Por muy duchos que sean en el manejo de las redes sociales, el calor del .... GONZALO, 17 años: "Esto no es tan peligroso como piensan los ...
Ligues, peligros & redes sociales
Los móviles han cambiado la forma de
relacionarse de los jóvenes y adolescentes. Charlan, se fotografían,
rompen relaciones, bromean, hacen amigos, ligan... Y no todo es
inocente. El 21 por ciento de los menores han recibido alguna petición
para enviar una imagen comprometida. Con 18 años, la cosa sube hasta el
50 por ciento. Nos introducimos en el secretísimo mundo que esconde un
'smartphone' en manos de los chavales de hoy.
El dedo se desplaza por la
pantalla arrastrando fotos hacia los lados. a la izquierda, Rechazado. a
la derecha, de acuerdo, me gustas. si coincide que dos personas se dan
el sí mutuamente, ya se puede empezar a chatear.
Así funciona
Tinder, el último grito para ligar. La aplicación muestra a los usuarios
más cercanos para facilitar el encuentro. Chateos, apps para ligar, la
pornografía on-line... Son ingredientes que están cambiando la manera de
concebir el sexo, el flirteo y el amor entre los más jóvenes. Viven
pegados al móvil. Ni televisión ni ordenadores. El teléfono es su
principal pantalla. Un 76 por ciento de los chavales de entre 11 y 14 años usan WhatsApp, según un estudio del Centro de Seguridad Protégeles. Facebook
ha muerto, o casi: ha quedado reducido a un entorno light con contenido
apto para padres y familiares. Los más jóvenes han migrado a Twitter,
Instagram, Snapchat, WhatsApp... Allí no los 'ven' los padres, es su
reino.Esta es la cultura de los más jóvenes hoy. Con independencia de su origen social, de dónde vivan, de que sean buenos o malos alumnos y hasta de su carácter, los jóvenes viven en la Red. Si tienen entre 8 y 18 años, lo más probable es que pasen hasta siete horas al día conectados. «Lo hacemos todo a través del móvil», explica Sofía. A sus 16 años, está en su cuarto con sus amigas Olivia y Cris. Las miradas a la pantalla se producen a cada rato: en el colegio, el autobús o el dormitorio. «No vamos a dejarlo en casa. Nos perderíamos un montón de mensajes». Es lo que los expertos conocen como el 'miedo a perderse algo' (fear of missing out, resumido en el acrónimo FOMO). Cris añade: «Pasamos horas en esas aplicaciones. Coqueteas, mandas fotos y demás. Si no lo haces tú, alguna otra lo hará. Todos queremos llamar la atención». El psicoterapeuta Luis Muiño le da la razón.
«Entre los 15 y los 20 años es la edad en que más influencia tiene la presión de los amigos. Y hoy vivimos una época en que la presión es para que cuentes», dice. «La forma de cortejo ha cambiado mucho. Antes los más jóvenes ocultaban el deseo y el erotismo. Hoy ocurre lo contrario». Hoy llevan todo un universo virtual en el bolsillo: conocidos, amigos, ligues en potencia. «El proceso añade se ha acelerado mucho. Para bien y para mal: hemos perdido mucha intimidad y cierta literatura en el ligue. Al mismo tiempo se ha ganado cierta honestidad y se ha 'democratizado': ahora es más sencillo para los introvertidos». Además, hoy pueden recabar mucha información de la otra persona a través de las redes sociales. Un arma de doble filo: «La ruptura es mucho más complicada, porque la otra persona está por todas partes».
Pero hay más peligros. Un 21,2 por ciento de los adolescentes han recibido alguna petición para que envíen una foto comprometida, según un estudio de la Universidad Internacional de La Rioja. El porcentaje se incrementa en las últimas fases de la adolescencia: casi la mitad de los nacidos en 1995 han recibido peticiones similares. La engañosa sensación de anonimato puede llevar a que una chica cuelgue en Internet unas fotografías de las que luego pueda arrepentirse. Por muy duchos que sean en el manejo de las redes sociales, el calor del momento puede hacer que se olviden de que sus momentos privados pueden llegar a millares de individuos.
