fotos,. - ESPECIES PERDIDAS,.
Especies perdidas y resucitadas: un mundo por redescubrir,.
Una expedición de científicos va a iniciar la búsqueda de veinticinco especies de animales que llevan ya diez años sin ser vistos en libertad
TRES ‘FANTASMAS’
Tortuga gigante de Fernandina (Chelonoidis phantastica)De las veinticinco especies que se van a buscar ahora, tres tienen más posibilidades de aparecer. Una es la tortuga de la isla Fernandina, en las Galápagos. Los científicos que la encontraron y bautizaron en 1906 también la mataron para estudiarla y luego no se encontró ninguna más. En 1964 se hallaron excrementos y en 2009 una expedición vio desde el aire lo que podría ser una, pero hasta la fecha no se ha podido confirmar.
Colobo rojo de la señora Waldron (Piliocolobus badius waldronae)
Esta especie, de los bosques de Costa de Marfil, fue descubierta en 1933 por Willoughby P. Lowe, que cazó ocho para el Museo Británico y los bautizó con el nombre de una amiga. Desde 1978 no se los ha vuelto a ver, lo que les ha merecido el triste título de ser el primer primate presumiblemente extinguido en el siglo XXI. Una foto de un colobo abatido de un disparo en 2001 hace que la esperanza de encontrar una población viva persista.
Equidna de hocico largo de Attenborough (Zaglossus attenboroughi)
Endémico de las montañas Cíclopes en la provincia de Papúa, Nueva Guinea. Fue descrito en 1961 gracias a un ejemplar que presentaba muy mal estado y se bautizó en honor del célebre naturalista de la BBC. Desde entonces no se ha vuelto a ver ninguno, aunque diferentes expediciones han hallado posibles rastros de sus andanzas por la selva. Lo inexplorado de la isla incrementa las probabilidades de éxito.
TRES ‘RESUCITADOS’
Solenodonte cubano (Solenodon cubanus)Cada cierto tiempo aparece una especie que se daba por extinguida. Este es el caso de solenodonte o almiquí cubano, desaparecido desde el año 1970. En 2003 se consiguió capturar uno, al que los científicos bautizaron como Alejandrito. Se estudió durante dos días y se lo liberó después en su medio natural. Alejandrito y otro ejemplar que apareció muerto en el año 2005 permiten confiar en que el solenodonte siga existiendo.
Insecto palo de la isla de Howe (Dryococelus australis)
Lagarto gigante de la Palma (Gallotia auaritae)
2000 años. La pérdida de hábitat causada por la agricultura, la caza y los gatos que acompañaron a los humanos mermaron su población y hace alrededor de 500 años se dio a la especie como extinta. Pero en 2007 Luis Enrique Mínguez, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, logró fotografiar uno de estos lagartos durante una excursión.
TITULO: REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - DARON ACEMOGLU - EL ECONOMISTA DE MODA NO ES OPTIMISTA,.
- fotos,. DARON ACEMOGLU - EL ECONOMISTA DE MODA NO ES OPTIMISTA,.
Dicen de él sus colegas que es una máquina de procesar y analizar datos. De ese talento surgió la teoría de las élites extractivas para explicar el fracaso de las naciones, un impresionante estudio de la economía global. Hablamos con él cuando va a recibir el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento.
Daron Acemoglu nos cita en su despacho del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) un
día festivo sin haber reparado en que es festivo. Se disculpa
sonriendo: «Normalmente, mi asistente me avisa de estas meteduras de
pata». Este turco de 49 años, asentado en Estados Unidos desde hace 24,
es capaz de llevar en la cabeza los sistemas económicos y políticos de
todos los países del planeta -y no es una exageración-, pero con los
días de la semana tiene dificultades… demasiado prosaico. Acemoglu es
conocido en el MIT por su enorme capacidad para analizar datos y por ser
infatigable. Su tesis doctoral de 1992 ya fue considerada la
mejor tesis económica presentada en la prestigiosa Escuela de Economía y
Ciencia Política de Londres, donde estudió. Ahora es uno de
los economistas más aclamados de su generación y ha sido reconocido con
el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de
economía, finanzas y gestión de empresas.
“No descarto otra crisis financiera en Europa”
Sus aportaciones han cristalizado en varios libros, uno de los cuales –¿Por qué fracasan los países?, coescrito con James Robinson, catedrático de Harvard- ha llegado a best seller.
