domingo, 22 de noviembre de 2015

EL BLOC DEL CARTERO - another country de rod stewart ,./ LA CARTA DE LA SEMANA - BENDITA CONTROVERSIA,.

TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO - another country de rod   stewart ,.

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Rod Stewart: 'Ahora la música es tan disponible como desechable',.

Resultat d'imatges de another country de rod   stewart Con motivo de la publicación de su último álbum, el cantante habla de sus influencias negras y también celtas, de la razón por la que empezó de nuevo a escribir sus canciones y, finalmente, del color de sus calcetines.

"Rock 'n' roll hasta la muerte. ¡Podéis escribirlo en mi lápida!",.

Rod Stewart, conocido como icono del rock británico, pero muy lejos de quedar encasillado por un único género, lanza su nuevo álbum bajo el título de 'Another Country'. El cantante, nacido en 1945 en un barrio cerca de Camden, en Londres, vivió la época del blues de los años 50, el rock de los 60 y ha contribuido a varios estilos de música a lo largo de su carrera. Su nuevo álbum, sin embargo, es el primero que realmente se define por coordenadas célticas y gaélicas; un homenaje a su herencia cultural escocesa y a su familia.
Pero el toque personal va más allá de las influencias musicales y éste es el segundo álbum desde 'Time' (2013) donde la mayoría de las canciones han sido escritas por él. El artista pasó por un 'bloqueo de escritor' debido, según él, a la presión exterior, y que duró casi dos décadas. Las canciones del álbum son más personales y sentimentales, algo que le daría "demasiada vergüenza hace 20 años", cuando su única preocupación era ser "una loca estrella del rock".
¿Qué influencias se respiran en 'Another Country'?
Pues hay muchas influencias célticas; es muy gaélico. Es muy personal también. Y alegre, supongo. ¡Eso es todo lo que te puedo decir! Es una continuación de mi último álbum, 'Time'. Así que creo que es solamente otro paso adelante.
La influencia céltica sí que es algo nuevo. ¿Hay alguna razón para ello?
No. No entro en el estudio de grabación y pienso en qué voy a hacer, como, por ejemplo, un álbum céltico lleno de violines e instrumentos irlandeses. Es solo que me salieron así las canciones. Nunca sabes lo que vas a hacer hasta que llegas al estudio. ¡Y el estudio, de hecho, es la biblioteca de mi casa! [Silba una melodía].
¿Hay una razón para la elección del título?
No. Es el nombre de una canción en el álbum y pensamos que sería un título interesante. La canción, 'Another Country' [Otro País], es sobre nuestras fuerzas armadas. Quería darles mi apoyo. Intenté ponerme en la posición de un soldado e imaginar cómo me sentiría si estuviera lejos de casa en un infierno como Afganistán, como sería echar de menos a mi familia y arriesgar la vida así todos los días.
Usted escribió varias canciones en este álbum después de dejar de escribir durante bastante tiempo. ¿Hubo alguna inspiración o musa que le inspiró este cambio?
Me da risa la palabra musa. Musa... [Ríe]. Cuando escribí mi autobiografía, que se llama, de manera muy apropiada, Rod, tuve varios encuentros con mi familia y mis amigos que me animaron a escribir música otra vez. De repente, me di cuenta de que tenía cosas que decir. Quería rendir homenaje a mi padre, a mis hijos, y también quería cantar sobre cuando empecé en el mundo de la música y sufrí muchos rechazos.
Entonces, ¿ las canciones escritas por usted son más personales?
Sí. Si haces una versión de otra canción tienes que hacer que sea mejor o por lo menos diferente de la original. Con tus propias canciones no hay ninguna comparación; son tus bebés. Nacen, crecen, unos salen mejor que otros; exactamente, como los niños. No sé qué pensarían mis hijos de esta declaración. Tal vez dirían: «¡Soy solamente una canción para ti, papá!» [Ríe]
¿Piensa que es importante que uno escriba su propia música?
Sí, creo que es muy importante. No considero que mis canciones hayan cambiado el mundo, pero espero que hayan puesto la gente a bailar, a cantar y a sonreír. Ésta es mi contribución.
¿Cómo cree usted que ha evolucionado después de probar con tantos estilos diferentes?
