TITULO:
A Crush, la pasta te aplasta - Un año de tu vida - La actriz Concha Velasco ,.
El viernes-12- Febrero a las 22:00 por La 1, foto,.
La actriz Concha Velasco ,.
Concha Velasco se sincera sobre su carrera, su familia y su vida,.
Toñi Moreno repasará, además, con El Selu y El Canijo de Carmona su trayectoria en el Carnaval de Cádiz.
La actriz Concha Velasco es la protagonista del programa Un año de tu vida’ que presenta Toñi Moreno en Canal Sur Televisión, cuando la veterana artista cruce la puerta del tiempo del programa para repasar su trayectoria y su vida. Así, la vallisoletana confesará que el amor de su vida fue su ex marido, el empresario Paco Marsó, del que a pesar de todo lo vivido, sólo recuerda las cosas buenas. También hablará de sus hijos Francisco y Manuel, quien le ha escrito las últimas obras de teatro en las que ha actuado y sigue actuando a sus 81 años de edad.
TITULO: PUERTA CON PUERTA CANAL EXTREMADURA - Cabeza la Vaca ,.
Puerta con puerta - Cabeza la Vaca,.foto / La pasión por el arte de los cavezalavaqueños va desde la pintura hasta la poesía. Pilar nos hace de guía del museo en el que ha convertido su casa para conocer los monumentos del pueblo y a sus dos musas, Frida Kahlo y su marido Manolo. Cantaremos en el bar taurino de José María, visitaremos a las vecinas Felisa y Carmen que conviven con la Virgen de Los Remedios en una de sus habitaciones y reiremos mucho con Rosen, la cerdita de Andrés que se ha merecido un indulto. Prepárense para disfrutar puerta con puerta, de Cabeza la Vaca,.
TITULO: Trastos y tesoros - CANAL EXTREMADURA - El CD Badajoz defiende el liderato en Canarias,.
El CD Badajoz defiende el liderato en Canarias,.
foto / El CD Badajoz Extremadura retoma la competición con una doble cita en Las Palmas de Gran Canaria en la que defiende el liderato, a pesar de su derrota de hace dos semanas en San Sadurniño y descansar esta última jornada. Este viernes se enfrentará al CV Sayre a las 20.30 horas en el Pabellón Carlos García Román, y el domingo (12.00 horas) se medirá al CV San Roque Batán,.
TITULO:
Domingo -14- Febrero - LA SEXTA TV -Ambulancias, en el corazón de la
ciudad - La tasa de positividad de las pruebas roza el nivel de riesgo extremo ,.
El domingo -14- Febrero a las 21:30 por La Sexta, foto,.
La tasa de positividad de las pruebas roza el nivel de riesgo extremo,.
El último dato de casos detectados se sitúa en el 14%, cinco puntos más que la semana anterior y el triple de la recomendación de la OMS,.
Todos los indicadores de la pandemia muestran que España se encuentra en puertas de una tercera ola, si no es que está ya inmersa en ella. Pero con los contagios, los fallecimientos, las hospitalizaciones y la tasa de incidencia en cifras altísimas, en las últimas semanas sólo un factor permanecía en niveles estables: la positividad de los test. El porcentaje de positivos en las pruebas realizadas se mantenía desde finales de noviembre por debajo del 10%, que, aun siendo el doble de la cifra aconsejada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) -ahora es el triple-, se encuadraba dentro de un nivel de 'riesgo medio', según el 'semáforo' que el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas establecieron para medir los datos de la pandemia.
Pues bien, todo ha cambiado en apenas una semana: el 9,20% de positividad del 31 de diciembre se ha disparado cinco puntos, hasta el 14,09% del pasado viernes, un nivel que no se alcanzaba desde el 24 de abril, en el punto más crítico de la primera ola, y rozando ya el 15% que significaría el 'riesgo extremo'.
En su documento 'Criterios de salud pública para ajustar las medidas de salud pública y sociales en el contexto de la covid-19', la OMS dice que la pandemia está bajo control cuando «menos del 5% de las muestras analizadas dan positivo al menos durante las dos últimas semanas, siempre y cuando la vigilancia de casos sospechosos sea integral». Para el Ministerio de Sanidad, el objetivo marcado es alcanzar menos del 4% de positividad. Entre el 4 y el 7%, se considera que el país estaría en riesgo bajo, entre el 7 y el 10%, en riesgo medio; entre el 10 y el 15%, en riesgo alto, y por encima del 15%, en riesgo extremo.
