domingo, 30 de marzo de 2014

EL BLOC DEL CARTERO, EVOLUCIONISMO Y TEOLOGÍA,./ LA CARTA DE LA SEMANA,. MOROS DE LA MORERÍA,./ ,SILENCIO POR FAVOR, CINE, Superdetective en Hollywood ,.

TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO, EVOLUCIONISMO Y TEOLOGÍA,.

  1. A algunos de estos chanchulleros me los he encontrado departiendo sobre la tesis darwiniana del evolucionismo y los dogmas teológicos del ...

    foto una chica guapisima, ojos bonitos

    Siempre he admirado a las personas que dedican su vida a la búsqueda de la verdad, tengan o no tengan fe; y siempre me han parecido odiosas las personas que, para chanchullear con el mundo, renuncian a buscar la verdad. A algunos de estos chanchulleros me los he encontrado departiendo sobre la tesis darwiniana del evolucionismo y los dogmas teológicos del cristianismo; enseguida, en cuanto los confrontas con esta espinosa cuestión, saltan como resortes: «No hay conflicto alguno entre evolucionismo y cristianismo». Y, ciertamente, no tendría por qué haberlo si ambos fuesen ciertos, porque la ciencia y la fe tienen el mismo fin, que es el hallazgo de la verdad, aunque sus procedimientos sean diversos (el método empírico en la ciencia, la Revelación en la fe). Pero la cruda verdad es que las tesis de Darwin y el dogma cristiano colisionan de frente. Esto es algo que todos los evolucionistas ateos o agnósticos con los que he conversado tienen clarísimo (en lo que, al menos, demuestran probidad intelectual); pero algo que los evolucionistas creyentes prefieren ignorar, en un ejercicio flagrante de deshonestidad intelectual. Ofreceré aquí, apenas esbozadas, algunas de estas colisiones insalvables:
    1) Según el dogma cristiano, la Creación fue perfecta en un comienzo y la muerte apareció como consecuencia del pecado. Pero una cosa es afirmar que la perfección originaria de la Creación quedó luego degradada por el pecado, que hace inevitable la lucha por la existencia, y otra completamente distinta... ¡afirmar que esa lucha por la existencia habría sido el método elegido por Dios para llevar a cabo la perfección de la Creación originaria! El científico evolucionista Jacques Monod afirmó en cierta ocasión: «La selección natural es el medio más ciego y más cruel de desarrollar nuevas especies. La lucha por la existencia y la eliminación de los más débiles es un proceso horrible... Me sorprende que un cristiano quiera defender la idea de que este es el proceso que Dios estableció para realizar la evolución». En efecto, resulta inconcebible según la fe cristiana imaginar un mundo previo a la caída del hombre en donde la vida en la tierra estuviese regida por la selección natural. Sin embargo, parece evidente que la selección natural, según las tesis darwinianas, fue la ley que rigió la evolución de las especies desde que apareció la vida en la tierra, y no solo desde la caída del hombre, que necesariamente hubo de ser (según estas mismas tesis) muy posterior. Resulta llamativo que un científico ateo como Monod repare en esta paradoja y, en cambio, todos los científicos creyentes la soslayen.
    2) Pero si la ley de la selección natural presupone un Dios cruel, mucho más cruel todavía resulta si tratamos de conciliar el dogma del pecado original con las tesis evolucionistas. En realidad, tal dogma solo resulta asumible desde una concepción monogenista de la especie humana, pues el pecado original es uno en origen y se transmite por generación, al modo de una enfermedad hereditaria. Pero la ley de selección natural exige aceptar el poligenismo: muchas, infinidad de parejas de homínidos progresivamente evolucionados que, a lo largo de los siglos, van transformándose hasta convertirse en seres humanos plenos. Aceptar que todo ese hormiguero de parejas pecaron sería tanto como defender un aciago determinismo y negar la libertad humana; o, todavía peor, aceptar que un Dios maquiavélico las creó sin libertad para resistirse al pecado. Si no fue una la pareja originaria, no puede concebirse la existencia del pecado original; y, si no hay pecado original, ¿para qué bautizar a los niños? Y, todavía más, si no hay pecado original, ¿qué sentido tiene la Redención de Cristo? H. G. Wells, en su Esquema de la historia, lo escribe sin ambages: «Si todos los animales y el hombre se han desarrollado mediante evolución, si no ha habido primeros padres, ni Edén, ni Caín, todo el edificio del Cristianismo, la historia del primer pecado y la razón de su expiación, se derrumban como un castillo de naipes». Y el publicista ateo G. Richard Bozarth lo dice de forma aún más descarnada: «El evolucionismo destruye por completo la razón por la cual la vida terrenal de Cristo habría sido supuestamente necesaria. Demoled a Adán y Eva y el pecado original y, entre los escombros, hallaréis los lamentables despojos del Hijo de Dios».
    En Monod, en Wells y hasta en Bozarth puedo descubrir cierta probidad intelectual. No me ocurre así en los chanchulleros que pretenden que no hay conflicto alguno entre el evolucionismo y la fe cristiana.

    TÍTULO: LA CARTA DE LA SEMANA,. MOROS DE  LA MORERÍA,.