Su teoría es que ni la geografía ni el clima ni la cultura explican las
diferencias económicas entre los países. Son las instituciones
políticas y económicas las que hacen que unos sean prósperos y otros,
pobres. Política y economía no se pueden separar.
Acemoglu y Robinson introducen
una terminología que ya ha calado: instituciones inclusivas frente a
extractivas. Las primeras tienen organizaciones pluralistas y «crean
mercados donde las personas no solo tienen libertad para ejercer la
profesión que mejor se adapta a su talento, sino que también
proporcionan la oportunidad de que sea así». Y no, no se trata solo de
libre mercado. Es más, aclaran los autores, las instituciones inclusivas
requieren «estados poderosos y suficientemente centralizados». En
definitiva, benefician a los ciudadanos.
“Hemos creado un sistema financiero que no beneficia a la sociedad. Hay que replanteárselo porque cada vez genera más riesgo. Es preocupante”
Las segundas, las extractivas,
«tienen como objetivo extraer rentas y riqueza de un subconjunto de la
sociedad para beneficiar a un subconjunto distinto». Es decir, perpetúan
a la élite. Y sí, puede leerse como la ‘casta’. Aunque si algo no es
Acemoglu es un ‘antisistema’.
XLSemanal. Su teoría de
las élites extractivas puede dar a entender, aunque intuyo que no era la
intención del libro, que los únicos responsables de la crisis son los
líderes y las élites. Pero ¿y los ciudadanos? ¿No tiene cada país los
líderes que merece?
Daron Acemoglu.
Tiene razón en que quizá damos la impresión de que solo hay que culpar a
los líderes, pero no queríamos decir eso. Lo que queremos enfatizar es
que el cambio viene siempre desde abajo.
XL. O sea, ¿que los ciudadanos deben revolverse?
D.A. Incluso
bajo los sistemas más potentes de instituciones extractivas hay
oportunidades para protestar. Así que, hasta cierto punto, la gente que
vive bajo esas instituciones no ha sido capaz de organizarse, de hacer
sacrificios y de ser más activa para minar el sistema. Aunque, por otro
lado, ¿cómo vas a hacer eso en Corea del Norte? ¿Y merecen los norcoreanos el sistema que tienen?
XL. Seguro que los
norcoreanos no lo merecen y que el uso de la fuerza de una forma tan
brutal como ejerce Corea es coercitivo. Pero hay otros sistemas con
altos índices de corrupción en Europa, por ejemplo, y siguen ganando
elecciones. Quizá no consideramos que la corrupción sea realmente un
problema…
D.A. Yo creo que en muchos
países lo que hay es una cierta desesperanza por la falta de opciones.
Los votantes tienen miedo de que el tipo que venga después sea incluso
peor que el que está. En España mire quién es la alternativa… ¿Es
Podemos? Ese es el problema. Si hay una alternativa, es más difícil que
los partidos que han sido tentados por la corrupción o han mirado para
otro lado sigan en el poder. Usted igual cree que hay que ir más allá y
votar a quien sea para cambiar la situación y piensa «bueno, no pasa
nada si tenemos tres años de Podemos. Igual arruinan la economía un poco
más de lo que hubiera hecho el PP, pero luego quizá tengamos un nuevo y
mejor Gobierno». Pero correr ese riesgo es mucho pedir…
“Se necesitan desafíos externos que sacudan los sistemas. En españa, ¿es Podemos? Los restos del marxismo son un peligro”
XL. ¿Por qué da usted por hecho que Podemos va a arruinar más la economía?
D.A. Mire
Grecia. Es difícil señalar el coste exacto del Gobierno de Syriza en la
economía, pero la situación está muy mal. Antes de ellos, Grecia estaba
bajo un Gobierno que se podría comparar con el del PP. Quizá no tenían
una trayectoria impecable, pero habían iniciado un proceso de reforma y
la economía griega estaba mostrando rasgos de que se movía, muy
despacio, en la dirección correcta. Tras la elección de Syriza todo se
detuvo y, después de dos años de gran incertidumbre, ahora Syriza está
adoptando algunas de las políticas que ellos mismos habían repudiado y
las cosas se están normalizando.