Para la educadora sexual estadounidense Laura Berman, «estos jóvenes exploran un mundo lleno de trampas armados con dispositivos diseñados para explotar la impulsividad. Además, estos jóvenes no son conscientes de que el córtex prefrontal -la parte del cerebro que mide los riesgos- no termina de alcanzar su desarrollo hasta los 25 años. Estamos hablando, por tanto, del escenario para una tormenta perfecta». Y añade: «Me estoy encontrando con pacientes de veintipocos años que son incapaces de establecer relaciones emocionalmente íntimas». Igual de preocupado se muestra Jorge Flores, director de Pantallas Amigas. «Nos encontramos con muchas chicas que alucinan con las relaciones con su novio. Ellas buscan algo romántico y se encuentran con una cosa atlético-sexual». Explica, alarmado, que se están normalizando cosas que no son normales: «En Internet hay orgías estudiantiles a patadas. Luego los chavales se ven con unas cervezas, un grupo de amigos y una cámara... No les va a parecer tan raro porque ya lo han visto antes. Hay chicos que han visto pornografía violenta y degradante antes incluso de que hayan cogido de la mano a una chica».
Según un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, la edad de inicio de la primera relación sexual completa ha bajado de 17,2 a 15,7 años en un lustro. Resulta bastante claro que el flirteo virtual acelera el acceso a las relaciones sexuales. Tilly, una joven de 18 años, lo explica así: «Lo que sucede es que todos los preliminares tienen lugar en Internet, de forma que en la vida real ya no puedes ir mucho más allá; lo único que te queda es irte a la cama con el otro».
Cinco aplicaciones que todo padre debería conocer...
-Snapchat: una aplicación para el envío de imágenes que pueden ser visionadas durante diez segundos antes de desaparecer... a no ser que el usuario las guarde recurriendo a un 'pantallazo'. Los jóvenes la usan para enviar fotos comprometidas.
-Chatroulette: página que permite iniciar conversaciones con vídeo entre personas del mundo entero. Criticada por el gran número de usuarios que la utilizan con intención sexual.
-Tinder: extendida aplicación para ligar, con unos dos millones de usuarios al día. Los que la emplean pueden ver la proximidad geográfica de sus interlocutores, lo que facilita el rápido arreglo de encuentros.
-'Sexting': mensajes de texto, vía WhatsApp, Line, Telegraph o cualquier otra aplicación similar, con intención sexual. Es frecuente que lleven a explícitas conversaciones sobre lo que a los adolescentes les gustaría hacerse mutuamente.
-Mylol: página de ligue para adolescentes (a partir de los 13 años). Es posible buscar a usuarios atendiendo a su edad o gustos sexuales concretos. Utilizan esta página para coquetear con desconocidos valiéndose de su servicio de mensajería instantánea.
CAROLA,
18 años: "Claro que ha cambiado la forma de ligar. Ahora, si te gusta
un chico, comentas un par de cosas que suba a twitter o Facebook, ¡y ya
está! te cortas menos."¡es demasiado fácil!"
Con 12 años, me
abrí una cuenta en Tuenti: tuve que engañar con la edad, porque es solo a
partir de 14 años. ¡Hay 10.000 fotos mías colgadas! Lo subíamos todo.
