lunes, 16 de agosto de 2021

REVISTA FARMACIA - «Trabajar con seres humanos me ha mantenido enganchada» ,. / CAFE, COPA Y Tierra de talento - Diana Larios sublime con su interpretación de "Memory" del musical Cats . / Documental - Civilización El Resplandor ,. / El escarabajo verde - Los Juegos pasan factura ,. / Días de cine clásico - Cine - Los siete samuráis ,Miercoles -18- Agosto ,./ Un país para escucharlo - Sinéad O'Connor, un juguete roto del pop,.

 

 TITULO: REVISTA FARMACIA - «Trabajar con seres humanos me ha mantenido enganchada» ,.​   

REVISTA FARMACIA - «Trabajar con seres humanos me ha mantenido enganchada»   , fotos,.

 

«Trabajar con seres humanos me ha mantenido enganchada»,.

Tras 38 años en el centro de menores, se jubila y cierra una etapa llena de logros y experiencias,.

La villanovense Julia Parejo está hoy de celebración. Cumple 63 años. Aunque no es solo esa la cifra que hace especial este 16 de agosto. Con el cumpleaños llega su jubilación tras 38 años de trabajo en el Centro de Acogida de Menores 'Pedro de Valdivia' de Villanueva de la Serena. De estos, los últimos 28 como directora. Una labor que le cuesta dejar, aunque la sensación de haber logrado en este tiempo que muchos menores hayan tenido una infancia y juventud feliz y normalizada, hace que el ciclo se cierre con una gran satisfacción. 

 Revista nuestra farmacia de comunidad 2 edicion

¿Cómo decide trabajar en un centro de menores?

En realidad, mi formación no tenía nada que ver con lo que acabé haciendo. Estudié Filología Hispánica porque me encantaba la Literatura, pero luego a lo que me llevaba, que era la enseñanza, no me llamaba la atención. Entonces, mientras me preparaba oposiciones de lo mío sin muchas ganas, una amiga de mi hermana me habló de que se iban a crear en los hogares 27 plazas de Educadores para los 7 centros de la región. Una categoría que aún no existía.

Me puse a estudiar y el primer examen para acceder de forma temporal lo aprobé, y tras dos años se convocaron 4 plazas y entré. Fue una de los primeros cuatro Educadores que tuvo el centro.

¿Qué le atrajo de este trabajo?

Primero estuve 10 años de Educadora y fueron años de mucho trabajo y mucha satisfacción. El trato humano me gusta mucho. Pero desde los servicios territoriales me ofrecieron la dirección porque el anterior encargado se marchaba. Tras varios meses para pensarlo lo acepté porque quería hacer cosas distintas. Y lo que parecía que iba a ser poco tiempo me enganchó y he estado 28 años en el cargo.

¿Cuáles han sido sus logros en este tiempo?

No voy a hablar en singular porque aquí trabajamos todos a una, en equipo, para que los niños estén bien. Eso es algo que no siempre se consigue porque a veces no se adaptan, pero ese es el objetivo. Sin embargo, la principal lucha ha sido siempre la integración de nuestros niños, que tengan una vida normalizada, integrados y no se les estigmatice, que es algo que se sigue haciendo. El hecho de decir que son niños del Hogar la gente se pone un poco en alerta, aunque cada vez menos. Insistimos mucho en que los niños sean niños y no 'los niños del hogar'.

Es cierto que hay problemas que van en la mochila personal de cada menor y se puede traducir en rebeldía y en actos que salen fuera socialmente y un caso se generaliza al resto. Pero se va consiguiendo, porque esto es una familia grande con muchos niños y puede que alguno dé problemas, pero eso también pasa en cualquier familia. Incluso, en los últimos tres años no hemos tenido ningún caso de absentismo escolar ni de fuga.

También favorece la ubicación de las instalaciones dentro del casco urbano para que estén integrados. Al estar en el centro, si se echan amigos en el instituto pueden salir sin depender que se les lleve en coche a los sitios, e incluso ir a casa de compañeros o al revés. Quedan con los amigos en la puerta para ir juntos a clase o salen por la noche, lo que hace que lleven una vida normal. Eso hace que se socialicen y se integren en el día a día de la ciudad.

Julia Parejo, hace unos años, con un grupo de niños del Centro.

¿Hay algún caso concreto que le haya marcado?