Simplemente, mi música ahora es más personal. Una de las canciones en el nuevo álbum se llama 'Batman, Superman, Spiderman', que va de meter en la cama a mi hijo de cuatro años. Es emotivo. No creo que pudiera haber escrito una canción así hace 20 años porque habría sentido demasiada vergüenza. ¡Tenía que ser una loca estrella del rock! Ya sabes. Pero con los años empiezas a ser más sensible.
Uno de sus hits se llama 'Forever Young' (Eternamente joven)... ¿Después de tantos años creando música, diría que este sentimiento sigue vivo dentro de usted?
Sí. Tengo dos hijos pequeños que me animan todos los días. Por ejemplo, ayer vi a mi hijo jugar al fútbol, enseñé a mi otro hijo de cuatro años a tirar con arco y luego pasamos el resto del día recogiendo frutas en el bosque. De hecho, el bosque está en nuestra finca; es bastante grande. ¡Qué día más maravilloso! Todo terminó con un torneo de croquet. ¡Las llamas eternas de la juventud todavía arden dentro de mí! ¿A ti te gustan mis calcetines? Son un poco arriesgados... Esta parte verde y la otra azul, ¿no?
¿Es su 'look' de inglés excéntrico para jugar al croquet?
Siempre tengo que consultarlo con mi mujer. Digo: «Amor, ¿estos zapatos quedan bien con este traje?». Soy daltónico, ¿lo sabías? Pero este conjunto lo confeccioné yo solo.
¿Qué pasa si a ella no le gusta en absoluto?
¡Me cambio inmediatamente! Siempre confundo los azules y el color púrpura, así que hay que tener mucho cuidado.
Usted creció en Londres y está considerado como un icono de la música británica... ¿Debe mucho de su estilo al sitio donde nació?
No, no mucho. Debo mucho a la cultura afroamericana, más que otra cosa. Es lo único que escuchaba y la única cosa que quería ser: Otis Redding, Muddy Waters y los mejores cantantes negros de aquella época. Cuando vivía en Londres en los años 60 mi padre apoyó mucho mi decisión de entrar en el mundo de la música. En aquellos tiempos era muy raro ser músico; todo era nuevo. Era una época maravillosa para estar vivo. Nadie quería ser famoso o rico; yo ni pensaba en eso. ¡Solamente quería estar en el escenario, cantar las canciones de Howlin' Wolf y saber que la gente me escuchaba! También el acto de sacar el vinilo y meterlo en el tocadiscos era mágico. «¡No toques los surcos del disco!». ¡Ay que bellos recuerdos! Ahora la música es tan disponible como desechable... [Ríe]
¿Qué le diría a los músicos españoles que quieren ser estrellas de rock pero no nacieron en un país con la infraestructura musical del Reino Unido?
Es difícil. Hasta los músicos británicos tienen que cantar en un acento americano cuando tocan rock'n' roll para ser fieles al origen del estilo. Hay ciertos géneros que no se puede cantar en otro idioma. Seguro que hay muchos músicos españoles con talento pero no sabía que hay una escena de rock allí. Me gustaría oír algo de rock español.
Pues es una escena que está creciendo...
Interesante. Pues yo tomé muchas influencias de afuera, la mayoría de Estados Unidos. Y yo diría que el secreto es la determinación. Yo tenía tanta determinación que casi me quemó un agujero en el pecho. Hay que tener eso, especialmente haciendo algo tan arriesgado como cantar rock en otro idioma que no sea inglés.
¿Hay algo que le gustaría que le preguntase que no le haya preguntado?
¡Ay no, por dios! [Ríe] Pues, supongo que podrías preguntarme si algún día me jubilaré y yo diría que probablemente no. Amo lo que hago y estoy muy agradecido por tener la oportunidad de seguir haciéndolo. Y de seguir amándolo, por cierto. ¡Incluso esta entrevista ha sido un placer!
Entonces... rock'n' roll hasta la muerte, ¿no?
Sí señorita. "Rock 'n' roll hasta la muerte". ¡Podéis escribirlo en mi lápida!
Muchas gracias
¿Dónde vives, cariño?
En Camden.
Aquello es ahora muy moderno. Me acuerdo cuando ese barrio no era un sitio guay para vivir. Uno de mis primeros trabajos fue allí, en una empresa de papel pintado. En aquellos tiempos era un área muy sombría.
Yo también trabajaba en varios bares allí cuando era más joven. No era mi mejor momento. Pero también guardo muchos recuerdos, como quedar con mis amigos en Camden Bridge y fingir que era una estrella del rock.
[Ríe] ¡Que Dios te bendiga cariño! Fue un placer conocerte.
 
