El fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 dejó muchas imágenes para la historia. La de Antonio Tejero y otros dos guardias civiles ...
El fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 dejó
muchas imágenes para la historia. La de Antonio Tejero y otros dos
guardias civiles disparando al techo del Salón de Plenos del Congreso
quizá sea la que mejor glosa el momento más tenso y peligroso que
vivieron aquella noche los diputados y, sobre todo, la incipiente
democracia española.
Desde hace 32 años, la huella de aquellas balas desempeña
un papel clave a la hora de denostar cualquier comportamiento
antidemocrático. Por ello, todas las alarmas se dispararon en
septiembre, cuando se descubrió que los restos de cinco de aquellos
disparos, que se hallaban en la tribuna de prensa, desaparecieron
durante las obras de reforma del edificio. El presidente del Congreso,
Jesús Posada, encargó un informe técnico que ha constatado la
eliminación de estos cinco orificios, pero, para sorpresa de propios y
extraños, ha descubierto ocho restos de proyectiles de los que no se
tenía constancia oficial: dos en los plafones planos del techo, tres en
la zona de bóveda y tres en la faja sobre la cornisa de focos.
Esto supone que existe constancia oficial de que Tejero y
sus hombres apretaron el gatillo en cuarenta ocasiones, aunque solo son
visibles treinta y cinco casquillos. Posada intentó restar importante al
número de balas. A su juicio, lo básico es que perdure en la memoria de
todos «lo que ocurrió en el templo de la democracia». Un recuerdo al
que, según Posada, se le quiere dar la mayor transparencia.
Por ello, los ciudadanos que acudan a la carrera de San
Jerónimo en las dos jornadas de puertas abiertas (3 y 4 de diciembre)
podrán contemplar por primera vez de cerca la marca de un disparo del
23-F registrado en una rejilla de ventilación del Salón de Plenos. Se
exhibirá enmarcado en metacrilato y con una leyenda conmemorativa.
Además se realizará una publicación que contenga todos los detalles
históricos y técnicos de los casquillos.
Baile de cifras
El informe conocido ahora, realizado por la Secretaría
General del Congreso, reseña un verdadero baile cifras, que parte de la
pericial que realizó en 1981 el entonces arquitecto del Congreso por
orden del tribunal militar que instruyó la causa contra los cabecillas y
autores materiales del intento de asonada, entre los que destacaron el
teniente general Jaime Milan del Bosch, el general Alfonso Armada y el
teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero.
El estudio intenta justificar las diversas interpretaciones
sobre estos disparos en las numerosas obras que se han llevado a cabo
durante tres décadas: las más importante son la actual y la que se
ejecutó en 1988. Una de sus conclusiones más claras es que no es posible
asegurar el número exacto de disparos; en 1981 se contabilizaron 37,
que son los que se han mantenido a lo largo de los años.
En la película da vida a un abogado que lleva treinta años ... Hubo momentos en mi vida en los que pude haber ido a la cárcel, pero no fui.
Entrevista | ROBERT REDFORD. ACTOR Y DIRECTOR DE CINE
«Hubo momentos en los que pude haber ido a la cárcel»
-foto-Robert Redford en el último Festival de Cannes.
—¿Ha querido enviar un mensaje a las nuevas generaciones?
—Algunas películas no están hechas necesariamente para pensar, son como el algodón de azúcar: lo puedes comer mientras te diviertes en un parque de atracciones. Otros filmes están diseñados para invitar a pensar, o al menos para que uno se pregunte sobre ciertas cuestiones Es lo que yo he pretendido, porque creo que es necesario hacer crítica con la situación de mi país. No somos muy buenos a la hora de mirar atrás y aprender de las lecciones que nos ha dado la historia. No aprendemos de nuestros errores.
—¿Se refiere al grupo Weather Underground?
—Sí. Yo también fui joven y sentí el espíritu de rebeldía. Empezaba mi carrera en el teatro, era un actor ambicioso que acababa de casarse y tenía hijos. No formé parte de esa organización, pero sentía simpatía por lo que estaban haciendo. Coincidía con ellos en que la guerra de Vietnam era un error, una aventura innecesaria que iba a costar vidas. La contienda estuvo diseñada por gente que jamás luchó en combate. Hay una frase de un poema de Yeats que adoro: «A los mejores les falta convicción y a los peores les sobra pasión e intensidad». Me gusta mi personaje porque en otra vida estuvo lleno de pasión e intensidad, pero cuando madura y mira hacia atrás se siente atrapado por su pasado, prefiere ser otra persona. Ese aspecto de la historia me interesó mucho.ç
—¿Se entrevistó con alguno de los miembros del movimiento?
—No era necesario. Vi un documental hace unos años en el Festival de Sundance titulado The Weather Underground, de manera que ya conocía la historia y a los personajes. Mi película es ficción, aunque anclada en la realidad.
—¿Alguna vez ha estado en prisión?
—No, afortunadamente. Hubo momentos en mi vida en los que pude haber ido a la cárcel, pero no fui.
—¿Que opina del movimiento Ocupa Wall Street?
—Creo que todos podemos conectar con ellos mirando nuestros años jóvenes. El Weather Underground se desmorona antes de llegar a su destino, se devoró a sí mismo. Ahora, treinta años después, hay una generación que ocupa Wall Street, que despierta mi curiosidad, porque su punto de vista se parece mucho al de Underground.
—¿Cómo enjuicia periodismo?
—Aprecio su valor. El buen periodismo es imprescindible porque es el único sitio donde podemos encontrar la verdad. El personaje encarnado por Shia LaBeouf, que interpreta al joven periodista que desvela el paradero del antiguo activista, es el más interesante de la película y al mismo tiempo el más complicado.
—Su nombre suena para el Oscar como mejor actor. ¿Le interesan los premios?
—No, no me interesan nada. Lo único que me importa de mis películas es que el público vaya a verlas y tenga una buena experiencia con ellas.
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