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Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, muchos de los primeros campos de concentración de Europa han permanecido como monumentos solemnes a quienes perecieron dentro.
Ahora, uno podría ser transformado en un lujoso complejo de playa... una decisión que ha generado indignación a nivel nacional.
Ubicada en la bahía de Kotor, en la frontera entre Montenegro y Serbia, está dominada por una fortaleza del siglo XIX.
Durante la Segunda Guerra Mundial, fue utilizada como un campo de concentración por las tropas italianas que habían invadido y servían bajo el dictador fascista Benito Mussolini.
Se dice que 2.300 personas fueron encarceladas ahí, y 130 de ellas fueron asesinadas o murieron de hambre.
Su reputación inspiró una película de 1950 llamada "Mamula Camp".
Esas épocas oscuras son un fuerte contraste con el futuro que está siendo propuesto para la isla.
El gobierno de Montenegro le ha dado luz verde a un proyecto para transformar a Mamula en un complejo, con todo y piscinas, un puerto deportivo para yate, spa, restaurantes y una pista de baile.
Le otorgó un contrato de arrendamiento al desarrollador suizo egipcio de Orascom al precio nominal de 1,64 dólares por metro cuadrado.
La compañía dice que invertirá 16,3 millones de dólares en el proyecto.
"Nos enfrentamos a dos opciones: dejar el sitio para que caiga en la ruina o encontrar inversionistas que estén dispuestos a restaurarlo y volverlo accesible para los visitantes", le dijo a AFP Olivera Brajovic, director de la dirección nacional para el desarrollo del turismo.
Orascom no respondió inmediatamente a las solicitudes de comentarios.
Salt & Water, la compañía que está detrás del diseño, escribió en su sitio web que el concepto tenía el objetivo de preservar "uno de los monumentos arquitectónicos más impresionantes de Montenegro".
Entre las personas que están molestas por los planes se encuentran los familiares de los prisioneros de los campos del tiempo de la guerra.
"Construir un hotel de lujo dedicado al entretenimiento en este lugar donde tantas personas perecieron y sufrieron es un ejemplo descarado de una falta de seriedad hacia la historia", le dijo Olivera Doklestic a AFP.
Su abuelo, padre y tío fueron prisioneros en Mamula.
"Ningún campo de concentración del mundo ha sido transformado en hotel", dijo.
Según el sitio de noticias Balkan Inside, el gobierno de Montenegro defendió su decisión, y dijo que el proyecto impulsará la economía local.
Dijo que la historia de Mamula sería respetada, ya que el plan incluye una "sala conmemorativa o museo".
La controversia en torno a la fortaleza de la isla inició en diciembre de 2013 cuando el gobierno la promovió como una oportunidad de inversión adecuada para "satisfacer las necesidades y exigencias de una clientela acaudalada".
Anteriormente ha atraído críticas por parte del secretario general de las Naciones Unidas, Boutros Boutros-Ghali.
"... el mundo ha sido transformado en un hotel", dijo.
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Solo esta última ya causa suficiente revuelo. A sus 41 años, está nominada a mejor actriz por 'Ma ma', a la espera del estreno mundial de 'Zoolander 2' el 12 de febrero y ultimando el documental que ha dirigido sobre la leucemia infantil. Es su octava candidatura y lo ha conseguido tres veces, lo que la convierte en la actriz más aclamada de la historia de la Academia. "Me choca porque nunca lo había pensado, pero que mis compañeros valoren así mi trabajo me llena de ilusión para seguir siendo una actriz que no quiere dejar de aprender nunca", dice. Un momento dulce que se empaña con el frío recibimiento que obtuvo la cinta, pero que ella relativiza: "Una película no son los premios o la taquilla, sino una lección de la que aprender. Yo empecé siendo pequeña. No joven, pequeña, porque rodé 'Jamón jamón' con 16 años. Me impresionaba todo, me afectaba cualquier cosa y me lo tomaba muy a pecho. Con el tiempo aprendes a poner distancia. Este trabajo a veces es desproporcionado..., ¡fíjate el tamaño al que salimos en pantalla!", señala.