 TÍTULO:  LA CARTA DE LA SEMANA - BENDITA CONTROVERSIA,.

foto--Carmen Posadas

En mi vasta incultura, jamás había oído hablar de Konrad Lorenz. Y, sin embargo, este caballero premio Nobel de Medicina está considerado el padre de una muy interesante rama de la ciencia, la etología, que se encarga de estudiar el comportamiento de los animales y todo lo que este revela sobre nosotros, los humanos. En su libro Sobre la agresión, el pretendido mal, Lorenz elabora una brillante teoría que ayuda a entender por qué a veces llegamos a ser tan crueles.
Resultat d'imatges de BENDITA CONTROVERSIA por carmen posadasConocer las razones ocultas para actuar de una u otra manera no solo permite comprender mejor a los demás, sino, mucho más importante aún, desvela claves sobre actuaciones propias que a veces nos sorprenden y otras nos alarman. Más adelante les hablaré de la agresión y sus claves porque vale la pena, pero hoy me gustaría comentar otra parte del libro más amable, más doméstica y a la vez reveladora de cómo son nuestros secretos mecanismos de comportamiento y del papel que juega en nuestras vidas la rutina, la costumbre. En estos tiempos infantiloides y simples que vivimos, la rutina está considerada casi una mala palabra.
La gente lo que quiere es huir de ella, vivir a mil, centrifugarse a tope. Y eso está muy bien siempre que a uno no se le centrifugue también la sesera; cosa que, mirando en derredor, parece que es lo que ocurre, porque van todos de aquí para allá como pollo sin cabeza. Según Lorenz, en cambio, la rutina no solo no es aburrida, cansina o de pringaos, sino muy necesaria, sobre todo en tiempos inciertos como los que vivimos. Más aún, a veces se convierte en el único refugio y en un modo de mantener la cordura.
Uno de los experimentos que relata Lorenz en su libro es muy revelador. Había adiestrado a un ganso salvaje para que no tuviera miedo de entrar en casa, e incluso subir la escalera interior, algo por lo visto nada fácil para un ánsar. Konrad veía que al ganso le costaba mucho la decisión de subir la escalera y que, antes de hacerlo, indefectiblemente se detenía frente a la ventana y permanecía ahí unos instantes, permitiendo que los rayos del sol lo bañaran de arriba abajo. Siempre era la misma rutina. Entraba, se detenía ante la parte soleada y solo entonces acometía la difícil tarea de subir la escalera. Cada vez lo hacía mejor y con mayor confianza, hasta que un día se detuvo paralizado de terror y, por más que Lorenz lo animaba e incluso azuzaba, fue incapaz de acometer la escalada. ¿Qué había pasado? Simplemente que ese día no había sol, y el ganso no pudo bañarse durante unos segundos en sus rayos, lo que le impidió continuar con la actividad que otros días no presentaba dificultad alguna para él.
Esto me recuerda a alguien a quien admiraba mucho y que, como tantos, de un día para otro se vio prejubilado y sin horizonte. En sus tiempos de bonanza era un hombre ordenado y rutinario. Con puntualidad de reloj suizo salía a las siete y cuarto de su casa, corría por el parque media hora, pasaba por la panadería a las ocho menos cuarto en punto, llegaba a casa, se duchaba y salía hacia su trabajo hecho un brazo de mar a las ocho y veinticinco. Me sorprendió observar que, cuando la vida lo dejó en la cuneta, él continuó exactamente con la misma rutina, gimnasia, panadería, ducha e incluso salía de casa a la hora de siempre vestido del mismo modo que cuando iba a la oficina. ¿Adónde iba? Sospecho que a sentarse en un café o en un banco del parque con un libro.
Un día, me atreví a preguntarle por qué lo hacía y esto es lo que me contestó: «Porque si no tienes una rutina, un día dirás que para qué hacer gimnasia y otro que para qué ducharte o lavarte la cara; más tarde pensarás que no hay motivo para levantarte de la cama y entonces la vida te habrá vencido del todo». Han pasado los años y sigo viéndolo sentado en el café. Su traje es ahora más humilde y ha perdido algo de pelo, pero en sus ojos hay el mismo brillo de siempre. Quizá porque la rutina tiene un efecto benéfico y redentor, como dice Lorenz. O tal vez porque, como apuntaba Albert Camus, no hay destino, por adverso que sea, que no pueda conjurarse con la más total indiferencia.

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