Ahora ya no lo uso, aunque estoy todo el día poniendo frases en Twitter,
y en Facebook pasaré como una hora al día. Salvo el tiempo que paso en
clase, lo miro constantemente. Nos acostamos y nos levantamos mirando el
WhatsApp. Mi novio vive fuera de España, tenemos una «relación por
WhatsApp», como yo le digo. ¡No me gusta nada, pero es lo que hay ahora
mismo! Hablamos mucho por mensaje o por Skype, pero no me 'canteo' mucho con las cosas que le mando: ni fotos ni nada comprometido. ¡Nunca se sabe quién lo va a ver! No es lo más habitual, pero sí me he encontrado un par de veces con casos de amigas que les han mandado fotos más íntimas a su novio y luego, cuando lo dejan, ¡lo difunden! No es lo más normal, ni mucho menos, pero sí ocurre. En Twitter tengo más de 460 seguidores y, claro, hay muchos a los que no conozco de nada. Sí se utiliza para ligar. Te 'favoritean' ocho fotos seguidas y luego te preguntan que de dónde eres y tal. A veces se lo dices; otras veces, no. Y si ves algo raro, bloqueas a la persona y ya está. ¡Pero al final hay ocho formas distintas de dar contigo on-line! Sí que está cambiando la manera de ligar. Te gusta un chico y lo sigues en Twitter o en Facebook. Comentas un par de cosas que suba, ¡y ya está! Además, te cortas menos. ¡Es demasiado fácil! Yo nunca las he usado, pero en nuestro entorno sí es habitual que se utilicen redes sociales para ligar, como Badoo. ¡A mí la verdad es que me da muy mal rollo! Es distinto si te presentan a un chico en una discoteca y luego lo sigues en Facebook o Twitter... Eso sí que lo hago.
ELISA,
18 años: "¿Fotos mías picantes? Nunca las mando. He visto muchos casos
de novios que luego, al dejarlo, las difunden. ¡Y, claro, se pasa fatal!
Y
o no mando fotos picantes. He visto muchos casos de novios que luego,
al dejarlo, las difunden por WhatsApp. ¡Y, claro, se pasa fatal! ¡En
Tuenti habrá diez mil fotos mías! Antes me hacía fotos y las colgaba
todas, ¡hasta las movidas! Ahora soy más selectiva. Nunca sabes quién
puede acabar viéndolo. Hay mucha gente que utiliza el Badoo y cosas así
para conocer gente. Sé de algunas relaciones que han empezado así y les
ha ido bien. Pero también hay muchas mentiras. Una amiga pasó un montón
de tiempo hablando con un chico... ¡y, cuando quedaron, resultó que era
una chica! Después se hicieron amigas. Sí han cambiado las cosas. Conoces a una persona una noche y, en lugar de quedar otro día, lo que haces es intercambiar nombres y empezar a seguirte en Facebook o en Twitter. Es verdad que es más sencillo decir ciertas cosas por WhatsApp, por ejemplo. Pero también genera muchos malentendidos. Te permite conocer mejor a la otra persona. Puedes ver a quién sigue, con quién se mueve... Con las fotos ya ves si es una persona tranquila o está todo el día de fiesta. Entre amigos sí hablamos de sexo. ¡Y ahora por WhatsApp de vez en cuando te mandan unos vídeos...! Sobre todo los chicos. Sí creo que puede pasar que se confundan y se crean que la vida real es como lo que han visto ahí. Y, además, ¡es que te persigue! No tienes que buscarlo: muchísimas veces te salta el spam con contenido pornográfico.
GONZALO,
17 años: "Esto no es tan peligroso como piensan los padres. los míos no
están metidos en las redes sociales. en facebook los aceptaría. en
twitter o tuenti, no"
Tanto yo como todos mis amigos estamos en
Twitter, Tuenti, Facebook, Snapchat, Instagram... Snapchat sirve para
mandarte fotos que se destruyen pasado el tiempo que tú elijas -de 1 a
10 segundos-. Al final estás pendiente del móvil todo el día. A Twitter
subo muchos autorretratos y a veces tuits más románticos, más
empalagosos. Tengo ya más de 5000 seguidores. Un par de veces por semana
me escriben chicas para pedirme el teléfono e intercambiar WhatsApps y
conocernos. No lo suelo dar. Yo creo que son cosas para ligues
esporádicos. Me parece difícil entablar una relación seria con alguien a
quien has conocido por las redes sociales. Soy muy consciente de todo
lo que mando, ando con mucho cuidado y creo que todos nosotros tenemos
mucha cautela. Entre nosotros sí que hablamos de sexo. Con las chicas,
no. Yo creo que ellas hablarán entre ellas. ¡Con los padres, no! Aunque sí hablamos mucho con ellos de las precauciones que hay que tener en Internet. Creo que no es tan peligroso como ellos piensan. Mis padres no están muy metidos en las redes sociales, así que no están entre mis contactos. En Facebook los aceptaría, pero no en Twitter o en Tuenti. Cuando subo cosas intento ser yo mismo, aunque tampoco literalmente. En cualquier caso, sí que eres un poco más osado en Twitter o WhatsApp, y dices cosas que no dirías en persona. ¡Una ventaja para tímidos.