Aquí vienen niños con una gran mochila de problemas creados en su seno familiar que deben superar. Pero si tengo que recordar un caso, más que por el motivo de ingreso, fue por su fallecimiento de un niño de 8 años a consecuencia de un cáncer. Fue una situación muy penosa, horrible, porque llevaba con nosotros un año cuando se lo diagnosticaron. Estuvo 13 meses hospitalizado en Madrid y Badajoz y sometido a quimioterapia, pero finalmente falleció. Además, no contaba con la familia a su lado, aunque sí tenía una hermana que siguió con nosotros.

¿Cómo lograba no llevarse cada caso a casa?

Es difícil desvincularte porque es un trabajo muy intenso donde entran muchos sentimientos en juego, y te apegas mucho a los niños y al resto del personal. Trabajar con seres humanos te mantiene enganchado. Además, es un trabajo que enriquece muchísimo y te forma como persona y te humaniza un montón. De hecho, yo no sería la misma persona si no hubiera trabajado aquí. Siempre que ingresa algún niño nuevo es una nueva historia que te afecta, y lo seguimos pasando fatal con los casos difíciles o cuando alguna historia no se resuelve favorablemente. Y claro que te lo acabas llevando a casa y lo compartes con quien está a tu lado, en este caso mi marido ha aguantado lo suyo. Pero es algo inevitable; si no me afectaran estas cuestiones creo que no sería humano.

¿Qué siente cuando se encuentra por la calle a esos niños ya mayores?

Me hace mucha ilusión encontrarme a mis niños por la calle, con sus propias familias. Y ellos creo que suelen tener un buen recuerdo, y que fueron felices. La mayoría de ellos llevan una vida normal, con aspiraciones y logros como cualquier otra persona. A veces recordamos cuando eran adolescentes y surgían problemas o protestas que tenían, lógicas por la edad, y ahora ven ellos en sus hijos. Por poner algún ejemplo, algunos de ellos son hoy policías, profesores, abogados, asesores jurídicos, etc. Otros están trabajando en talleres mecánicos o son albañiles, etc. Casi todos salen de aquí con una profesión y han tirado bien adelante, aunque siempre hay casos en los que no se ha logrado, pero los menos.

¿Alguna vez sintió que la situación le superaba?

Aquí hay muchos días buenos, pero también muy malos y que entran ganas de tirar la toalla. De hecho, a mí me pasó hace cuatro años, porque me superó una situación relacionada con el trabajo, aunque no tenía que ver con los niños. Pensé que no merecía la pena seguir en este trabajo, aunque reflexioné y me di cuenta de que debía continuar en el cargo. Mi plaza de Educadora Social está en el IES Puerta de la Serena, donde pedí el traslado, pero nunca me he incorporado. En ese momento pensé en hacerlo. Pero los compañeros me abrieron los ojos y me di cuenta de no me veía haciendo otra cosa, es más creo que no sé hacer otra cosa.

No obstante, creo que soy una privilegiada porque este trabajo todo lo que nos aporta es bueno. No hubiera sido tan feliz en otro puesto, sin olvidar que también tiene sus ratos malos, no todo es idílico. Pero eso es lo bonito, que ningún día es igual. Eso sí, siempre he tenido la sensación de que igual no he hecho lo suficiente, pero creo que eso no es malo.

Julia Parejo junto a varios compañeros del Centro.

¿Cómo ha cambiado el centro en estos años?

Antes, se llamaba el Hogar y dependía del Instituto Nacional de Asistencia Social. Eso era como un cajón de sastre donde había 82 niños, solo en masculino, porque las niñas iban al Hogar de Mérida. La mayoría venían de familias muy numerosas, con falta de recursos o que estaban desestructuradas, mientras que ahora son un recurso para niños con problemas familiares.

Además, el centro contaba con cuatro unidades de Primaria por lo que los niños no tenían que salir de allí para ir a clase, lo cual no favorecía a la socialización con otros niños de fuera. Pero eso cambió más tarde, igual que los recursos disponibles. Al principio fue difícil porque crearon las plazas de Educadores pero no los recursos para ejercer. Así es que esas carencias las suplía la creatividad con los críos; casi éramos autodidactas. Después e se fueron creando grupos de orientación con técnicos que nos asisten.