    1. Pues va a ser que no. Por mi parte, al menos. En los últimos tiempos, un abogado de origen marroquí residente en España, en perfecto ...
       bicicletas montaña-foto

      Pues va a ser que no. Por mi parte, al menos. En los últimos tiempos, un abogado de origen marroquí residente en España, en perfecto ejercicio de su derecho a solicitar, se ha dirigido a la Real Academia con la petición formal de que la palabra moro se defina en el Diccionario como racista, discriminatoria y xenófoba. La cuestión no es menor en absoluto, entre otras cosas porque una definición de esa clase incluida en el DRAE, instrumento que los tribunales hispanohablantes -500 millones de personas a su alcance en España y América- utilizan como base para consultar el verdadero sentido de las palabras en cuanto asunto juzgan, supondría que, en el futuro, cualquier uso de la palabra moro podría verse incluido, por la cara, en dos o tres artículos del Código Penal. Hasta el momento, ateniéndose los jueces a lo que el Diccionario dice -Natural del África septentrional frontera a España. / Que profesa la fe islámica. / Que habitó en España desde el siglo VIII hasta el XV- ninguno de los procedimientos judiciales contra el uso de esta palabra ha prosperado; salvo, lógicamente, cuando ésta iba incluida en contextos realmente injuriosos. La intención expresa del abogado de origen marroquí -moro, según el DRAE- es que el solo uso de la palabra, aunque sea a secas -lo que yo acabo de hacer, por ejemplo- ya pueda constituir delito. «Por eso es innegable revisarla y definirla con contenido racista y xenófobo -dice en su petición- pues su permanencia con la definición actual provoca conflictos y atenta contra la paz social».
      Por supuesto, no ha faltado el coro habitual de oportunistas y bobos que, desde la elemental simpleza de esos lugares comunes que tanto placen a ciertos políticos y tertulianos, se han puesto a jalear la idea. Crecido por el apoyo de semejante peña, el abogado solicitante habla incluso de llevar el asunto a los embajadores de países del Magreb, pidiéndoles apoyo diplomático. Mientras tanto, la Real Academia, como no podía ser de otro modo, ha respondido que verdes las han segado. Dicho de otra manera: el Diccionario no se puede construir a la medida de las personas, sino del uso real de una lengua, que es asunto muy complejo que se decanta a lo largo de los siglos, de las sociedades y de la Historia. Las lenguas se hacen por quienes las usan, son herramientas poderosas que sirven para definir y comunicarse, y no hay abogado en el mundo, ni juez, ni gobierno, ni academia, que puedan cambiar eso. Me parece de perlas que quien usa moro en un contexto insultante -no la palabra, que no lo es, sino las que la acompañen y envilezcan- sea castigado por ello; pero el uso malintencionado de una palabra nunca debe perjudicar a quienes la utilizan en su sentido recto y la necesitan para expresarse con eficacia. En español, cuando uno dice moro o mora todos saben perfectamente de qué habla: la palabra es tan definitoria como eslavo, asiático o hispanoamericano. Pretender que sea delito en España, con nuestra dilatada historia moruna a cuestas, es como prohibir que un rifeño llame a un español arume, o ponerle una denuncia a un nacionalista catalán o vasco porque -y eso ocurre con lamentable frecuencia- éste llame español a alguien con mala intención. O decir negro a quien es de raza negra, del mismo modo que a mí se pasaron media vida en África llamándome blanco: unas veces como insulto y otras como simple definición.
      Así que recomiendo al abogado en cuestión y a los aficionados a la demagogia barata que lean un poco; lo justo para saber que cuando alguien dice moro en lengua castellana todo el mundo comprende a qué se refiere: exactamente a la definición del Diccionario, pues para eso están las palabras; para saber de qué se habla cuando se habla. Lo de moro lo usamos en nuestra lengua escrita desde hace nueve siglos y medio; y en la hablada, ni te cuento. Pero es que antes ya estaba en el latín que aquí hablaban los romanos; y después, en nuestra lengua romance: Mauro invenire potueritis, escribía el abad Albelda nada menos que en el año 928. Y de ahí hasta hoy, pasando por los pactos firmados por Alfonso el Batallador cum illos bonos (que, ojo, significa buenos) moros de Tudela, y por el Poema del Cid -los moros yazen muertos, de bivos pocos veo / los moros e las moras vender non los podremos- y por los Claros varones de Castilla o las crónicas de Fernando del Pulgar sobre la guerra de Granada, y por el desembarco en Orán, el Barranco del Lobo, Annual, Monte Arruit, Alhucemas, don Ramón Menéndez Pidal, la guerra civil española, Ceuta, Melilla, Ifni, el Sáhara, las pateras y la pepitilla de doña Fátima. Así que, con Real Academia o sin ella -me alegra decir que, de momento, con ella-, seguiré escribiendo moro hasta que se me desgasten las teclas.
      Superdetective en Hollywood
       TÍTULO: SILENCIO POR FAVOR, CINE,   Superdetective en Hollywood ,.

      Superdetective en Hollywood,.

      Reparto
      Eddie Murphy, Judge Reinhold, John Ashton, Lisa Eilbacher, Ronny Cox, Steven Berkoff, James Russo, Jonathan Banks, Stephen Elliott, Bronson Pinchot, Paul Reiser, Darwyn Carson,.
       
       Axel Foley (Eddie Murphy) es un impetuoso e inteligente detective de Detroit que sigue la pista del asesino de un amigo suyo hasta los barrios más elegantes de Beverly Hills. Pero antes de que Axel logre su objetivo, va a verse involucrado en una red internacional de contrabandistas y traficantes de droga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario