TITULO: Un país en la mochila - Los extremeños juegan cada vez más,.
Los extremeños juegan cada vez más,.
Los extremeños recurren más al azar,.
Los habitantes de esta comunidad autónoma gastaron un 32% más en 2018 que en 2014 en Loterías del Estado, la ONCE, salas de bingo y locales de apuestas,.
fotos,.
En
la peña 'La Milagrosa' hay lista de espera. Una docena de personas
están deseando que alguno de sus 105 integrantes se dé de baja. Quieren
formar parte de una agrupación que por cinco euros a la semana juegan a
la Bonoloto, la Primitiva, Euromillones, el Gordo del domingo y la
Lotería Nacional. Lo cuenta Jorge Sánchez, gerente de
la administración cacereña que puso en marcha esta iniciativa en 2019.
Es un modo más de probar suerte e intentar hacerse millonario gracias al
azar, algo que cada vez intentan más extremeños.
Para muchos ya se ha convertido en un
apartado casi indispensable en su lista de gastos del mes. Los martes y
viernes un boleto para Euromillones, los jueves y sábados otro para la
Lotería Nacional y la Primitiva, todos los días la Bonoloto y la ONCE y
cuando llega el fin de semana es el turno de la Quiniela y el Gordo. En
fechas señaladas como el Día del Padre o de la Madre, que no falte algún
que otro sorteo extraordinario.
Y así, poco a poco, con desembolsos que casi ni se notan en el bolsillo, los extremeños gastan cada vez más en este tipo de juegos de azar. Lo ponen de manifiesto los datos del último informe publicado por la Dirección General de Ordenación del Juego, que ahora pertenece al Ministerio de Consumo, y la información facilitada por Loterías y Apuestas del Estado. Si se echa la vista atrás se observa una tendencia al alza en casi todas las modalidades de sorteos.
En Extremadura desde hace varios años se gasta más en el conjunto de juegos del Estado, algo que también sucede con las salas de bingo, locales de apuestas y en la ONCE. En total pasaron de desembolsar 241,3 millones de euros en 2014 a 318,7 en 2018 (último ejercicio del que hay datos publicados de todos esos sectores).
De este modo, cada extremeño se gasta de media casi 300 euros al año. En 2014 destinaban un poco más de 225.
La diferencia en ese lustro es de 77,4 millones de euros, lo que supone un incremento del 32 por ciento si se atiende a la cantidad económica jugada por los habitantes de esta comunidad autónoma para intentar hacerse ricos de por vida. de a la cantidad económica jugada por los habitantes de esta comunidad autónoma para intentar hacerse ricos de por vida.
De los juegos que pertenecen a Loterías y Apuestas del Estado sí hay datos disponibles correspondientes a 2019. En Extremadura se gastaron 187,3 millones de euros el año pasado en ese tipo de sorteos frente a los 166,9 de 2014. Se registró un incremento de 12,2 por ciento.
Los pacenses se gastaron 105,8 y los cacereños 81,5. Se decantaron en primer lugar por probar suerte con la Lotería Nacional (98,5 millones), que se juega los jueves y sábados y además incluye el sorteo de Navidad y de El Niño.
El
segundo más elegido por los extremeños fue la Primitiva (33,4 millones).
A ella le siguió Euromillones (28 millones), la Bonoloto (18,5
millones), el Gordo de la Primitiva (4,45 millones), Quiniela y Elige 8
(4,1 millones), el Quinigol (163.509 euros) y los que se engloban dentro
de la quiniela hípica, que están entre los menos demandados. Se
denominan Lototurf (77.034 euros) y Quintuple Plus (4.944 euros).
«Lo que más compran no siempre coincide con lo más facturado. Por ejemplo, puedes tener más solicitudes de Bonoloto que vale solo un euro que de Euromillones que cuesta 2,5», comenta Sánchez, quien percibe que la Bonoloto es el sorteo con mayor tirón. «Se sortea de lunes a sábado y, aunque no tiene botes tan llamativos, todos los días toca algo. Lo acumulado no suele superar los tres millones de euros, pero es más sencillo ganar», explica Jorge.
