domingo, 6 de agosto de 2017

EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - LOS OTROS DAMNIFICADOS POR EL MURO,./ EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - CINCUENTA COCHINOS EUROS,.

TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - LOS OTROS DAMNIFICADOS POR EL MURO,.
fotos - LOS OTROS DAMNIFICADOS POR EL MURO,.

El muro de cemento entre Estados Unidos y México afectará a más de 7000 especies de animales y plantas. Las semillas no se dispersarán, los mamíferos no podrán migrar… Los científicos alertan de una catástrofe natural.

Las cámaras de visión nocturna se activaron al detectar el movimiento y comenzaron a grabar. Una sombra, más densa que las demás, caminaba  entre los matorrales con movimientos silenciosos. Los vigilantes de guardia comprobaron que las cámaras se habían activado, pero en el monitor no lograban ver nada. Aquel ser era imperceptible para sus ojos y sus oídos; era como si un fragmento de la noche estuviera cruzando la frontera entre México y Estados Unidos en las montañas Dos Cabezas, cerca de Tucson (Arizona). Mucho más sensibles que el ojo humano, las cámaras pudieron registrar al silencioso espectro.

Entusiasmo científico

Los biólogos que más tarde comprobaron la grabación no podían creerlo. Aquella sombra en movimiento era el mayor de los felinos americanos, un jaguar macho en busca de nuevos territorios. Era el tercer jaguar conocido que cruzaba la frontera desde el año 2012 y probablemente el sexto en hacerlo desde que los jaguares fueron exterminados en Estados Unidos en la década de los sesenta del siglo pasado. Los miembros del Departamento para la Vida Salvaje estaban entusiasmados. Era un paso importante para conseguir la reintroducción del jaguar en Arizona; un indicador de que la población de jaguares mexicanos podría irse desplazando hacia el norte en busca de nuevos territorios, acercando así la meta de su reintroducción. Pero su alegría pende de un hilo. Todos tienen en mente la iniciativa que acabaría radicalmente con la esperanza del proyecto: el muro de Trump.

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Desde que el actual presidente de los Estados Unidos planteara cerrar la frontera entre su país y México con un muro de cemento sólido, la comunidad internacional ha levantado toda suerte de protestas escandalizada por el drama humano que esto podría suponer. Pero casi nadie había pensado en el impacto que el muro tendrá en la ecología de la frontera; en sus ríos, animales y plantas. Hasta que los primeros informes científicos han empezado a publicarse.

Un drama ecológico

En la actualidad, el 40 por ciento de los 3200 kilómetros de frontera entre los dos países están salpicados por diferentes barreras para impedir el tráfico de drogas y la inmigración ilegal. Son vallas que se vigilan constantemente por medio de patrullas, helicópteros, agentes y cámaras especiales. Esto trae consigo pistas, carreteras, ruidos, luces y movimientos que alejan a la fauna local. Pero entre ellas hay huecos, espacios que, si bien son difíciles de traspasar con un vehículo, permiten el paso a los animales.

Las barreras actuales alejan a la fauna local, pero todavía hay huecos por donde se cuelan animales

Con el muro que Trump quieren completar todos estos pasos desaparecerán. El muro, de hormigón en su totalidad y con una altura prevista de entre 10 y 20 metros, bloqueará completamente el paso de cualquier animal, con graves consecuencias medioambientales.

conocer, naturaleza, fauna, animales, extincio, muro trump, xlsemanalEl muro puede partir en dos la frágil población de lobos grises mexicanos, la subespecie de lobo gris más amenazada del mundo, con solo 100 individuos
Más de 7000 especies de animales y plantas se verán afectadas por el muro, 111 de las cuales están ya gravemente amenazadas. Porque también muchas plantas verán bloqueada su vía de dispersión de las semillas. Jaguares, lobos, ocelotes, pumas, correcaminos, mochuelos enanos, osos, antílopes americanos… nuemerosas especies de toda índole no podrán intercambiar su carga genética con sus vecinos del norte con lo que sus poblaciones serán paulatinamente cada vez más débiles. Al empobrecimiento genético hay que añadir las consecuencias que el cambio climático -algo que Donald Trump niega- traerá a los ecosistemas y a las especies que en ellos habitan.
Con un clima cada vez más cálido, una estación de lluvias más corta y unos inviernos muy secos, muchas especies necesitan migrar hacia el suave clima del norte en las épocas más duras del año. Sin embargo, el muro de hormigón se lo impedirá. Y aquellos que siguen el régimen de lluvias buscando el agua cada vez más escasa de las precipitaciones anuales también se verán afectados por el impedimento físico de la barrera de cemento y por los cambios que provocará esta barrera en los cursos estacionales de agua.