XL. Pero, si me lo permite, veo una cierta incoherencia con su propia teoría. Usted dice que para acabar con las instituciones extractivas y las élites corruptas tiene que producirse una revuelta. Y resulta que, cuando se propone una revolución, no le gusta…
D.A. Es cierto
que se necesitan ciertos desafíos externos que sacudan las cosas. Y
usted pregunta ¿por qué no es eso Syriza o Podemos? El problema es que
esa fuerza exterior necesita tener un plan económico aplicable. Porque
si llegan al poder solo como un partido de protesta, sin una alternativa
viable, posiblemente sea contraproducente. Y aquí hay una gran
diferencia entre socialdemocracia y marxismo. Yo creo que muchos países
necesitan prácticas socialdemócratas, pero, si en vez de eso, tienes una
ideología marxista que quiere destruir el sistema capitalista, eso va a
empeorar las cosas aún más. Y admito que es un terreno borroso porque
algunos de los éxitos socialdemócratas del siglo XX se movieron dentro
del socialismo, es cierto. Pero no estamos ya en el siglo pasado y creo
que los restos del marxismo son un peligro.
XL. En su libro, Estados Unidos es un ejemplo de buen funcionamiento por sus instituciones, y mire ahora… ahí tienen a Trump. ¿Qué ha pasado para que estén gobernados por un señor que encaja en la descripción de élite extractiva?
D.A. Bueno,
esto requiere una larga conversación… Si tuviésemos que hacerlo corto,
yo diría que lo que ha pasado en Estados Unidos no está enteramente
divorciado de lo que está pasando en Europa. Tenemos una tendencia en
todo el mundo al auge del populismo. Yo veo esto como una consecuencia
de al menos tres tendencias.
XL. Que son…
D.A. Hemos
vivido enormes cambios tecnológicos, con una globalización masiva, pero
una enorme parte de la población no se ha beneficiado de ello. Como esto
ha estado pasando durante 35 años, el descontento ha ido creciendo y se
ha amplificado por el shock de la crisis financiera. Ahora, una parte
muy significativa de la población es muy infeliz y eso ha llevado a
mucha gente hacia el populismo de extrema derecha. Una gente, por
cierto, que en el Medio Oeste americano eran habituales votantes de los
demócratas.
XL. Esa es una razón económica digamos ‘comprensible’. ¿Y las otras dos?
D.A. El cambio
de la jerarquía social es otra de ellas. A lo largo de los últimos 70
años hemos vivido un enorme cambio social. La rígida y desigual
jerarquía social imperante en el pasado en la que los trabajadores
blancos de mediana edad estaban arriba y los negros, las mujeres y los
gais, toda la gente “diferente”, estaban abajo ha colapsado. Ha
desaparecido esa posibilidad de que un sector de la sociedad “machaque” a
otro. La corrección política, que intenta prevenir el discurso
humillante, es un ejemplo de ello.
“Claro que Trump hace felices a sus seguidores. No porque sus medidas económicas los beneficien, sino porque los hace sentirse superiores”
XL. Pero esto es bueno, ¿no?
D.A. Es bueno para los que consiguen los derechos, claro. Pero hay gente que pierde el derecho a “sentirse superior”.
XL. No existe tal derecho…
D.A. No, pero
eso no impide que quienes creían tenerlo estén enfadados. Además, han
sido castigados por la crisis y eso ha disparado el enfado. Y eso ha
dejado a los populistas de derecha como el único candidato para ellos
porque el Partido Demócrata fue el impulsor de la corrección política y
el trato equitativo. Y ahí se coló Trump.
XL. Oiga, ¿y Trump va a hacer felices a esos señores del Medio Oeste?
D.A. Sí y no.
Sí, porque él ya les hace sentir de nuevo superiores. El estatus social
para ellos ha mejorado. Económicamente, no. Los planes económicos de
Trump no les van a beneficiar ni remotamente. Pero socialmente se
sienten empoderados.
“La inmigración hay que regularla mucho, pero no como los franceses, creyéndose superior. Requiere cierta humildad”
XL. ¿Y cuál es el tercer factor?
D.A. La
inmigración. En la historia, la inmigración siempre ha sido un proceso
muy difícil. Incluso en Estados Unidos. Cualquier periodo de auge de la
inmigración ha traído grandes reacciones en contra, a pesar de que
enriquecieron el país, incluso en el corto plazo.
XL. Pues la inmigración no va a parar.
D.A. Es un
hecho. Pero necesitamos tener una discusión más constructiva para lidiar
con ella. Europa ha experimentado con varias formas y ninguna ha sido
un gran éxito.
XL. ¿Qué formas?
D.A.
Simplificando, los franceses han dicho: «De acuerdo, nosotros vamos a
acoger a todos los norteafricanos de las antiguas colonias francesas,
pero vamos a negar totalmente su diferencia. Tienen
que ser franceses, que aceptar nuestros valores. Y, además, no vamos a
hacer nada especial para integrarlos. Que vivan en los banlieues».
Eso ha sido nefasto. Holanda dijo: «Vamos a aceptar a todos los
inmigrantes y ser multiculturales, vamos a reconocer y apoyar su
cultura», y esa apertura no organizada tampoco ha funcionado. Eso ha
permitido que los grupos musulmanes más radicales se hicieran con el
control porque eran los mejor organizados. Los ingleses lo han hecho un
poquito mejor, pero también ha salido mal. Alemania lo ha hecho bien,
pero el número de inmigrantes que llega es enorme y es comprensible el
descontento… Es un tema muy difícil.
XL. Pero seguro que usted tiene una propuesta, una opinión al menos…
D.A.
Instintivamente yo estoy en contra de regular las prácticas culturales.
Eso me parece antiliberal. Por otro lado, entiendo que tienes que hacer
algo frente a los grupos radicales o mezquitas que adoctrinan lo peor.
No hay una solución fácil. Pero hay que encontrar la forma de que los
inmigrantes no se sientan ciudadanos de segunda. Hay que definir la
sociedad de modo que, sin ser forzados, se vayan integrando para que no
sean adoctrinados por los que intentan destruir el sistema.
“La desigualdad va a aumentar. Los que crean, financian o producen nuevas tecnologías van a ser más y más ricos”
XL. ¿Pero usted cree que hay que regular más la inmigración?
D.A. Más, hay
que regularla mucho. Pero no como lo han hecho los franceses. Diciendo
“nosotros somos superiores”. Se requiere cierta humildad.
XL. Un tema clave en su
libro es la desigualdad. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres,
más pobres. ¿Esto va a seguir así?
D.A. Sí, absolutamente.
XL. Pues estamos bien… ¿Hay forma de cambiarlo? ¿Nuevos impuestos a la riqueza, como propone Piketty?
D.A. No,
lamentablemente no hay una solución fácil. El proceso por el que las
nuevas tecnologías van a quitarle trabajo a la gente que antes tenía
salarios decentes va a continuar. El proceso por el cual los que están
creando, produciendo o financiando estas nuevas tecnologías se van a
hacer más y más ricos, va a continuar. Lo único que nosotros podemos
hacer es controlar cómo tiene lugar ese proceso.
XL. ¿Quién es “nosotros”? ¿La gente, el Gobierno?
D.A. Nosotros,
el Estado, digamos. Pero lo que intento decir es lo siguiente: es muy
probable que la inteligencia artificial (en forma de coches sin
conductor, robots…) reemplace a muchos trabajadores. La cuestión es qué
van a hacer esos trabajadores. Una opción es que se queden en el paro.
Pero una segunda posibilidad es que antes de que esa tecnología llegue y
reemplace esos trabajos hayan sido mejor entrenados y tengan la
habilidad de adaptarse a nuevos trabajos.
XL. Pero no se van a necesitar tantos programadores ni todo el mundo es tan inteligente como para dedicarse a crear algoritmos…
D.A. Lo que yo
digo es que no hay evidencia de que estemos viendo el final del trabajo.
En muchos casos, la eliminación de un trabajo llega junto con la
creación de uno nuevo.
XL. ¿Usted no cree que vayamos a ser reemplazados por robots a corto plazo?
D.A. Una pequeña parte, seguro. Pero esto no es el fin del trabajo.
XL. Pero si usted mismo acaba de terminar un estudio sobre el impacto de los robots en el mercado laboral, y los datos son alarmantes…
D.A. Sí, es más
negativo de lo que esperaba, pero en el corto plazo estamos hablando de
una reducción del uno o el dos por ciento de la fuerza laboral. Y el
estudio es del mercado laboral de Estados Unidos, donde los trabajadores
están muy mal preparados. Tienen la peor educación posible para ser
capaces de hacer las transiciones necesarias.
