El domingo -25- Agosto , a las 21:30 por La Sexta, foto,.
Detienen a cuatro personas relacionadas con una violación grupal en Murcia,.
La Policía Nacional arrestó a los tres presuntos agresores y a otra mujer que se encontraba en el lugar de los hechos, un edificio del barrio murciano Santa Rita,.
Un viandante encontró a la víctima en la calle y fue quien dio la alarma al 112, que recibió la llamada este sábado, a las 13.07 horas, indicando que la mujer presentaba golpes y sangre en el rostro. Hasta el lugar donde ambos se encontraban, la calle Periodista Nicolás según consta en la comparecencia policial, se trasladó una ambulancia y efectivos de la Policía Nacional. La víctima, de origen extranjero y cercana a los cuarenta años, relató llorando a los agentes que fue asaltada en el interior de un edificio por tres hombres, que la golpearon para meterla en el interior de una vivienda donde después la habrían violado. Según confirmó el Centro de Coordinación de Emergencias, la mujer fue llevada al hospital Reina Sofía y su diagnóstico sanitario era agresión sexual. Aunque serán el ginecólogo y el médico forense del hospital quienes constaten si sufrió una violación grupal.
Tras hablar con la víctima, la patrulla policial se dirigió al inmueble en el que esta dijo haberse producido la agresión y violación, en la zona de Santa Rita. Allí se encontraban todavía los supuestos agresores, dos de origen senegalés y otro de procedencia guineana, según señalaron los agentes en su informe. De momento, los cuatro detenidos se encuentran en dependencias policiales a la espera de que el caso siga su curso y llegue a la justicia.
TITULO: CAFE GIJON - MANZANAS VERDES - Más morro que un vagón de osos ,.
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MANZANAS VERDES -Más morro que un vagón de osos ,.
MANZANAS
VERDES -Más morro que un vagón de osos ,. , fotos .
Más morro que un vagón de osos,.
Cuando termine de escribir llamaré a mi padre, que trabajó durante más de 20 años en los talleres de AS, para decirle que no se olvide de comprar el periódico, que sé que le hará ilusión leerme. Entre sus legados tengo un puñado de frases célebres que desparramo cuando me conviene. Una de ellas la he usado este verano con frecuencia. Concretamente, cada vez que hablo de Neymar. Y es que tiene más morro que un vagón de osos.Se marchó hace dos veranos al PSG porque no quería que Messi le hiciera sombra y dejó a su amigo, al resto de la plantilla y a Valverde, que acababa de llegar, tirados dos semanas antes de debutar contra el Real Madrid en la Supercopa. Por si el estropicio no era suficiente, demandó al club por impago de una prima de renovación. Ahora quiere volver y lo peor es que el Barça no sólo se lo está pensando sino que hasta envió al secretario técnico, Eric Abidal, al directivo de la comisión deportiva, Javier Bordas, y al encargado de la secretaría técnica azulgrana en Sudamérica, Andre Cury, a París para negociar. Increíble, pero cierto.
Que Neymar sea un veleta, una máquina tragaperras que lo mismo se paraba en mitad de un partido para atarse las botas y 'clinc-clinc-caja' que se largaba en mitad de la temporada en su jet privado al cumpleaños de su hermana; un tipo que para demostrar que no había violado a una mujer no se le ocurrió otra cosa que hacer públicos todos los mensajes y las fotografías que ella le envió, un futbolista que la última vez que jugó en abril agredió a un aficionado que le increpó en la grada y que después no pudo jugar la Copa América porque se lesionó, otra vez, en su tobillo, tampoco parece importarle al Barça. Igual que no les parece una señal que el presidente Al Khelaifi, que no les cogió ni el teléfono cuando se interesaron por Verratti, Thiago Silva, Marquinhos o Rabiot (al que fue capaz de dejar seis meses sin jugar) esté dispuesto ahora a negociar por un jugador que le costó 222 millones de euros. Papá: Neymar tiene más morro que un vagón de osos, pero el Barça no es más que un club, sino un club más. Y estos son sus valores.
TITULO: LA AVENTURA DEL SABER TVE - La vida, barrio a barrio, en una ciudad africana,.
La vida, barrio a barrio, en una ciudad africana,.
Recorremos siete distritos de Saint Louis para mostrar las distintas facetas de la urbe senegalesa, más allá de la isla, su corazón, Patrimonio de la Humanidad. Lejos del turismo, la ajetreada vida diaria del extrarradio discurre entre el dinamismo y la tradición,.
Apenas ocupa una superficie de tres kilómetros de largo por
300 metros de ancho. Pero cuando se habla de la ciudad de Saint Louis,
enseguida el imaginario vuela allí, a la homónima isla en el medio del
delta del río Senegal, hoy Patrimonio de la Humanidad.
Más allá del puente Faidherbe, sin embargo, la vida fluye en otra isla,
lejos de la mirada de los turistas. Quizá Sor sea menos elegante, menos
homogénea y menos romántica que el pequeño centro histórico, pero sin
duda es más real y, sobre todo, más dinámica.
