El Miercoles -7- Agosto a las 22:40 por La 1, foto,.
Julio y agosto son los meses más difíciles para preparar oposiciones,.
El calor, el cierre de algunas bibliotecas y la falta de vacaciones son algunas de las razones por las que estudiar se hace más cuesta arriba
Para los opositores, uno de los momentos más duros es tener que seguir estudiando en verano. Familiares y amigos planean sus vacaciones. Playa, piscina o tiempo libre es algo de lo que estos estudiantes no pueden disfrutar. Para que el estudio sea más llevadero durante toda la oposición, la mayoría de los aspirantes acuden a una academia de preparación en la que les dan un planificación detallada, con el temario de lo que tienen estudiar cada jornada, un método y un horario mínimo de estudio de entre ocho y diez horas al día.«Normalmente estudio ocho horas diarias, pero al compaginarlo con mi trabajo no siempre son las mismas. Es bastante más duro en esta época que en invierno sobre todo por el calor y el horario de las bibliotecas, que no abren por las tardes», declara Ignacio Rodríguez, un joven que se encuentra opositando a Administración de Justicia.
Vidas aparcadas para estudiar. Horas, días y semanas destinados a elaborar temarios, ir a la academia, repasar programas y hacer ejercicios. Para los opositores, una de las claves más importantes es la organización, repartir el temario y cumplir unos retos cada semana para así no sentirse tan agobiados.
Pero en verano todo se hace más cuesta arriba ya que el tiempo y los horarios de las bibliotecas no acompañan ni facilitan la posibilidad de estudiar cómodamente. «En Badajoz hay dos bibliotecas que abren por la tarde durante los meses de julio y agosto, la Biblioteca Central de la Universidad y la Biblioteca Pública Municipal de Santa Ana. Para nosotros es fundamental estudiar en un espacio en el que seamos capaces de concentrarnos al máximo y, ahora que es verano, en el que tengamos aire acondicionado», añade Ignacio.
Para los opositores no solo influye el calor sofocante, sino también la cantidad de planes que apetece hacer en vez de estudiar alrededor de diez horas al día. «En verano se hace todo un poco más difícil, el buen tiempo no acompaña para estudiar, anima a estar en la piscina», comenta Ricardo de Oya, que acude a la Biblioteca Pública a preparar sus exámenes.
«En verano es mucho más díficil ya que el tiempo anima a estar en la piscina y no estudiando»
ricardo de oya, opositor
«Lo único bueno de estudiar en verano es que las bibliotecas están más vacías y hay menos ruido»
emilio calvo, opositor
«Según mi experiencia, es muchísimo más duro estudiar en verano que en invierno. En mi caso, no tengo la posibilidad de cogerme unos días de vacaciones porque me examino en septiembre y tengo que aprovechar al máximo el mes de agosto», atestigua Icíar París, opositora a una plaza de secretaria-intervención del Ayuntamiento.
Es el calor
Es el calorAdemás, para las oposiciones que requieren una preparación física, es muy complicado entrenar en verano con temperaturas tan altas. «Me estoy preparando las oposiciones de Policía Nacional por lo que también tengo exámenes de ejercicios físicos. Entreno prácticamente todos los días y muchas veces, aun siendo las nueve de la mañana, se me hace muy difícil por el calor», afirma Lourdes Macías.
Para algunos, es fundamental compaginar el tiempo de estudio con algo de ocio y así rentabilizar las horas de estudio.
«En verano es más duro por el calor, pero en las bibliotecas hay menos gente y se nota que hay más ambiente de estudio. Es verdad que pocas que abren por la tarde, pero al final me adapto y adapto mi estudio al horario de la biblioteca, así tengo tiempo para descansar o salir un poco», declara Emilio Calvo, opositor a Policía Nacional.
RADIO ANTIGUA - Me gustaría dar un abrazo a la persona que nos ha devuelto los 840 euros». . ,. , fotos,.
Me gustaría dar un abrazo a la persona que nos ha devuelto los 840 euros,.
Jose Da Costa fue perdiendo dinero de su bolsillo durante su trayecto en bicicleta entre la estación de tren y San Roque,.
El revuelo de viandantes en la avenida Ricardo Carapeto captó la atención de un conductor que detuvo su coche al ver pasar a Jose Da Costa en su bicicleta. La velocidad del ciclista y el reguero de billetes que salían de su bolsillo trasero sin que se diera cuenta hicieron que se bajara del vehículo y recogiera parte del dinero. Incluso llamó la atención al resto de personas que hacían lo mismo para que devolvieran lo que estaban cogiendo, aunque no tuvo mucho éxito.Él trato de perseguir a Da Costa, pero no le pudo alcanzar. Finalmente, y tras esperar cerca de una hora en las inmediaciones, cerca de las nueve de la noche del pasado martes 23 de julio llamó a un policía nacional y le entregó el dinero.
Minutos antes, Da Costa había cobrado un trabajo en la barriada de San Fernando. Él, albañil de profesión y vecino de San Roque, se había desplazado en bicicleta hasta las proximidades de la estación de tren. Allí recibió el pago y lo metió entre las dos partes de su cartera, pero antes de volver a montarse en la bici recibió una llamada del taller en el que había dejado su coche para que pasara a recogerlo antes de las ocho de la tarde. Da Costa guardó la cartera en el bolsillo trasero de su pantalón y enfiló Carolina Coronado a toda velocidad con la intención de llegar al taller antes de que cerrase. Cruzó el puente peatonal, subió Juan Carlos I y llegó por Martín Cansado hasta el baluarte de la Trinidad antes de cruzar el Rivillas y recorrer Ricardo Carapeto para detenerse en el taller. Fue al sacar la cartera para pagar cuando se dio cuenta de que había perdido gran parte de los 1.800 euros cobrados. «Imagínate cómo se puso mi marido en ese momento y cómo estaba al llegar a casa», expone Belén Santos, esposa de Da Costa.
Objetos perdidos
Fue ella, trabajadora del servicio de limpieza municipal y muy conocida en la ciudad porque ha cosechado varios triunfos a nivel regional en maratón, la que le animó a acudir a la Policía Local y a objetos perdidos, donde Belén entrega todo lo que se encuentra en sus días de trabajo.La decisión fue acertada, porque al día siguiente le llamaron para que el conductor que había recogido buena parte del dinero le pudiera identificar. «No hemos recuperado todo, pero sí 840 euros; además, otros 200 se quedaron enganchados en la cartera», apunta Belén. «Mi marido ya le dio las gracias, pero a mí me gustaría darle un abrazo», dice agradecida.
No parece que vaya a ser muy difícil, porque el «buen samaritano» -como se refiere al conductor- también es una persona bastante conocida en la ciudad y responde a las iniciales F. R. M., aunque prefiere no revelar su identidad. «Demostró que los valores son más importantes que el dinero», repite Belén.
Aun así, la pérdida económica es elevada -casi 800 euros- y la pareja confía en que todavía haya alguna persona que entregue lo que se encontró. «Es difícil, pero ojalá haya gente que no haya sabido qué hacer con el dinero o a la que le remuerda la conciencia», insiste Belén.
Pese al mal trago, Da Costa no pierde la sonrisa. «Me tocó a mí dar el premio de la lotería ese día», bromea una vez que se le ha pasado parte del disgusto.
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