Chachas e inválidos
No es fácil escribir ni hablar desde la correcta perspectiva de género,.
Procuro escribir sabiendo que si mantengo por inercia determinados roles, estaré contribuyendo a mantener el statu quo discriminatorio. Es decir, si cuento una historia de supermercados, procuro que sean hombres quienes aparezcan comprando. Si cuento una historia doméstica, es él quien pone la mesa. Estoy alerta para evitar las generalidades de mujeres comprando, mujeres cocinando, mujeres asistiendo a las reuniones del colegio, etcétera. Pero sé que eso no basta y que hay una costumbre, una educación, una inercia que me llevan a tener una perspectiva demasiado masculina sin percatarme de ello.
La corrección política, o como quieran llamarla, en el lenguaje es un campo muy complejo. Recuerdo que cuando empecé a escribir en los periódicos, todavía se utilizaban los términos subnormal, anormal, inválido y minusválido. De hecho, la organización estatal que llevaba estos temas se llamaba Serem: Servicio de Recuperación de Minusválidos.
Tenía un profesor manco, don Emiliamo, en el colegio Paideuterion de Cáceres, del que algunas gentes creían que yo era su hijo por faltarnos a los dos lo mismo, al que nombraron director del Serem en Salamanca. Cuando yo estudiaba allí, fui a visitarlo y el encuentro resultó emocionante. Al salir de la institución, el conserje me preguntó si era pariente de don Emiliano. Le respondí que no y él me explicó la razón de su equívoco: «Es que como son los dos tan inválidos». ¿Si el conserje del Serem utilizaba esos términos, cómo no iba a utilizarlos el resto de la sociedad?
A principios de los 90, en Santiago de Compostela, diversas asociaciones me llamaron para explicarme la nueva manera de llamar a los minusválidos y convertirme, de alguna forma, en el adelantado periodístico del nuevo lenguaje. En esa reunión, escuché por primera vez el término discapacitado, que luego se fue adjetivando: discapacitado visual, motriz, mental... No parecían expresiones demasiado acertadas así que se han perfeccionado con los años.
Hace un par de viernes, me entrevistaron para el programa de Canal Extremadura 'Escúchame'. Es un magazín sobre la discapacidad que está muy bien y al que nunca me niego a acudir, aunque me da un poco de vergüenza porque ya he salido varias veces preparando la comida, impartiendo clase, ascendiendo a la Montaña... Me da mucho pudor aparecer como ese chico manco que se supera a sí mismo. En fin...
El caso es que me dijeron que el término preciso que debía utilizar era «persona con discapacidad» mejor que discapacitado. Y así lo hice, aunque les comenté que hay un término más moderno que conocí el año pasado en Murcia en unas jornadas sobre teatro de la inclusión. Ese vocablo es «diverso». Es decir, no somos ni inválidos, ni minusválidos, ni discapacitados físicos ni personas con discapacidad, somos diversos.
Como ven, no es fácil emplear el lenguaje con propiedad ni mantener una respetuosa y políticamente eficiente perspectiva, ya sea de género, ya sea sobre la diversidad. Lo importante, estarán de acuerdo conmigo, es creer de verdad en la inclusión y en la igualdad, pero no está de más que el lenguaje responda a esas convicciones y las expanda. Aunque sea complicado.
TITULO: Minuto para Ganar KIDS - La magia doble de 'El Cascanueces' llega al Real ,.
La magia doble de 'El Cascanueces' llega al Real ,.
José Carlos Martínez afronta con esta «onírica» producción su últimos meses al frente de la Compañía Nacional de Danza, foto.
Mágico
por partida doble. Así es 'El Cascanueces' que la Compañía Nacional de
Danza (CND) que dirige José Carlos Martínez presenta en el Teatro Real.