En lo peor de la pandemia, a finales de marzo, cuando por fin se dispuso de la posibilidad de realizar pruebas diagnósticas, la tasa de positividad se situaba en el 30% porque sólo se hacían tests a quienes tenían síntomas. El porcentaje cayó progresivamente hasta el mínimo del 9 de junio, 0,8%, y otra vez desde ahí volvió a crecer hasta mitad de noviembre, alcanzando un pico del 13,5% que otra vez fue disminuyendo hasta la última semana de diciembre, cuando ha repuntado de nuevo.
Por comunidades y ciudades autónomas, la tasa de positividad muestra guarismos muy dispares, pero ninguna se encuentra ya por debajo del 5%, tras el importante crecimiento que han sufrido en los últimos diez días. La que tiene una positividad menor es Asturias, con el 5,44%, y tras ella están Canarias (7,42%), Navarra (7,92%), Cantabria (7,96%) y Galicia (8,41%). Por el lado contrario, tres autonomías presentan un índice inaudito: Extremadura, el 20,91%; Castilla-La Mancha, el 23,40%, y sobre todo, la Comunidad Valenciana, donde uno de cada cuatro test de antígenos o PCR da resultado positivo (25,89%).
«Transmisión comunitaria»
«En el caso español, esto es una mala noticia porque el repunte de la tasa de positividad está acompañado de un aumento de otros indicadores, como la incidencia acumulada o las hospitalizaciones. Una tasa del 14% en España, que es un país que mantiene una clara estrategia de test, nos está indicando que puede existir transmisión comunitaria», explica el epidemiólogo Pedro Gullón.
La tasa de positividad sirve, principalmente, para determinar si la pandemia se encuentra fuera de control. Aunque debe ser cotejada con el resto de los indicadores, ofrece información sobre la capacidad de detección de un sistema de salud, y aquí actúa de manera contraintuitiva: cuando la tasa es muy alta, como ocurre ahora mismo en España, existen más posibilidades de que se estén detectando menos casos de los que realmente hay porque sólo se están realizando pruebas a quienes más síntomas muestran. En este sentido, según el último informe de seroprevalencia, en España se están detectando el 60% de los casos reales, es decir, cuatro de cada diez contagiados no saben que son portadores del virus.
«Que la tasa se encuentre por debajo del 5%, siempre que haya una estrategia de test bien elaborada, quiere decir que se está llegando a todos los casos. Lo contrario, como sucede ahora en España, significa que están apareciendo muchos más casos de los que se preveían», subraya Gullón.
En comparación con otros países, España está en una posición intermedia, muy lejos de aquellos que han controlado mejor la pandemia (Corea del Sur, Singapur), cuyas tasas se sitúan entre el 0 y el 3%, pero mucho mejor que aquellos que están sufriendo una durísima segunda ola o ya están en la tercera, como Países Bajos (13,6%), Alemania (16,1%), Suiza (16,7%), o Suecia (20%), según la web 'ourworldindata', de la Universidad de Oxford, que recopila datos mundiales sobre la pandemia.
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CAFE
GIJON - MANZANAS VERDES - La caza. Tramuntana - Víctor y Cati pasan la noche juntos ,.
CAFE GIJON,.
CAFE GIJON,.
Café Gijón - foto,.
MANZANAS VERDES - La caza. Tramuntana - Víctor y Cati pasan la noche juntos ,.
MANZANAS VERDES -La caza. Tramuntana - Víctor y Cati pasan la noche juntos . , fotos,.
La caza. Tramuntana - Víctor y Cati pasan la noche juntos,.
Cati ha encontrado a Víctor a punto de tomar una mala decisión y volver a la bebida. Por suerte, ella ha podido frenar sus intenciones y ha hecho que Víctor se vaya con ella y su hijo a casa. Una vez en su casa los dos hablan sobre sus problemas y encuentran refugio en el otro. Una decisión que, sin duda, afectará a la relación que tiene con Sara.
TITULO: LA AVENTURA DEL SABER TVE - Bodas por lo civil, pero funerales por la iglesia ,.
Bodas por lo civil, pero funerales por la iglesia
Seguimos acudiendo a la religión para despedirnos de nuestros difuntos: solo el 18% de estas ceremonias son laicas
El vínculo de los españoles con la religión ha cambiado mucho en los últimos cuarenta o cincuenta años, pero esa evolución avanza a una velocidad diferente en distintos ámbitos. El resultado es un puzle complejo, un espejo roto en el que algunos fragmentos siguen mirando hacia el cristianismo mientras otros le vuelven la espalda. Según la edición más reciente del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, el 61% de la población se declara católica (frente al 90% de hace cuatro décadas), pero solo el 35% acude con cierta asiduidad a misa. Ese desfase se acentúa si atendemos a los ritos que marcan nuestra biografía: solo el 20% de los matrimonios se celebran por la iglesia (se han cambiado las tornas, porque, hace treinta años, ese era precisamente el porcentaje de las bodas civiles), mientras que el 82% de los funerales siguen siendo confesionales. Nos casamos mayoritariamente en ayuntamientos y juzgados, pero preferimos despedir a nuestros muertos delante de un cura.
