sábado, 15 de marzo de 2014

ENRÉDATE 'A CONTRA LUZ' CANCIÓN,../ ME GUSTA EL FUTBOL,.

TÍTULO: ENRÉDATE 'A CONTRA LUZ' CANCIÓN,.

Voy a contra luz y no te encuentro.
Busco en los rincones de mi cuerpo.
Voy a contra luz, escuchando el murmullo del viento.

Me miras, me acerco no solo es un juego.
Comprendo que eres tú.

Voy a contra luz y no te encuentro.
Busco en los rincones de mi cuerpo.
Voy a contra luz, escuchando el murmullo del viento.
Contra luz y apareces tú. A contra luz desapareces tú
A contra luz.

Dominas mis pasos calculas lo que hago.
Tu ego duele más que tú.

Voy a contra luz y no te encuentro.
Busco en los rincones de mi cuerpo.
Voy a contra luz, escuchando el murmullo del viento.
Voy Contra luz en tu universo
Llevo tu perfume hasta en mis huesos.
Voy a contra luz recordando el sabor de tus besos.
A contra luz y apareces tu. A contra luz desapareces tú.

Quiero, te quiero
me muero y desespero.
¿Pero que te pasa?
¿por qué estás tan serio?

Quiero, te quiero
me muero y desespero.
¿Pero que te pasa?
Yo no soy de hierro.

Voy a contra luz y no te encuentro.
Busco en los rincones de mi cuerpo.
Voy a contra luz, escuchando el murmullo del viento.
Voy Contra luz en tu universo
Llevo tu perfume hasta en mis huesos.
Voy a contra luz recordando el sabor de tus besos.
A contra luz y apareces tu. A contra luz desapareces tú.

Voy a contra luz y no te encuentro.
Busco en los rincones de mi cuerpo.
Voy a contra luz, escuchando el murmullo del viento.


 TÍTULO: ME GUSTA EL FUTBOL,.

 
¿Y qué?, dirán algunos. Pues precisamente por eso vuelvo a proclamarlo hoy, como una cuestión de principios, porque hay un “y qué” en esto de que a las mujeres nos guste el fútbol, mejor dicho, en esto de que las mujeres no disimulemos nuestra afición al fútbol. Mis amigos lo saben y no me ponen caras raras cuando repaso la hora del partido del Real Madrid para hacer planes de fin de semana. Tampoco les extraña que me ponga la camiseta de España para ir a ver a la selección. Y mi hijo todavía me riñe cuando salto y grito por los goles de mi segundo equipo, el Athletic de Bilbao, que es el suyo, pero comienza a resignarse. Y eso que me riñe en casa, porque si me viera hacerlo en público –he procurado que no sea testigo–, me repudiaría como madre. 
Lo malo es que todavía tengo que dar explicaciones a mucha otra gente, como si esto de la afición al fútbol fuera una especie de tara en una mujer. Lo he comprobado varias veces, por ejemplo, cuando llego a una reunión, o a la sala de maquillaje de una tele, con mi Ipad conectado al Yomvi mientras veo un partido, de mis equipos, o de cualquier otro: de la Juve, para ver si marca Fernando Llorente; o del Nápoles de Higuain, Callejón y Albiol. Hasta he estado por hacerme también del Manchester City, siguiendo a un hincha del City que me contagió su entusiasmo, pero he renunciado, no por falta de ganas, sino por no aumentar mi cuota de sufrimiento por cada derrota, que bastante tengo con las de mis equipos. El hincha en cuestión era hombre y no tuve que darle explicación alguna sobre mi afición.
Pero forma parte de la minoría. De hecho, he dividido a los hombres en dos grupos: aquellos a los que hay que dar explicaciones por tu afición al fútbol y, no obstante, siguen mirándote con reprobación, y los avanzados, los igualitarios de verdad, esos que debaten contigo sobre el particular o te proponen quedar para ver el próximo partido del Madrid.
De la misma manera que hay dos grupos de mujeres, supongo que dirán muchos hombres, las que sospechan de todo el que se dé hidratante o se mire dos veces al espejo antes de salir, y las igualitarias que les recomiendan la mejor hidratante y proponen ir juntos de tiendas. Lo malo es que también hay dos grupos de mujeres en lo que respecta al fútbol y las aficiones tradicionalmente masculinas. Las que no se avergüenzan de asumirlas y las que las evitan o no las confiesan, para no parecer demasiado masculinas. Lo que no importaría tanto si el problema se limitara al fútbol.
Pero tengo una impresión cada día más definida de que afecta a todo tipo de actividades, incluidas las profesionales. Que todavía son muchas las mujeres que sacrifican su naturalidad para hacer lo que las hace públicamente más femeninas. Lo que va desde no llevar la voz cantante, no expresar exceso de seguridad o no competir agresivamente con un hombre, hasta disimular el forofismo futbolístico. Y todo por gustar a hombres tradicionales, esos tipos aburridos que ni siquiera son capaces de hablar de fútbol contigo.

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