Tumbado al borde de la luna
La otra mañana me encontré
sin cigarrillo y sin café
es otro día que nunca se acaba.
No tengo para el alquiler
para mi siempre es fin de mes
nunca fui un as de las finanzas.
La Coca-Cola está sin gas
y hasta mi perro me mira mal...
Quiero quitar los pies del suelo
tumbarme un rato al borde de la luna
besar a la diosa Fortuna.
Quiero quitar los pies del suelo
tumbarme un rato al borde de la luna
besar a la diosa Fortuna.
Hoy me he cortado al afeitar
y me ha salido todo mal
hasta mi equipo ya no marca goles.
No sé que más puede fallar
voy a poner punto y final
está es la gota que ha colmado el vaso.
La Coca-Cola está sin gas
y hasta mi perro me mira mal...
Quiero quitar los pies del suelo
tumbarme un rato al borde de la luna
besar a la diosa Fortuna.
Fuente: Quedeletras,.
TÍTULO: DE PIE Y TUMBADOS,.
En Italia, a la cabeza de los libros más vendidos figura uno de Michele Serra, 'Gli sdraiati' (literalmente, 'Los que están tumbados', editado en ...
En Italia, a la cabeza de los
libros más vendidos figura uno de
Michele Serra, 'Gli sdraiati' (literalmente, 'Los
que están tumbados', editado en España como 'Los cansados' por Alfaguara), que habla de la generación
actual de adolescentes. Este cambio
antropológico (léase, la renuncia a
la posición vertical en favor de la
horizontal) me parece uno de los
factores más importantes de los
inicios del nuevo milenio. Y no es
una metáfora, sino de una realidad
confirmada por los ortopedas. Desde
la irrupción en la vida cotidiana del
ordenador portátil, la tableta y los
teléfonos inteligentes, los niños y
jóvenes con dolores de espalda son mayoría. Hace
unos días, hablando con unos amigos de mi quinta,
nos acordábamos de esas costras que lucían siempre
en nuestras rodillas cuando éramos pequeños.
Me sorprende la facilidad con la que hemos renunciado a considerar a los jóvenes seres complejos que, para crecer y madurar, necesitan tener los pies en la tierra y caminar con la cabeza vuelta al cielo, como los árboles. Solo así el cuerpo y la mente pueden alcanzar un estado de equilibrio. Por el contrario, ¿a dónde nos lleva estar siempre acurrucados con la mirada fija en una pantalla? Nos lleva a una nueva dimensión de la humanidad, que se ve privada del contacto con lo real, pues la realidad se constituye de la sucesión de días y noches, de las estaciones, del trato físico con las cosas que necesitamos para vivir. Estar tumbados nos enajena de nuestra animalidad más saludable, de ese instinto natural que, durante millones de años, nos ha permitido sobrevivir y, a la vez, ha propiciado que nos relacionemos caminando siempre hacia un nuevo horizonte. ¿Cuál es el horizonte de los que están tumbados? Ni lo sé ni consigo imaginármelo.
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