«Todos los años hacemos una radiografía del sector y, en las últimas dos o tres, se aprecia un ligero incremento de las ceremonias laicas. Se dan sobre todo en las grandes ciudades: hay áreas rurales en las que su presencia es irrelevante», resume Alfredo Gosálvez, secretario general de Panasef, la asociación nacional de empresas funerarias. Por supuesto, se pueden encontrar algunas explicaciones a la disparidad entre bodas y funerales civiles. Una es demográfica: la media de edad de las personas que fallecen es muy superior a la de quienes se casan, de manera que parece lógico pensar que entre ellos abundarán más los creyentes. Otra es psicológica: una cosa es contraer matrimonio y otra muy distinta encarar la muerte, envuelta en dudas sobre un hipotético más allá, y ese vértigo ante lo desconocido puede avivar la religiosidad de algunas personas, del mismo modo que en las necrológicas se cuelan a menudo referencias a una existencia posterior (como eso de que un músico muerto «estará tocando ahora» con algún otro colega que le precedió). No obstante, los defensores del laicismo consideran que un factor crucial es, simplemente, la costumbre.
En los dólmenes
«La cultura de la muerte que existe aquí, vinculada a la pena y la tristeza y tan distinta de la oriental, lleva a que la rutina tenga un mayor peso y la gente no se plantee otro tipo de ceremonias. Se mantiene esta cultura de mirar hacia arriba, hacia un más allá», analiza Juanjo Picó, portavoz de la asociación Europa Laica. «La boda es un evento lúdico que se acompaña de una ceremonia –añade–, mientras que en el funeral, sin esa parte lúdica, el componente cultural pesa mucho más. Además, una boda se puede celebrar en cualquier sitio, pero, por cuestiones sanitarias, los funerales implican cementerios, la inmensa mayoría con imaginería religiosa. Los municipios andan renqueantes en este asunto: en muchos cementerios no existen salas multidisciplinares, solo están las capillas, e incluso los hay que siguen siendo propiedad de la Iglesia». Picó hace hincapié en que no se debe malinterpretar su planteamiento: «No pretendemos que los ritos civiles sean competencia de los religiosos, ni muchísimo menos, sino poner cada uno en su sitio: por supuesto, las personas que quieran sus ritos religiosos han de tenerlos garantizados, pero las instituciones públicas deberían favorecer lo civil». Ahí también hay que citar los llamados 'bautizos civiles', actos públicos de bienvenida a los nuevos ciudadanos que «contados ayuntamientos» han puesto en marcha.
«No pretendemos que los ritos civiles sean competencia de los religiosos, ni muchísimo menos, sino poner cada uno en su sitio: las instituciones deberían favorecer lo civil» JUANJO PICÓ
Las empresas que organizan ceremonias laicas de despedida conocen bien ese peso inconmovible de la tradición. «Sigue siendo difícil difundir esta opción, y más aún en ciudades tan 'marianas' como Sevilla, donde el peso de la tradición católica en las generaciones de personas mayores está muy arraigado. Escuchamos mucho eso de 'a mí me habría encantado despedirme de mi padre de otra forma, pero mi madre quiso hacerle una misa y ponerle la cruz al ataúd, aunque él era ateo hasta la médula'», suspira Alejandra Martínez, que hace un par de años fundó en la capital andaluza LaSiempreViva. Su caso, además, es muy particular, porque no trabaja con tanatorios: «No hay nada más frío e impersonal, con un ambiente cargado de tristeza, con lápidas, urnas y coronas de flores, con desconocidos en traje y nombres en pantallas que señalan a qué sala tenemos que entrar», argumenta. De las ceremonias fúnebres que ha celebrado, la que mayor impresión le causó tuvo lugar en los dólmenes de Matarrubilla y La Pastora: «La organizaron cinco compañeros de trabajo de una persona amante de la historia. El guía de los dólmenes nos acompañó en el recorrido y, después, buscamos un espacio entre olivos para leer unos poemas. Los versos citaban las mariposas y, como añadido a la magia del momento, en ese momento empezaron a revolotear a nuestro alrededor pequeñas mariposas amarillas».