Nuestra intérprete más internacional compite por el Goya a la mejor actriz principal con otras tres mujeres. Los trabajos de las cuatro están marcados por la desgracia: el drama polar de Juliette Binoche en 'Nadie quiere la noche', la joven madre al borde del desahucio de Natalia de Molina en 'Techo y comida', la novia de las 'Bodas de sangre' de Lorca a la que da vida Inma Cuesta y la enferma de cáncer de mama que interpreta Penélope en la película de Julio Medem.
Binoche no pudo acudir a la cita con Yo Dona al estar rodando su nuevo proyecto en Roma. "Ha sido una campeona, nunca se quejó a pesar de grabar a -20 grados. Le estoy muy agradecida", cuenta la directora de 'Nadie quiere la noche', Isabel Coixet (55 años), nominada a la mejor dirección por esta película.
La tercera en discordia, Inma Cuesta (35 años), ha llegado a leer que Lorca debió de escribir el personaje de la novia pensando en ella. Y lo cierto es que para Paula Ortiz, la directora de la película y también candidata al premio a la mejor dirección, la actriz era su primera opción. Llega a los Goya arropada por el Premio Feroz, que conceden los periodistas de cine. Ella es el rostro de la cinta más nominada de la noche, ya que opta a 12 galardones. "Es el rodaje más complicado que he hecho en mi vida", indica, rememorando el cese de la grabación por falta de presupuesto aunque no habían terminado el tercer acto, las inclemencias meteorológicas... Así que cuando le dicen que parte como favorita reconoce que le pondrá "una velita al poeta, por lo que pueda pasar". Acaba de ver por primera vez 'Julieta', la película que ha rodado con Almodóvar. "Te abre, te parte por la mitad. Va directa al corazón, es muy de verdad. Todos los actores salimos del pase emocionados", reconoce.
Natalia de Molina advierte ser la única en la foto de la página anterior, en la que posa con Penélope e Inma, que no ha trabajado con el manchego. A sus 26 años, ha participado en ocho películas desde que hace dos ganara el Goya como actriz revelación por 'Vivir es fácil con los ojos cerrados', pero ha sido Techo y comida la que ha vuelto a colocarla en el disparadero. "Intento no pensarlo mucho, porque si lo hago...", dice con su marcada timidez. Su personaje de joven madre desahuciada la ha colocado en todas las quinielas desde su estreno en el Festival de Málaga. "Mejor que mi madre no me conoce nadie, y ella dice que no ve ni un gesto en la película que le recuerde a mí, que es otra mujer, no su hija", reflexiona. Estará sentada entre las que ella considera tres de sus "iconos del cine", y se queda sin palabras cuando le advierto que solo cinco actrices tienen dos premios Goya en su casa, y que de lograrlo sería la más joven en conseguirlo.
El récord opuesto lo tiene Antonia Guzmán, que a sus 94 años está nominada como actriz revelación por 'A cambio de nada'. Modista, superó un cáncer linfático poco antes de rodar a las órdenes de su nieto Daniel. Camina con agilidad y, más que hablar, dicta sentencia. "No me ha ido mal rodando con él, lo único es que tiene un poquito de carácter", dice, "y muy mal no debí de hacerlo, porque me salían todas a la primera, no tenía que repetir nada". Esta noche acudirá a los Goya con un vestido hecho por ella misma. "Quiero que me lo den, pero si no tampoco voy a llorar. Porque ser nominada ya no me lo quita nadie. Y claro que me gustaría hacer otra película, pero solo si me funciona la memoria. De hacer el tonto, nada", indica.
Quien tampoco va a olvidar esta noche es Irene Escolar (27 años), que compite en la categoría de actriz revelación por 'Un otoño sin Berlín'. La suya será una jornada acelerada: "Me levanto en Zaragoza, donde llevaré dos días haciendo 'El público'. Termino la obra en ropa interior y llena de aceite, y tengo 15 minutos para llegar a un AVE. Si lo pierdo, no llego a tiempo a la gala. En el camino me haré las uñas y al llegar a Madrid, 45 minutos antes de que empiece, iré al auditorio donde, en una habitación, tendré el tiempo justo para ducharme, maquillarme y vestirme". Una yinkana que para ella es un aliciente. "Cuando rodé la película no tenía claro si llegaría a estrenarse. Así que me lo tomo todo como un regalo", dice.