En su caso lleva tres diciembres consecutivos dando premios en Navidad. «Eso supone un aumento de ventas considerable. De hecho se han incrementado un 86%», reconoce el gerente de la administración de lotería 'La Milagrosa', que lleva en Cáceres desde mayo de 2013.
Él ha visto cómo cada vez vende más boletos y no cree que se deba solo a que su local haya sido tocado por la varita de la diosa fortuna en varias ocasiones. Para este empresario, el contexto social y económico de los últimos tiempos también ha influido.
«En 2013 la crisis económica estaba machacando a Extremadura. En los años siguientes continúa habiendo un alto índice de paro, de mileuristas y un incremento poblacional de inmigrantes. Ante eso, como siempre digo, por un euro quién no lo intenta», comenta con una sonrisa antes de afirmar rotundamente que «estos años están siendo muy buenos para los que vendemos lotería».
Lo que está claro es que están siendo mejores que los vividos en el punto álgido de la crisis económica. Alberto Guerrero es gerente de la administración 'La Soledad' de Badajoz. Él no es tan optimista como su compañero de sector. «Poco a poco vamos subiendo la ventas entre un 1% y un 2% cada año», afirma.
Guerrero quiere acabar con un pensamiento que siempre ha girado en torno a este sector. «Es erróneo decir que cuando hay crisis económica se juega más. Es totalmente mentira. Eso lo puede decir cualquier lotero», asegura. «Recuerdo que antes de la crisis había peñas de albañiles que se jugaban entre 3.000 y 4.000 euros todas las semanas. Eso desapareció y ya no ha vuelto. De 2008 a 2013 fueron años muy malos y ahora vamos mejorando los números. Lo que está claro es que no con la alegría de antes. Desde 2014 ha subido, pero es que veníamos de muy malos datos», afirma Guerrero.
Lo elaboran a partir de los servicios estadísticos de las comunidades, la Agencia Tributaria, algunos ayuntamientos, las patronales, los operadores públicos y las memorias anuales de grandes empresas, así como de la información de la Dirección General de Ordenación del Juego.
Precisamente esa última entidad hace referencia en su informe perteneciente a 2018 a otras modalidades de juego como el bingo y las salas de apuesta.
En ambos casos se aprecian incrementos en los últimos años. En el bingo pasaron de gastar 26,1 millones de euros en 2014 a 26,8 en 2018.
Sin embargo, los datos con los que cuenta la administración autonómica detallan números mucho más altos. La Junta de Extremadura, a comienzos de 2019, respondió ante una pregunta del PP en la Asamblea que existían en la región cinco empresas inscritas en el registro de apuestas de la comunidad. Operaban en más de un centenar de establecimientos en 38 localidades.
Solo durante la pasada legislatura, y hasta comienzos de 2019, se habían autorizado 33 locales específicos de apuestas y 53 salones de juego, en los que también está permitida esta actividad.
Ahora ese crecimiento se ha frenado. Según indica la Consejería de Hacienda y Administración Pública de la Junta, desde la entrada en vigor de la norma regional que impide la apertura de estos establecimientos a menos de 300 metros de un centro educativo o a 250 de otro local del mismo tipo, aprobada el 8 de febrero de 2019, en ese año solo recibieron seis nuevas solicitudes para abrir estos negocios.
Pese a esa congelación, las asociaciones se muestran preocupadas. «Desde 2015 el perfil del usuario al que atendemos es más joven. Antes tenían a partir 35 años y ahora suelen ser menores de 30. Normalmente tienen un problema con el juego online y las casas de apuestas», explica Antonio Regalado, presidente de Aexjer, Asociación Extremeña de Jugadores de Azar en Rehabilitación que lleva en funcionamiento casi tres décadas.
Atienden anualmente a unas 200 personas en la región a través de psicólogos y jugadores rehabilitados.
En Acajer
hacen un trabajo similar pero en la capital cacereña y sus alrededores.
Los que forman parte de esta asociación han visto cómo ha ido cambiando
el perfil de sus usuarios. Apuntan a que cuando comenzaron su andadura
en 1997 el grueso de jugadores patológicos estaban relacionados con
máquinas tragaperras y bingo. En la mayoría de los casos eran varones.
Según especifican en su página web, nueve hombres por cada mujer y ésta
casi siempre por el bingo.