El caparazón del dolor
Quienes ofician las ceremonias laicas suelen mostrarse muy orgullosos de la «humanidad» de estos encuentros, y contraponen su cuidadoso repaso de la vida del difunto con las fórmulas rutinarias de muchos funerales católicos. «En algunos podrían ponerle un código QR al féretro y ya está, porque suelen ser muy impersonales. Nosotros tratamos de hacer una despedida más humana, menos estandarizada», comenta Eloy Pastrana, un actor, músico y monologuista que trabaja como orador para la empresa MúsicaXcerimòniA, fundada en Barcelona en 2011. «Tenemos que conectar con la familia para hacer un homenaje póstumo de la mejor manera, un breve viaje por la vida de la persona. Al principio suelen estar muy cerrados, con el caparazón del dolor, y hay que abrirlo para que te den el máximo de información. A veces no saben por dónde empezar. Ahí podemos ayudarles: ¿dónde nació, tenía hermanos...? Normalmente, el caparazón se abre y, a veces, empiezan a afluir los recuerdos y se produce un verdadero bombardeo». ¿Por qué cree que los funerales laicos no se han impuesto al nivel de las bodas? «Parece claro que a una persona, qué sé yo, anticlerical y anarquista no se le debe dar el último adiós en una iglesia, pero a mucha gente le cuesta asumir la idea de la ceremonia laica: por educación, por cultura, por arraigo y también por el qué dirán, que en esto rige mucho. A veces anteponemos nuestras ideas a las del difunto: la familia hace lo que cree más correcto, aunque no sea lo que él deseaba. Se impone la costumbre, el 'siempre se ha hecho así'... ¡Hay tantos clichés en nuestra vida!».
«Escuchamos mucho eso de 'a mí me habría encantado despedirme de mi padre de otra forma, pero mi madre quiso hacerle una misa y ponerle la cruz al ataúd, aunque él era ateo'» ALEJANDRA MARTÍNEZ
Lo que parece claro es que estos meses de pandemia, con tantas muertes en soledad y tantos funerales sin abrazos, nos han vuelto dolorosamente conscientes de la importancia que tienen en nuestras vidas los ritos, sean laicos o religiosos. «Los rituales son herramientas poderosas y positivas, pueden ayudar a crear hábitos y a fortalecer relaciones, tan debilitadas actualmente por el miedo a contagiarse», asiente Alejandra Martínez. Y Alfredo Gosálvez, el representante de las funerarias, aporta un dato significativo: «El 90% de las personas que han perdido a algún ser querido en la pandemia y no han podido tener el correspondiente rito funerario han querido recuperarlo de alguna manera después, cuando ha vuelto a ser posible. Es nuestra cultura».
Del marido maltratador a los recordatorios que valen por un carajillo,.
Una característica de los funerales laicos es su flexibilidad, que permite ajustarlos a la personalidad del difunto. La mayoría de la gente prefiere despedidas tirando a convencionales, pero el orador Eloy Pastrana ya ha vivido unas cuantas ceremonias inolvidables por su singularidad, a veces marcadamente excéntrica: «La idea es respetar al máximo los deseos de la persona. He visto brindar con cava por el difunto, que lo había querido así. Otro pidió que se hiciesen recordatorios en los que, por detrás, decía 'vale por un carajillo en el bar Manolo', y la cosa iba en serio. O está el hombre que murió de cáncer de pulmón y quiso ser incinerado con cartones de Ducados», repasa a bote pronto.
No obstante, en su repertorio de anécdotas siempre acaban imponiéndose dos, más bien amargas. «Una vez, me encontré con una familia cerradísima y, al final, la viuda me dijo de su marido: 'Era un hijo de puta'. Mi cabeza se puso a doscientos por hora. Y, cuando me empezó a relatar por qué lo decía, se me puso a cuatrocientos, porque la mujer tenía toda la razón. No pude evitar preguntarle por qué se gastaba el dinero en una ceremonia para él, y me dieron ganas de aplaudirle cuando respondió: 'Que él haya sido un hijo de puta y nos haya maltratado toda su vida no significa que nosotros también lo seamos'. También me dijo que lo iba a incinerar porque no se fiaba de que no se levantase de la tumba». ¿Y la otra anécdota? «Fue una ceremonia a la que no acudió nadie. Sobre el féretro del señor había unas flores con una banda que decía 'de tu familia que te quiere', pero allí no se presentó ni el tato: estábamos los tres músicos y el orador y se sumaron el gerente del tanatorio, el cura, uno de los mozos y el de la aseguradora. Hicimos la ceremonia, claro. Después lo investigué y había sido el propio hombre quien organizó su funeral, porque estaba solo en la vida», aclara Pastrana.
De todas formas, la mayoría de los funerales laicos se ajustan a los cánones de la emoción compartida. «Uno que recuerdo con mucho cariño fue el de un chico extranjero, un trotamundos que falleció en Barcelona y estuvo en el depósito un mes, hasta que se logró localizar a la familia. Estábamos solos los padres y yo y la madre trajo un cedé de Verdi: nos quedamos allí los tres, escuchando la música junto al féretro, compartiendo ese rato con su hijo».
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