Es muy similar a cómo enfoca sus días en España Yordanka Ariosa (33 años), la cubana protagonista de Un rey en La Habana, que llega a los Goya con la Concha de Plata a la mejor actriz bajo el brazo y que opta a intérprete revelación. "Es mi primera película, llevo toda la vida dedicándome al teatro y esto lo veo como un salto", destaca, "pero los premios son otra cosa. El día que recogí la Concha sufrí un black out desde que me senté en la butaca hasta el 'backstage'. Si no me ponen el vídeo para que lo viera, podría creer que no pasó".
Algo parecido opina Iraia Elías (35 años) que le ocurrirá si diera la sorpresa con 'Amama' y se llevara el Goya a la mejor actriz revelación. También profesora de educación especial, su película se presentó en San Sebastián: "Empiezo a creer que estoy rodeada de cámaras y que en breve se acaba el chiste. Pero mientras tanto sigo aquí, viendo que el cine no es solo actuar: imagen, promoción. Es chocante salir en una revista de moda. Así que prefiero no pensar en la noche de la entrega".
Aunque también es su primera vez en una maratón de premios de cine, Luisa Gavasa (64 años) disfruta de todo lo que le está pasando gracias a su participación en 'La novia'. Nominada como mejor actriz de reparto tras 40 años de trabajo, vive el momento como algo único. "Ya no esperaba algo así, pero me alegro tanto de que haya sucedido..., el reconocimiento en la madurez resulta muy hermoso. Este es un oficio de resistencia, y es importante dónde coloques tus anhelos. El mío no era ganar un Goya, pero si me lo dan será estupendo", dice.
Esta noche llevará colores fuertes en su vestido de Ulises Mérida, que enseñará a la misma Gavasa alegre y vital que también mostrará su primera comedia. La rodará tras hacer la próxima película de Agustí Villaronga. "Si ocurre, solo quiero tener la suficiente fuerza para que no me flaqueen las piernas ni el ánimo para dar gracias a todo lo que la vida me está ofreciendo en este momento tan hermoso".
Se emociona, igual que la directora de 'La novia', Paula Ortiz (37 años), que opta el Goya a la mejor dirección. Embarazada de casi siete meses, ha realizado en este filme un trabajo lleno de texturas. "Al cine siempre se le adscribe una naturaleza realista y, si no, fantástica", dice, "pero hay mundos intermedios posibles, y ahí deseo estar yo. No quiero dejar de ensanchar mis límites".
Algo parecido le ocurre a Leticia Dolera (34 años), que tras una carrera de éxito como actriz llega a los Goya nominada al premio a la mejor dirección novel por 'Requisitos para ser una persona normal'. "Solo entré en pánico un día, el primero de preproducción. Tenía a 50 personas mirándome y haciendo preguntas. Fui consciente de que era la capitana y de que, si me colapsaba, la gente no sabría qué hacer. Llegué a casa con una tensión enorme, hasta que me di cuenta de que una película no se acaba en un día. Así que solo pensaba en mañana, como mucho pasado. Imagínate estar en los Goya, es que ni de lejos".
Entre las actrices de reparto también están Nora Navas (cuya cita con el teatro en Barcelona le impidió acudir a la llamada de Yo Dona) y Marián Álvarez, que tuvo a su primera hija días antes de la sesión. Ambas ganadoras de un Goya, al igual que Elvira Mínguez (50 años), que aspira al premio por cuarta vez. Nominada por su trabajo en 'El desconocido', reconoce que es la segunda vez que ha conseguido verse en una película como espectadora, algo que solo le había ocurrido con Tapas, de José Corvacho y Juan Cruz, por la que ganó su primer Goya. Puede ser una señal, porque es el único rasgo en común de estos premios: por algún sitio siempre salta la sorpresa.
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