PABLO, 20 años: "Con las
redes sociales, la gente sabe más de tu vida. puedes mentir menos. eso
sí, tus defectos no los cuentas, ¡como tampoco harías en persona!"
L
Lo primero que hago por la mañana, antes de subir la persiana, es mirar
el móvil a ver qué hay. Como mucho puedo pasar unas horas sin entrar.
Ahora llevo unas tres semanas en Tinder, una aplicación para ligar. ¡Yo
soy muy exquisito! No me voy con cualquiera. Pero he quedado con chicas
que he conocido por Internet, ¡por supuesto! Si te gusta, buscas cómo
comentar algo que haya subido... O a lo mejor la has visto por la calle,
buscas su perfil y empiezas a hablar por la red social. Luego le pides
el teléfono y, si surge, quedas. La mayoría ligamos así. Yo no veo
tanta diferencia entre ligar on-line y en persona. En los dos sitios te
puedes encontrar a gente más reticente o a otra con la que, con un poco
de labia que tengas y que se sienta atraída por tu físico, ya lo tienes
hecho. Con las redes sociales, la gente sabe más de tu vida: si vas al gimnasio, qué estudias, tus aficiones... Y creo que es algo positivo, porque te muestras más como realmente eres. Yo nunca he creado un perfil falso, aunque, por supuesto, tus defectos no los cuentas. ¡Cómo tampoco lo harías en persona! Yo puedo colgar una foto mía sin camiseta, pero nunca subiría fotos muy íntimas, ni tampoco se las mandaría a nadie. Me lo han llegado a pedir, ¡pero hay que estar muy mal de la cabeza! Hay cierto alarmismo con estas cosas. Los adultos no saben muy bien de qué va. Al final tú verás lo que haces con tu vida y harás lo mismo en Internet o en una discoteca.
SUSANA,
18 años: "yo conocí a mi novio por facebook. un día me agregó y, al
preguntarle quién era, me dijo que se había equivocado de persona. me
sonó al típico truco, ¡pero era tan mono!"
E E stoy en Twitter,
WhatsApp, Facebook... Pero en ninguna red para ligar. Sí tengo amigas
que han conocido chicos así, ¡pero se llevan cada sorpresa! Una amiga
quedó hace poco con un tío y resultó que tenía armas en casa. No lo
volvió a ver. Yo conocí a mi novio en Facebook. Me agregó un día y, al
preguntarle quién era, me dijo que se había equivocado de Susana. Me
sonó al típico truco, pero como era tan mono lo mantuve como contacto.
Me dio confianza porque vi que teníamos amigos en común; si no, nada.
Hoy nos conocemos más por Internet que en persona. Yo creo que, al verse
frente a la pantalla, se muestran más como son. Sobre todo las chicas.
Luego ven a un chico ¡y no saben qué hacer! Cuando era más pequeña, iba a discotecas light y allí sí que veía un chico mono y me acercaba sin más y me liaba con él. Unos besos y ya está. Ahora no. Hasta que no lo conozco bien no doy el siguiente paso. Nunca mandaría una foto desnuda ni a desconocidos ni a gente que conozca. Luego se termina el 'rollo' con tu novio y a saber dónde acaban esas fotos. Cuando tenía 14 años, se difundieron unas fotos de una compañera del colegio donde aparecía desnuda y con gestos muy... Ella pasó del tema. ¡Me pasa a mí y no salgo de casa! Y desaparecería de las redes sociales durante un tiempo,.
TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO, El estrafalario Lobo de Wall Street,.
