Trueque o negocio, Martes 7 junio 22 h. en La 1,. fotos.
Pagar por dormir en una casa particular en vez de en un hotel, compartir los gastos de gasolina para no alquilar un coche, permutar un piso por una vivienda más grande para finiquitar la hipoteca…
En España medio millar de empresas ofrece propuestas de economía colaborativa. El trueque como posibilidad de ahorro, como fórmula para darle otra vida a lo que ya no usamos y, también, como posibilidad de ganar dinero.
Compartir en vez de comprar, una tendencia de consumo que va a más, que mueve miles de millones de euros, que está poniendo en jaque a algunos empresas tradicionales y que en España carece de un marco legal.
Por el piso de Sara han pasado 125 huéspedes en los últimos cuatro años. Gana 30 euros la noche alquilando una de las tres habitaciones de su casa. Empezó cuando se quedó en el paro y ahora vive de ello. La fórmula le va tan bien que está desmontando el estudio donde tiene el ordenador para alquilarlo. Fabiola es su última inquilina, trabaja en Dubai, es azafata y ha hecho escala en Madrid. Durante el tiempo que dura el viaje comparten el salón, la cocina y una balda de la nevera. Hay dos millones de habitaciones en el mundo como la de Sara. Detrás está Airbnb, una plataforma que gestiona los alquileres a través de internet.
Eva y Sandra han intercambiado sus viviendas. La primera quería un piso más grande y ha ganado tres habitaciones. La segunda ha perdido 40 metros pero ha ganado un sueño: vivir en el centro de A Coruña. Su caso forma parte de los seis mil intercambios de casas que se han producido en España en los últimos dos años. Javier es comercial inmobiliario y uno de sus artífices. Tiene siete oficinas repartidas por toda España donde se permutan viviendas.
TITULO: CRONICAS MARCIANAS - CRIMENES ENTRE TALIBANES Y ESCORPIONES,.
CRONICAS MARCIANAS,.
Crónicas marcianas fue un late show de televisión, producido por Gestmusic Endemol y emitido por la cadena española Telecinco entre 1997 y 2005. Estaba dirigido y presentado por Javier Sardá y contaba con Miquel José y Jordi Roca, con quienes Sardá había creado La Ventana en la Cadena SER, como subdirectores y guionistas, etc.
CRIMENES ENTRE TALIBANES Y ESCORPIONES,.
Crímenes entre talibanes y escorpiones, foto,.
Lorenzo Silva lleva a la guerra afgana a sus detectives Chamorro y Bevilacqua en su primera pesquisa fuera de España,.
Chamorro y Bevilacqua se van a la guerra. La pareja de sagaces picoletos creada por Lorenzo Silva (Madrid, 1966) regresa para resolver un asesinato en Afganistán. En la novena entrega de la saga, 'Donde los escorpiones' (Destino), el crimen acaece en la base española de Herat, donde el escéptico subteniente y la eficaz sargento primero de la Guardia Civil viajan en su primera y apasionante pesquisa fuera de España. El escritor y guardia civil honorario quiso presentarla rodeado de colegas del cuerpo y militares, en una maratón castrense que le llevó en unas horas al cuartel de los Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Benemérita en Logroño y al Ala 31 del Ejército del Aire en Zaragoza. Es la base de los Hércules en los que Vila y Virgi volaron a la tierra de los talibanes y los escorpiones; donde las tropas españolas permanecieron casi 14 años en una misión que el escritor cuestiona pero respeta.
«Aunque se utilicen eufemismos como conflicto de baja intensidad, en Afganistán hay una guerra», asegura Silva, que comenzó la jornada izando la bandera y homenajeando a las 102 víctimas mortales españolas del conflicto en el acuartelamiento de Logroño y la concluyó volando en la cabina de un añoso Hércules entre las bases aéreas de Zaragoza y Torrejón. Asistió además a un simulacro: la respuesta de los GAR a una emboscada talibán en el que los boinas verdes de la Guardia Civil desplegaron su mejor tecnología: videodrones, apoyo de francotiradores con láser en helicópteros y perros capaces de entrar en la boca del diablo.«Donde hay gente que se dispara, medidas extremas de seguridad, emboscadas, bombas y ataúdes, hay una guerra, aunque no se declare. Y es lo que vi en Afganistán», insiste Silva, que pasó en 2014 una temporada en la base de Camp Arena, en Herat, el 'balneario' en el argot militar español y 'el paraíso' en el estadounidense. En este oasis en medio de un «parque temático del horror» fue donde el escritor halló esta vez inoculado el veneno del odio y el crimen.
«La novela habla de gente que vive en condiciones extremas, que les endurecen y acaban aguijoneando a los demás», explica Silva. Dibuja el perfil de los 'escorpiones', esos seres a los que la vida acanalla, envilece y envenena, y a los que no absuelve. «Cuando uno acaba siendo un hijo de puta, es porque ha puesto algo de su parte», aclara. También evidencia que las heridas físicas «no son las peores en una guerra». Se fija en las «otras» víctimas, las que no están sobre el terreno: los familiares de los militares muertos, como la madre rusa con la que la Nobel Svetlana Alexiévich -«la mejor decisión del comité Nobel en los últimos 20 años», destaca Silva- abre 'Los muchachos de zinc'. «Su hijo retorna de la guerra de Afganistán, y se cree afortunada frente a las miles de madres que recibieron un ataúd de zinc. Pero quien vuelve es un extraño, un ser diferente, raro. Cuando la Policía le dice que está en la cárcel acusado de asesinar y despedazar a otra persona, la madre confiesa que hubiera preferido que su hijo muriera en Afganistán», relata.
Espejo de la sociedad
«A veces sólo contamos los muertos, los heridos y nada de lo otro»,
dice Silva, ganador de los premios Nadal y Planeta y empeñado en que sus
novelas sean el espejo de nuestra sociedad. «Las familias de los 102
muertos españoles creen que no comprendemos por qué se dejaron la vida.
Que ignoramos su sacrificio y que la opinión pública ha dado la espalda a
unos militares que se lo buscaron porque les gusta pegar tiros», dice.
«Es una justificación que yo he oído», lamenta.
Cuestiona Lorenzo Silva la intervención española en Afganistán y condena el «grave error de la de Irak», pero es «respetuoso». «Ocupar Afganistán para tratar de crear una democracia occidental en un país medieval e indomeñable es un disparate a la luz de la historia», sostiene el escritor. Cree, con todo, que la intervención española «no fue del todo inútil». «Era un Estado fallido, muy peligroso y fuente de inseguridad, pero la estrategia debe tener un objetivo tangible y factible. Si el objetivo es tan ilusorio, no puedes triunfar», dice. «Las guerras no se hacen para empatarlas, que es como perderlas. Se hacen para ganarlas, como hizo Churchill contra los alemanes: para tomar Berlín y deponer a Hitler».
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