Lo que era estar casi en hacinamiento pasó a ser una mini residencia y lo más parecido a una casa, donde duermen dos o tres en cada cuarto como máximo. Tienen salas de televisión y de juegos por edades, para que puedan hacer lo que cualquier otro niño o joven.

¿Cómo habéis sobrellevado la pandemia?

Ha sido de locura, sobre todo los cuatro meses de confinamiento que han pasado más de una veintena de niños encerrados en el centro. Pero han dado un verdadero ejemplo porque se han portado genial. Teníamos muchísimo miedo y siempre estábamos agobiados, pero no ha habido casos de niños. Sí alguno de trabajador, por lo que hubo un aislamiento por contacto estrecho con una Educadora, pero nada más. Somos 38 trabajadores que entrábamos y salíamos y eso era un riesgo, pero hemos conseguido esquivar al virus.

Pusimos servicios mínimos y grupos mínimos de trabajo, y en espacios grandes, con menos posibilidades para juntarnos. Incluso se hicieron turnos de más horas y así no entrábamos y salíamos tanto. También habilitamos zonas de aislamiento, pero el centro es muy pequeño, y para cumplir el protocolo nos quedábamos sin espacio para los niños. Lo que sí hicimos para hacerles más llevadero el confinamiento era flexibilizar algunas normas y se les dejaba más tiempo el móvil para que estuvieran comunicados con los amigos.

Los niños del Centro, junto a Julia hacen entrega de un ramo de flores.

¿Qué consejo le da a la nueva directora?

Toma el relevo Guadalupe, que lleva muchos años en el centro como Educadora, por lo que dejo el cargo en buenas manos. La dirección es un puesto en que no siempre das gusto a todo el mundo, porque tomas decisiones que no siempre gustan. Sí que las jefaturas son solitarias y le aconsejo que haga lo posible por estar arropada, darlo todo por los niños y por el personal, el exceso de autoritarismo no lleva a ningún sitio y te aísla más. Esto es como una gran familia y no hay que ser distante ni ponerse una coraza. Hay que estar cerca de los niños, casi obligatoriamente, pero también de los trabajadores. En general, yo me he sentido querida por ambos grupos y, en ese aspecto, me voy tranquila.

¿A qué dedicará el tiempo libre ahora?

Tengo ganas de empezar a hacer yoga, porque no he practicado deporte nunca y empezaré poco a poco. Pero sobre todo quiero dedicar más tiempo a mis nietas, estar más con mi hijo que está en Villanueva y visitar más a mi hija que vive en Granada. Y, luego, lo que vaya surgiendo, porque no soy de estar en casa y quiero seguir activa. 

 

 

Diana Larios sublime con su interpretación de "Memory" del musical Cats,.

La concursante onubense, participa en la primera edición del concurso completamente caracterizada de gata. El jurado la mandó directamente a la final, que acabaría ganando. Puedes ver el programa completo en la web de Tierra de talento.

El jurado de "Tierra de Talento" lo tuvo clarísimo en cuanto vió a Diana Larios salir por las puertas del escenario del Teatro Riberas del Guadaíra.

Con una interpretación sublime, los miembros del jurado le dieron a la soprano onubense el pase directo a la semifinal.

Diana no solo bordó su desafío interpretando "Memory", un tema que forma parte del musical "Cats", sino que consiguió emocionar a todos.

Con una impecable puesta en escena, nos hizo vivir uno de los momentos más emocionantes de la última gala de desafíos.

TITULO: Documental - Civilización El Resplandor,.

 Civilización El Resplandor,.

 Las goteras de Franco

 Si algún día Franco levantara la cabeza, en la cabeza le caería una gotera. Las paredes de la basílica donde descansa el dictador, excavada en una coraza granítica e inexpugnable de la Sierra de Guadarrama, hace aguas. Tres cuartos de siglo después de que comenzaran las obras, el líquido se filtra por litros y en cada esquina aparecen manchas de cal y humedad que dibujan en la piedra el mapa difuso de un desastre. Tanta agua cae que han ideado una suerte de tiestos ornamentales que no son otra cosa que cubos gigantes para retener lo inevitable. En el silencio de la enorme nave central, que es como un túnel del tiempo a una civilización quebrada, se oyen de vez en cuando caer las gotas. ‘Dum, dum’, como una extraña percusión. Son la banda sonora de un fracaso.

Hace 75 años que comenzó esta historia como un sueño faraónico que la historia se empeña en negar. Francisco Franco apareció en las obras que entonces parecían las de una angosta estación de metro. Le acompañaban tipos de uniforme y Carmen Polo de negro con perlones al cuello. Franco detonó él mismo la dinamita de las excavaciones. Quería que fuera más grande, para que acudieran a rezar las masas católicas adscritas al Régimen. Hoy en esa nave que vigilan agentes de seguridad y en la que no se pueden hacer fotos, se celebra una misa al día, pero no hay nadie en los bancos y se ha encendido una sola vela. Dos ramos protocolarios de claveles rojos y blancos adornan el compromiso sobre las lápidas de José Antonio Primo de Rivera y de Francisco Franco a un lado y a otro del altar central, diametralmente opuestos en su última morada y presidiendo un mundo que ya no existe. Nada allí es como se pensó.

El recorrido que termina en esas lápidas comienza en una carretera anchísima que sube entre los bosques de pinos y el olor dulzón de los jarales del valle de Cuelgamuros, en las lejanías de Madrid. Recibe una caseta de Patrimonio Nacional, que mantiene el complejo junto a los monjes benedictinos que además del templo, gestionan una abadía y una hospedería cercanas. Son nueve euros por coche. Más arriba, la ruta de la desolación arranca en el edificio del antiguo restaurante, rodeado por una valla de obra y en el que por la ventana se adivinan antiguos salones de cortinas descoloridas, mesas con las sillas encima y capa de polvo sempiterna, infinita. El lugar recuerda vagamente al hotel de ‘El resplandor’ de Stanley Kubrick por lo solitario y por pertenecer a otro tiempo paralelo, por vivir continuamente fuera de temporada. Un poco más allá sí que abre un nuevo bar con paredes llenas de fotos de pepitos de ternera, albóndigas y platos combinados a color y nombres traducidos al inglés. Toma café un tipo con sombrero tirolés llegado del reparto de ‘La escopeta nacional’ y un grupo de estudiantes danesas. El monumento concebido como homenaje al espíritu nacional es visitado sobre todo por los extranjeros. Otra broma. Friedrikke viste mallas, tiene 19 años y da clases de español en Copenhague. “Sabemos quién es Franco. Este sitio y su arquitectura están muy bien para hacerse la idea de lo que fue el Régimen. Es un lugar intimidante”.

Al lado de la cafetería, un reloj digital marca las 13:31 en una sala vacía. Hace años que por la estación del funicular que sube a la base de la gran cruz no pasan turistas. Esta semana, allí cargaban andamios para que la enésima comisión de Patrimonio estudie el estado de las gigantescas estatuas del monumento. “Se están cayendo todas a pedazos”, explica un empleado. Resulta paradójico que el proyecto de Diego Méndez construyera una cruz de 150 metros de altura que resistiera las embestidas de un huracán y que en cambio las estatuas no llegaran al siglo de vida. Los evangelistas y las virtudes de la base se están deshaciendo como el barro y el dedo del pie de un apóstol puede aplastar a un hombre. Lo mismo ocurrió con la ‘Piedad’ imponente de Juan de Ávalos que preside la entrada a la Basílica, que tuvo que ser saneada y que encendió la chispa del cierre. Entre el motivo y la excusa, el Gobierno Socialista de José Luis Rodríguez Zapatero clausuró en 2009 el monumento durante 33 meses por falta de seguridad.

Hoy, debajo de la escultura, un camarero en pajarita reparte ‘flyers’ con el menú del bar. Desde la clausura, acude menos gente. El monumento no se promociona dentro de los circuitos del patrimonio español y la decadencia material es la propia del abandono de las instituciones. Al margen de los fallos de construcción, necesita inyecciones de dinero como cualquier monumento y cualquier partida en los presupuestos destinada al lugar quema como una brasa política.

Una sopa de huesos

Desde su cierre, el complejo es el centro de una batalla cósmica por la memoria histórica. Diversas comisiones han dado distintos dictámenes sobre el asunto incómodo: qué hacer con la tumba de Franco y los miles de muertos de la guerra allí enterrados. El Partido Socialista ha pedido y prometido la exhumación de los cadáveres, el traslado de los restos de Francisco Franco y la conversión del lugar en un centro de interpretación de la Memoria Histórica. Hay autores que sostienen que Franco ideó el lugar como una venganza y otros que creen que quiso la reconciliación. En cualquier caso, no consiguió ninguna de las dos cosas: el edificio está en manifiesta decadencia y es el epicentro de una batalla por la memoria histórica. Hay hasta una tienda donde se venden dedales del Valle. Hay de todo menos paz.

El verdadero problema del Valle de los Caídos no se ve, pero se presiente como un escalofrío. En los cruceros de la nave central abren dos capillas iluminadas con una luz cálida y dentro, una puerta en cada una. En el dintel, una escritura en letras de bronce que reza así: “Caídos por Dios y por España: 1936-39. RIP”. El caudillo quiso enterrarse con sus soldados y después abrió las puertas a sus enemigos. Al menos, a los católicos. Por esa puerta se baja a una cripta de varios pisos en los que entraron cajones negros con decenas de cuerpos provenientes de las fosas militares, además de los que murieron trabajando en la obra, muchos de ellos presos de la Dictadura. Los archivos dicen quién está en cada caja, pero no de quién es cada cadáver. Esto, en el mejor de los casos, pues algunos investigadores apuntan a que los muertos republicanos no se identifican. Ese cementerio se selló en 1958. Al reabrirlo, el pasado mes de septiembre el Gobierno descartó mover los cuerpos, dado su mal estado de conservación. La humedad ha convertido el lugar en una sopa de huesos. La tumba, como casi todo, también salió mal. La puerta de la fosa sigue cerrada, pero la herida, abierta. Todo lo demás es política, presupuestos y goteras.

TITULO:  El escarabajo verde - Los Juegos pasan factura.

 Los Juegos pasan factura.

 

La pesada herencia olímpica de Tokio 2021. La cita ha disparado el coronavirus en Japón, que tardará décadas en pagar las inversiones realizadas al hundirse los ingresos por el veto sanitario a la entrada de público,.

Normalidad. Varios japoneses recorren el populoso distrito de Shibuya. / foto,.

Con sus medallas al cuello unos y sus fracasos sobre sus espaldas otros, los atletas se marcharán de Tokio cuando hoy se clausuren los Juegos Olímpicos, los más extraños de la historia por haberse celebrado sin espectadores por la pandemia del coronavirus. Después de 17 días de competición, toca hacer balance de lo que han dejado en Japón más allá de lo deportivo.

Para empezar, y como se temía, el coronavirus se ha disparado en este país y sigue batiendo récords con más de 12.000 casos diarios, el máximo desde que estalló la pandemia en Wuhan el año pasado. De ellos, más de 5.000 se registran en la capital, que seguirá bajo su cuarto estado de emergencia hasta el 22 de agosto. Con otras diez prefecturas marcando máximos diarios, entre ellas algunas con subsedes olímpicas como Saitama y Chiba, el Gobierno amplió ayer las restricciones para frenar la propagación de la temida variante delta. Detectada por primera vez en abril en la India y más contagiosa que las otras, esta cepa ya constituye el 90% de las infecciones en la región de Kanto, donde se ubica Tokio, y el 60% en el oeste de Japón.

«En muchas zonas del país estamos viendo un rápido incremento a una velocidad sin precedentes», ha alertado el ministro encargado de la lucha contra el coronavirus, Yasutoshi Nishimura, según informa la agencia Kyodo. Con el número de pacientes en estado grave doblado en las dos últimas semanas, el sistema sanitario nipón ya siente la presión y el Gobierno ha ordenado que solo pueden ser hospitalizados quienes sufran síntomas fuertes. Una medida controvertida que muchos no seguirán porque la mayoría de los japoneses culpa al Gobierno del primer ministro Yoshihide Suga de este repunte de la covid por no haber cancelado los Juegos.

Una vez celebrados, y con el inicio de los Paralímpicos fijado para el 24 de agosto, lo único que puede hacer ahora el Ejecutivo es intentar contener la herida con más medidas sanitarias y limitaciones. A las prefecturas que ya estaban bajo estado de emergencia se suman desde el domingo otras ocho con nuevas restricciones. Aunque no serán tan severas como en otros lugares, los restaurantes no podrán servir alcohol y se verán obligados a cerrar a las ocho de la tarde.

Esta prohibición ha forzado la clausura temporal de numerosos establecimientos. Así se aprecia en la popular calle de bares y restaurantes de Ginza Corridor en Tokio, que no se veía tan vacía desde el tsunami de 2011 que desató el accidente nuclear de Fukushima. Precisamente en dicha ciudad, el mismo aspecto tan desolador presentaba esta semana su céntrica zona de ocio, donde todavía no había entrado en vigor el estado de semiemergencia, pero las calles ya estaban desiertas al anochecer. Una estampa muy distinta a la que se esperaba en Japón cuando Tokio fue elegida como sede olímpica en 2013.

Una mujer recibe una dosis de la vacuna contra la covid en el Centro de Vacunación de Tokio, a principios de este mes. / S. Kogiku / DPA

Esperanzas rotas

En aquel momento, los Juegos prometían ayudar a la reconstrucción de Fukushima y otras prefecturas afectadas por la catástrofe, que fueron designadas subsedes olímpicas de Tokio. Pero, en lugar de venir la avalancha de visitantes que se preveía, lo que llegó fue el miedo al coronavirus. Tanto que el Gobierno nipón, en una decisión insólita, decidió celebrarlos a puerta cerrada.

Además de 800 millones de dólares (676 millones de euros) perdidos en entradas, se desvanecían así las últimas esperanzas que quedaban de que los Juegos sirvieran para relanzar la dañada economía nipona, que sigue siendo la tercera del mundo, pero no levanta cabeza desde la crisis financiera que sacudió a Asia en 1997. Antes de la pandemia, el Gobierno quería potenciar la industria turística con la llegada de 40 millones de turistas este año, pero el coronavirus mantiene las fronteras cerradas desde enero. Para Takahide Kiuchi, analista de Nomura, la economía nipona habría perdido más de 1.100 millones de euros por no permitir la presencia de espectadores.

«Lo más fácil habría sido cancelar los Juegos, pero la obligación del Gobierno es hacer frente a los retos»

Yoshihide Suga | Primer ministro de Japón

Con los estadios, hoteles y restaurantes vacíos, todo apunta a que los Juegos de Tokio serán una ruina, pero las perdidas económicas habrían sido incluso mayores de haberse cancelado y perdido los derechos de televisión, que son los que más dinero aportan. Cuando el Comité Olímpico Internacional (COI) le concedió la celebración a la capital nipona, su coste oficial ascendía a más de 6.000 millones de euros. Tras inflarse por los sobrecostes en infraestructuras emblemáticas como el Estadio Olímpico, que obligó al arquitecto nipón Kengo Kuma a revisar a la baja el colosal proyecto de Zaha Hadid, el presupuesto se había duplicado el año pasado hasta los 13.000 millones de euros.

Con un perjuicio de 2.365 millones de euros por el aplazamiento de un año por el coronavirus, la Auditoría Nacional de Japón estima que su precio final estará en torno a los 18.500 millones de euros. Pero algunos medios nipones, como 'Nikkei' y el periódico 'Asahi', elevan la factura a más de 23.000 millones de euros, y varios economistas hasta los rozar los 30.000 millones de euros.

A la vista de tales cifras, estos Juegos no serán tan caros como los de invierno en Sochi 2014, que costaron 42.000 millones de euros, ni como los de Pekín 2008, que ascendieron a 38.000 millones de euros. Pero sí dejarán endeudadas durante años las arcas niponas, como ha venido ocurriendo con las últimas convocatorias olímpicas.

Así le ocurrió a los Juegos de Atenas 2004, a los que muchos culpan del hundimiento de la economía griega durante la crisis financiera global que estalló cuatro años después y, más recientemente, a los de Río. De hecho, algunos economistas creen que los últimos Juegos que salieron rentables fueron los de Los Ángeles en 1984.

Frente a la llama olímpica, los visitantes se acercan al puente de Ariake Yume-no-Ohashix, al comienzo de las competiciones. / afp

Resistencia oficial

A esta amenaza económica se suma su impopularidad por el miedo al coronavirus, que ha llevado a grandes corporaciones niponas a desmarcarse de los Juegos. Junto a la retirada de anuncios de Toyota, que encima es uno de sus patrocinadores, otros magnates empresariales se han posicionado abiertamente en su contra. Mientras el consejero delegado del gigante de las bebidas Suntory, Takeshi Niinami, alertaba en 'CNN Negocios' de que las «pérdidas económicas serán enormes», el de Rakuten, Hiroshi Mikitani, incluso había pedido al Gobierno que no los celebrara.

Pero el primer ministro Suga no solo desliga el repunte del coronavirus de los Juegos, sino que se muestra convencido de los beneficios de su decisión de seguir adelante con ellos. En una entrevista con 'The Wall Street Journal', aseguraba que «lo más fácil habría sido cancelarlos, pero la obligación del Gobierno es hacer frente a los retos».

«Las pérdidas económicas serán enormes»

Takeshi Niinami | Consejero delegado de Suntory

Además de los intereses económicos por los derechos de televisión, le pesa el orgullo nacional, sobre todo teniendo en cuenta que China acogerá los de invierno en febrero. Que Tokio hubiera suspendido los suyos mientras Pekín prepara los de 2022 habría sido un duro golpe que confirmaría el auge y declive de uno y otro país.

A pesar del fuerte rechazo social, que ha hundido su nivel de aceptación hasta el 33%, Suga no necesita moverse por cálculos electoralistas. A menos que el coronavirus provoque una catástrofe como en la India, no parece probable que la débil oposición amenace la hegemonía histórica del partido en el poder en los comicios previstos para octubre.

Más allá del coste económico y humano que acaben teniendo los Juegos de Tokio, su herencia deportiva perdurará una Olimpiada, y la arquitectónica y urbanística durante décadas. Casi tanto como lo que costará pagarla.

El buen papel de Japón aplaca el rechazo,.

Antes de que empezaran los Juegos Olímpicos de Tokio -aplazados un año como consecuencia de la pandemia-, el 83% de los japoneses estaba en contra y quería que se cancelaran. A la petición firmada en internet por más de 350.000 personas se sumaba en julio una demanda ante los tribunales solicitando su suspensión porque, debido al coronavirus, «amenazaban el derecho constitucional a la vida». Durante la ceremonia de inauguración, con las gradas del Estadio Olímpico ocupadas solo por periodistas, el silencio por la falta de público era tal que se escuchaban hasta los gritos de quienes protestaban en el exterior. Pero también había quien acudía a sus puertas para ver el ambiente y hacerse fotos delante de los aros olímpicos que adornan su entrada.

Gracias al buen papel deportivo de Japón, el fuerte rechazo parece haberse aplacado entre la ciudadanía durante los días de competición. A pesar de los contagios relacionados con los Juegos, que han ido subiendo cada día y suman más de 350.000 desde julio, el esfuerzo y los triunfos de los atletas nipones han dado esperanza en estos tiempos difíciles del coronavirus.

 

TITULO:  Días de cine clásico - Cine -   Los siete samuráis ,. , Miercoles -18- Agosto,.

  Este  Miercoles -18- Agosto a las 22:00 en La 2 de TVE, foto,.

 Los siete samuráis

Reparto
 
 
Japón, Siglo XVI. Una aldea de campesinos indefensos es repetidamente atacada y saqueada por una banda de forajidos. Aconsejados por el anciano de la aldea, unos aldeanos acuden a la ciudad con el objetivo de contratar a un grupo de samuráis para protegerlos. A pesar de que el único salario es comida y techo, varios samuráis se van incorporando uno a uno al singular grupo que finalmente se dirige a la aldea.

 

TITULO:   Un país para escucharlo -  Sinéad O'Connor, un juguete roto del pop ,. 

Un país para escucharlo,.
 

Este martes -17- Agosto  , a las 23.00 por  La 2, foto.

 

Sinéad O'Connor, un juguete roto del pop,.

La cantante irlandesa repasa en su autobiografía una vida marcada por la enfermedad mental y los malos tratos,.

 O'Connor se rapó como respuesta a los ejecutivos que le exigían un look más femenino./

16 de octubre de 1992. Sinéad O'Connor (Glenageary, 1966) está tan entusiasmada con la versión de 'I Believe In You' que ha preparado para el concierto del 30 aniversario de Bob Dylan que se ha olvidado de todo lo demás. Se ha olvidado, vaya, de que media América la odia. Así que cuando aparece sobre el escenario del Madison Square Garden,.La cantante irlandesa conocida como Sinéad O'Connor hasta su reciente conversión al islam ha asegurado que no quiere «pasar más tiempo con gente blanca, porque es asquerosa». En varios mensajes en su cuenta de Twitter, Shuhada' Davitt, su nombre actual, pide perdón por lo que dice, pues puede ser «racista», pero asegura que «el Señor necesita trabajadores para hacer el trabajo sucio».

 

 

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