Es la producción «más ambiciosa» de la compañía pública y, muy
probablemente, el canto del cisne de su director, que cumple contrato en
agosto. Una versión «onírica» y «mágica» que se estrena este sábado y
que marca un hito en la trayectoria de la CND, formación que no abordaba
el ballet de Chaikovski, un clásico ente los clásicos, desde hacía tres
décadas.«Aquí está el trabajo y el esfuerzo de ochos años y la evolución de la compañía. Estrenamos 'Don Quijote' en 2015 y ahora volvemos al clásico con este cuento para niños y adultos, mágico en lo musical y en lo escenográfico», apuntó Martínez al presentar su segundo gran programa clásico.
Su versión -«ni muy oscura ni muy infantil»- se basa en el libretro original de Marius Petipa «pero adaptando la coreografía original a los bailarines de la compañía». 'El Cascanueces' se estrenó en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo en 1892, con coreografía de Lev Ivanov para la adaptación que Alejandro Dumas hizo de 'El Cascanueces y el rey de los ratones', el cuento de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann.
La ambición de Martínez es «transmitir emoción». «Que la técnica quede al servicio de lo que interpretamos sin que traicionemos el original; reinterpretándolo para mostrar la esencia la compañía», asegura su director. «Es una escenografía limpia, no recargada que deja todo el protagonismo a la danza», según Martínez, que hace partícipe al espectador. «Hemos transformado el Reino de los Caramelos en el Reino de los Sueños y queremos que el espectador viva un viaje: hacerle soñar y que imagine su propio Cascanueces», plantea.
Trucos y colores
Con medio centenar de bailarines en escena y casi 150 trajes de vivísimo colorido, es la producción «más ambiciosa» de la compañía pública en la última década y todo un hito. El 'doctorado' de José Carlos Martínez al frente de una formación que no se prodiga con el repertorio más clásico. «Cuando empezamos, la compañía llevaba 25 años sin ponerse las zapatillas de punta y no había hecho ningún ballet clásico», reconocía el director. Quebró esa tendencia con 'Don Quijote' y estima que sus bailarines tienen ahora «el nivel suficiente» para abordar otros clásicos como 'Giselle' o 'El lago de los cisnes'.«Es un clásico en casi todo, menos en la batalla de los ratones, con un guiño contemporáneo qué servía la acción», precisó Martínez. Sitúa la acción en 1910 en torno a la familia burguesa de Clara, la joven protagonista «en quien la realidad y los sueños conviven y se enfrentan». Juega con la magia de la mano de Manu Vera, de la Gran Escuela de Magia Ana Tamariz, y transformando en ilusionista al peronaje de Drosselmeyer, el padrino de Clara. «En escena se verán efectos y juegos de magia; los bailarines han ensayado la técnica de los ilusionistas para que Drosselmeyer pueda hacer trucos en el primer acto», explicó Vera.
Manuel Coves tomará la batuta en las cinco representaciones programadas para los días 3, 4, 6, 8 y 10 de noviembre, con la Orquesta Titular del Teatro Real en el foso y la participación de los Pequeños Cantores de la ORCAM. «La orquesta está en un momento dulce y muy interesante para esta partitura en la que hay un derroche de expresividad de la primera a la última nota», se felicita Coves. «Hay música para la danza y danza para la música», resume.
Tres dobles parejas se alternarán en los papeles protagonistas, que encarnarán en el estreno Cristina Casa como Clara y Alessandro Riga como Cascanueces. Haruhi Otani y Ángel García Molinero interpretarán al Hada de Azúcar y al Príncipe. Mónica Boromello firma la escenografía; Iñaqui Cobos, antiguo bailarín del la CND, del diseño de vestuario y Olga García Sánchez de la iluminación. Cuenta con la participación especial de Antonio Pérez Rodríguez para la coreografía adicional de la Danza española del II acto.
Martínez, que cumple su contrato con la compañía pública el próximo 31 de agosto, no quiere hablar «de momento» sobre su futuro. Prefiere centrarse en las varias giras previstas con 'El Cascanueces' y «otros proyectos». «Hasta agosto estaré preparando la transición ya hablaremos de mi futuro más adelante», zanjó la cuestión.
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