando dudas y la confusión general de una parte de los fieles, el Vaticano intentó zanjar este lunes la cuestión al afirmar que las vacunas resultan «moralmente aceptables» y animando por tanto a los católicos a que se las pongan.

La garantía vino de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el antiguo Tribunal del Santo Oficio, que publicó una nota firmada por su prefecto, el purpurado jesuita español Luis Ladaria, en la que se sostiene que en este caso resulta «remota» la cooperación con la interrupción voluntaria de un embarazo. El Vaticano subraya además que la vacunación debe ser voluntaria, porque no constituye una obligación moral, aunque resulta muy recomendable para contribuir al bien común. También pide que los viales resulten accesibles para los países pobres y sin un coste excesivo.

«Existen diferentes grados de responsabilidad en la cooperación al mal», sostiene la Santa Sede, que considera «moralmente aceptables» estas vacunas porque «el deber moral» de evitar la supuesta «cooperación material pasiva» con un caso de aborto no resulta «vinculante» cuando existe un peligro grave, como ocurre ahora con la propagación del patógeno responsable de la pandemia. Doctrina de la Fe reafirma por tanto que es posible inyectarse el suero, aunque se hayan utilizado en su fabricación «líneas celulares de fetos abortados». Ya en 2005 y en 2017 la Pontificia Academia para la Vida se pronunció en la misma línea.

LA CLAVE:

Un bien universal.
Pide que los viales sean accesibles para los países pobres y que no tengan un precio excesivo

Pese a que el Vaticano da por hecho que las vacunas contra la covid-19 se han desarrollado «con líneas celulares procedentes de tejidos obtenidos de dos fetos abortados no espontáneamente», la ciencia niega que sea así. Los expertos explican que estos preparados no se elaboran con tejidos fetales de abortos, sino que en algunos casos se emplean células creadas en laboratorio con un origen humano remoto, el de dos fetos abortados en la década de 1960 en Suecia y Reino Unido. No se trata, por tanto, de material genético original, sino de líneas celulares creadas a partir de los originales tejidos humanos.

El Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría publicó en octubre un informe en el que certifica que «lo usado para la fabricación de vacunas son nuevas células creadas en laboratorio, y no 'células de fetos abortados'». Este organismo intervino después de que se produjeran varias declaraciones antivacunas de personajes públicos, entre ellos uno de los laicos más influyentes de la Iglesia española, el presidente de la Universidad Católica de Murcia (UCAM) José Luis Mendoza. «Quieren controlarnos cuanto se encuentre la vacuna con un 'chis' (sic) sacado de uno de nosotros. ¡Pero qué se han creído, esclavos y servidores de Satanás!», comentó Mendoza, que le echó la culpa de la pandemia a «las fuerzas oscuras del mal».

Además de con esta declaración, el Vaticano predica con el ejemplo pues tiene previsto comenzar a vacunar durante los primeros meses de 2021 a sus 800 residentes y alrededor de 3.000 trabajadores. El responsable de los servicios sanitarios del pequeño Estado, Andrea Arcangeli, informó hace diez días de que la Santa Sede había reservado vacunas de la farmacéutica Pfizer, las que comenzarán a administrarse en los próximos días en los países de la Unión Europea.

El compuesto permitirá que no se repitan casos como el del limosnero apostólico, el cardenal polaco Konrad Krajewski, que se encuentra ingresado en un hospital de Roma con síntomas iniciales de pulmonía tras contagiarse de coronavirus. La Santa Sede confirmó este lunes su hospitalización y aseguró que se están rastreando los contactos que Krajewski mantuvo en los últimos días.

 

TITULO: REVISTA TENIS - Nadal, Ansu Fati y Joan Mir, nominados a los Premios Laureus 2020 ,.

 

Nadal, Ansu Fati y Joan Mir, nominados a los Premios Laureus 2020

El tenista balear aspira de nuevo a la gran estatuilla, frente a LeBron James, Lewis Hamilton, Armand Duplantis, Robert Lewandowski y Joshua Cheptegei,.

Rafa Nadal, tras conquistar su decimotercer título de Roland Garros. /gettyimages
 
foto / Rafa Nadal, tras conquistar su decimotercer título de Roland Garros.

Rafa Nadal, Ansu Fati y Joan Mir han sido nominados a los Premios Laureus que renonocen cada año a los mejores deportistas del mundo. El tenista balear, ganador de 20 títulos de Grand Slam, opta al gran premio masculino de 2020, junto a LeBron James, Lewis Hamilton, Armand Duplantis, Robert Lewandowski y Joshua Cheptegei. El futbolista del Barcelona y el piloto de MotoGP campeón del mundo el pasado año han sido elegidos entre los seis aspirantes a deportistas revelación, junto a la estrella de fútbol americano Patrick Mahomes, el ciclista Tadej Pogacar y los tenistas Dominic Thiem e Iga Swiatek.

Los nominados de los Laureus, los Oscar del deporte, han sido elegidos por un panel independiente de periodistas deportivos de más de 100 países y los ganadores, designados por las leyendas de la Laureus World Sports Academy, se anunciarán el próximo mes de mayo durante un evento de entrega de premios virtual.

Nadal, que ya fue premiado en 2006 como promesa, en 2011 como mejor deportista del año y en 2014 por su regreso, aspira de nuevo al máximo galardón tras conquistar en 2020 su 13º título en Roland Garros, en esta ocasión, entre otros, frente a la gran estrella campeona de la NBA LeBron James (ahora en Los Angeles Lakers) y el siete veces campeón del mundo de Fórmula 1 Lewis Hamilton.

Sus rivales también serán el saltador de pértiga Armand Duplantis, que batió los récords universales en pista cubierta y al aire libre, el futbolista Robert Lewandowski, que ha conquistado todos los títulos posibles (seis) con el Bayern de Múnich, y el también atleta Joshua Cheptegei, que batió las plusmarcas mundiales de 5.000 y 10.000 metros.

La tenista Naomi Osaka, reciente campeona del Open de Australia, está nominada a mejor deportista del año, junto a la ciclista Anna van der Breggen, la esquiadora Federica Brignone, la atletaBrigid Kosgei, la futbolista Wendie Renard y la jugadora de baloncesto Breanna Stewar.

En el caso de Ansu Fati, el delantero del Barça se convirtió con solo 17 años en el goleador más joven de la selección española, mientras que Joan Mir, de 23 años, ganó en 2020 su primer título mundial de MotoGP, pero el gran favorito al premio a revelación es el 'quarterback' de los Kansas City Chiefs, Patrick Mahomes, que llevó a su equipo al título de la Super Bowl el pasado año.

 

 

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