«Todo eso ha ido variando. Actualmente llegan chicos muy jóvenes con problemas relacionados con el juego online y apuestas deportivas en salones, además de otros problemas adictivos relacionados con Internet y las redes sociales. Hemos notado un incremento en los últimos años. Incluso llegamos a tratar a personas de 18 años», explican.
Anualmente hacen terapia individual y grupal con medio centenar de usuarios y sus familiares. Aseguran que pocas veces se han topado con adictos al juego por sorteos de Lotería, aunque son conscientes de que también existen esos casos.
TITULO: AQUI HAY TRABAJO - El síntoma San Benito,.
Cuando se produjeron los incidentes a las puertas de Feval, donde se
inauguraba Agroexpo, algún medio nacional rebautizó a Don Benito como
San Benito, y ese nombre, San Benito, adquirió fortuna entre tertulianos
que desgranaban en medio minuto las claves que habían llevado a
agricultores y ganaderos a rebelarse. El error en el nombre fue un
síntoma del desconocimiento que se tiene del mundo rural desde la urbe,
más allá de que les suene la costumbre de antaño de sacar a los santos
para que lloviera. Por eso a lo mejor les cuadraba mejor San Benito que
Don Benito. Desde Madrid, la política agraria suena a galaxia muy
lejana, y saber las soluciones a un problema tan complejo no digamos.
No es un mal exclusivo de los tertulianos, que sería lo de menos. Da la impresión de que tampoco quienes deben corregir el modelo conocen bien el paño. No suele ser el caso del Ministerio de Agricultura, pero sí de otros departamentos cuyas decisiones también tienen un importante impacto sobre el mundo rural.
El pasado viernes los representantes de la nueva política, en particular el vicepresidente Pablo Iglesias y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, anunciaron que actuarán con viejas recetas, las de siempre, para aliviar la situación de quienes dependen del campo: bajar las peonadas necesarias para cobrar el subsidio. Perdonen ustedes pero hasta el lenguaje (peonadas, subsidio) es antiguo, y sobre todo es revelador de que estamos hablando de parches y medidas que no actúan sobre el fondo y perpetúan una forma que se vienen repitiendo desde el siglo pasado. ¿Vamos a algún sitio con medidas como la de las peonadas o solo prolongaremos la imagen de pueblos subsidiados y habitantes conformistas que luego nos echan en cara esos mismos urbanitas?
Recordemos que Yolanda Díaz enseguida quiso corregir a Guillermo Fernández Vara cuando el presidente extremeño dudó de los efectos positivos de la subida del salario mínimo en algunos sectores, respondiéndole que el campo tiene problemas estructurales, es decir, males de antiguo no achacables a su nueva política. En cambio, cuando le toca presenta con tintes de adanismo político el rebajar el número de peonadas para satisfacción de las organizaciones sindicales, que cada cual intenta hacer su trabajo.
El campo extremeño se enfrenta a una gran paradoja. Despuntaba el problema de conseguir mano de obra suficiente para cubrir la demanda de sectores como la fruta, para lo que se proponía aumentar los cupos de migrantes o dosificar la mano de obra de los pueblos, cuando de pronto nos enteramos de que el sector primario alcanza un paro de niveles históricos.
Esta contradicción refleja por sí sola que el problema del sector tiene muchas aristas. Posiblemente nunca lloverá a gusto de todos para decirlo con palabras propias, y aunque es un hecho que los agricultores y ganaderos se caracterizan por ver a menudo el vaso medio vacío y pasan de puntillas el año que lo tienen lleno, no es menos cierto que se requiere de una actuación en profundidad para que puedan afrontar su profesión, que no es precisamente cómoda, con unos niveles mínimos de certidumbre y dignidad, sin que el cielo y las grandes cadenas sean capaces de arruinarles la vida.
Fernández Vara encabezará los próximos años la delegación española en el Comité de las Regiones. Hace bien tratando de ponerse en primera fila en estos momentos en los foros comunitarios donde se decide gran parte del futuro del agro. Sus primeras intervenciones han sido para reclamar que haya más dinero para el mundo rural, aunque los planes iniciales no parecen que vayan en esa dirección. Habrá que jugar fuerte o que San Benito nos bendiga.