XL. Dependerá de la transición…
D.A. No estamos
hablando de que trabajadores en cadena de General Motors se transformen
en programadores informáticos. Cuando hablo de “preparación”, no me
refiero a que estudien Ingeniería. Basta con saber usar un ordenador o
la inteligencia artificial que toque para saber cómo reparar mejor algo,
aunque sea una tubería… y eso no necesita mucha cualificación.
Cualquiera puede ser entrenado para eso.
XL. Bueno, afortunadamente las nuevas generaciones, los millennials, eso van a saber hacerlo mejor que nosotros…
D.A. Eso sí,
pero hay otra cuestión que no está suficientemente atendida. La
habilidad para comunicar. Los empleados que van a trabajar con
inteligencia artificial serán un puente entre la tecnología y el
consumidor. Ser un buen comunicador, un buen enlace entre la máquina y
tus necesidades, va a ser clave.
“Hay que cambiar el sistema educativo. Enseñar a los niños a comunicar. Los trabajadores serán un puente entre máquina y consumidor”
XL. ¿Qué deberían estudiar entonces nuestros hijos?
D.A. Todo el mundo debería
estudiar lo que le interesa. Pero lo que hay que cambiar es el sistema
de enseñanza. Yo me dirijo más a los profesores que a los padres. Lo que
hay que enseñar a los niños son mejores formas de trabajar en equipo,
de comunicar y de aprender a lidiar con los conflictos.
XL. ¿Cree usted que puede haber otra gran crisis financiera?
D.A. Estoy
preocupado. Hemos creado un sistema financiero que -sin necesidad de
corrupción- solo con los incentivos, solo con que los que trabajan en él
hagan lo que deben hacer, genera riesgos y distorsiones. Necesitamos
dar un paso atrás y pensar qué es lo que necesitamos como sistema
financiero para la economía moderna. En mi opinión, el high speed trading
no beneficia a la sociedad. Los fondos de capital riesgo solo
benefician a sus jefes, a sus empleados y a algunos pocos muy ricos que
invierten en ellos.
XL. ¿Se puede cambiar eso?
D.A. No lo sé.
Si un Gobierno elegido con suficiente apoyo quiere prohibir cierto tipo
de transacción, no creo que sea imposible. La principal dificultad es
que si regulas Londres, irán a Singapur. No sé cómo solucionarlo.
XL. ¿Va a haber otra gran crisis financiera en los próximos diez años?
D.A. No tengo una bola de cristal, pero en el sistema bancario europeo hay enormes riesgos. No descarto otra crisis financiera.
XL. Destaca usted en su libro la importancia de tener buenos líderes políticos y mire lo que hay en este momento: Trump, Putin, Erdogan, en su Turquía natal…
D.A. Lo que
esos líderes tienen en común es que son extremadamente hábiles, astutos.
Mire Trump. Instintivamente encontró los puntos débiles en la sociedad
americana y los explotó. No es que sea inteligente, pero tiene esa
habilidad y es lo suficientemente despiadado como para explotarla.
Siempre hay personas así. Por eso necesitamos instituciones. Lo que han
fallado son las instituciones, que no han logrado parar a esos líderes
ni han sabido dar alternativas.
¡No aprendemos de la historia! Dos ejemplos del pasado que sirvan para la actualidad, contados por el propio economista de moda, Daron Acemoglu
Siglo XVI: «Las máquinas nos van a quitar el trabajo»
En 1583 William
Lee -sacerdote en Calverton (Inglaterra)- reparó en el enorme trabajo
que daba a las tejedoras hacer medias: «Empecé a pensar. Si las prendas
se hacían con dos agujas y una línea de hilo, ¿por qué no utilizar
varias agujas?». Así comenzó la mecanización de la producción textil. En
1589, Lee tuvo lista la máquina de tejer. Viajó a Londres ilusionado
para solicitar a Isabel una patente. Cuando la reina vio la máquina, su
reacción fue devastadora. Se negó a otorgar una patente a Lee y le dijo:
«¿Habéis pensado lo que podría hacer esta invención en mis pobres
súbditos? Sin duda sería su ruina al privarlos de empleo y convertirlos
en mendigos». En Francia, Lee encontró igual rechazo con el sucesor de
Isabel I. Todos creían que la mecanización crearía desempleo,
inestabilidad política y sería una amenaza para el poder real. Lee murió
en 1614 sin hacer fortuna, pero la máquina de tejer ya tenía vida
propia… uno de sus asistentes la fabricaba y el invento se extendió sin
que reyes ni leyes pudieran evitarlo.
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