Los observadores más duchos son quizá capaces de asociar la
ciudad también con los barrios de la Langue de Barbarie, la zona de
pescadores, con sus idiosincrasias y los grandes retos ante la erosión
costera. Pero para la mayoría Sor sigue siendo la gran desconocida.
La zona periférica de esta isla era la ciudad indígena.
Funcionarios y trabajadores senegaleses de la administración pública
vivían a principios de 1930 en los actuales barrios de Corniche, Ndioloffène y Balacoss. “Je sors de la ville”
[Salgo de la ciudad], decían en francés, con una palabra que pronto
pasó a designar esa extensión periurbana que en la actualidad alberga a
más de la mitad de los cerca de 210.000 habitantes de la ciudad.
Los primeros núcleos de esta zona costera nacen alrededor
de la mitad de la década de los sesenta. “En 1964, se producen unas
fuertes inundaciones en el barrio de Guet Ndar y en la isla de Saint
Louis que obligan a ampliar los espacios habitacionales en Sor. Se crean
entonces alojamientos para los siniestrados: así nacen los barrios de Diamaguène, Léona y Pikine.
Ya no son familias acomodadas, sino proletarias”, explica Samba Wade,
geógrafo urbanista de la Universidad Gaston Berger de Saint Louis.
En la década siguiente, la ciudad se resintió de la gran
sequía que sufrió el Sahel. Olas de emigrantes rurales llegaban a Saint
Louis desde el interior de Senegal o incluso desde países fronterizos.
“El aumento constante de la población urbana en tasas que llegaron a
casi un 6% entre 1961 y 1970 aceleró la ocupación de las llanuras
aluviales y la creación de asentamientos irregulares”, señala el
docente. El área urbana pasó de medir 15 kilómetros cuadrados en 1961 a
45,8 en 1967. Se extendió un 80% sobre tierra y un 20% sobre el agua,
ganando espacio en brazos muertos del río y marismas.
La ciudad ha seguido creciendo y hoy ronda los 140
kilómetros cuadrados, incluido un nuevo eje que se extiende hacia el
oeste a los barrios de Khor, Vauvert y Ngallèle.
Estas extensiones nacen ligadas a la apertura de la Universidad Gaston
Berger, que atrajo a un importante número de familias ligadas al sector
educativo a principios de los ochenta, las repatriaciones de senegaleses
desde Mauritania debido a un conflicto entre ambos países en 1989 y
nuevas inundaciones en los noventa.
Los estragos del agua de finales del siglo pasado, sin
embargo, también desencadenaron algunos efectos positivos, dentro de lo
que cabe. “Después de las inundaciones, los vecinos decidimos unir
fuerzas”, cuenta Coumba Wade, que trabaja en la organización de mujeres
Jigeen Ak Jigeen. “Así nacieron la Asociación de Desarrollo de
Diamaguène y la guardería de niños. El agua nos dejó claro que juntos
podíamos hacer muchas cosas”.
Sor sigue evolucionando, en lo bueno y en lo malo, según
sus habitantes. Algunos de ellos añoran aquellos tiempos en los que
vivían entre “pura vegetación”, como cuenta Djibril Dia. Nació hace 63
años en Ndioloffène, un barrio que, según él, siempre ha estado
dispuesto a acoger con los brazos abiertos a personas con distintos
orígenes. “El río era mucho más grande, había pescado en abundancia y
árboles. La gente vivía bien, había un buen clima social. Era un paraíso
en la tierra. Ahora los habitantes del barrio tienen trabajos más
estables y disponen de dinero para que sus hijos estudien. Pero hay
cosas que permanecen, como la tolerancia, las ganas de compartir y la
simpatía de los vecinos”, cuenta.
Quedan aún muchos retos pendientes de solucionar, desde el
saneamiento y el control de las aguas pluviales, fluviales y
subterráneas hasta el empleo. Las escuelas a menudo no están listas para
acoger a la numerosa población infantil. El centro Nalla Ndiaye de
Darou refleja de manera muy clara este problema: la escuela cuenta con
más de 950 alumnos y apenas 13 profesores.
Pero los inquilinos de Sor no se quedan de brazos cruzados ante los desafíos. En Darou,
por ejemplo, la basura se usa como base para la construcción de casas,
para evitar que la sal presente en el terreno carcoma los cimientos,
mientras que en Pikine los desechos se convierten en obras de arte.
“Nosotros soñábamos con irnos a vivir a la isla y ahora
resulta que son ellos los que quieren mudarse aquí, porque la ciudad
vieja es más cara e insegura”, resume Cheikh Aïdara, un hombre
polifacético de 61 años que lleva casi toda la vida en Bango. Unos nueve kilómetros separan este barrio del casco antiguo. Esta distancia hace que los mismos saintlouisiens a veces no consideren esta zona como parte de la ciudad, se quejan los lugareños.
Siguen abiertas muchas cuestiones, como por dónde seguirá
creciendo la ciudad y con qué modelo de cohesión social. Pero la
sociedad civil local revela un sentimiento de pertenencia a un solo
territorio: la ciudad de Saint Louis.
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