El muro, con una altura prevista de entre 10 y 20 metros, perjudicará a 111 especies amenazadas

Los científicos de diferentes organizaciones denuncian que cada día les resulta más difícil realizar estudios en la zona para obtener datos fiables del impacto ecológico del muro. Los agentes gubernamentales les ponen todo tipo de dificultades alegando que entorpecen su misión de vigilancia. Pero los datos que se van consiguiendo poco a poco son imprescindibles para prever el impacto en áreas de máximo interés ecológico, como son los muchos parques y reservas que se verán divididos por la gran barrera de cemento y hormigón.
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Migración necesaria
En la década de 1880, decenas de miles de berrendos o antílopes americanos murieron en el valle de los Antílopes de California al no poder cruzar las nuevas líneas de ferrocarril. El muro amenaza la migración de los últimos berrendos que sobreviven en el desierto de Sonora
Esta misma comunidad científica alerta también sobre el daño medioambiental que implicará el mismo hecho de levantar la pared. El cemento que se utilizará en su construcción, alrededor de 7,8 millones de metros cúbicos, liberará 1,9 millones de toneladas métricas de CO2.

El cemento utilizado en la construcción del muro liberará 1,9 millones de toneladas de CO2

La construcción definitiva del muro, que, a pesar de lo que mucha gente cree todavía, lo empezó a levantar el presidente Bill Clinton en 1993, llega precedida del Secure Fence Act de 2006, un acta que aprobaba la construcción de 700 millas de nuevas barreras y por la que se puede anular una serie de leyes medioambientales, incluyendo la Ley de Especies Amenazadas, la Ley de Aves Migratorias y la Ley de Protección de la Vida Salvaje.
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Agua y pasto
Algo más de 130 bisontes pacen en las praderas de la Reserva de la Biosfera Janos, en México. Migran anualmente a las tierras de Arizona en busca de agua y pasto. El muro les cerrará el paso
Todos los impedimentos que estas leyes pudieran ocasionar a la construcción del muro quedaron sin efecto en el año 2006, durante el mandato de George W. Bush.
Entre los científicos hay unanimidad. Los 25.000 millones de dólares que costará levantar la barrera serán poco comparados con las repercusiones económicas y los daños ambientales que, a medio y largo plazo, causará el muro. «Este tipo de construcción -sostiene Sergio Ávila-Villegas, del Museo del Desierto de Arizona-Sonora- no solo impide el paso de la vida salvaje, también destruye el hábitat, fragmentándolo e impidiendo la conectividad que los animales necesitan».

Puentes en vez de muros

«Si Trump quiere realmente mostrar su valor como constructor y dejar huella con una obra que perdure y se recuerde en el tiempo -concluye el doctor Bhagwat, profesor de la Universidad Abierta del Reino Unido-, debería construir puentes para los animales en la frontera entre Estados Unidos y México, y no muros».

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  reloj - foto - CINCUENTA COCHINOS EUROS,.