Más información
Y así, poco a poco, con desembolsos que casi ni se notan en el bolsillo, los extremeños gastan cada vez más en este tipo de juegos de azar. Lo ponen de manifiesto los datos del último informe publicado por la Dirección General de Ordenación del Juego, que ahora pertenece al Ministerio de Consumo, y la información facilitada por Loterías y Apuestas del Estado. Si se echa la vista atrás se observa una tendencia al alza en casi todas las modalidades de sorteos.
En Extremadura desde hace varios años se gasta más en el conjunto de juegos del Estado, algo que también sucede con las salas de bingo, locales de apuestas y en la ONCE. En total pasaron de desembolsar 241,3 millones de euros en 2014 a 318,7 en 2018 (último ejercicio del que hay datos publicados de todos esos sectores).
De este modo, cada extremeño se gasta de media casi 300 euros al año. En 2014 destinaban un poco más de 225.
La diferencia en ese lustro es de 77,4 millones de euros, lo que supone un incremento del 32 por ciento si se atiende a la cantidad económica jugada por los habitantes de esta comunidad autónoma para intentar hacerse ricos de por vida. de a la cantidad económica jugada por los habitantes de esta comunidad autónoma para intentar hacerse ricos de por vida.
De los juegos que pertenecen a Loterías y Apuestas del Estado sí hay datos disponibles correspondientes a 2019. En Extremadura se gastaron 187,3 millones de euros el año pasado en ese tipo de sorteos frente a los 166,9 de 2014. Se registró un incremento de 12,2 por ciento.
Los pacenses se gastaron 105,8 y los cacereños 81,5. Se decantaron en primer lugar por probar suerte con la Lotería Nacional (98,5 millones), que se juega los jueves y sábados y además incluye el sorteo de Navidad y de El Niño.
«Lo que más compran no siempre coincide con lo más facturado. Por ejemplo, puedes tener más solicitudes de Bonoloto que vale solo un euro que de Euromillones que cuesta 2,5», comenta Sánchez, quien percibe que la Bonoloto es el sorteo con mayor tirón. «Se sortea de lunes a sábado y, aunque no tiene botes tan llamativos, todos los días toca algo. Lo acumulado no suele superar los tres millones de euros, pero es más sencillo ganar», explica Jorge.
En su caso lleva tres diciembres consecutivos dando premios en Navidad. «Eso supone un aumento de ventas considerable. De hecho se han incrementado un 86%», reconoce el gerente de la administración de lotería 'La Milagrosa', que lleva en Cáceres desde mayo de 2013.
Él ha visto cómo cada vez vende más boletos y no cree que se deba solo a que su local haya sido tocado por la varita de la diosa fortuna en varias ocasiones. Para este empresario, el contexto social y económico de los últimos tiempos también ha influido.
«En 2013 la crisis económica estaba machacando a Extremadura. En los años siguientes continúa habiendo un alto índice de paro, de mileuristas y un incremento poblacional de inmigrantes. Ante eso, como siempre digo, por un euro quién no lo intenta», comenta con una sonrisa antes de afirmar rotundamente que «estos años están siendo muy buenos para los que vendemos lotería».
Lo que está claro es que están siendo mejores que los vividos en el punto álgido de la crisis económica. Alberto Guerrero es gerente de la administración 'La Soledad' de Badajoz. Él no es tan optimista como su compañero de sector. «Poco a poco vamos subiendo la ventas entre un 1% y un 2% cada año», afirma.
Guerrero quiere acabar con un pensamiento que siempre ha girado en torno a este sector. «Es erróneo decir que cuando hay crisis económica se juega más. Es totalmente mentira. Eso lo puede decir cualquier lotero», asegura. «Recuerdo que antes de la crisis había peñas de albañiles que se jugaban entre 3.000 y 4.000 euros todas las semanas. Eso desapareció y ya no ha vuelto. De 2008 a 2013 fueron años muy malos y ahora vamos mejorando los números. Lo que está claro es que no con la alegría de antes. Desde 2014 ha subido, pero es que veníamos de muy malos datos», afirma Guerrero.
«Con la crisis no se juega más. Antes había peñas de albañiles que gastaban 3.000 euros en lotería a la semana»
Alkberto Guerrero | Lotero en Badajoz
«Por un euro, quién no lo intenta. Estos años están siendo muy buenos para los que vendemos lotería»
JOrge Sánchez | Lotero en cáceres
Durante
los peores años dice que sus ventas bajaron un 30%. Además el también
notó las dificultades que vivió el país vecino. «Nosotros también
tenemos mucho cliente de Portugal y allí tuvieron un batacazo que les
llevó a la ruina. Nuestros clientes portugueses cayeron muchísimo»,
añade Guerrero, que apunta a que hay otros que nunca fallan. «Hay mucha
gente que juega las mismas apuestas durante casi tres décadas. Tengo
abonados de 1974 que juegan al mismo número que su padres», comenta
Alberto, que también pertenece a una peña formada por 90 integrantes que
todas las semanas del año juegan a la Quiniela. También toca más
Como el juego no deja de ser estadística, los datos también ponen de manifiesto que cuanto más gastan los extremeños más les toca. El ejemplo se puede observar con el sorteo más popular, la Lotería Nacional (se incluye la de Navidad, el Niño, el de los jueves y el del sábado). Si en 2014 repartió en premios en Extremadura 47,2 millones de euros, en 2018 la cifra ascendió a 87,7, según los datos que recoge el anuario que publica la patronal Cejuego, la asociación que integra a las principales empresas del sector.Lo elaboran a partir de los servicios estadísticos de las comunidades, la Agencia Tributaria, algunos ayuntamientos, las patronales, los operadores públicos y las memorias anuales de grandes empresas, así como de la información de la Dirección General de Ordenación del Juego.
Precisamente esa última entidad hace referencia en su informe perteneciente a 2018 a otras modalidades de juego como el bingo y las salas de apuesta.
En ambos casos se aprecian incrementos en los últimos años. En el bingo pasaron de gastar 26,1 millones de euros en 2014 a 26,8 en 2018.
La Asociación Extremeña de Jugadores de Azar en Rehabilitación trata cada año a unas 200 personas
La subida fue mucho mayor en los
locales de apuestas. La proliferación en esta comunidad autónoma de esos
negocios fue a partir del año 2016, cuando había seis establecimientos
en la región. En ellos se gastaron 29,3 millones de euros. En 2018, la
cifra llegó a 26 y superó los 47 millones. Supone un aumento del 60% en
dinero y un 333% en número de establecimientos. Sin embargo, los datos con los que cuenta la administración autonómica detallan números mucho más altos. La Junta de Extremadura, a comienzos de 2019, respondió ante una pregunta del PP en la Asamblea que existían en la región cinco empresas inscritas en el registro de apuestas de la comunidad. Operaban en más de un centenar de establecimientos en 38 localidades.
Solo durante la pasada legislatura, y hasta comienzos de 2019, se habían autorizado 33 locales específicos de apuestas y 53 salones de juego, en los que también está permitida esta actividad.
Ahora ese crecimiento se ha frenado. Según indica la Consejería de Hacienda y Administración Pública de la Junta, desde la entrada en vigor de la norma regional que impide la apertura de estos establecimientos a menos de 300 metros de un centro educativo o a 250 de otro local del mismo tipo, aprobada el 8 de febrero de 2019, en ese año solo recibieron seis nuevas solicitudes para abrir estos negocios.
Pese a esa congelación, las asociaciones se muestran preocupadas. «Desde 2015 el perfil del usuario al que atendemos es más joven. Antes tenían a partir 35 años y ahora suelen ser menores de 30. Normalmente tienen un problema con el juego online y las casas de apuestas», explica Antonio Regalado, presidente de Aexjer, Asociación Extremeña de Jugadores de Azar en Rehabilitación que lleva en funcionamiento casi tres décadas.
Atienden anualmente a unas 200 personas en la región a través de psicólogos y jugadores rehabilitados.
El dato
- 300
- euros es lo que gasta cada extremeño de media al año en el conjunto de juegos de loterías y apuestas del Estado, salas de bingo, locales de apuestas y en sorteos de la ONCE. En 2014 los habitantes de esta comunidad autónoma destinaban un poco más de 225.
«Todo eso ha ido variando. Actualmente llegan chicos muy jóvenes con problemas relacionados con el juego online y apuestas deportivas en salones, además de otros problemas adictivos relacionados con Internet y las redes sociales. Hemos notado un incremento en los últimos años. Incluso llegamos a tratar a personas de 18 años», explican.
Anualmente hacen terapia individual y grupal con medio centenar de usuarios y sus familiares. Aseguran que pocas veces se han topado con adictos al juego por sorteos de Lotería, aunque son conscientes de que también existen esos casos.
Menos visitantes en el casino
El único casino con el que cuenta Extremadura está ubicado en Badajoz y en el año 2018 registró un total de 111.569 visitantes, según el Anuario del Juego 2019 publicado por la patronal Cejuego. Son 14.737 menos que en 2014, lo que supone una caída del 11,6 por ciento. El establecimiento pertenece al Grupo Orenes, que es un operador global de juego con presencia en casinos, bingos, salas de juego, apuestas deportivas, hostelería y juego online. Cuenta con casinos en Murcia, Lanzarote, Castellón y Gran Canarias, así como tres en México. Tiene bingos en ocho comunidades autónomas. Entre ellos, el de Badajoz. En otros puntos de la región también cuenta con establecimientos de apuestas deportivas que han abierto en los últimos años.TITULO: AQUI HAY TRABAJO - El síntoma San Benito,.
El síntoma San Benito,.
Rebajar el número de peonadas para poder cobrar el subsidio es una medida que nos trae la nueva política usando las más viejas recetas, foto,.
No es un mal exclusivo de los tertulianos, que sería lo de menos. Da la impresión de que tampoco quienes deben corregir el modelo conocen bien el paño. No suele ser el caso del Ministerio de Agricultura, pero sí de otros departamentos cuyas decisiones también tienen un importante impacto sobre el mundo rural.
El pasado viernes los representantes de la nueva política, en particular el vicepresidente Pablo Iglesias y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, anunciaron que actuarán con viejas recetas, las de siempre, para aliviar la situación de quienes dependen del campo: bajar las peonadas necesarias para cobrar el subsidio. Perdonen ustedes pero hasta el lenguaje (peonadas, subsidio) es antiguo, y sobre todo es revelador de que estamos hablando de parches y medidas que no actúan sobre el fondo y perpetúan una forma que se vienen repitiendo desde el siglo pasado. ¿Vamos a algún sitio con medidas como la de las peonadas o solo prolongaremos la imagen de pueblos subsidiados y habitantes conformistas que luego nos echan en cara esos mismos urbanitas?
Recordemos que Yolanda Díaz enseguida quiso corregir a Guillermo Fernández Vara cuando el presidente extremeño dudó de los efectos positivos de la subida del salario mínimo en algunos sectores, respondiéndole que el campo tiene problemas estructurales, es decir, males de antiguo no achacables a su nueva política. En cambio, cuando le toca presenta con tintes de adanismo político el rebajar el número de peonadas para satisfacción de las organizaciones sindicales, que cada cual intenta hacer su trabajo.
El campo extremeño se enfrenta a una gran paradoja. Despuntaba el problema de conseguir mano de obra suficiente para cubrir la demanda de sectores como la fruta, para lo que se proponía aumentar los cupos de migrantes o dosificar la mano de obra de los pueblos, cuando de pronto nos enteramos de que el sector primario alcanza un paro de niveles históricos.
Esta contradicción refleja por sí sola que el problema del sector tiene muchas aristas. Posiblemente nunca lloverá a gusto de todos para decirlo con palabras propias, y aunque es un hecho que los agricultores y ganaderos se caracterizan por ver a menudo el vaso medio vacío y pasan de puntillas el año que lo tienen lleno, no es menos cierto que se requiere de una actuación en profundidad para que puedan afrontar su profesión, que no es precisamente cómoda, con unos niveles mínimos de certidumbre y dignidad, sin que el cielo y las grandes cadenas sean capaces de arruinarles la vida.
Fernández Vara encabezará los próximos años la delegación española en el Comité de las Regiones. Hace bien tratando de ponerse en primera fila en estos momentos en los foros comunitarios donde se decide gran parte del futuro del agro. Sus primeras intervenciones han sido para reclamar que haya más dinero para el mundo rural, aunque los planes iniciales no parecen que vayan en esa dirección. Habrá que jugar fuerte o que San Benito nos bendiga.
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