- Para los que entendemos poco de técnica cinematográfica, Martin Scorsese es una suerte de genio. Y tengo entendido que para los que ...Para los que entendemos poco de técnica cinematográfica, Martin Scorsese es una suerte de genio. Y tengo entendido que para los que entienden, también. Dispone de endemoniada facilidad para encontrar la velocidad exacta del relato, vertiginosa, sin descanso, trepidante, magistral; cosa en la que supongo tiene mucho que ver su inseparable montadora Thelma Schoonmaker. Ambos demuestran pericia sin límites en la última entrega de tres horas de metraje candidata a todos los premios posibles de la Academia de Hollywood: El Lobo de Wall Street, recientemente estrenada en España.
Vista la cinta, la gamberra y descarnada cinta que relata la vida de Jordan Belfort, a uno le asalta la duda de si todo fue así o de si narrador y realizador se han dejado llevar por la caricatura y la exageración. De ser escrupulosamente cierta la historia, habrá que reconocer que los noventa -y lo que le cuelga- han sido un tiempo de piratas, y que muchos de ellos han llegado hasta nuestros días con absoluta impunidad. Más allá de las consideraciones morales que despierten los años desaforados y enloquecidos de capitalismo de barra libre, la película de Scorsese consigue enfrentarnos a varias incomodidades: el espectador medio acaba sintiéndose molesto, a disgusto, desapacible ante el derroche de desenfreno de una época que permitió todas las irreverencias posibles y todos los robos contemplables. Más allá de ello, evidentemente, está el arte, la capacidad para irritarnos o entusiasmarnos que tienen los creadores como Scorsese, que no creo que hayan venido al mundo a dar lecciones de moral ni a sentar las bases del buen salvaje. Vamos, estoy convencido de que todo eso al realizador neoyorquino le importa un carajo. Entre él y Terence Winter, quien ha adaptado el libro autobiográfico de Belfort redondeando un guion que no desmerece sus trabajos sublimes en Boardwalk Empire o en Los Soprano, nos atropellan en una frenética y febril sucesión de barbaridades en las que no hay tiempo para sentimentalismos. Aquí, como les digo, es el salto sin descanso de una obscenidad a otra el que se encarga de salpicarnos los ojos de sorpresa, indignación, risa, incredulidad o enojo. Todo es cierto, pasó ante nosotros y las autoridades no fueron capaces de evitarlo antes de que en 2008 reventara el sistema.
No se trata, está claro, de rasgarnos vestiduras ni de disfrazarnos de Vengadores Justicieros, pero habrá que agradecerles a los creadores de la película que consigan, mediante la exageración, hacernos más conscientes de lo que pasó que otras obras que retrataron a los perillanes de Wall Street con notable éxito de taquilla. DiCaprio, Leonardo, alcanza la cúspide. El personaje es, indudablemente, agradecido, pero el actor favorito de Scorsese se desborda en cada matiz sin que pueda acusársele de exagerado. Jonah Hill, su socio y escudero excelente guionista en horas sueltas, por cierto, merece todos los premios a los que concurse al retratar inconmensurablemente al baboso y carnal lugarteniente de barrabasadas y aventuras de Belfort, alguna desternillante, alguna indignante, todas cinematográficamente suculentas. Belfort quien dicen ha hecho un cameo en el filme, aunque no lo he sabido distinguir es indudablemente un filón: con solo 26 años ganó 39 millones de dólares en un solo año y se dio a la loca carrera por adorar toda obscenidad sin recato alguno. Tal como lo ganó, lo perdió; tal como ascendió a los lujos aberrantes, descendió a los infiernos más severos merced a una investigación del FBI que desarmó sus técnicas colindantes con la estafa. Tras algún tiempo preso en una cárcel de Nevada, solo y desheredado, pasó a sentir el baño de la realidad: actualmente dicen que vive en un modesto apartamento de Los Ángeles y se gana la vida impartiendo conferencias en las que relata su azarosa vida y alerta de los peligros de cada uno de los excesos que vivió.
Es una película, pues, arrolladora, agotadora y caníbal. Entretenida y tormentosa, que no deja a nadie indiferente. Y nos recuerda lo que ha sido nuestro devenir reciente, hayamos participado en él como actores o como simples espectadores. O como víctimas inevitables.
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