reloj.jpegEmilio es todo un personaje. Acaba de cumplir 67 tacos y lleva varios de jubilata. Me toca de refilón por vínculos familiares y lo conozco desde hace mucho. Es un fulano de inteligencia extraordinaria, con una formación intelectual que ya quisieran para sí muchos econopijos pasados por Harvard, o por donde pasen. Y además, de izquierdas como ha sido siempre –de izquierdas culto, que no es lo mismo que de izquierdas a secas, y más en España–, posee una formación dialéctica marxista impecable. En su día, paradojas de la vida, fue uno de los más eficaces comerciales de una multinacional donde ganaba una pasta horrorosa, pero currar con traje y corbata nunca le gustó. Así que se jubiló de forma anticipada, para vivir de una modesta pensión. No necesita más. Lee cinco periódicos diarios, oye la radio, fuma, se toma su café en el bar y pasa de todo. No creo que para la vida que lleva necesite más de trescientos euros al mes. A veces pienso que habría sido un mendigo de los que ni siquiera mendigan, perfecto y feliz, con su cartón de Don Simón y sus colegas. Por eso, en plan cariñoso, lo llamo Emilio el Perroflauta.
Como pasa de todo, Emilio es un desastre. Va sin dinero en el bolsillo, entre otras cosas porque odia los bancos –siempre se negó a tener tarjetas de crédito– y cree que el mejor rescate para un banco es un cartucho de dinamita. Sus hermanas son quienes le vigilan la modesta cuenta corriente, hacen los pagos de agua y luz y le entregan el poco dinero de bolsillo que necesita. Pero, el otro día, se vio sin sonante. Pasaba cerca del banco, así que entró a pedir cincuenta euros de su cuenta. Había una cola enorme ante la ventanilla –todos los empleados tomando café menos una joven cajera– y aguardó con paciencia franciscana. Llegado ante la joven pidió cincuenta euros, y ella respondió que para cantidades menores de 600 euros tenía que salir afuera, al cajero automático. «No tengo tarjeta», respondió Emilio. «Te haremos una», dijo ella. «No quiero tarjetas vuestras ni de nadie», opuso él. La joven lo miraba con ojos obtusos. «Te la hacemos sin problemas». Acodado en la ventanilla, Emilio la miró fijamente. «Te he dicho que no quiero una tarjeta. Lo que quiero son cincuenta euros de mi cuenta». La chica dijo: «No puedo hacer eso». Y Emilio: «¿No puedes darme cincuenta euros de mi cuenta porque no tengo tarjeta?… Que salga tu jefe».
Salió el jefe. «¿En qué puedo ayudarte?», dijo. Era un jefe de sucursal joven, estilo buen rollito. «Puedes ayudarme dándome cincuenta euros de mi dinero», respondió Emilio. «Tienes que comprender las normas –razonó el otro–. La tarjeta es un instrumento muy práctico para el cliente». Emilio miró atrás, como buscando a quién se dirigía el otro: «¿Me hablas a mí? –respondió al fin–. Porque, mira, soy viejo pero no soy gilipollas». El director tragaba saliva, insistiendo en que el interés del público, la comodidad, etcétera. «¿La comodidad de quién? –inquiría Emilio–. ¿La vuestra?». El otro siguió en lo suyo: «Te hacemos una tarjeta ahora mismo, sin comisiones». Pero ya he dicho que la formación marxista de Emilio es perfecta; así que, tras cinco minutos de argumentación metódica –el otro, abrumado, no sabía dónde meterse–, acabó así: «Además, eres tonto del haba. Porque el dinero, aunque sea poco, es mío y seguirá aquí. Pero con tanta tarjeta, tanta automatización y tanta mierda, al final quien sobrarás serás tú –señaló a la cajera– y todos estos desgraciados, porque os sustituirán las putas máquinas».
A esas alturas, la cola ante la caja era kilométrica; y la gente, la cajera y el director escuchaban acojonados. Emilio dirigió a éste una mirada con reflejos de guillotina que lo hizo estremecerse. Entonces el director tragó saliva y se volvió a la cajera. «Dale sus cincuenta euros», balbució. Y en ese momento, Emilio el Perroflauta, erguido en su magnífica e insobornable gloria, miró con desprecio al pringado y le soltó: «¿Pues sabes qué te digo?… Que ahora tu banco, tú, la cajera y los empleados que tienes a estas horas tomando café podéis meteros esos cincuenta cochinos euros en el culo. Ya volveré otro día». Tras lo cual se fue hacia la puerta con paso firme y digno. Y al pasar junto a la gente que esperaba en la cola, sumisa –nadie había despegado los labios durante el incidente–, los miró con altivez de hombre libre y casi escupió: «¿Estáis ahí, callados y tragando como ovejas?… Si esta cola fuera en la Seguridad Social, ya la habríais quemado». Y después, muy tranquilo, fue a tomarse un carajillo a un bar donde le fiaban.

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